Capítulo 31: Una nueva familia

La oscuridad se mantenía en el lugar infinito, como cada noche. Orión había muerto nuevamente, convirtiéndose en un cuerpo vacío, yermo. El fénix tenía la misma sonrisa inexistente de siempre, y sus plumas encendidas caían a su alrededor, quemándolos en una encarnada lluvia fulgurante. No era únicamente él, había otros mirando, otros que formaban parte de su propia esencia, y que lo hacían más poderoso aún.

La muchacha elevó sus manos lentamente y las estrechó hacia los lados, al mismo tiempo que pronunciaba una oración recientemente aprendida, y se fundía con el cosmos. La lluvia llameante poco a poco se fue haciendo a un lado... Y la música, esa música profunda, real, fascinante, la unía aún más a la realidad, a su poder. El fénix no reía, pero sabía que de todos modos la victoria era suya, ningún humano, ningún iniciado, podía detener a un poder superior...

Con un amplio movimiento de sus centelleantes alas, la lluvia ígnea se transformó en tormenta, y la voluntad de la muchacha fue quebrada sin dificultad, permitiendo que el dolor penetrara en su cuerpo de forma insoportable. Cuando creía que todo estaba perdido, que su alma retornaría a fusionarse con la totalidad a la cual pertenecía, la luz blanca cubrió nuevamente todo el lugar, haciendo retroceder a las llamas, con una brisa fresca y húmeda. El ave blanca devolvió la vida al muchacho, y sanó a Pléyade de sus heridas visibles e invisibles.

—Yo te conozco... —murmuró ella, volteándose. El ave emanaba una luz tan resplandeciente que era imposible distinguir sus facciones, a pesar de lo cual creía verla. Era la primera vez que se atrevía a hablar dentro del contexto que la atrapaba. Era la primera vez que se manifestaba. La primera vez en mucho tiempo.

—No puedes conocerme, ningún humano puede, por más elevado que sea. Tal vez me hayas conocido antes, como yo a ustedes, y tal vez me conozcas en el futuro, puesto que somos parte de lo mismo, pero ahora no puedes conocerme, no tienes la capacidad de entender aquello a lo que ya no perteneces.

La fulgurante luz fue disminuyendo su intensidad. El rostro del ave le era conocido, pero irreconocible al mismo tiempo. Era él, su protector, su guardián, de ambos. Y los había acompañado todo ese tiempo, así como lo haría por todo el tiempo que restara. La muchacha sonrió. Se sentía segura, protegida, como nunca antes lo había percibido.

El ave brillante y pura extendió por fin sus alas, demostrando todo su poder, su grandeza. Las alas cubrían todo el mundo, el universo, se extendían más allá de lo imaginable. Y luego se fueron cerrando, abrazando al fénix, al renegado, al ser oscuro. El abrazo fue fraterno, intenso, de hermano a hermano, hasta que ambos desaparecieron de la escena, devolviendo todo el ambiente a su negro infinito original.

—Es hora de que nos retiremos... Nuestro tiempo ha terminado, ya no nos necesitarán más...

* * * * *

Tal vez tengas el poder

de presentarte ante mí,

pero no lo necesito,

sé que estás aquí.

Sé que me oyes,

sé que es así.

Y aunque con palabras no hablo,

y con mis oídos no escucho,

y con los ojos no veo,

con la piel no te siento,

y mi boca degusta al viento,

a pesar de eso sé que me escuchas,

no hablas, te muestras,

me tocas, exhalas.

Y permaneces, invisible,

pero siempre a mi lado,

dejándome apoyar en ti cuando te necesito,

siendo el objeto de mi búsqueda,

de mi verdad,

de lo que importa.

Ahora soy lo que deseabas,

ya puedes hablarme.

* * * * *

Pléyade despertó serena, como hacía mucho tiempo no lo hacía, a pesar de (en apariencia) nada haber cambiado. Abrió los ojos lentamente, y se encontró con los de su hermano, que la observaba preocupado.

—Es un sueño repetitivo ¿No? Siempre lo mismo... Igual que mi sueño, el que no puedo recordar ¿Por qué no puedo hacerlo? —preguntó él.

—Porque estás en él, pero no participas, ni siquiera como observador. Es por eso que se te niega la visión —La muchacha se restregó los ojos con las manos, y se sentó al borde de la cama—. Y siendo que sucede de esta manera, creo que por simple respeto deberíamos dejar el tema de lado, supongo que no es bueno que sepas lo que viene.

—Almas separadas —dijo él—. Somos el mismo en espíritu, siempre, pero desarrollamos almas separadas. Y recién ahora, una vez superada la adolescencia, las diferencias se manifestaron. Es increíble.

