Capítulo 23
Chimon despertó por el movimiento de Pluem, dormido a su lado y soltó un suspiro al sentirlo tan inquieto. Nanon, al otro lado, le hizo un gesto para que permaneciera en silencio, observando los movimientos erráticos de Pluem.
El menor se puso de pie, pasando su mano por su cabello y caminó hacia el pasillo para ir a los baños a tomar algo de agua, con Nanon siguiéndole.
—Siempre se pone un poco inquieto antes de sus celos —comentó Nanon tomándole la mano.
Chimon le miró, asintiendo en silencio, observando el cielo oscuro por las ventanas, el aire nocturno enviando pequeños escalofríos por su piel.
—Si Pluem no estuviera marcado... —aventuró Chimon, sus dedos jugueteando con la palma de la mano de Nanon— ¿tú igual querrías que lo marcáramos los dos?
Nanon se acercó a él, pasando sus brazos por ambos costados de su cuerpo, mirándolo con una sonrisa algo juguetona en sus labios.
—Claro que sí —dijo el mayor— es algo que siempre hablábamos cuando crecíamos —Nanon se inclinó, sus labios acariciando sus mejillas—. Íbamos a buscarte, a encontrarte y a quererte mucho...
El menor giró su rostro, besando la boca de Nanon de forma sorpresiva, sus labios acariciándose entre sí en un toque suave y corto.
Al alejarse, humedeció su labio inferior.
—Y si yo hubiera sido omega —prosiguió Chimon— entonces, ¿me habrías marcado a mí y a Pluem?
Las cosas se habrían complicado un montón en ese caso, ambos lo sabían bien, porque la marca sobre uno de ellos habría desaparecido si Nanon marcaba al otro.
Nanon sacudió su cabeza.
—No, habríamos tenido que conversarlo mucho antes de tomar una decisión así —dijo el alfa con voz grave— además, tengo claro que tú y Pluem no son muy... generosos e inclinados a compartir.
—No es eso —se defendió Chimon— sólo nos gusta cuidar lo que es nuestro.
—Necesitan ayuda —afirmó Nanon antes de romper a reír al ver el rostro amurrado de Chimon—. No importa, en realidad. Los quiero así.
Chimon le sonrió con burla antes de que Nanon le besara otra vez, ambos gruñendo mientras luchaban por el control del beso, devorándose con cada nueva presión, con cada nuevo toque, con cada...
—¿Chicos...?
Ambos se alejaron al escuchar el tono tembloroso de Pluem, girándose para mirar al omega.
Pluem estaba envuelto en la sábana, con el rostro colorado, su cabello desordenado, sus ojos dilatados.
El aire de pronto pareció cargarse con feromonas.
—¿Pluem? —preguntó Chimon.
Pluem soltó un gemido.
—Caliente —balbuceó—. Me... me si-siento... caliente...
—Oh, bebé —se apresuró a decir Nanon caminando hacia él— ¿entraste en celo?
El omega dejó salir otro jadeo, presionando su nariz contra las sábanas.
—Me... me du-duele todo... —lloriqueó Pluem—. Alfa. Alfas. Los... los ne-necesito...
Nanon miró a Chimon. Chimon miró a Nanon.
Ambos parecían no saber qué hacer.
Pluem comenzó a llorar como un niño pequeño.
Los dos parecieron reaccionar entonces, acercándose al lloroso omega para poder ayudarlo, y comenzaron a impregnarlo en su aroma, a envolverlo para que se calmara de alguna forma y dejara las lágrimas.
—Vamos a un cuarto —ofreció Chimon tratando de sonar relajado aunque quería colapsar.
—Los quiero —insistió Pluem dejándose llevar por el menor.
—Nos tendrás, bebé —dijo Nanon bajando la voz— siempre nos tendrás a tu lado, mi amor.
—Pero ahora... —sollozó Pluem deteniéndose, sus manos temblorosas yendo a su pantalón— ahora, aquí...
Nanon se apresuró a detenerlo, agarrándolo de las muñecas y Chimon comenzó a empujarlo para obligarlo a caminar en dirección a los cuartos que habilitaron para el celo. Pluem comenzó a forcejear para que le soltaran, gruñendo, arrugando su nariz y siseando en voz baja.
