Capítulo 33: Fortaleza, Debilidad
Pasaron varios días de intensa actividad en el interior de la Iglesia. A pesar de la catástrofe causada por la tormenta, no se detuvo en nada el plan y los preparativos para sofocar al poder oscuro que dominaba la ciudad.
Pléyade hizo un estricto ayuno y meditación, saliendo de ese retiro únicamente para participar de las reuniones indispensables, y para encerrarse en la enorme biblioteca de la Iglesia buscando respuestas y verdades descubiertas por personas que la habían precedido y recorrido su mismo camino. Leyendo esos libros se dio cuenta de por qué la mayoría de los miembros de la Iglesia se mostraban cultos e ilustrados, puesto que allí estaba acumulado el mayor volumen de conocimiento del mundo entero. Cuando alguien le preguntaba el porqué de esa repentina actitud huraña, ella simplemente respondía que tenía que "minimizar el daño", pero no daba más explicaciones.
Braulio se adaptó rápidamente a la vida en la Iglesia, y fue adoptado por todos sus miembros como la "mascota oficial" del lugar. Los niños se pasaban el día jugando con él, y los adultos lo acariciaban como un medio de disminuir el estrés y las preocupaciones.
Varias reuniones se convocaron para planear lo que harían, pero la más importante de ellas se realizó una semana después que se inundara la zona baja de la ciudad. El agua había descendido bastante su nivel, aunque de todos modos faltaban algunos días hasta que se pudiera salir al exterior. En la reunión se hallaban todos los especiales importantes y los miembros de la Iglesia más destacados.
—Es evidente que los líderes están utilizando La Máquina para algo peligrosísimo —expuso Pléyade—. No pude resistir mucho tiempo su influjo, por lo que preferí desconectarme, pero eso no es nada bueno ¿Será que quieren matarnos, eliminarnos, a través de la realidad virtual? —preguntó a los demás.
—Eso no es posible —aseguró Gerard—. El proceso es únicamente cerebral, por lo que puede afectar únicamente los pensamientos. Yo me inclinaría a pensar en que se trata de algún tipo de proceso hipnótico o de control mental, o, peor aún, de aniquilación intelectual.
—Ya veo todo claro... —lo interrumpió La Sombra, hablando consigo mismo. Los demás se callaron, prestándole atención, por lo que tuvo que explicar su pensamiento—. La experiencia de Pléyade me ha despertado. Nunca me conecté al sistema desde que bajé a este mundo, por lo que asumo que lo que ella explica debe haber sido posterior, creo que desde hace diez o quince años, cuando los primeros casos aparecieron.
—¿De qué estás hablando? —le preguntó Marcos.
—Antes no le di importancia, porque era algo secundario, pero ahora las piezas encajan a la perfección, y el método también, que era lo que no distinguía...
Todos se mostraron interesados en las palabras de La Sombra, y permanecieron en silencio esperando que continuara.
—El señor oscuro actúa contra la entidad humana de la persona, para destruirla. Eso es algo que está claro, lo que no me cuadraba era el método, que recién ahora vislumbro. Los animales, y el hombre, evolucionan como una conciencia de especie. O sea, cuando un hombre evoluciona, crea algo nuevo, toda la raza evoluciona con él, y asimila ese conocimiento, a través de lo que podríamos llamar un "campo evolutivo bio-morfológico". Del mismo modo, podemos suponer que si un hombre retrocede, se animaliza y embrutece, toda la raza lo hace... Eso es lo que busca nuestro enemigo. Como estamos en un punto clave de la historia, donde los hombres están realizando un salto evolutivo cualitativo, él está atacando dos puntas. Por un lado, intenta eliminarnos a nosotros, los especiales, los que ya hemos superado las barreras mentales que hasta hace poco tiempo tenían todos los hombres. Como nosotros no caeremos en sus trampas ni trucos tiene que atacarnos directamente, probablemente generando una guerra civil encabezada por los miembros del Culto Baálzico, de forma a matarnos. Por otro lado, utiliza los servicios de La Máquina para lavar el cerebro a los hombres que aún son normales, envileciéndolos, haciéndoles perder su conciencia, y así deteniendo la evolución de la especie completa. Es por eso que hay tantos casos de demencia últimamente, personas extraviadas, que no saben quiénes son ni reconocen a sus amigos. Su mente ha sido inutilizada por los líderes a través de La Máquina, generándole una enfermedad crónica que podríamos comparar a la locura senil, una cruel muerte en vida que destruye los recuerdos, la coherencia y la cordura. Entre nosotros tenemos un ejemplo, Marcelo, que cayó repentinamente en ese estado hace varios años ya, y que no es capaz de cuidarse a sí mismo. Hemos intentado curarlo en numerosas ocasiones, y nunca lo logramos, puesto que su conciencia no regresa.