—Yo también estoy asustada. Nunca creí que pasaría. A pesar del lazo que nos une, ya no somos lo mismo. Pero de todos modos seguimos estando vinculados de una manera tan íntima que, salvo por estos pequeños detalles, no nos diferenciamos el uno del otro.

—Tu mente me niega la visión —afirmó Orión, observando detenidamente el rostro de su hermana.

—Te juro que no lo hago a propósito, sucede de forma natural, es como una barrera alrededor del pensamiento, del tema. Me bloqueo. Pero no te preocupes, a pesar de todo, lo que va a ocurrir aparenta ser bueno.

—¿A pesar de todo?...

Varios golpes en la puerta interrumpieron su conversación. Era Arcadio. Los invitó a un rápido desayuno, donde pudieron intercambiar unas pocas palabras con Melissa y Juan, quienes se mostraron bastante preocupados por el estado de los hermanos, ya que no podían casi acercárseles. Orión les prometió que en algún momento del día saldrían a dar un paseo por la ciudad, y hablarían de todo lo ocurrido.

Luego de la apresurada comida se realizó una reunión en la que participaron únicamente pocos miembros selectos de la Iglesia. Unos ya eran conocidos para los hermanos, otros eran nuevos, y algunos más habían estado presentes en anteriores momentos, pero nunca se habían percatado de su existencia.

La Sombra presidió la reunión, presentando a cada uno de los miembros, incluyendo a los mellizos. Este tipo de ocasiones se utilizaban para estrechar los lazos entre los miembros de la Iglesia, conocerse mejor, compartir pensamientos y crecer juntos. Como inicio, el sacerdote lanzó una pregunta al aire, para hacerlos pensar, para analizar.

—Para ustedes, ¿qué es la felicidad? —preguntó, al grupo. La pregunta no era nueva, pero siempre derivaba en una conversación diferente.

Tuk habló:

—Que logremos evitar el sufrimiento de todo este pueblo.

Marcos lo miró.

—Es más, que haya paz y justicia en todos nuestros universos paralelos. Porque salvar tan sólo a una realidad...

—Yo preferiría erradicar al mal —dijo la Sombra—. De esa manera acabaría el sufrimiento, y habría justicia para todos en todas partes.

—Error —se impuso Orión con firmeza—. Si analizamos lo que dicen, su felicidad se basaría en evitar el sufrimiento de otros. Pero ¿qué hay del suyo propio? ¿Podrán ser felices si no palian su propio dolor? ¿Cómo pueden evitar el sufrimiento de todo un pueblo, si no pueden dominar el suyo? Somos todas almas atormentadas, inseguras, incapaces de saber lo que debemos hacer o por qué estamos aquí, hablando como grandes sabios, cuando en realidad muchas veces creemos que estamos completamente equivocados y no sabemos si lo que vivimos es verdad o fantasía. Primero tenemos que conocernos, recién allí podremos pensar en la felicidad, y en cómo hacer felices a los demás. Y esa felicidad puede venir como una liberación, o como una enseñanza, permitiéndonos hacer crecer a los otros, dándoles pequeñas dosis de verdad hasta que puedan comprender al mundo a nuestra misma manera.

Hubo un silencio culpable por un momento. La Sombra miró a Ángel. Éste lo estaba observando también.

—No puedo hablar —dijo.

—Vamos —insistió la Sombra—. Tan sólo queremos tu opinión.

—Mis opiniones son verdades, por lo tanto no puedo emitirlas. No puedo intervenir.

—Que nos cuentes lo que piensas no es una intervención —lo presionó el hombre.

—Pareciera que no deseas entender, yo estoy en el mundo, pero no pertenezco a él, como muchos de ustedes, pero en un grado aún mayor. Cambiar la forma de pensar de cualquiera de ustedes es una intervención. Yo no he venido para hacerles entender, eso lo deben lograr sin mi ayuda. Y si me preguntan, lo único que puedo responder es que mi felicidad consiste en que todos ustedes sean.

—Que seamos lo que tenemos que ser —acotó Arcadio.

—No —afirmó Pléyade—, que seamos lo que somos, y lleguemos a lo que queremos ser, sin importar lo que otros piensen que debamos ser. Pero para eso tenemos que saber qué queremos, qué podemos, y es muy difícil.

—Pero siempre lograrán lo que quieran —completó Ángel—, cuando sepan qué es. Aunque se necesita mucho crecimiento para eso.

