Capítulo 18

Chimon suspiró mientras se acurrucaba al lado de Pluem, el omega emitiendo calor y hormonas de cariño a su alrededor y sonrió cuando Nanon se volteó, abrazándolo por detrás, medio dormido. Los había encontrado durmiendo en una esquina de los vagones que utilizaban como dormitorios, despertando al alfa para que le hiciera un espacio entre ellos y Nanon no tardó en atraerlo a su pecho, frotando su mejilla contra su cabello en señal protectora para dejarlo con su olor.

Pluem se removió en sus brazos, bostezando.

―Todavía estoy enojado contigo ―le gruñó amodorrado, pegándole con suavidad en el pecho.

Chimon asintió, frotando su nariz en el cuello del omega, haciendo una marca pequeña de amor y sintiendo cómo se relajaba en sus brazos.

―Perdón ―se disculpó con honestidad― ¿Cómo puedo recompensártelo?

Los ojos del omega brillaron.

―Quiero ver cuando Nanon te folle ―exigió sonriendo maliciosamente.

Chimon se atragantó con su saliva pero antes de poder decir algo Nanon soltó un gruñido.

―Eres un pervertido ―reclamó Nanon― primero te follaremos a ti y luego me encargaré de Chimon.

Pluem chilló mientras Chimon sentía sus mejillas coloradas por lo que estaban diciendo.

―Váyanse a la mierda ―refunfuñó Pluem.

Nanon se rió entre dientes, sacudiendo su cabeza por la diversión mientras Chimon se dedicaba a dejarle pequeños besos en el rostro encantado de verlo haciendo un puchero inconsciente por el disgusto.

Sin embargo, la burbuja alrededor suyo pareció estallar cuando una presencia conocida se acercó a ellos.

Yun se inclinó con una mirada preocupada.

―Necesito que Chimon venga conmigo ―dijo con voz firme.

Pluem frunció los labios, parpadeando, en tanto Nanon enarcaba una ceja y Chimon arrugaba el ceño, confundido. Por un momento pensó en negarse y mandarla al diablo, sin embargo, decidió que no sería lo más sensato porque estaba en un lugar desconocido, con gente que no lo conocía, y debía portarse bien para proteger a Nanon, Pluem y a Gun. No debía ser un chico malo.

―Volveré enseguida ―dijo mirando a Pluem, que le tenía agarrado el brazo.

El omega sacudió su cabeza.

―No!, te acompañaremos ―dijo haciendo amago de ponerse de pie.

―Sólo Chimon ―dijo Yun en su torpe coreano.

Pluem mordió su labio inferior y Chimon le dirigió una mirada rápida a Nanon.

Nanon pareció entenderle sólo con ello.

―Déjalo, Pluemie ―dijo Nanon atrayendo al omega― ya verás que vuelven pronto.

―Pero...

―Sigue durmiendo ―le interrumpió Chimon agarrándolo de las mejillas con amabilidad― estaré de regreso cuando despiertes.

Pluem parecía decidido a decir algo más, sin embargo Chimon se inclinó y le dio un beso en los labios, escuchando su jadeo de placer. Sonrió al alejarse, soltándolo, para luego inclinarse y darle un beso ahora a Nanon, que le devolvió la sonrisa, complacido.

Se puso de pie, siguiendo a Yun entre la gente, sintiendo los ojos puestos de los dos chicos sobre él, y sólo bajó sus hombros cuando estuvo fuera de la vista de ellos, revelando su nerviosismo.

―¿Pasó algo con mi mamá? ―preguntó ansioso.

Yun le observó, arrugando el ceño.

―No ―dijo― HaoXi está bien ―agregó con tono serio, dando a entender que no diría otra cosa.

Chimon sólo suspiró, siguiéndola cuando caminó por un pasillo vacío para luego detenerse ante una puerta cerrada, tocando dos veces. Segundos después se abrió, Max apuntando con su linterna al rostro de los chicos. Yun entró, tirando de él y observó la pequeña sala donde unas pocas personas estaban reunidas.

―Tú eres el hijo de HaoXi ¿cierto? ―dijo una mujer sentada detrás de una mesa redonda―. No te pareces mucho a él.