—Yo a veces lo observo —mencionó Arcadio—, y pienso en su estado. Creo que debe ser semejante al de estar entre el sueño y la vigilia, mezcla confusa de realidad y fantasía, porque a veces parece decir cosas coherentes, y a veces nada... Debe ser como soñar, esos sueños donde nada es claro, pero creemos entenderlo todo. Cuando despertamos todo lo que nos parecía claro se vuelve ilógico, y no podemos hilar semejantes pensamientos de nuevo. Supongo que cuando muera será como despertar, y recuperar la lucidez.
—Si hablamos de una máquina que puede causar un daño mental, yo estimo que sería de otra manera —explicó Marcos—. Para mí lo que tienen no es locura, sino una especie de dislexia mental: en realidad entienden lo que pasa, sólo que no saben explicar o demostrarlo, y sufren al notarlo. En realidad están pensando decir lo que quieren, pero al pronunciar las palabras terminan diciendo cualquier cosa, si logran hablar, porque a veces sólo se quedan mudos. Habría que ver si esto es reversible, ya que sabemos que las células dañadas del cerebro son irrecuperables, creo que por eso nunca hemos podido curarlo.
—Me hace tanto mal ver a nuestro amigo así —se quejó La Sombra—. Era una persona tan desenvuelta, luchadora, y ahora no queda nada de lo que fue. Es tan triste: Estar vivo, pero sólo en cuerpo, ya que su mente no es capaz de ver a lo que hemos llegado sus amigos o parientes en todo este tiempo.
—Yo siempre creí que las enfermedades mentales se daban a causa de posesiones por parte de espíritus oscuros —dijo Soraya—. Estos espíritus controlaban al individuo y lo hacían perderse irremediablemente en caminos sin regreso.
—Vos siempre diciendo estupideces —la interrumpió Arcadio, molesto.
—¿Por qué no te callás? Sos el menos dotado entre todos nosotros y encima te creés importante ¡Ridículo!
—¡Basta! —los detuvo La Sombra fuera de sí—. Esta es una reunión importante, dejen las discusiones insignificantes para después. Es claro que tenemos una doble misión: Por una parte debemos anular la influencia negativa de La Máquina, para ayudar a la evolución del hombre, y por otra parte tenemos que terminar con la cúpula que martiriza a nuestro pueblo y quiere eliminarlo de la faz de la tierra. Siempre odié la violencia, y espero que no tengamos que recurrir a ella, pero veo tan difícil llegar a una solución sin enfrentarnos con nuestros opuestos...
—Haremos lo que debamos hacer, porque el futuro de la humanidad entera está en juego —afirmó Marcos.
—El futuro de una humanidad que no es más que un grano de arena en el universo, aunque para nosotros sea todo —le corrigió el Sumo Sacerdote—. El fin no justifica los medios, pero de todos modos estamos embarcados, y ya no podemos retroceder. Tan sólo espero que estemos haciendo lo correcto. Gerard ¿Qué se te ocurre?