—¡Aquí! —exigió enojado—. ¡Aquí, aquí, aquí!
—Pluem, por favor... —pidió Chimon detrás, su rostro tornándose colorado cuando unos guardias los miraron con curiosidad.
Pluem infló sus mejillas y antes de que pudieran decirle otra cosa, pateó a Nanon en la espinilla.
—¡PLUEM! —Gritó Nanon, más sorprendido que adolorido, para luego arrugar el ceño—. ¡Bueno, eres un fastidio!
El omega chilló cuando Nanon lo agarró de la cintura, echándoselo a su hombro como un saco de papas.
—¡A-abajo! —Chilló Pluem rompiendo a llorar otra vez—. ¡Malo! ¡Malo! ¡Te odio! ¡Chimmie!
Chimon quería ocultarse porque Pluem lucía como un perro rabioso capaz de morderte si veía la oportunidad.
¿Así eran los celos en los omegas? Chimon prefería morir solo.
Entraron al pasillo donde estaban los cuartos habilitados y Chimon se quedó quieto al percibir un rastro de feromonas conocidas.
Parpadeó y sin pensarlo, abrió la puerta más cercana.
—¡OH, MIERDA, MAMÁ! —gritó horrorizado, cerrando de golpe.
Nanon lo miró, tratando de controlar a un enfurecido Pluem que le pegaba en la espalda.
—¿Acabas de ver a tus padres teniendo sexo? —preguntó con algo de burla resignada—. Yo los vi a los trece años.
—¿A tío New montando a tío Tay? —farfulló Chimon abriendo otra puerta algo alejada, observando un cuarto vacío.
Nanon hizo un gesto extraño.
—A papá Tay montando a papá New —respondió.
Chimon ya no quería seguir averiguando sobre eso, menos cuando la imagen de la espalda desnuda de su mamá seguía en su mente.
El alfa echó a Pluem sobre la cama, el omega rebotando entre gemidos de odio y Chimon los miró, observando enseguida como Nanon comenzaba a quitarse el suéter que llevaba.
Oh dios, oh dios, oh dios...
—¡Chimi!
Se volteó cuando vio a su mamá salir del cuarto recién cerrado con las mejillas coloradas, subiéndose los pantalones, su papá detrás con expresión de fastidio, y sintió deseos de tirarse por la ventana.
¿Eso podía ser más desastroso?
Pluem empezó a sacarse los pantalones.
Bueno, sí.
—¿Qué está pasando? —Preguntó Off enfurruñado antes de olisquear y fruncir el ceño—. Huele a...
—¡Celo! —soltó Chimon exasperado—. ¡Pluem entró en celo y creo que quiero llorar!
Gun se asomó al cuarto.
—Hola, tío Gun —saludó Nanon batallando con Pluem para que el omega se quedara en la cama.
—¡Fu-fuera! —Gruñó Pluem siseando hacia Gun—. ¡Mi... míos! ¡Mis... mis al-alfas! ¡Fuera!
El omega se alejó, saliendo de la visión de Pluem que le gruñía tratando de lucir amenazador —pero fallando porque parecía un conejito queriendo atacarlo.
Gun miró a su hijo con expresión seria.
—¿Lo harás o no, Chimi? —preguntó cuidadosamente.
Chimon miró hacia el interior, hacia Nanon gruñéndole a Pluem para que se calmara pero Pluem trataba de golpearlo con una almohada y de alguna forma, sintió a su instinto alfa tirando hacia ellos.
—Sí —contestó con seguridad.
Gun se giró hacia Off y ambos sonrieron con orgullo.
—Nada de dejarlo preñado —comentó Off tomándole la mano a Gun.
—Y si dice que no, no insistas, ¿está bien? —Agregó Gun besándole la mejilla a Chimon—. Pluem podrá estar caliente, pero no es un muñeco.
—¡Chimon!
Alcanzó a girarse para agarrar a Pluem, que parecía querer lanzarse sobre Gun, gruñendo en señal de advertencia. El mayor, lejos de lucir intimidado, sonrió con algo de diversión.
—Mío —gruñó Pluem abrazando a Chimon con posesión.
—¡Eres un monstruo! —regañó Nanon con un rasguño en su mejilla, pareciendo a punto de romper a llorar.