Chimon la miró, parpadeando y la reconoció de las imágenes que había visto por televisión e internet antes de viajar, investigando todo lo que podía. Song Qian, la líder y vocera del movimiento omega en China, la mujer que llevaba más de diez años batallando por los derechos de su raza.

Había leído muchas cosas de ellas, pero no sabía realmente cuál era cierta.

―Soy Chimon ―se presentó con voz tímida, repentinamente cohibido ante la mirada penetrante de la omega.

Nunca antes había visto una mirada así en otro omega. Los que conocía, normalmente, tenían ojos suaves, dulces y llenos de miedo y sumisión. Otros, como Pluem, solían ser juguetones y demandantes de atención. Pero los de Song...

Los de Song eran salvajes, feroces, indomables.

Song asintió en su dirección.

―Me habría gustado que nos conociéramos en otras circunstancias ―dijo Song ladeando su cabeza― pero supongo que eso será imposible ―hizo un gesto a su alrededor―. CaoLu me contó que te trajo porque te impusiste a ella. La obligaste a traerte.

Se tensó.

Los ojos de Song se endurecieron.

―Song, es sólo un chico... ―comenzó a decir Max.

―Mi alfa también era sólo un chiquillo de quince años cuando me agarró y violó en los baños del colegio dejándome preñada ―le interrumpió Song impasible―. También tenía sólo quince años cuando me golpeó hasta hacerme abortar meses después.

El silencio se hizo en la habitación.

Song se inclinó, curiosa.

―¿Qué castigo crees que merece un alfa que se impone, Chimon? ―preguntó sonriendo―. ¿Qué castigo le darías al alfa que se imponga ante Gun?

Chimon tragó saliva.

Off soltó un gemido bajo cuando anudó dentro de Gun, el omega jadeando contra su oído, gruñendo y gimoteando y miró el techo con una expresión de cansancio.

―Tienes razón ―dijo Off llamando su atención―. He perdido experiencia.

Gun lamió su mejilla, dominado por el omega en su interior, ronroneando por el gusto cuando Off acarició su cabello desordenado, y bajó la vista notando que estaba erecto. Acababa de anudar dos veces en Gun y realmente estaba agotado por aquello, pero sacudió su cabeza, volteando al omega, escuchando su chillido cuando salió de su interior.

―¡M-malo! ―se quejó Gun como un niño pequeño―. ¡A... Alfa malo! ―le dio un golpe en la cabeza, suave y ligero, pero Off le gruñó en señal de advertencia.

Gun le devolvió el gruñido, juguetón, y antes de que se moviera, el alfa empujó el almohadón en su boca para que lo mordiera.

Gun se quejó por el disgusto.

Off bajó la vista, luchando con el omega por el control, notando como semen salía de su ano, su polla erecta, y bajó la cabeza.

Muchos alfas no se preocupaban si el omega llegaba al orgasmo en sus encuentros sexuales, pero Off no quería ser ese tipo de persona. Off quería que Gun disfrutara el sexo con él.

Con su mano libre agarró el miembro de Gun por la base, escuchando su jadeo de excitación, y llevó su boca al glande, comenzando a chupar superficialmente, pre semen llenando su boca.

Gun gimió, arqueándose.

―¡Nhg! ―jadeó soltando la almohada entre sus dientes―. Al... Alfa...

―Mmm... ―Off sonrió con gusto al ver al omega tan vulnerable, gimoteando sin control alguno, y chupó con más profundidad. No faltó mucho para que Gun se corriera en su boca― eres un encanto. Tan bonito, Gunnie...

―No ―se quejó Gun tratando de empujarlo cuando Off se subió sobre él con una sonrisa divertida― ma-lo... ―el omega comenzó a reírse al sentir su rostro siendo llenado de besos repentinamente, las manos del alfa sosteniéndolo por la cintura―. ¡Ba-basta!

―Me gustaría comerte ―le dijo entre risas.

―Eres... eres ho-horrible... ―gimoteó Gun luego de varios segundos en los que se recuperó, pareciendo volver a recuperar el control de sí mismo―. ¿No te da risa mi omega? ―Off lo miró, acariciándole el rostro―. A veces no puedo comprenderlo...

―¿Por qué me daría risa? ―preguntó Off con tono serio―. Lo encuentro tierno. Tan exigente de cariño y amor, tan juguetón y enojado ―su voz se volvió más suave―. Me gusta que me... me necesite de esa forma.