—Yo podría entrar al sistema distribuido como superusuario, ya que fui administrador del mismo un tiempo y dejé una puerta trasera, modificando el kernel para que me brinde todos los privilegios con una clave especial que habilité.
Como siempre que Gerard hablaba de lo que tanto le gustaba, emocionado, nadie entendió lo que decía. Él miró al perplejo grupo y continuó, condescendientemente.
—Lo que intento explicarles es que si pudiera acceder a la computadora de mi departamento, allá arriba, donde tengo mayores privilegios, podría hacer algo para causar la caída del Servicio. Esto cumpliría la primera parte de la misión y además nos facilitaría el resto del trabajo, sumiendo a Asción en un caos incontrolable. Tiene que ser algo rápido, porque apenas empiece a trabajar en mi equipo probablemente seré detectado y vendrán a buscarme ¿Ustedes conocen la ciudad, cómo está dividida? —preguntó al grupo.
La Sombra y otras cuatro personas asintieron, el resto permaneció callado. Por lo tanto Gerard decidió explicarles.
—La ciudad está dividida en zonas diferentes, cada una a su propia altura, y, normalmente, separada del resto. Es muy difícil pasar de una zona a otra, salvo que tengas algún pase o permiso especial. Si vamos de abajo para arriba, la primera zona es esta que habitamos nosotros, la lacra de la sociedad, los especiales refugiados y los dementes. Somos considerados ciudadanos clase C, lo peor de lo peor, menos que gente. Como saben, esta es una zona enorme, descuidada y empobrecida, donde lo único que hacemos es esperar por la muerte, la seguridad aquí es mínima, porque no les interesa velar por nosotros. No hay forma de subir a las fajas superiores, salvo por un único camino fuertemente protegido y resguardado, que en algún momento deberemos analizar cómo sobrepasar.
—Eso ya lo hemos hecho numerosas veces, los guardias no son un problema para nosotros —le explicó Marcos.
—Qué bueno, entonces tendremos un problema menos —continuó Gerard—. La siguiente zona, inmediatamente superior a nosotros, es la de los obreros, principalmente viviendas de familias y trabajadores. A partir de este punto habitan los ciudadanos clase B, quienes ya están al amparo del gobierno y son atendidos, mantenidos y tienen todos los derechos de los que se carece aquí. Esta es una zona amplia. Más arriba se encuentra la zona de servicios, donde la mayoría de los obreros trabajan, y donde se adquieren los productos, comida, ropa y cualquier cosa que un habitante pudiera necesitar. Como ustedes sabrán, todo es gratis, ya que lo provee el propio gobierno, pero hay que estar registrado al Servicio para tener derecho a conseguir lo que se desea. Más arriba se halla la zona residencial, donde viven los parientes de los poderosos, la gente que ostenta algún título o cargo medianamente importante, y se halla la iglesia del Culto Baálzico. Este es el lugar donde yo vivía, y a donde deberíamos llegar en primera instancia. Algunos de ustedes conocen esa realidad, porque me rescataron de una muerte segura en ese lugar...
—Así es —afirmó La Sombra—, pero estamos presentes aquí sólo tres de los que participamos en aquella expedición. Tenemos métodos para llegar a esa franja de la ciudad, pero nunca superamos el nivel donde tú vivías.
