Capítulo 7: Una dolorosa evolución

—Marcos, yo sé que esto es difícil, pero los cambios fisiológicos y emotivos que se manifestaron debido al golpe que recibiste me preocupan. Lamento lo de Clara, fue un accidente desafortunado, pero no puedes insistir en que ella sigue viva, cuando la enterramos hace ya más de una semana. —dijo un hombre misterioso, en una sala a media luz. Llevaba puesta una capucha que le cubría parcialmente el rostro, y hablaba con seguridad. Su interlocutor estaba sentado del otro lado de una pequeña y redonda mesa, cubierta de un paño verde oscuro. Sobre ella había un sinnúmero de papeles, lápices y barajas.

—Estoy triste, por ti —respondió el otro—. Siempre te consideré el gran maestro, y ahora resulta que no me comprendes.

Marcos era una persona de más de treinta años, que se notaba muy debilitado, ojeroso y pálido. Hablaba arrastrando algunas palabras, y no podía prestar atención o concentrarse por largo tiempo en nada.

—Pero lo que me estás diciendo no es algo común... Sí, yo sé que aquí nadie es común, pero de todos modos nunca he escuchado nada semejante, y nunca vi a alguien que perdiera una habilidad para evolucionar a otra.

—Tal vez no haya perdido el poder, tal vez simplemente haya aprendido a manejarlo aún mejor. Creo que eso es lo que ocurrió. Antes podía dominar el tiempo, detenerlo o acelerarlo a mi voluntad, sólo para mí.

—En realidad no tienes control sobre el tiempo, lo sabes muy bien —lo interrumpió el enigmático interlocutor—. Simplemente puedes hacer que tu mente se libre de sus lazos, para pensar sin estar atrapado por sus límites...

—Y bueno, ahora es más que eso. Ahora puedo dividir mi mente... No, miento, mi mundo, en hilos de realidades diferentes... En una estoy aquí contigo, y en otra estoy con ella... ¡Y qué diferentes realidades son!

—Entiendo claramente el planteamiento de las múltiples dimensiones a las que podemos pertenecer, pero no existe forma de que una persona pueda compartir varias en simultáneo, no sin volverse completamente loca, o autodestruirse.

—Eso lo sabremos pronto... —afirmó Marcos—. Por ahora, puedo controlar la situación. Y, gracias a ello, aún no he muerto de pena. La decisión fue demasiado traumática. Cuando la trampa se accionó, y ustedes dos estaban juntos allí, vi claramente que sólo podría salvar a uno. Entonces intenté detener el tiempo, para hacer algo con ambos, pero no encontré ninguna posibilidad, en ninguna línea temporal, era uno o el otro... Me concentré tanto que, en vez de detenerlas, dividí las líneas de tiempo en dos, y salvé a cada uno por separado... Por lo tanto, en esta línea, tú estás vivo y ella no, mientras que en la otra ocurre exactamente lo contrario. Y, dentro de mi desconsuelo, tengo la felicidad de no haber perdido completamente a ninguno de los dos. Pero mantener las dos líneas de tiempo activas en simultáneo, sin elegir una y descartar la otra, me está perjudicando, física y psíquicamente. Y el dolor que ella siente es muy difícil de soportar. Encima, a Clara no puedo explicarle todo esto, pues no lo comprendería. Para ella tú estás muerto, punto. Pero algo positivo salió de toda esta situación, ya que me di cuenta de lo fácil que es lograr estas divisiones espacio-temporales, y que puedo controlarlas a mi voluntad.

—O sea... En una realidad yo estoy muerto, y en otra realidad ella lo está —quiso comprender el hombre encapuchado—. Y tú perteneces a ambas realidades...

—O a todas las que quiera... Puedo ver lo que ocurre en una, y transmitirla a mi presencia física en otra... Por ejemplo. En la línea de tiempo en la que estás muerto, ya han destruido la Iglesia, asesinado a la mayoría de tus seguidores, y un nuevo régimen dictatorial se ha establecido ¡En menos de una semana! Algo malo va a pasar... Clara y yo estamos pensando en huir hacia las tierras libres, porque la situación se ha vuelto insostenible... Y eso me ayuda a darme cuenta de lo importante que es tu misión, y que debo ayudarte a seguir adelante, si no quiero que nuestro mundo sufra castigo similar.

—Esto es demasiado confuso. Creo que te entiendo, pero cada vez que me explicas algo, me enredas más —dijo el hombre misterioso.

—Es simple, no hay demasiado que entender. Pero hagamos las pruebas que me dijiste, a ver si todo sigue igual —le pidió Marcos.

El profeta le pasó una hoja llena de preguntas y problemas lógicos. Marcos la tomó con sus manos y la observó detenidamente.

