Capítulo 12
Gun despertó, adolorido.
Apretó sus labios, confundido por no saber dónde se hallaba producto de la desorientación del sueño, y frotó sus ojos reconociendo el vagón donde todo el mundo dormía. Tomó un suéter, abrigándose mientras se ponía de pie para salir del lugar, queriendo despejarse porque se sentía extraño y perdido y triste.
Se sentía demasiado triste y quería llorar, pero no sabía por qué.
Aunque no fue una buena idea salir, por supuesto.
―Mami.
Se volteó, viendo a Tul, delgado y pálido, sentado alrededor del fuego que mantenían encendido en todo momento para poder tener algo de calor durante las comidas. Su sonrisa, por supuesto, era hermosa, era feliz, contenta, y llena de un infinito amor que algo pareció romperse en su interior.
―¿Qué ocurre, mi vida? ―preguntó Tul ajeno a él, sosteniendo en sus brazos a Ming.
El pequeño, por supuesto, también estaba feliz, sonriendo, mientras sus manitos se cerraban alrededor de la ropa de Tul y frotaba su cabecita contra el cuello de su mamá.
Se vio a sí mismo catorce años atrás, sosteniendo a Chimon contra su pecho, el bebé sonriéndole, mostrando sus dientecitos en crecimiento, queriendo ser impregnado por su aroma, y el dolor en su corazón estalló otra vez.
―Te estaniee muuchioo ―canturreó Ming para luego comenzar a reír cuando Tul le hizo cosquillas en el estómago.
Gun tropezó, sus ojos llenos de lágrimas.
Tul se volteó ante el ruido repentino, pero Gun se obligó a bajar la vista, fingiendo estar recogiendo algo para poder limpiar su rostro. No podía quebrarse, no podía derrumbarse frente al mundo, no podía permitirse que todos supieran que, en el fondo, a pesar de que no necesitara a un alfa, si necesitaba a su bebé en sus brazos aunque hubieran pasado catorce años.
Gun tenía que seguir aguantando por mucho que doliera.
―Tío Guniii ―llamó Ming.
Tragó el nudo en su garganta, levantando la vista para componer una sonrisa en su rostro.
―Hola Ming ―saludó acercándose, inclinando su cabeza hacia Tul―. Hola, Tul.
El omega le observó en helado silencio.
―Deberían ir a dormir ―dijo Gun con amabilidad―, ya es tarde y–
―Estoy esperando a Max ―le interrumpió Tul bruscamente para luego mirarlo, rabia contenida en su rostro―. ¿Tú también lo esperas, HaoXi?
Bajó la vista otra vez.
―No ―contestó―, tuve un sueño malo.
―¿Suenio malo? ―preguntó Ming con sus ojos arrugados―. ¿Abazo, tío Gun?
Sonrió con más ganas, abriendo su boca para contestar, pero Tul se le adelantó poniéndose de pie, sosteniendo a Ming con más fuerza contra sí.
―Ahí viene papá ―le dijo a Ming, llamando su atención.
Observó cómo Tul se alejó, ignorándolo y llevándose a Ming, y mordió su labio inferior con fuerza hasta sacarse sangre. El rostro cansado de Max se iluminó al notar a Tul y Ming para luego poner una expresión compungida cuando el omega no lo besó, sólo le pellizcó la nariz en señal de regaño.
Gun se volteó cuando los ojos de Max se dirigieron hacia él, observando el fuego en silencio, y su marca pareció arder de pronto.
La acarició distraídamente, pensando en la caliente boca de Off sobre la suya en un beso posesivo y reclamador.
―¿Qué estás haciendo tan tarde despierto? ―le preguntó Gun a Max cuando el alfa se acercó con Tul a regañadientes.
Max se encogió de hombros.
―CaoLu volvió hace un par de horas ―dijo Max―, pero no pudo traerte ropa, Gunnie ―asintió en silencio―. Se encontró con... Había gente en tu departamento y la obligaron a traerlos aquí, así que tuve que hacerme cargo.
Gun frunció el ceño.
―¿Los mataste? ―preguntó con dolor en su estómago.
Max parpadeó para luego darle un coscorrón.
―Claro que no, ¿Quién crees que soy? ―bufó, sacudiendo su cabeza―. Bueno, CaoLu logró avisarme con su código de número, ya sabes, me envió un uno y luego un cinco y al inicio no lo entendía...