—Las tres últimas zonas que acabo de citar se hallan interconectadas en numerosos puntos, y no existen controles de seguridad que impidan cruzar de una a otra, por eso es fácil recorrerlas. Las zonas de los obreros y de servicios tienen una seguridad relajada, pero la superior ya posee una policía bien entrenada y fuerzas militares de temer... —Gerard se tomó un respiro, luego continuó—. Bueno, más arriba, pasando una sólida seguridad, se encuentran los laboratorios de investigación, la maquinaria delicada, las fuentes de energía y el personal científico que las dirige. En este punto la seguridad es extrema, no se puede siquiera recorrer las calles sin un permiso especial. Los habitantes son Clase A, y sé que inclusive hay cazadores vigilando. Sé también que los Sumos Sacerdotes Baálzicos viven allí. Yo soy un ciudadano Clase A, y debería haber vivido en esa zona, pero no me gustaba el lugar, por eso logré un permiso especial para vivir en la franja inferior, pero trabajando arriba... Bueno, por encima de ese lugar se encuentra la zona más alta de la ciudad, donde viven los Líderes, la cúpula administrativa y la gente de mucho poder... No sé qué pensarán hacer cuando lleguemos allí, porque hasta el zumbido de una mosca es detectado e investigado inmediatamente. Los mejores soldados y cazadores custodian el lugar. Esa sería la meta final de la misión, y donde se encontrarían con quienes son los causantes de la aberrante dirección de la ciudad.
—Pero arriba hay algo más... —murmuró La Sombra.
—Según las leyendas populares, el edificio más alto sobresale cien metros por sobre el resto de la ciudad, encima de las nubes, y allí hay algo... Pero eso ni yo lo sé, nadie puede visitar esas alturas, ni siquiera los más influyentes del gobierno. Hay un solo camino para subir, y está resguardado como si se tratara de un tesoro.
—Ya veremos en su momento cómo llegar hasta allí —caviló la Sombra—. ¿Con qué medios contamos para realizar el ascenso?
—Si te refieres a medios de transporte —acotó el científico—, la primera etapa sólo puede ser sobrepasada a pie por el único camino ascendente que existe desde aquí: una gran escalera con una puerta blindada y guardias de seguridad que la custodian.
—Es sencillo superar ese problema, de hecho, lo hemos hecho innumerables veces, casi a diario en ciertas épocas —comentó el líder—. Los guardias son de voluntad débil, fácilmente dominables. —Marcos asintió con la cabeza.
—Bueno, una vez superado el primer nivel, tenemos varias posibilidades. Por un lado podemos seguir subiendo a pie, disimulados entre la gente común. Así podríamos llegar hasta la zona residencial sin muchos problemas. Para seguir subiendo, sin embargo, el camino está demasiado vigilado, por mercenarios, elementos de seguridad y armas automáticas. Podemos, como una opción, intentar utilizar los teletransportadores experimentales de carga que se usan para enviar materiales y objetos de un lado a otro, pero sabemos que está prohibido usarlos con humanos o seres vivos. Mucho debate ha habido respecto a ese tema, porque cuestiona la existencia humana más allá de lo físico, ya que el destruir y recuperar átomos, y por lo tanto células, y a su vez seres vivos separaría el alma de la materia, si ésta existiese. Además, en experimentos con animales encontramos todo tipo de síntomas extraños y muertes repentinas... Por último, el consumo de energía de los teletransportadores no justifica su uso, y es por eso que sólo existen unos pocos... La energía necesaria para disolver la materia y reconstruirla es por demás excesiva... Y probablemente en este último tiempo ya hayan caído en desuso, de todos modos, en un caso de emergencia, se puede estudiar la posibilidad. La opción final es utilizar los propulsores que la mayoría de clase alta posee. Alguna vez los habrán visto... —supuso Gerard.
—Sí —dijo Marcos—, yo los he observado volando en las alturas.
—Bueno, no creo que sea muy difícil conseguir algunos, y volar directamente al destino final sin pasar por las zonas peligrosas. Es no quita que puedan interceptarnos, ya que hay fuerzas de seguridad patrullando que también utilizan estos elementos.
—Esa es una idea interesante —pensó La Sombra—. Creo que es el camino que tomaremos para evitar enfrentamientos innecesarios. Partiremos dentro de una semana, y yo personalmente seleccionaré los miembros de la expedición. Les presentaré la lista dos días antes.
—Sombra —murmuró Pléyade—. Tengo una duda...