Off no lo dijo, pero Gun adivinó lo que quería decir en realidad.

Me gusta que me demuestre su amor así como yo se lo demuestro.

Gun quería decírselo, quería ser capaz de sostenerle la mirada, pero cuando chocaba con sus ojos se veía a sí mismo, más joven, más débil, más asustado, y el miedo se apoderaba de él, el temor de que las cosas volvieran a repetirse por ceder sin pensar un poco más en lo que eso podría significar.

Se alejó, mordiendo su labio inferior, para subirse sobre Off mostrándole la espalda, sus rodillas apoyadas en la cama mientras se enderezaba, separando sus piernas.

Sintió el aliento de Off cortarse.

Ladeó su cabeza, mostrando su marca.

―Te necesito ―dijo Gun, sintiendo inmediatamente como su cuerpo volvía a reaccionar ante el aroma alfa que Off empezó a liberar, su ano lubricando otra vez―, por favor, Off...

―No, Gunnie, necesitamos... ―balbuceó Off, sintiéndose ya duro por la situación.

―Te necesito ―repitió Gun―. Mi omega te necesita, alfa. Yo te necesito, Off.

Off lo agarró de las caderas, tirando de él hacia abajo, volteándolo, pero antes de poder decir algo, la boca caliente del alfa estaba sobre sus labios en un beso duro, posesivo y húmedo, las manos de Off agarrándolo con fuerza aunque con delicadeza también y gimió sin poder evitarlo al sentir el tacto en su piel.

―No me necesitas ―murmuró Off― lo sabes, Gunnie.

Gun le miró.

Se recordó a sí mismo todos esos años, cuando el celo lo atacaba y algo parecía quemar en sus entrañas, dolor recorriendo su cuerpo mientras su omega enloquecía y pedía ser tocado, ser acariciado, ser amado, y no había respuesta alguna.

Era distinto, era más doloroso, porque cuando tuvo sus primeros celos sólo quería que un alfa lo marcara, su omega actuando como un cachorrito perdido que necesitaba de alguien que lo anclara. Luego, con Pak y Off, su omega sabía que había alguien ahí, alguien que le tocaría, y sólo tenía que dejarse llevar.

Pero después, cuando algo en su interior estaba roto, su omega se sentía como un ciego al que le dejaron ver la luz, los colores, la vida, durante unos segundos para luego devolverlo a la oscuridad otra vez y burlarse de su sufrimiento.

Su celo se sentía como fuego vivo, y aunque tratara de complacerse, aunque Max tratara de ayudarlo de alguna forma, no parecía ser nunca suficiente. El fuego parecía quemarlo demasiado y sólo podía rogar para que acabara, para que se detuviera, para que dejara de doler y romperle el corazón de tantas formas que no creía posibles.

Y ahora el toque de Off se sentía como un bálsamo para su propio cuerpo, para su alma, y quería acurrucarse en sus brazos y quedarse allí todo el día.

―No te... no te necesito de esa forma ―Gun le devolvió la mirada, roto―. Te necesito porque te quiero. Porque... ―rompió a llorar, destrozado― porque te elegí como mi alfa, porque me quisiste cuando yo no era nada y porque... porque... ―boqueó en busca de aire, obligándose a no bajar los ojos―. Porque te amo, Off.

Off se quedó quieto, sus ojos puestos en su rostro, sin expresión alguna.

―Repítelo ―pidió en voz baja.

Gun suspiró, limpiando su rostro.

―Te amo. Te amo. Te–

Off lo besó sorpresivamente, sus labios sobre los suyos en un toque suave, dulce y cariñoso, sus manos acariciándole la cintura, pegándolo a su cuerpo. Le devolvió el beso, tímido al inicio, pero terminó por responder luego de unos segundos con la misma fuerza. Se alejaron unos segundos, mirándose y volvieron a besarse.

―Podría... ―dijo Off contra sus labios― podría oírte todo el día, Gunnie y creo que nunca me cansaría.

Gun hipó, lloroso.

―Vamos a... vamos a solucionarlo...

Sus palabras se vieron cortadas cuando la puerta del cuarto fue tocada bruscamente.

Off soltó un quejido por el disgusto mientras Gun parecía un poco perdido un instante, como si estuviera tratando de averiguar dónde estaba.