—Mío tú igual —espetó Pluem.
Gun le sacó la lengua al omega.
—Será tuyo estos días —provocó Gun— pero luego andará detrás de mí como un bebé pidiendo atención.
—¡Mamá! —farfulló Chimon cuando Pluem trató de soltarse.
Off se llevó a Gun entre risas.
Nanon cerró la puerta del cuarto, quedando los tres en la habitación y Chimon acomodó a Pluem en sus brazos, caminando hacia la cama.
—Son... son mi-míos... —sollozó Pluem cuando fue dejado sobre las sábanas.
Nanon suspiró, sentándose al lado del chico, que se acurrucó contra él.
—Pluem es un desastre en el celo —comentó Nanon quitándose la playera, quedando sólo con los pantalones—. Tan celoso, tan exigente... Es un bebé gigante.
Chimon observó al omega, que comenzó a balbucear en voz baja, sus ojos brillando y ansiosos.
Se enderezó.
—¿A quién quieres primero, Pleum? —preguntó Chimon llamando la atención del chico.
Notó como las pupilas del omega se movían erráticamente.
—Pelea —exigió Pluem—. Alfas. Control —Nanon dejó de moverse—. Los... los dos...
—Creo que quiere vernos pelear —dijo Nanon.
Chimon miró al alfa y sin poder evitarlo, soltó un gruñido.
Nanon sonrió con salvaje diversión, devolviéndole el gruñido.
Pluem gimoteó en excitación.
—Sí... —asintió Pluem— así...
—Oh dios —balbuceó Nanon con voz ahogada— eres un fetichista, no puedo... ¡AH, CHIMON!
Los dos alfas cayeron al suelo cuando el menor se lanzó sobre Nanon sin dudarlo un poco, ruido estrepitoso resonando en el cuarto. Pluem soltó un jadeo de placer.
Nanon levantó su rostro —sus hombros siendo sostenidos por las manos de Chimon— y enfocó sus ojos en la cara de él, que soltaba un gruñido, mostrando sus dientes.
—Quítate —ordenó Nanon en advertencia.
—No —espetó Chimon— a menos que aceptes ser mi delta hoy.
—¿Yo? —dijo Nanon con burla—. Estás loco, Chimon. El delta serás tú.
Ambos se gruñeron amenazadoramente, sus ojos dilatándose y Nanon comenzó a removerse para quitárselo de encima, peleando con quejidos.
Pronto, los dos rodaron por el suelo, tirándose mordiscos para doblegar al otro, soltando ruidos amenazadores mientras forcejeaban queriendo tomar el control de la situación. Pluem, sumido en su celo, observaba la escena sobre la cama sin lucir intimidado, lloriqueando para que uno de los dos tomara el control pronto.
Nanon quedó ahora sobre Chimon, sus ojos dilatados, su nariz frotándose contra la mejilla del menor.
—¡A-abajo! —ordenó Chimon enfurecido.
—Delta —contestó Nanon— serás el delta hoy.
Chimon sintió a su alfa interior protestando en respuesta y sacando fuerzas de quién sabe dónde, levantó su rodilla golpeando a Nanon en el estómago. El mayor soltó un grito, liberándolo del agarre, rodando otra vez entre gruñidos.
El menor quedó sobre Nanon una vez más.
—¡Ra-rápido! —protestó Pluem golpeando la almohada.
Chimon le sonrió con superioridad a Nanon, que estaba furioso bajo él, jadeando y queriendo soltarse del agarre.
—¡Tramposo! —acusó Nanon.
—Todo vale —replicó Chimon gruñendo—. Muéstrame tu cuello, Nanon.
El mayor sintió un escalofrío en su espina dorsal cuando Chimon habló con voz ronca y exigente, su voz impregnada en esencia alfa, demostrando con claridad que el chico muy bien podía no tener el cuerpo característico de uno, pero en actitud sí lo era.
Demandante. Exigente. Duro. Severo.
Nanon soltó un resoplido, echando su cuello hacia atrás, exponiendo su piel.