—Dime, querida —le respondió éste, paternalmente.
—Desde que llegué aquí, pasé a formar parte de la "Iglesia del Sagrado Retorno", un nombre pomposo cuyo significado desconozco... Toda Iglesia representa a una religión, a una creencia que dirige al hombre a ser mejor por algún camino preestablecido con ciertas reglas y ritos claros... Pero desde que llegué aquí, no he observado eso, cada uno hace su vida como le place sin observar regla alguna. No sé cuál es la creencia que se predica, ni el camino a seguir... Eso me parece muy extraño, sobre todo porque fuimos iniciados sin entender en qué nos metíamos, y quiero saber cuál es la ideología detrás de todo esto.
—Bueno, en parte tienes razón, hija. Nuestra Iglesia representa a una religión, a un camino hacia el bien superior. Esa religión se basa en el auto-conocimiento, en el crecimiento humano... Lo que no tenemos es un culto... El culto está construido mediante una serie de reglas y rituales predefinidos que te llevarán al bien máximo, según otras religiones. Nosotros no creemos en eso, no confiamos en la repetición de experiencias, porque somos seres especiales, y cada uno tiene un único camino a la realización, que debe descubrir. Por lo tanto, esta Iglesia trabaja permitiendo a cada hombre despertar, a su manera, mediante sus capacidades, y ayudarle a forjar su propio sendero, diferente al de los demás. De esa manera son capaces de re-ligar, volver a formar parte de la inteligencia superior, entendiendo un camino que une su ser mínimo con el todo.
—Comprendo... —pensó Pléyade, dubitativa—. De hecho, yo siempre he forjado mi propio camino, a mi manera...
—Es por eso que fuiste elegida e iniciada aquí —le aseguró la Sombra—. Tú compartes nuestro mismo ideal, sólo que no habías formalizado tu forma de pensar, nada más. Nuestra Iglesia es un grupo de gente que no quiere pertenecer a ninguna agrupación, valga la redundancia. No pertenecer a ningún grupo alienante, ya sea religioso, sectario, político, etcétera, ser una persona independiente de ellos, es lo que te permite crecer, dejando a la masa ignorante de lado, y volviendo a ella sólo cuando se la puede ayudar a crecer, actuando como profetas. Es por eso que los iniciados en nuestra Iglesia, los que ya han conocido el camino, los que ya entienden, se dedican a predicar y a despertar a los demás, pero eso sucede solamente cuando ya han despertado y regresado de su viaje de auto-conocimiento. Espero que tú y tu hermano puedan hacer lo mismo, regresando a su lugar de origen para despertar a los demás.
—Eso es lo que más quiero —confirmó la muchacha—. Volver para ayudar a mi pueblo... Pero tengo miedo, en su ignorancia pueden rechazar nuestro conocimiento, no aceptarlo, y continuar en su antigua vida sin futuro.
—Niña, una de cada cien personas sabe lo que quiere, le gusta y realmente necesita. El resto no lo sabe, y tomará como suyo lo que se le dé. Eso ocurre aquí ahora, la gente toma lo que se le da, que es malo, bajo y ruin, y la maldad que nos domina sabe que el hombre es así, por eso aprovecha su debilidad. Si al hombre le das santidad como modelo de vida, será santo, y si le das mierda, será el rey de las moscas. Pocos tienen la iluminación suficiente para luchar en contra de lo que el mundo les ofrece y forjar el verdadero camino... Y como nosotros formamos parte del grupo capaz de cambiar al mundo, es nuestra obligación darles lo que en realidad necesitan, despertarlos, proveerles modelos válidos, para que puedan escapar de su rueda consumista inservible que beneficia a otros, no a ellos, y no les permite crecer. Los que sabemos la verdad tenemos dificultad para decirla, y para ser oídos, pero de todos modos debemos aplicarla, dar ejemplos de vida, y poco a poco obtendremos resultados en los demás. Es así que nuestra Iglesia se fundó, y que ha ido creciendo con el tiempo, poco a poco.