—Yo nunca supe lo que quise —acotó Arcadio—. Por años me dediqué a hacer nada, emborracharme y conectarme al Servicio por horas y horas, autodestruyéndome. Pero recuerdo claramente el día que decidí que todo cambiaría. Estaba con unos amigos en un bar de mala muerte, de esos donde todo se consigue con facilidad, mis padres ya habían muerto para ese entonces. Uno de mis compañeros estaba a los besos con una puta, pero no conseguía mucho más. Otro estaba en una pista de baile solo, moviéndose descontroladamente bajo efectos de algún alucinógeno al son de ritmos que tildaría como satánicos, y Mario, mi mejor amigo, estaba tan borracho que se durmió sobre la mesa, babeándola y emitiendo un vaho desagradable por su boca entreabierta. Yo estaba harto, sabía que esa no podía ser la vida para la que nací, que tenía que haber otra cosa, pero no sabía qué, y me puse a meditar... En un lugar que jamás hubiera pensado me lo permitiría. Estuve en un estado contemplativo por un tiempo que no llegué a cuantificar. En algún momento, se me acercó la mujer de vida fácil que había estado con mi amigo, creo que se llamaba Carola. "¿Por qué estás tan solo en este rincón, bomboncito?" me preguntó, sentándose sobre mis rodillas y rodeando mi cuello con sus sucios brazos. Era evidente que estaba bajo el efecto de algún químico. Yo la miré, con ojos apagados, y le hablé, como se habla a una mujer que no conoces pero que crees que puedes amar, abriéndole el corazón, cosa que nunca se vuelve a repetir... Y le dije "Mientras ustedes desperdician sus vidas en momentos vacíos como este, yo estoy explorando los confines y misterios de cosmos con mi pensamiento. Y creo que en pocas horas de sentarme a pensar, he descubierto muchos". La muchacha me miró asombrada, pero no me soltó, sino que me atrajo más hacia sí y me apretó con fuerza. "¿No te cansa todos los días vivir esta misma mierda?" le pregunté, "¿Y saber que continuarás igual mañana, y pasado, y el mes que viene?". "¿Y qué puedo hacer?" me contestó ella, "No hay nada mejor en qué invertir nuestro tiempo". Yo sonreí, todavía veo tan claro ese momento... Y alejé sus brazos de mi cuello. Luego me puse de pie "Hay mucho en qué utilizar nuestro tiempo. Mucho por ver, mucho por aprender, y mucho por construir. Tan sólo hay que tener la valentía necesaria para enfrentar lo que una vida así significaría. A partir de hoy me convertiré en un hombre de verdad, y no en la cucaracha que he sido todo este tiempo". Ella me observó extrañada, con una sonrisa indescriptible, y con una mirada perdida, posiblemente por la droga. "Te admiro" me dijo, "Espero algún día tener tu fuerza y tu seguridad. Cuando descubras para qué estamos aquí, ven a contármelo, tal vez yo también pueda redimirme entonces". "Eso haré", fue mi respuesta, y salí del bar, con la frente en alto, destruyendo todo el pasado que me corroía, y empezando una vida nueva en un presente papel en blanco. Luego conocí a los miembros de la Iglesia, y me uní a ella, y bueno, el resto de la historia ya la conocen...

—¿Y has encontrado las respuestas que buscabas? —le preguntó Pléyade, curiosa.

—Muchas... Hace poco volví a aquel bar, y encontré a algunos de mis amigos allí, como siempre. Hay lugares en los que pareciera que el tiempo se detiene, y nada cambia. Y hay gente que no cambia. Toda una vida igual de apagada, carente de sentido. Al ver a mis ex compañeros de juerga, pensé: "Pobres almas infelices, tienen que beber para poder reírse de sí mismos, y por ende conocerse". Ellos me recibieron contentos, queriendo iniciar una ronda en mi nombre, pero me negué. Me dijeron que Mario había muerto en un episodio poco claro, lo cual no me sorprendió lo más mínimo, pero me entristeció. Busqué a Carola, pensé que podría ser la primera persona convertida por mí, puesto que su alma transparentaba una necesidad superior, sólo que no se atrevía a dar el primer paso, que es el más difícil. Pero no la encontré. Me dijeron que hacía varios meses no aparecía por el lugar, y que nadie sabía de ella, tal vez hubiera muerto también... Sin haber descubierto o hecho nada para persistir...

—Te agradezco que compartieras tu historia con nosotros —le comentó La Sombra.

—Gracias —respondió sumisamente el discípulo.

—Bueno, pasemos a otro tema. Tenemos a un nuevo aspirante —dijo el sacerdote—, que asegura poder curar a la gente y detectar sus males. Acércate, Camilo —señaló a un hombre del grupo—, pondremos a prueba tus habilidades.

La persona se puso de pie y se acercó a la Sombra. Era moreno, de un aire altivo, con el pelo corto y una cicatriz en la mejilla. Inmediatamente la Sombra hizo traer a una señora mayor de otra habitación y la sentó en una silla.

—No te diré los síntomas de esta mujer, pero quiero que me digas qué enfermedad tiene, y qué se puede hacer por ella —le dijo. La mujer se mantuvo sentada en silencio, inexpresiva, mirando hacia el frente.