Chimon sonrió, inclinándose, sacando sus dientes para morder y–
Y de pronto estaba mirando el techo cuando Nanon lo empujó de golpe al sentir el agarre debilitándose, dando vuelta la situación, el alfa mayor imponiéndose con una facilidad sorprendente que lo hizo berrear como un bebé.
—¡No! ¡No es justo! —reclamó Chimon.
—Sí lo es —contestó Nanon—. Tu cuello. Déjame morderlo.
Chimon batalló unos segundos más pero Nanon permaneció firme, sonriendo cuadradamente, sus ojos burlones y provocadores y terminó lloriqueando en protesta, desviando sus ojos y girando su rostro, mostrando la piel de su cuello.
Nanon se inclinó unos centímetros.
—¿Confías en mí? —preguntó Nanon con seriedad.
Soltó un bufido.
—Sí, idiota —respondió entre quejidos.
El mayor se rió al escucharlo hablar y antes de decirle que lo hiciera, los dientes de Nanon se enterraron en su cuello en una marca.
Y dolió como un demonio.
Chilló por el dolor, ardor recorriendo su piel mientras el chico se retiraba con una expresión culpable y sentía como el aroma alfa a su alrededor se hacía más fuerte.
—¡Eres un monstruo! —dijo Chimon con lágrimas en los ojos.
—¡Lo... lo siento, Chimi! —Nanon parecía querer llorar también—. Venga, ¿por qué no...?
Nanon soltó un grito cuando una almohada llegó a su cabeza.
Los dos chicos en el suelo se enderezaron, mirando a un enojado Pluem sobre la cama, desnudo ya —¿cuándo se quitó la ropa?— y sosteniendo otra almohada.
—Horribles —dijo Pluem antes de que sus ojos se llenaran con lágrimas—. Ustedes dos. Monstruos.
Nanon se puso de pie, ayudando a Chimon a levantarse también y pronto los alfas caminaron hacia el omega con rapidez antes de que se pusiera a llorar como condenado, hipando y sorbiendo por su nariz como un niño pequeño.
—No llores, bebé, ¿Qué pasa? —preguntó Chimon con preocupación mientras Pluem se recostaba en la cama.
—Caliente —gimió Pluem—. Aquí. Los necesito.
—¿Dónde, cariño? —murmuró Nanon subiéndose a la cama.
—A mí... a mí alrededor —pidió Pluem—. Duele. Todo —se acurrucó contra Nanon, comenzando a frotar su cabeza contra el pecho del alfa—. Dormir.
—Pero... ¿no querías follar? —balbuceó Chimon atónito, sobresaltándose cuando Pluem lo agarró repentinamente del brazo.
—¡No! —gritó Pluem—. ¡Dormir! ¡Dormir!
Chimon miró a Nanon, que comenzó a sonreír con exasperada resignación y entendió que ahora el omega mandaba y si quería dormir, entonces debían hacerlo.
No le quedó nada más que quitarse los pantalones, subiendo a la cama, ubicándose detrás de Pluem que ronroneó con gusto y besó a Nanon antes de hacer lo mismo con el omega ya más tranquilo y contento.
—Necesita acumular energía —susurró Nanon— ya verás que mañana...
—¡Dormir! —insistió Pluem enfurecido.
Nanon decidió obedecer y Chimon suspiró, sabiendo que las siguientes horas serían muy, muy divertidas.
Gun abrió sus ojos cuando alguien sacudió su hombro y se encontró con la mirada de CaoLu, a un lado de él.
—Salimos en media hora —le dijo su amiga antes de dirigirse hacia otras personas durmiendo.
El omega se revolvió en su lugar, frotando sus ojos y despertando de paso a Off, acurrucado a su lado. El alfa lo miró un instante, desorientado y le dio un beso en los labios.
—¿Seguro que quieres ir? —preguntó Gun tranquilo—. No es tu lucha, y si prefieres quedarte...
—Quiero estar contigo —contestó Off enderezándose.
Gun le dio otro beso.
—Iremos en primera fila —le dijo Max como si nada, porque ambos sabían que sus problemas personales no podían influir en esa situación— así que ponte un chaleco antibalas, debemos evitar posibles desastres.
Gun no tardó en obedecer, aprovechando que Off fue en busca del desayuno y volvió segundos después con dos trozos de pan con jamón y queso, y café.