—Esto me lleva a otro cuestionamiento —continuó Pléyade—. Mi hermano y yo vinimos respondiendo a un llamado y buscando a un maestro, alguien que nos enseñe, que nos entrene, que nos ayude a crecer. Ese maestro eres tú, evidentemente, pero sin embargo, pocas lecciones importantes nos has brindado, y tu rol no me queda claro.
—Lo que ocurre es que ustedes vinieron buscando a alguien que les diera todas las respuestas a sus eternos interrogantes, y eso es un error. Yo puedo contarte cosas que he aprendido, a lo largo de los años, darte lecciones de crecimiento, pero esa no es mi verdadera misión. El maestro es quien acompaña y da pequeñas directrices nada más, alguien que te empuja hacia adelante y te permite despertar lentamente, puesto que la verdad está dentro tuyo, y por más que te la muestre y te la señale, si no la deseas o no tienes la capacidad de entenderla, no podrás verla. El maestro anima, enseña y acompaña, estimula a descubrir tanto el exterior, el mundo que nos rodea, como el interior, nuestro ser más íntimo, capaz de realizar un salto cualitativo... Pero en realidad no lo necesitamos, podemos vivir sin él, ya que tarde o temprano, deberemos ser capaces de crecer y aprender por nosotros mismos, mirando nuestro interior y olvidando los estímulos externos, en nuestro propio camino, que nadie más que nosotros puede conocer, y allí llegar a la perfección. El maestro sólo puede ayudarte a descubrir tu propio camino, pero una vez que lo haces, ya debes soltar su mano y seguir solo hacia adelante.
—Entiendo... —murmuró la hermosa joven—. Y, de hecho, acabas de hablar con palabras de maestro...
—Eso lo hago sólo cuando es necesario... —dijo él—. Y anhelo que cuando tú actúes como maestro, puedas vislumbrar cuándo hablar así y cuándo no.
—Espero tener la claridad suficiente para hacerlo...
* * * * *
Dos días pasaron desde la reunión descrita anteriormente, hasta que las puertas que comunicaban con el exterior volvieron a abrirse. Juan, en un principio tranquilo, cada día se fue mostrando más nervioso y agresivo, hasta el punto de volverse insoportable. Hablaba poco, y cuando alguien se le acercaba, respondía de mala manera, exigiendo que lo dejaran solo. Pléyade era la única que, mediante su halo tranquilizador, lograba acercarse a él y hablarle hasta sosegarlo, pero entre los preparativos para el ascenso y las reuniones públicas y privadas, así como la asistencia a los enfermos y necesitados, no podía hacerlo muy a menudo. Un cariño especial surgió entre ambos en esos días de soledad y abandono, aunque una coraza fría interpuesta por Pléyade impidió cualquier tipo de acercamiento. Suficiente daño ya había sido hecho, y su campo astral estaba muy debilitado, confundido y manchado. Braulio los acompañó todo el tiempo, aunque el can estaba confundido entre tanta gente, pasillos, lugares penumbrosos y encerrados.
Por la tarde, justamente, durante una de las charlas entre Juan y Pléyade, se escuchó un golpe a la puerta, y luego ésta se abrió tímidamente. Orión y Melissa se hallaban en el pórtico, con la Sombra detrás de ellos. Juan se puso de pie, tirando hacia atrás su silla, sorprendido. Melissa se lanzó a sus brazos, estrechándolo con fuerza y recostando el rostro contra su pecho.
—¿Dónde te habías metido? ¿Qué te pasó? —le preguntó el marido.
—¡Nos atrapó la tormenta! ¡Apenas salimos con vida! Estuvimos refugiados hasta ahora en una casa cuyo dueño nunca apareció, suponemos que se ahogó. Allí había un poco de comida y ropa, lo que nos permitió sobrevivir hasta que el agua bajara.