―Ocupados ―gruñó Off molesto.

La puerta fue tocada otra vez.

―¿Gun?

El omega se enderezó cuando reconoció la voz de Tul al otro lado de la puerta.

Confundido, empujó a Off que se quejó otra vez, poniéndose de pie para envolverse en la bata, y titubeante abrió la puerta, encontrándose con el conocido rostro de su amigo.

Tul lucía nervioso, sosteniendo a un dormido Ming en sus brazos, para luego morder su labio inferior al verlo casi desnudo.

―Lo siento ―dijo con voz temblando―, no quería... No quería molestarte...

―No importa ―contestó rascando su nuca― creo que... ―miró a Off, que lucía cansado―. ¿Ocurre algo, Tul?

―Necesitaba ver... ―Tul miró hacia el pasillo― ¿es tu alfa? ¿Él es... es Off? ¿Eso significa que ese chico era Chimon?

Gun se sobresaltó cuando de pronto las manos de Off lo agarraron de la cintura, atrayéndolo contra su cuerpo y por un instante deseó poder acurrucarse ahí, ignorar todos los problemas, ser feliz con ese toque.

Pero se obligó a concentrarse en la necesitada mirada de Tul.

―Sí, han... han pasado muchas cosas y...

―Lo vi con Yun ―le interrumpió Tul de golpe― saliendo del vagón, hacia la oficina de... de reuniones...

―¿Qué? ―Gun le observó atónito mientras sentía a Off tensarse a su espalda.

―Lo van a castigar.

Gun sintió su sangre hervir.

―¿Y bien, Chimon?

El alfa bajó la vista, asustado, mientras Song seguía observándole con ojos tranquilos y duros. Se sentía como un niño pequeño, tembloroso y aterrado, temeroso de equivocarse para luego ser reprendido, y mordió el interior de su mejilla.

―No lo sé, yo... ―se removió en su lugar―, no quería realmente...

―¿No querías usarla? ―preguntó amablemente Song―. Claro que no, ¿cómo ibas a quererlo? Era la única forma de encontrar a HaoXi ―asintió―. Pero el punto no es ese, Chimon, porque la usaste al fin y al cabo. Y una vez que la usas... ―Song hizo una mueca― bueno, siempre puedes repetirla. ¿No quieres incluso usarla ahora para librarte de esto?

Sacudió la cabeza en una negativa asustada, aunque si era sincero consigo mismo, no podía estar seguro.

Una parte suya parecía decirle, muy en el fondo, que la usara. Que podía irse de allí si se imponía ante los omegas en ese lugar.

Pero no estaba bien. Usarla no estaba bien.

Song suspiró, agotada, y por un instante Chimon sólo vio a una mujer con un enorme peso encima, que decía esforzarse cada día para poder mantenerse entera y no doblegarse ante ninguna situación.

―Sólo... sólo quiero estar con mi mamá ―dijo con voz débil.

―Es sólo un cachorro ―insistió Max.

―¿Debería perdonarlo, entonces? ―Song ladeó la cabeza―. ¿CaoLu? ¿No fuiste tú la principal afectada?

La mujer arrugó los labios, mirando el rostro espantado de Chimon, e hizo una mueca.

―Sí, es un niño ―dijo CaoLu con lentitud― un niño que ya es capaz de discernir lo que es bueno y lo que es malo ―suspiró―. Pero ya sé cuál es castigo suficiente para él.

Sin embargo, antes de poder continuar, la puerta del cuarto fue abierta bruscamente, un furioso Gun entrando mientras Off trataba de sostenerlo atrás.

―¿Qué mierda está ocurriendo aquí? ―preguntó Gun, enojado, caminando sin dudarlo hacia Chimon. El menor no tardó en abrazarlo, queriendo esconderse detrás de él y desaparecer de allí―. ¡Chimon es mi hijo, esto–!

―¿Sabías que violó una de las reglas principales aquí? ―le interrumpió Song con voz dura.

Gun enmudeció.

Chimon se encogió en sus brazos, temblando, sin levantar la cabeza.

―¿Qué? ―preguntó Off en medio del silencio.

Max se removió, incómodo.

―Será mejor que vuelvas al cuarto, Gun ―dijo Max dando un paso― sigues apestando a celo y...