—Problema uno: círculo, cuadrado, círculo —cerraba los ojos para analizar cada respuesta, y luego los abría para leer la siguiente—. Problema dos: veintitrés. Tres: muevo dos palitos a la derecha y giro el del centro... —el hombre daba el resultado de los problemas un segundo después de haber terminado de leer el enunciado, uno por uno.

—Vas lento —le dijo el encapuchado—. antes no dudabas luego de leer el problema.

—Es que la situación es diferente —se excusó Marcos—. Ahora tengo que, además de resolver el problema, estar lúcido y despierto en otra realidad, no es tan fácil, y creo que de todos modos lo estoy haciendo bien. Tal vez me falte un poco de práctica.

El cuarto era un problema matemático, una larga cadena de operaciones con fracciones. Marcos se concentró. El mundo a su alrededor se volvió negro. Tomó el primer grupo de fracciones y, mentalmente, operó con él, registrando el resultado, luego hizo lo mismo con el siguiente, luego calculó el mínimo común múltiplo, volvió a operar, y así por más de veinte secciones. Al final, volvió a tener conciencia del mundo que lo rodeaba, y la luz volvió a penetrar sus ojos. Su amigo permanecía frente a él, exactamente en la misma posición en la que lo había dejado. El tiempo retomó su flujo normal.

—1176 sobre 5 —respondió, en un suspiro.

—Bien, medio segundo, estamos mejorando.

—Pero por favor, detengámonos aquí, me estoy cansando —pidió Marcos.

—Hagamos un esfuerzo más... —sugirió su compañero, con mirada firme.

—Está bien, pero no de este tipo de problemas, hagamos alguna otra cosa. O déjame relatarte mis nuevas experiencias... Ahora, el control que tengo es más claro. Antes era solamente esto, detenerme y pensar. Ahora es más que eso... Puedo detenerme por momentos, analizando lo que pasa a mi alrededor como si sucediera en cámara lenta. Por ejemplo ¿Te he contado sobre la explosión de luz?

—No, no lo has hecho.

—Bueno, la luz se expande en esferas concéntricas. El hombre común no puede darse cuenta de esto, puesto que, por ejemplo, al encender una lámpara, la habitación queda completamente iluminada en forma instantánea, según su percepción, ya que la velocidad de propagación de la luz en el aire es extremadamente rápida. Pero esto es porque sus ojos y su mente no están preparados para ver todo como sucede en realidad. Verdaderamente, la luz se expande lentamente, matando la oscuridad de a poco, como el sol de la mañana que recorre el campo. Es hermoso ver cómo mi cuerpo penetra en ella, mientras que avanza cubriéndolo todo, ver el límite en el cual la luz consume a la oscuridad. Si bien este poder no me permite mover mi masa corpórea más rápido de lo normal, me permite detener todo en un momento dado, y poder pensar sin presión. Podría escuchar el sonido de una bala justo antes de que salga del arma, entender de dónde proviene, a dónde va dirigida, cuál será su trayectoria, y qué se puede hacer para evitarla...

—Me gustó mucho tu concepto sobre la explosión de luz —afirmó el hombre misterioso—. Realmente debe ser algo hermoso.

—Sí que lo es. Me gustaría tanto que pudieras vivirlo... Es como esos días de tormenta, en los que está lloviendo a un escaso metro tuyo, en una cortina espesa, mientras que tú aún te encuentras en la zona seca, viendo cómo avanza el agua lentamente hacia ti. Son experiencias únicas, la naturaleza es algo tan fantástico... Y ni qué decir lo impresionante que es sentir eso en un lugar iluminado por un tubo fluorescente... Son como oleadas de luz rompiendo una y otra vez en mi cuerpo, y si son varios se convierte en una tormenta psicodélica... Pero sigamos con lo nuestro. Por favor, quiero que elijas una carta cualquiera del mazo, y que la mires.

El hombre tomó una carta al azar. Era un cuatro de oro. Esperó unos segundos, observando a Marcos.

—Cuatro de diamantes —dijo Marcos.

Tomó otra carta.

—Siete de corazones —aseguró, acertando nuevamente.

—Tres de espadas —dijo respecto a la tercera. Así siguieron con unas cuantas más.

—¡Increíble! —exclamó el experimentador al cabo de un rato—. ¡Cien por ciento de aciertos! ¡Nunca vi algo así entre los mentalistas!

—No te pongas tan contento —le explicó Marcos—, yo no puedo leer tu mente o visualizar la carta como hacen otros, sino que simplemente expando una realidad alternativa en la que te pido que me muestres la carta, la miro, y luego te doy la respuesta en esta realidad. Es por eso que tardo al contestarte. No hay ninguna magia, más bien diría que es trampa.

—Pero el resultado es el mismo, eso es lo que importa.