—Gracias, bebé —le murmuró Gun dándole un pequeño beso.
Max soltó un ruido extraño.
—¿Tu alfa irá? —preguntó Max con evidente desagrado.
El omega suspiró.
—¿Algún problema? —replicó Off fríamente.
Gun estaba tentado de darles un golpe a los dos, en especial cuando los escuchó gruñir, pero terminó metiéndose entre ambos con una mirada de enojo.
—Hacen eso otra vez y prometo cortarles las bolas —amenazó provocando que se callaran inmediatamente—. Espero que no haya ningún problema entre los dos en esto, ¿está claro o debo explicárselos con manzanitas?
—No, Gunnie —murmuró Max.
—No, mi amor —susurró Off.
—Bien —rodó los ojos—. Ahora vamos a despedirnos de Chimon, regresamos en cinco minutos, Max.
Tocaron la puerta con suavidad, sin saber realmente si estaban en condiciones para atender, pero los dos querían realmente despedirse de los menores.
La puerta se abrió un poco y Chimon se asomó, su rostro iluminándose al ver a sus padres. Hizo un gesto, saliendo rápidamente del cuarto, vistiendo sólo una bata.
—Pluem está durmiendo —dijo a modo de explicación antes de abrazar a su mamá—. Odio el celo, ¿por qué no pude ser beta?
Gun se rió, besándole el cabello, importándole poco al notar el olor a omega a su alrededor y cerró sus ojos un instante, disfrutando de tenerlo entre sus brazos, deseando poder protegerlo con ese simple gesto de todo lo malo en el mundo.
Volveré, se prometió Gun en silencio, no me separaré más de ti.
—Sé un buen alfa, cariño —le dijo Gun alejándose, tomándolo de las mejillas— lléname de orgullo, ¿bien?
—Sí, mamá —Chimon sonrió—. Te amo.
—Yo también, Chimmie —Gun le besó un moflete sonoramente, alejándose y dando paso a Off.
Chimon se sorprendió cuando su papá también lo abrazó y se permitió acurrucarse a su lado, recordando cuando era más pequeño, tenía pesadillas y su papá lo tomaba en brazos tratando de calmarlo, murmurándole que todo iba a estar bien, que mamá y él lo amaban mucho.
No podía entender entonces porque decía esas cosas, pero ahora...
—No hagas ningún desastre —le dijo Off con cariño— y no seas malcriado.
—No soy malcriado —replicó Chimon.
—Si vuelves a responderme, cuando regrese te empujaré por las escaleras accidentalmente —contestó Off.
Gun le dio un golpe en el trasero, riéndose y Chimon bufó.
—Ya vayan —apuró Chimon no queriendo alargar la despedida porque sentía que iba a llorar— cuando regresen quiero mil helados.
Sus ojos estaban picando y su garganta se apretaba con cada nueva palabra, pero se obligó a que su voz no se quebrara porque sabía que si rompía a llorar sus papás no lo dejarían nunca.
Pero no quería ver cómo ellos se iban, cómo podía existir la posibilidad de que todo acabara mal y... y... Se obligó a concentrarse en el rostro de sus padres.
—Te amamos mucho, bebé —dijo Gun tomando la mano de Off, despidiéndose mientras retrocedían.
—Yo también los amo —contestó tratando de sonreír.
Sólo cuando desaparecieron al doblar en la esquina se permitió apoyarse en la pared, tomando aire y frotando sus ojos con sus manos para despejar el rastro de lágrimas que pujaban por salir, tratando de creer que todo saldría bien.
Que todo iría maravillosa, perfectamente bien.
Realmente esperaba que Pluem estuviera durmiendo, pero cuando se acostó, el omega se giró sobre la cama, su rostro colorado, ojos acusatorios sobre él y lo agarró del brazo.
—Te fuiste —espetó Pluem—. Desperté y no estabas.
Con calma, Chimon se quitó la bata, quedando en ropa interior, notando de reojo que Nanon seguía durmiendo como una roca.
—Lo siento, bebé —se disculpó Chimon acostándose al lado de Pluem.
El omega gruñó, enojado, comenzando a frotar su cabello contra el cuello del alfa.
—Hueles mal —murmuró Pluem—. A otro omega. No gusta —sus ojos se pusieron llorosos—. ¿Otro omega?