―Vete a la mierda ―le escupió Gun fulminándolo con la mirada― mejor explícame qué está pasando aquí.

―¿Tú alfa le enseñó a usar la voz alfa a tu hijo, Gun? ―preguntó Song―. ¿Tú alfa también la usó contigo mientras te follaba?

Gun tuvo que sostener a Chimon, enojado repentinamente, para que no se lanzara sobre la mujer.

Song hizo un ruido despectivo.

―¿Voz... alfa? ―preguntó Gun con lentitud y Chimon se quedó quieto―. ¿De qué hablas?

―¿Cómo crees que tú hijo llegó aquí? ―Song apuntó a CaoLu―. La obligó a traerlo, le habló con su voz alfa y la sometió para llegar hasta aquí.

―¿Chimmie? ―Chimon bajó la vista cuando Gun habló―. ¿Es eso cierto, Chimmie?

Se estremeció al notar la voz de Gun quebrándose.

Miró el suelo como si hubiera algo terriblemente interesante allí mientras sacudía la cabeza en un asentimiento torpe.

CaoLu volvió a hablar:

―Este es tu castigo ―dijo la omega poniéndose de pie― saber que decepcionaste a tu mamá.

Volvió a estremecerse mientras Song salía de allí sin decir otra cosa, el resto de las personas abandonando también el lugar, y sólo quedaron ellos dos, con Off detrás y Max un poco alejado.

Chimon llevó sus manos a sus ojos, limpiándolos con fuerza, conteniendo las ganas de llorar.

Gun dio un paso, agarrándolo de la barbilla, y obligándolo a levantar la vista. Los labios del menor temblaron cuando notó los ojos endurecidos de su mamá sobre él, su expresión en blanco.

―¿Por qué lo hiciste? ―le dijo en voz baja Gun―. Tú sabes que eso está mal ¿no es así, Chimon?

Sorbió por su nariz.

―Está mal ―admitió con tono agudo y tembloroso. Mierda, ni siquiera cuando era más pequeño y era regañado por un adulto se comportó así― pero... pero tenía que encontrarte, mamá y no sabía... Yo no sabía qué hacer...

Gun limpió sus ojos llorosos con cariño, sin embargo, sus ojos seguían heridos y desilusionados.

―¿La has usado antes? ―preguntó, pero se volteó hacia Off―. ¿Tú madre le enseñó?

Off lo observó unos segundos para después mirar a Chimon con ojos también lejanos.

―No, mi madre se ha mantenido al margen de la crianza y Mook... ―hizo una mueca― fue una... madre decente ―dijo pausadamente.

Gun se tensó, por supuesto.

―Gunnie, Chimon lo lamenta ―dijo Max acercándose con cuidado, ignorando el gruñido bajo de Off― olvidemos todo esto y vuelve al cuarto.

El omega se volteó a mirarlo, aturdido, para después sacudir su cabeza.

―Me siento bien ―dijo bruscamente― lo suficientemente bien como para poder castigar a mi hijo.

Chimon se crispó.

―¡No! ―dijo nervioso―. ¡Lo siento! Pero mamá... ―su propia voz salió ahogada, desesperada, necesitada―. Tenía que hacerlo ¿cómo te iba a... a encontrar? Ella lo sabía y no quería decirme nada de... de ti... ―hipó―. No lo haré otra vez, lo prometo.

―Las cosas no funcionan así, Chimon ―dijo Gun con la voz dura.

Se sobresaltó más aún al oírlo hablar así, y su alfa se molestó y enojó porque estaba en esa situación, porque se sentía aterrado, y no quería —no debía— sentirse así. Su abuela siempre le había dicho que ningún omega tenía el derecho a minimizarlo, a tratarlo como una basura, a regañarlo como un niño pequeño y que sí quería algo, debía conseguirlo.

Pero estaba mal, también lo sabía, estaba–

―Sí, funcionan así porque tú no me enseñaste ―espetó retrocediendo, viendo como los ojos de Gun se agrandaban por la sorpresa―. Mamá Mook nunca me castigó por nada.

Lo último lo soltó sin pensarlo.

Gun se quedó quieto y el enojo pareció desaparecer de su expresión.