—¡Estaba tan preocupado! —exclamó él, abrazándola con fuerza—. ¡Temía tanto por ti!
—Yo también... No sabía si pudiste volver, o si te perdiste entre la gente y el granizo.
—Sinceramente, podríamos haber muerto todos afuera. Pléyade nos salvó —explicó el muchacho, dirigiendo la atención hacia ella.
Pléyade, por su parte, sonrió con trémula falsedad. Su puño se cerró y abrió varias veces, lentamente, aunque nadie lo notó. Orión aprovechó el momento para acercarse a su hermana y abrazarla también, o más bien dicho, intentar abrazarla. Un sopapo tan violento, ruidoso, y bien dado se estrelló en su cara, que todos los habitantes del lugar probablemente lo escucharon. Orión se tomó el rostro con la mano izquierda, sin decir nada, ni siquiera su instinto o su conciencia sirvieron para adivinar el rápido movimiento de la hermana. Juan abrió los ojos con sorpresa, la Sombra atendió a la situación con desaprobación, y Melissa se separó en forma instintiva de su hombre.
—¡Vos qué carajo pensás que estás haciendo, estúpido! ¿En qué estabas pensando? ¡Idiota! —le espetó Pléyade.
El muchacho dio un paso para atrás, casi tropezando. Su rostro estaba completamente enrojecido por una mezcla de rabia y vergüenza. Miró a los demás. Rápidamente él la arrastró fuera de la habitación, a un lugar donde no hubiera otros ojos y oídos.
—¡Estamos enfrentando uno de los momentos más críticos de nuestra existencia y venís a ensuciar y estropear nuestro campo astral con un amor terrenal que ni siquiera te pertenece! ¡Me siento débil, incapaz, y es tu culpa! ¡Estoy confundida, con mis capacidades reducidas, y no te percibo!
—¡Claro, ahora yo soy el responsable! ¡Porque vos no ibas a estropear nuestro campo astral al relacionarte con un indígena como Arroyo, tamaño ignorante! Si esa noche él no hubiera muerto, quién sabe lo que hubiera ocurrido ¡Yo por lo menos elegí alguien de alto nivel vibratorio!
—Ningún humano común tiene nuestra vibración, ninguno, y por lo tanto cualquiera nos traerá más abajo. Es un golpe muy bajo de tu parte escudarte en el pobre Arroyo, a quien, de todos modos, jamás me hubiera entregado completamente. No soy tan estúpida —Una marejada de sentimientos reprimidos hizo explotar a la mujer. Las lágrimas brotaron de forma repentina como una cascada... "Esto"... Y un ladrido... La muchacha continuó llorando por un buen rato, descargando una ira y un dolor que había estado ocultando por demasiado tiempo. Hacía mucho que no lloraba, que no olvidaba sus preocupaciones y obligaciones cayendo en el autocompadecimiento. Probablemente la estupidez de su hermano la estaba haciendo retornar a sus raíces humanas, al haber destruido parte de su divinidad.
—No lo vuelvas a hacer —le suplicó ella—. Demasiado daño has causado ya. En cinco días partiremos hacia arriba, para destruir al poder maligno, y debemos tener todas nuestras energías y sentidos dispuestos para ello. Por tu culpa estamos débiles ahora, espero que no decaigamos más. Además, ella ya no puede estar contigo.
—¿Por qué no? Su marido no la entiende, no la cuida, no es bueno para ella.
—Su marido es lo mejor que este mundo le puede dar. Ninguna relación es perfecta, incluyendo la suya, pero juntos hacen una hermosa pareja. Estás tan ciego, que no ves lo que ocurre, pero pronto te darás cuenta, y te acordarás de mí, es increíble lo cegado que estás. Orión, hermano, los dos somos una única esencia doblemente encarnada. Todo lo que ocurra a uno afecta al otro. Si yo estoy tan débil y confundida, ni siquiera puedo imaginar lo que te ocurre a ti por dentro. Voy a solicitarle a La Sombra que no te incluya en la expedición, no serías más que un estorbo.