—No, no cariño —suspiró Chimon dejando que el omega se refregara contra él a su propio placer— era mi mamá. Tú eres mi único omega.
Pluem levantó su cabeza, su cabello desordenado completamente, respirando un poco acelerado y el chico se subió a horcajadas de él, sus piernas a ambos lados del estómago de Chimon.
El alfa tomó aire, feromonas invadiendo sus fosas nasales y mordió su labio inferior cuando notó humedad en la ropa interior de Pluem.
—Márcame —exigió Pluem comenzando a balancearse, frotando su entrepierna contra el vientre de Chimon— aquí —apuntó a su lado izquierdo, donde no había ninguna marca—. Ahora.
Chimon mordió su labio inferior, agarrándolo de la cintura para detenerlo, y giró su rostro, chocando de pronto con la despierta mirada de Nanon.
—Quítate la ropa interior, Pleum —ordenó Nanon con voz grave, provocando que el omega gimiera— deja que te admiremos.
Pluem no tardó en obedecer, quitándose de encima, echando la única prenda que vestía a un lado y quedando completamente desnudo. Su pene ya estaba endurecido, goteando pre semen por toda su longitud, y se acostó boca arriba, abriendo sus piernas y levantándolas, llevándolas a su pecho, mostrando su ano. Chimon tragó saliva al verlo: rosado, apretado y húmedo por la auto lubricación.
—Eres bonito —alabó Nanon con calma aunque sus ojos brillaban por la excitación— ¿no, Chimon?
—Precioso —coincidió Chimon, observando el rostro complacido de Pluem por los halagos—. Precioso y sexy.
—Aquí —Pluem llevó sus manos a sus nalgas, separándolas para darles una mejor vista—. Los quiero. Alfas, por favor...
—¿Qué quieres, bebé? —preguntó Nanon sin moverse.
Los ojos dilatados de Pluem los observaron, pensativos y cuando habló su voz era un temblor tímido y nervioso:
—A... a Alfa-Chimon preparándome... —humedeció sus labios, avergonzado—. A... a Alfa Nanon en mi... mi boca...
Oírlo hablar con títulos provocó una punzada de dolor y ansiedad en su pene endurecido y Chimon tragó saliva, mirando a Nanon. El mayor le hizo un gesto con la mano, quitándose la ropa interior, y Chimon no tardó en imitarle, caminando y acomodándose entre las piernas del omega, que gimió al primer tacto.
—¿Mis dedos, mi boca, omega? —preguntó Chimon con voz grave, sintiéndolo temblar.
—Por... por favor... —pidió Pluem desesperado.
Chimon se inclinó mientras Nanon rodeaba la cama, quedando al otro lado, su pene en el rostro de Pluem que mojó sus labios una vez más en señal de excitación.
El omega soltó un gemido sonoro cuando la lengua de Chimon pasó por sobre su ano, probando la lubricación que seguía soltando, su ano apretándose por el deseo y Chimon agarró sus nalgas, separándolas para abrir un poco más su agujero brillante.
Nanon acarició el necesitado rostro de Pluem con el glande de su pene, sonriendo al ver como quedaba húmedo por el pre semen que estaba sintiendo, y soltó un gemido ronco cuando el omega movió su cabeza, sus labios cerrándose alrededor de su polla.
Chimon dejó salir un gruñido, su lengua comenzando a follar el ano de Pluem, sus dedos acariciando el borde de su entrada, y los sonidos que estaba soltando el omega no ayudaban mucho a su autocontrol.
—¿Te gusta así, bebé? —Provocó Nanon entre gemidos, moviendo sus caderas para follar con mejor facilidad la boca del chico—. ¿Te gusta que te deseemos tanto, Pluemie?
El chico separó el pene de sus labios, un hilo de saliva conectando el miembro con su boca, y lloriqueó cuando Chimon metió un dedo en su interior, su lengua sin dejar de prepararlo.
—S-sí... —murmuró Pluem temblando— más... Más, alfas...
Cuando a Chimon le habían explicado la unión alfa-omega, sabía que el omega lubricaba y auto preparaba con facilidad, su celo relajando su entrada e incluso cuando solía ver porno, veía como el omega no necesitaba mucha preparación para ser follado.