Chimon quería romper a llorar en ese instante porque se sentía desorientado, perdido, enfadado consigo mismo y desesperado por tratar de explicarse, de pedir perdón, de acurrucarse en los brazos de Gun y no salir nunca, nunca de allí, pero no sabía cómo decirlo en voz alta, como expresarse sin lucir como un niño pequeño, torpe y estúpido.

Off se adelantó, su rostro enfurecido y lo tomó del brazo.

―Pídele perdón, ahora ―ordenó Off apretando su muñeca e hizo una mueca por el dolor―. Chimon, o le pides perdón o te juro que–

―Está bien ―le interrumpió Gun con la voz temblando, pero sonriendo débilmente, bajando la vista. Soltó una risa rota―. Qué idiota fui ¿no es así? ―su mamá retrocedió y Max le tomó la mano, sosteniéndolo―. Tienes razón, Chimon. No estuve allí para enseñarte nada, así que no tengo derecho sobre ti ―frotó sus ojos―. Ah, creo que... que necesito volver al cuarto, no me... me siento muy bien... ―se giró hacia Max, inestable―. Maxi, ¿podrías...?

―Tranquilo ―dijo Max apresuradamente― yo te ayudo ―se giró hacia Off―. Ve a buscar algo para comer y se lo llevas a Gunnie cuando regreses.

―Mami... ―llamó Chimon con tono ahogado.

Gun lo miró una vez más, por sobre su hombro, sonriéndole.

―No te preocupes ―le dijo― luego hablamos.

No pudo decir algo más porque Gun ya había salido con Max detrás.

Chimon soltó un ruido bajo y Off volvió a mirarlo.

―¿Qué acabas de hacer, Chimon? ―la voz de su papá estaba teñida de tristeza―. Dios, esto... ―sacudió su cabeza y lo agarró de las mejillas, obligándolo a levantar la mirada―. Tus emociones, ¿estás dejando que te controlen? Sabía que esto...

―¿Papá? ―preguntó Chimon asustado.

Off soltó un gruñido, callándolo.

―No sabes manejar tus propios sentimientos porque nunca tuviste amigos y creciste rodeado de soledad, Chimon ―le dijo su papá con voz seria― pero eso no justifica lo que acabas de hacer. Estoy decepcionado de ti, Chimon.

Su alfa gimió en disgusto cuando Off le dijo aquello y sus ojos se llenaron de lágrimas.

―Iré con mamá y... y le pediré perdón y...

―No ―le interrumpió su papá― irás con Pluem y Nanon para que te contengan. Yo iré con Gun ahora y lo calmaré, luego hablarán como corresponde ―quiso protestar pero una mirada de su papá bastó para hacerlo desistir de aquello―. Vas a deshacerte de estos malos sentimientos, Chimon, o te prometo que te devolveré a casa apenas pueda.

Asintió, espantado y Off lo soltó, girándose mientras murmuraba por lo bajo un par de groserías junto a un apestoso alfa Nattapol.

Segundos después se quedó solo y salió de la habitación, tambaleándose hacia los vagones-dormitorios y entró.

Quería vomitar, hacerse pequeñito, desaparecer y llorar por lo que acababa de pasar, y más aún cuando llegó hasta donde estaba Nanon y Pluem, el omega acurrucado en los brazos del alfa, ambos dormidos. La visión de los dos chicos —sus aromas tranquilizadores— lo descolocaron un segundo.

Comenzó a acomodarse al lado de Nanon.

―¿Chimmie? ―balbuceó Pluem amodorrado― ven aquí...

Y Pluem le hizo un espacio entre los brazos de Nanon, a su lado.

Amigos. Nunca tuvo amigos con los que desahogarse.

Familia. Siempre supo que algo no estaba bien con ella, que había odio y desprecio y decepción por debajo de las sonrisas.

Mamá. Mook siempre lo trató como un hijo, sin embargo, sabía que no era correcto. No era natural. Era algo vacío.

Sus ojos se llenaron de lágrimas.

Pluem se enderezó, alarmado.

―¿Chimmie? ―preguntó preocupado.

Nanon se despertó.

―Hey, ¿Qué ocurre? ―farfulló Nanon atrayéndolo a su regazo.

Chimon rompió a llorar.

―Lo arruiné ―sollozó― lo arruiné todo.

Agradeció que Max no dijera cosa alguna mientras lo sentaba en la cama apestosa a feromonas y sexo, manteniendo una expresión tranquila aunque sus ojos brillaban por una sensación que no podía identificar.