―Uno significa estoy atrapada ―recitó Gun― y cinco es voy obligada.
El alfa lució indignado ante el hecho de que Gun pudiera recordarlo sin problema alguno, así que el omega soltó una risa baja que murió al notar la mirada molesta de Tul sobre él.
―Entonces, me avisó eso y Lulu llegó horas después con estos chicos, uno me atacó y los otros estaban asustados, así que los trajimos. Están encerrados en la sala de monitores, mañana los interrogaré y veré qué hacen aquí ―se encogió de hombros―. Aunque, tal vez tú podrías hablar con ellos...
Movió su cabeza, asintiendo, aunque siendo honesto hablar con espías era lo último que quería hacer en su vida.
―Ming quiere dormir, Max ―dijo entonces Tul llamando la atención del alfa.
Y así la atención del alfa hacia Gun desapareció.
Gun miró el fuego ardiente, fingiendo no escuchar los arrullos de Max hacia su hijo que se arrimó en sus brazos, despidiéndose para entrar al vagón que servía cómo dormitorio.
―Gracias por cuidar de Ming ―dijo Tul detrás de él, pero Gun no se volteó―. No hay forma de agradecer todo lo que has hecho por él.
―Tú habrías hecho lo mismo ―contestó Gun tranquilamente.
―Por supuesto ―respondió Tul, e hizo una pausa. Gun cerró sus ojos para poder soportar el golpe siguiente―, así que supongo que entenderás si te pido que te alejes de Ming y Max, ¿cierto? Porque es mi hijo y es mi alfa. Ellos son míos así como yo soy de ellos.
El nudo en su garganta pareció crecer.
―Sí ―se obligó a decir mientras fingía estar bien―, no te preocupes, Tulie Pooh, mantendré mis distancias.
Con los ojos cerrados sus lágrimas no iban a salir tan fácilmente.
―Eso espero ―fue lo único que dijo Tul antes de girarse y entrar al vagón.
Estaré bien. Siempre estoy bien, se repitió mientras se abrazaba, enterrando su rostro entre sus rodillas una vez estuvo solo, y tomó aire para contener el llanto que moría por salir de su boca.
Puede que no ahora. Puede que no pronto. Pero, tal vez, en algún momento estaría bien, ese era su único consuelo.
Off iba a asesinar a Chimon apenas lo tuviera frente a él.
Lo iba a descuartizar, a arrancarle la piel en tiritas y a gritarle lo tonto que había sido por actuar de esa forma a pesar de que él le había ordenado que no lo hiciera para luego abrazarlo por lo malditamente preocupado que lo tenía.
Soltó el aire que contenía mientras llamaba al número de Chimon por número treinta y cinco en el día, siendo enviado al buzón de voz, y miró la hora también. Las dos de la mañana.
Un gruñido quería escapar de su garganta por la rabia pero también por la preocupación que sentía, pensando en la tonta pelea que tuvo con Chimon horas atrás y lo molesto que se había visto el menor. Podía comprenderlo, por supuesto, porque Chimon se sentía perdido y solo y nervioso, y él tampoco reaccionó de la mejor forma porque, maldita sea, su hijo tenía razón.
Off estaba aterrado.
Pensar en ver a Gun hacía que su estómago se encogiera de nervios, mariposas asesinas revoloteando por la anticipación, pero también sentía pánico, miedo y susto de ver a Gun y no ver nada más que indiferencia allí, ver que Gun seguía conservando su marca pero no sus sentimientos, que ya no eran más ellos dos y debía renunciar por completo al omega.
Off no sabía cómo iba a soportar eso, porque estaba seguro de que si su lazo se rompía, su marca desaparecía, algo dentro de él iba a morir para siempre.
Y sumado a todo eso, ahora Chimon no contestaba su maldito celular.
New lo iba a matar.
Mordió su labio inferior, tomando su móvil, y titubeó un instante, sin saber si activar el GPS que tenía en el celular de Chimon para estos casos, y decidió que era necesario, sólo necesitaba saber dónde estaban los tres mocosos que más de una vez le habían sacado de quicio.
Aunque si algo les pasaba...