Pero eso no significaba que no estaba sorprendido al ver como un segundo dedo entraba con facilidad en el ano de Pluem, estirándose sin dificultad alguna, la lubricación humedeciendo su mano y facilitando el jugueteo.
Se enderezó, alejando su boca pero sin dejar de mover sus dedos en el interior de Pluem, observando al omega con la boca abierta y ojos llorosos, sumiso y dejando que Nanon llevara el ritmo de las estocadas y la visión era demasiado caliente como para quedarse quieto.
Pluem gimió cuando Chimon agarró su pene y comenzó a chuparlo, agregando ahora un tercer dedo en su ano, acelerando el ritmo de las embestidas.
Así no duró mucho: la estimulación en su entrada, la boca de Chimon subiendo y bajando alrededor de su sensible miembro, su garganta atragantándose con la polla de Nanon, fueron suficiente como para temblar sin control alguno y correrse entre jadeos y chillidos de placer.
Chimon se alejó cuando Pluem dejó de eyacular, el semen en su boca y Nanon lo agarró del brazo, tirando de él, besándolo con posesión.
El omega gimió en necesidad al ver a los dos alfas compartiendo su semen en un beso sucio, obsceno y lascivo, su pene reaccionando una vez más.
Ambos tragaron al alejarse, el sabor espeso cayendo por su garganta, pero poco les importó porque estaban más caliente que nunca en ese instante.
—Fóllalo —ordenó Nanon entre jadeos.
—Sí, sí, sí... —concedió Pluem tomando a Chimon de la mano, empujándolo en la cama.
Chimon se sentía mareado, excitado y deseoso, dejándose manipular con facilidad por el omega, sometiéndose sin problema alguno con sólo una mirada de Nanon y pensó fugazmente que se debía a su posición de delta en ese celo, a que su alfa sabía que había alguien superior a él ese día.
Cayó de espaldas entre las mantas, Pluem subiéndose sobre él, el omega comenzando a frotar su culo contra el pene del alfa.
—Mira —prosiguió Nanon detrás de Pluem— mira como su ano te traga, Chimi...
El omega elevó sus caderas, agarrando la base del miembro del menor, alineándolo contra su entrada, y comenzó a bajar con lentitud, las paredes anales del chico envolviendo su sensible miembro, cálido y apretado.
Chimon gimió sonoramente por la sensación que estaba sintiendo, Pluem jadeando al bajar sin dificultad alguna, su interior recibiéndolo con una increíble facilidad.
Se quedaron quietos un instante, tratando de recuperar el aire y Chimon chocó con los ojos de Nanon.
Muévete, pareció ordenar el alfa con su mirada, fóllalo, rómpelo.
Pluem comenzó a saltar entre chillidos, su rostro ruborizado completamente, sus ojos lagrimeando por el placer, sus labios entreabiertos en ruidos adorables que soltaba, y Chimon decidió mover sus caderas también para poder follarlo, un chapucero ruido resonando en el cuarto.
—Pequeño conejito —gruñó Nanon agarrando a Pluem de la cintura, deteniéndolo— ¿me podrás recibir a mí también?
Pluem gimoteó, inclinándose, sus ojos enfocándose en la cara colorada de Chimon, y sonrió temblorosamente antes de que los labios del chico se posaran contra su boca en un beso dulce y tierno, lento y pausado, ambos tomándose su tiempo para compartir ese momento.
Nanon, mientras tanto, separó las nalgas de Pluem, viendo su ano siendo llenado por el pene de Chimon y se inclinó comenzando a chupar a su alrededor queriendo excitarlo más aún, esperando que con aquello pudiera lubricar y así recibirlo con mayor facilidad.
El omega comenzó a soltar ruidos necesitados y de impaciencia, y Nanon sonrió con deseo al comenzar a empujar su dedo contra el ano de Pluem, complacido al observar como penetraba con facilidad.
—Ra... rápido... —lloriqueó Pluem queriendo moverse otra vez pero siendo impedido por Nanon.
—No seas impaciente, bebé —regañó Nanon antes de meter otro dedo.
—No queremos... ha-hacerte daño... —agregó Chimon gimiendo cuando los dedos de Nanon acariciaron su miembro.