No le importaba. No en ese instante.

Chimon tenía razón, por supuesto, ¿con qué derecho creía que podía levantarle la voz, castigarle, llamarle la atención, cuando nunca estuvo en su vida? ¿Cuándo estuvo catorce años fuera, sin criarlo, sin saber nada de él?

Gun se había perdido su primer día en la guardería, su primer día de clases en primaria, en la secundaria, la primera vez que anduvo en bicicleta, sus graduaciones, sus primeras calificaciones, su primer diente caído, su primer golpe contra el suelo, su primer dibujo en clases, su primer castigo, su primer corte de pelo, su primer...

Tantas, tantas cosas perdidas.

¿Cómo podía creerse su madre?

Había fallado, había fracasado.

―Gunnie ―levantó la vista, chocando con la preocupada mirada de Max― estoy orgulloso de ti, Gunnie.

Parpadeó.

―¿Qué dices? ―preguntó en un susurro.

―Porque sigues aquí a pesar de todo, Gunnie ―le murmuró Max.

Entonces el alfa se movió y Gun se sentía perdido, desconcertado, cuando los labios de Max lo besaron.

Se quedó quieto, la boca del alfa sobre la suya, sin moverse, y se echó hacia atrás.

El alfa bajó la vista.

―¿Por qué hiciste eso? ―preguntó Gun con la voz temblando.

Max se encogió de hombros.

―¿Por qué podía? ―aventuró, sus labios curvándose en una sonrisa irónica―. Ah, Gunnie...

―No ―Gun sacudió su cabeza―. No lo digas. No–

Max apretó su mandíbula.

―Me gustas.

Gun dejó caer sus hombros.

―Fuera ―Gun lo empujó― ¡fuera, Max!

Gunnie...

―¡Fuera!

―Ya lo oíste, pulgoso.

Gun se sobresaltó cuando Off apareció con una mirada tranquila, llevando en sus manos una bandeja con comida y no supo que tenía tanta hambre como en ese preciso instante.

Max miró a Gun una vez más, dejando salir el aire de sus pulmones, y se volteó saliendo del cuarto con paso furioso, cerrando. Off enarcó una ceja, murmurando algo por lo bajo, y se acercó a la cama.

Gun agarró una taza de leche humeante, su garganta quemando por lo caliente.

―Con cuidado ―regañó Off―, no seas salvaje.

―Soy un desastre ―murmuró Gun―. Primero el celo, luego Chimon, ahora Max... ―Off se sentó a su lado y Gun apoyó su frente en su hombro―. ¿Podemos huir de aquí y desaparecer?

Off se rió, acariciándole el cabello.

―Podemos huir muy lejos ―concedió Off― ¿Qué tal Alaska? Podríamos tener una cabaña en medio de la nada, con muchos perros siberianos.

―Pero odias el frío ―señaló Gun acurrucándose contra él.

―Bueno, sí ―Off besó su frente― entonces tendrías que mantenerme caliente todo el tiempo Gunnie.

Gun soltó una risa ahogada, golpeándolo en el costado mientras Off se reía también, y levantó la cabeza para darle un beso en los labios, quitándose el rastro de Max, aliviado cuando el alfa no lo rechazó a pesar de que sabía que Max lo besó.

Pero si Off no había sacado el tema a colación era porque sabía que para él no fue nada, no significó cosa alguna y le agradeció a través del enlace que no hubiera enloquecido, no hubiera reaccionado como un alfa posesivo, celoso y duro.

―Te amo ―le susurró― mi alfa. Mi Off ―gimoteó al sentir las manos del alfa adentrándose bajo su ropa―. Mi Offi gruñón...

―No lo arruines ―regañó Off con otra risa ahogada contra su cuello―. ¿Mejor, bebé?

Sacudió su cabeza en una negativa y escuchó el suspiro de Off.

Pero no pudo escuchar lo que le iba a decir a continuación porque la puerta fue abierta bruscamente, ambos sobresaltándose.

YìXìng los miró con expresión de disculpa, agitado.

Lamento interrumpirlos ―dijo con rapidez en chino― pero tenemos que irnos, HaoXi. El Gobierno hará una redada en dos horas y debemos movernos.

𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top