Suspiró, exasperado, echando a andar el auto mientras el GPS indicaba el lugar dónde estaba Chimon, sin importarle si era de noche porque un montón de cosas podían pasar en pocas horas. Lo que necesitaba era saber si el tonto mocoso que tenía por hijo estaba bien para así poder pegarle cuando lo viera.
Horas atrás había hablado con Sammy, preguntándole si estaba bien en la casa de New y si su madre había aparecido en el colegio para buscarla, quedando un poco aliviado cuando la chica le aseguró que todo estaba bien, que tío New y tío Tay la estaban cuidando y que Emma y Frank la trataban como una hermana más.
Luego, por supuesto, tuvo que mentirle a New diciéndole que sus hijos estaban a salvo, siendo cuidados por él, e inventando una excusa de que fueron a comprar y dejaron sus celulares en el hotel para luego despedirse rápidamente antes de que New quisiera hablar con ellos.
No sólo mataría a Chimon, sino también a Pluem y Nanon por acompañarlo. Se supone que eran los mayores, ¡deberían cuidar de Chimon, no seguirlo como unos idiotas!
Arrugó el ceño cuando condujo por calles de barrios que lucían algo peligrosos para él, rezando por no encontrar a los mocosos muertos en una zanja.
Una punzada de dolor sacudió su corazón.
Gun estaba triste.
Mordió su labio inferior, siendo consciente que desde que habían aterrizado, su alfa parecía estar dando vueltas en su interior como un animal herido, sabiendo que estaba más cerca de su omega que nunca en esos catorce años, ansioso por encontrarlo, rodearlo con sus brazos y nunca dejarlo ir. Y su enlace, aquello que todavía los mantenía unidos, se sentía arder, dando tirones y sacudidas en anticipación.
En todo ese tiempo, los estados de ánimo de Gun habían estado bloqueados para él porque el omega así parecía quererlo. No sólo por la distancia, sino porque Gun aprendió, con toda probabilidad, a controlar sus sentimientos, mantenerlos a raya y manejarlos para que así los demás no los usaran en su contra, así que le fue difícil sentir al omega esos años.
Pero ese día, en especial, Gun parecía más sensible, más entristecido que nunca.
Sin pensarlo, envió una ola de tranquilidad por el enlace.
Estoy aquí. Estoy aquí, Gunnie, y todavía te amo.
No hubo respuesta.
Estacionó el auto fuera de la entrada de una estación de trenes subterráneo y frunció el ceño porque el GPS le indicaba que Chimon estaba a poco menos de un kilómetro, pero según el mapa que tenía, en esa zona sólo habían viejas construcciones derrumbadas o a medio caer.
Supuso, entonces, que los rumores que muchos empresarios le dijeron y con los que habló durante la tarde debían ser ciertos. Al parecer en las viejas vías de los trenes estaban los grupos rebeldes.
Contempló el mapa que le había entregado un viejo amigo, XiaoXiang, cuando le habló sobre aquellos rumores y que debía buscar a alguien que quería para poder hablar una última vez. XiaoXiang no hizo más preguntas aunque vio la curiosidad en sus ojos, y le entregó una serie de mapas de las estaciones de trenes abandonadas donde trabajó años atrás para que no terminara perdiéndose.
Pero, ¿Qué tan sensato era meterse allí solo?
La respuesta llegó sola.
Te extraño.
Parpadeó, quedándose quieto cuando la voz de Gun pareció hablar a través del enlace y recibió una sensación de más pena y dolor en su corazón.
Era la primera vez que Gun le contestaba de esa forma luego de tanto tiempo.
Si esa no era una maldita señal, entonces no sabía qué era.
Resoplando, cerró su abrigo mientras tomaba el mapa que correspondía a esa estación, palpando de paso el arma cargada en su bolsillo por si debía usarla en caso de emergencia, y bajó del auto resoplando cuando el frío caló en sus huesos.
Dio unos pasos, observando la envolvente oscuridad.
Yo también te extraño, Gunnie.
Pensó en la sonrisa brillante de Gun, en sus labios de corazón sobre los suyos, en sus ojos alegres y felices mirándolo, en su cuerpo encima de él, y en el terrible miedo que le tenía Gun a la oscuridad.
¿Me sostendrías esta noche, Off?
Avanzó, decidido, entrando a ese desconocido lugar pero sabiendo que no saldría de allí a menos que Gun estuviera con él.
Te sostendré siempre, mi amor.
𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
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