Pluem soltó un gruñido, comenzando a besar el rostro del menor.
Minutos después Nanon sacó sus dedos, acomodando su miembro contra el ano de Pluem y empujó al omega hacia arriba, sacando la polla de Chimon, dejando sólo la punta contra su entrada.
—Relájate... —pidió Nanon con voz suave— toma aire, bebito...
Chimon decidió distraer a Pluem acariciando sus pezones, sus labios comenzando a besar su cuello y escuchó los jadeos del omega cuando ambos comenzaron a entrar lentamente en su interior, sus penes uno junto al otro, sus bocas acariciando la piel desnuda del omega para distraerlo del leve dolor que comenzó a sentir.
—¿Va... va bien...? —preguntó Chimon tratando de no moverse mientras Pluem bajaba con lentitud, haciendo pequeñas muecas en su rostro, excitado y caliente por lo apretado que se sentía ahora el ano del omega.
Pero no quería disfrutarlo, no completamente cuando Pluem comenzó a sollozar.
—Tal vez deberíamos... detenernos... —ofreció Nanon preocupado.
—¡No! —Lloriqueó Pluem—. ¡Si-sigan! ¡Be... bésenme...!
No fue necesario que Pluem dijera algo más para que obedecieran.
Segundos después ambos alfas terminaron de penetrarlo, quedándose quietos en su interior, limpiado el rostro de Pluem que sorbía por su nariz, dejándole un rastro de besos en todo su rostro y cuello.
—Estoy... estoy bien... —murmuró Pluem— pueden... pueden moverse...
—¿Seguro? —preguntó Nanon desconfiado.
—Quizás sería mejor...
—¡No! ¡No! —Gruñó Pluem enojado interrumpiendo a Chimon—. ¡No quiero! ¡Malos! ¡Alfas malos! ¡Alfas... AH!
Pluem gritó cuando Nanon lo embistió.
—Entonces salta, Pluem —motivó el mayor— comienza a saltar como el conejito sucio que eres.
No fue necesario que le dijeran algo más para que el omega se moviera.
Pronto el cuarto se llenó de gruñidos, gemidos y jadeos, olor de sudor, feromonas y sexo invadiendo el aire, murmullos resonando en el lugar, lloriqueos de necesidad y comentarios lascivos alabando al omega.
Pluem no aguantó mucho en ese estado: tener dos pollas en su culo hacía que presionaran con facilidad su próstata y comenzó a chillar cuando se corrió entre su pecho y el de Chimon, su ano apretándose alrededor de los miembros y los dos alfas se miraron entonces.
Nanon sonrió, mostrando sus colmillos, inclinándose hacia el lado derecho donde su marca brillaba. Chimon supo que le estaba cediendo el lado izquierdo, así que gruñó embistiendo una vez más antes de elevar su rostro, su boca posándose en la piel salada del omega.
Pluem se corrió otra vez cuando los dos alfas enterraron sus colmillos en su cuello, placer y dolor recorriéndolo en un santiamén, un lazo formándose repentinamente entre los tres.
Sin embargo, el placer pronto se transformó en dolor cuando los chicos comenzaron a anudar en su interior.
—Du-duele... —lloriqueó dejándose caer sobre el pecho de Chimon, que gimoteaba de placer.
—Lo sé, bebé, lo sé... —concedió Nanon eyaculando entre jadeos.
—¿Puedes... puedes aguantar? —preguntó Chimon besando el rostro del chico.
—Sí, sí, sí... —Pluem sonrió, afiebrado—. Bebés... ¿Me darán bebés...?
—Todos los que quieras —respondió Nanon besándole la espalda.
Eso pareció calmar al omega lo suficiente para dejar que besaran su rostro el resto del momento.
Minutos después el nudo terminó y ambos alfas no tardaron en retirarse del interior de Pluem, observando como el semen escurría por sus piernas.
El omega suspiró, feliz, comenzando a frotar su cara entre los dos alfas.
—Los quiero —suspiró contento.
Chimon acarició el cabello de Pluem, sus ojos posándose en el rostro amoroso de Nanon, y contestó sin dudarlo:
—Yo también los quiero.
Y las cosas, por un instante, se sintieron correctas.
𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
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