—¡Yo voy a ir! ¡No viajé tanto para quedarme aquí abajo! —exclamó el muchacho—. Tú no podrás impedir que juntos cumplamos nuestro cometido.
—El fuego te destruirá —dijo ella.
—¿Qué?
—No vas a sobrevivir, no estás listo. El fuego te hará cenizas, y, salvo que un poder superior, realmente superior, interceda, todo estará perdido... Recién ahora mis visiones empiezan a tener sentido... Ahora que veo en lo que te has convertido.
—No sé de qué estás hablando.
—No importa. Yo sí. Si nos acompañas vas a morir, tengo certeza de ello. Has perdido demasiada esencia. No eres tú mismo.
La puerta se abrió nuevamente. Sin que alguien la golpeara antes.
—¡Hey, esta tarde sí que está llena de reencuentros! —entró Juan nuevamente a la habitación, sonriendo. Era evidente que la discusión de los hermanos no era nada buena, y quiso intervenir para cambiar el ánimo de ambos. Detrás suyo, caminando, ingresó Franco, el cazador.
—¡Franco! —exclamó Pléyade, secándose las lágrimas, y con una sonrisa verdadera. Luego lo abrazó—. ¡Qué alegría verte! —el cazador no supo cómo reaccionar, puesto que nunca en su vida nadie le había demostrado señales de cariño. Un sentimiento desconocido e inexplicable lo tomó por sorpresa, y lo obligó a abrazar también con verdaderas ganas a la muchacha. Orión también lo abrazó.
—¿Dónde estuviste todo este tiempo? —le preguntó el joven.
—Llevé a la gente de Melissa y a los demás esclavos hasta el pueblo natal de Juan. El cual estaba en orden hasta mi regreso. Llegué unos días atrás a la ciudad, pero debido a las inundaciones, no fue hasta hoy que pude acceder a la Iglesia. Quiero que sepan que nuestro ataque causó serios daños en la estructura social y hegemónica de Yronia, y detuvo su ansia expansionista por un tiempo. Y, antes de que vuelvan al acecho, con más odio y destrucción, debemos detenerlos.
—Eso es lo que planeamos —Lo apoyó Pléyade.
—Yo ayudaré en todo lo que pueda —Se ofreció el albino.
Ciertamente, esa tarde fue una velada de reencuentros, charlas y anécdotas. El grupo de amigos, que tantos peligros había compartido, estaba de nuevo reunido, preparándose para nuevos desafíos.
* * * * *
La religión es una ayuda para que el hombre descubra un camino de santidad y paz que le permita trascender, y descubrir la felicidad. La religión además, se caracteriza por un culto, una serie de rituales y reglas que siendo respetadas ayudan al hombre en su camino. Pero no hay que confundir el culto con la religión, ni la forma con el fondo. Respetar el culto, hacerse fiel a él, pero carecer del amor, de la verdad y del ejemplo de vida, es lo mismo que no tener religión y ser ateo. Porque las demostraciones exteriores de fe de nada valen si nuestro corazón está sucio, y adorar al Señor de nada sirve si nuestro Dios es el dinero, la lujuria o el poder. No podemos servir a dos amos al mismo tiempo.
La religión, cuando se vive en profundidad, nos permite descubrir nuestro camino, el que nos lleva a ser verdaderos y completos, redescubriendo nuestra esencia y creciendo espiritualmente. En cambio, cuando sólo seguimos unas reglas por costumbre, sin perseguir las metas detrás de ellas o sin fe verdadera, estamos tomando un placebo que no ayudará en nada, o peor aún, que será un claro ejemplo de nuestra hipocresía y falsedad.
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