—Sí, aunque debes notar que tiene que haber alguna forma de saber la respuesta, para que pueda conseguirla. Si tomas la carta, y la pones en una caja bajo llave, yo jamás podré saber cuál era, porque no hay forma de que la vea, mientras que un mentalista de todos modos podría establecer un enlace con el objeto y conocer sus propiedades.

—Ciertamente... Pero contame ¿Qué pasa con esas líneas de tiempo que creás para saber la respuesta?

—Las mantengo por el tiempo que sea necesario, no más. Es como estar borracho, veo todo desfasado, en una mezcla de diferentes mundos posibles, y no siempre es posible dividir las realidades, aunque estoy mejorando bastante. La división se basa en opciones, deben existir dos posibilidades que escoger para que pueda hacer una división espacio-temporal. Al separarse la realidad por una decisión, puedo ver las dos ramas que desembocarían dependiendo de lo que se determine. Pero me cuesta. No puedo mantener el control de muchas realidades paralelas en simultáneo. Si se presentan nuevas opciones, debo dejar de controlar alguna de las realidades actuales para dedicarme a las nuevas... Ya he cometido algunas locuras, para ver qué ocurría...

—¿Qué tipo de locuras? —inquirió el hombre sombrío.

—Anteayer me suicidé. Conocí parcialmente lo que significa la muerte. Fue una experiencia asombrosa. En el instante antes que todo termine, se presentó una entidad para acompañarme, una figura que no tiene caso describir. Esta entidad me encerró en una compresión de tiempo y espacio. Para el mundo exterior sucedió todo en una exhalación, pero para mí fue un largo período. La entidad te ayuda, te permite comprender el mundo de tal manera que te hace llorar hasta que el alma te sale del cuerpo a través de las lágrimas, dejando únicamente un cascarón vacío. Este desconocido siempre aparece a acompañarte, normalmente en lugares desolados. El alma termina saliendo por los ojos, por eso creo que morimos con los ojos abiertos.

—No puedo creer que hayas hecho algo así...

—Esto que me sucede es tan especial, único... —reflexionó Marcos— Y lo increíble es que ya no puedo detenerlo. No dejaré ninguna de las dos realidades en las que estoy, ni la tuya ni la de ella, porque sé que este mundo es el que debe ser, pero no puedo abandonarla en el otro... No puedo perder el hilo de ninguna de estas dos realidades. Es una alegría y un tormento a la vez.

—Todo sucede por alguna razón —aseguró la Sombra.

—Por alguna... O por múltiples razones... —sonrió Marcos.

* * * * *

La vida es como un rompecabezas:

tenemos unas cuantas piezas ya puestas en el pasado

que no pueden cambiarse de lugar,

unas pocas en la mano,

que debemos colocar ahora y con mucho cuidado,

y muchas que irán apareciendo en el futuro,

cuyo color y forma desconocemos,

por lo que de nada sirve especular...

El rompecabezas no tiene forma definida,

puede ser cuadrado, una larga hilera o una esfera;

la cantidad de piezas también es desconocida,

y lo único que podemos esperar es que,

cuando hayamos puesto la última ficha,

el resultado sea tan coherente y hermoso

que Dios mismo quisiera colgarlo en su sala,

sobre el hogar.

Porque toda vida es una obra de arte.

* * * * *

Cada decisión que se presenta ante el hombre lo obliga a dividir al mundo en dos o más realidades diferentes: la que es, y la que ya nunca será. En los casos simples uno puede retractarse y volver atrás, cambiando nuevamente al mundo, pero en muchas otras oportunidades una decisión causa un quiebre irrecuperable o deja estelas perennes. Este hilo de tiempo generado por nuestra capacidad de optar es el que moldeará al futuro, y por lo tanto debemos ser cuidadosos al dar cada paso, ya que en muchos casos no podremos reparar ni enmendar lo que hayamos hecho. En otros casos, a pesar de que se puede dar vuelta atrás, nuestro orgullo o nuestra ceguera nos lo impiden, lo que al fin y al cabo es lo mismo. Peor aún, hay decisiones que no producen un efecto directo momentáneo, sino que se van dando gradualmente, como por ejemplo dejar de hablar con un amigo hasta perderle el rastro, y, a pesar de estar entrenados y ser capaces de manejar normalmente las decisiones de importancia y efecto directo, las decisiones de largo plazo suelen ser las que finalmente afectan en mayor manera a nuestra vida y nos causan mayor dolor al equivocarnos.

Un iluminado es capaz de vislumbrar el efecto que cada acción suya causará en el mundo, intentando mejorar al universo en cada paso, y no dañándolo. Y si bien el hilo temporal que vivimos en esta vida es único en apariencia, en realidad está formado por las decisiones de millones de personas en cada momento, que lo modelan hacia diferentes caminos, destruyendo opciones que podrían ser buenas o malas, y por las cuales quienes estamos despiertos deberíamos luchar.

Con cadadecisión creamos un mundo nuevo...

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