Camilo estaba bastante nervioso. Apoyó sus manos sobre la frente de la señora, y se mantuvo en silencio y con los ojos cerrados por un rato. Luego bajó sus manos recorriéndole el cuerpo lentamente, hasta llegar a los pies. Levantándose, miró de reojo a La Sombra, y se concentró nuevamente en la mujer, por unos momentos más.

—No sé qué decirle —se disculpó, y una gota de sudor le cayó por la frente y la cicatriz de la mejilla—. Nunca me ocurrió algo así, pero esta mujer no parece estar enferma, no veo nada malo en ella ¿Qué mal le acucia?

El hombre lo miró complacido.

—Ninguno. Pero esta es la mejor forma de probar a un supuesto sanador. No te creerías la cantidad de mentiras que he escuchado en situaciones semejantes, por parte de falsos especiales. Luego te enviaremos al hospital, y veremos qué tan bueno eres de verdad. Pero por ahora has pasado la prueba. Ve, siéntate, y participa de la reunión con el resto del grupo.

El hombre, sorprendido, aliviado, se sentó, y la mujer se retiró del lugar.

—Sombra —habló al cabo de unos momentos una mujer que se hallaba sentada en el suelo, a la derecha de Pléyade. Tenía el pelo muy enrulado y oscuro, largo, que le llegaba casi hasta la cintura. Era una mezcla evidente de indígena con alguien de la ciudad, puesto que sus rasgos estaban bastante suavizados, pero no ocultaban una cierta tosquedad, a más de su cobrizo color de piel—. He analizado mucho mi teoría, mi visión, me he concentrado, y he derribado muchas barreras. Necesito que escuchen lo que tengo que decir.

—Estamos atentos a tus palabras, Soraya —le respondió este.

—Después de muchos meses de ayuno, concentración y despojarme de las cadenas que atan a la mente, logré mantener una conciencia total dentro de mis sueños, al dormir. Así pude corroborar lo que siempre pensé. No es nada nuevo, mucha gente ha manifestado teorías semejantes a lo largo de la historia de la humanidad, pero yo estoy segura de no equivocarme. Estar completamente consciente dentro de los sueños es un martirio, porque la mente nunca descansa, pero era necesario para corroborar mi teoría. Lo que creía era que, en realidad, vivimos en dimensiones distintas, tal como Marcos alguna vez lo explicó en esta misma reunión. Sólo que mientras actuamos y vivimos en una, las demás están suspendidas, y dormimos en ellas. Así como los sueños que tenemos nos parecen sin sentido aquí, y no tienen relación unos con otros, en las otras dimensiones nos pasa lo mismo, y lo que vivimos aquí también aparece nublado para ellas, entremezclado en nuestro cerebro... El tiempo en cada dimensión es relativo y sin coherencia con el que vivimos aquí, porque no es que en las otras realidades vivimos sólo las escasas 6 u 8 horas que dormimos normalmente, sino que existe una distorsión temporal, y en las demás realidades podemos vivir mucho más tiempo, inclusive días de corrido, sin regresar a este mundo. Nuestra vida, por lo tanto, no se reduce a una sino a varias vidas simultáneas, varias oportunidades que vivimos al mismo tiempo...

—¿Tú qué piensas, Marcos? —le preguntó La Sombra al hombre que dominaba el multiuniverso.

—No lo sé. Tiene un poco de coherencia lo que dice, pero yo no lo veo así. Porque su forma de expresarse indicaría que sólo estamos activos en una realidad por vez, a pesar de pertenecer a varias. Yo, por mi parte, creo que vivimos todas las realidades en simultáneo, todas juntas, en paralelo.

—Pero podrías estar equivocado —afirmó Soraya, muy segura de sí misma.

—O ambos pueden estar teniendo visiones parciales de lo mismo —opinó Orión.

—Tal vez —continuó la mujer—. Pero lo más rescatable de esto es que, al hablar del tema, sin darnos cuenta, estamos tirando por tierra las verdades que la humanidad consideró por mucho tiempo sobre Dios y sus planes para con nosotros. Cada religión tiene su explicación sobre el desarrollo del hombre y la transmutación hacia un ser mejor. Algunas religiones tradicionales predicaban que teníamos una única vida, una única oportunidad para convertirnos en santos y disfrutar de la "vida eterna", otras, decían que a nuestra esencia se nos presentaban innumerables oportunidades, una tras otra, en diferentes vidas, de ir mejorando. Si en la presente encarnación no llegábamos a la santidad, tarde o temprano nuestro espíritu reencarnaría en un nuevo cuerpo y tendríamos una nueva oportunidad. Pero ninguna religión, y repito: ninguna, ha aceptado la verdad que estamos exponiendo: el hombre no es una única esencia participando de un único cuerpo, sino una esencia mucho mayor, que habita en varios cuerpos, en varias almas, en varias realidades y mundos en simultáneo, muriendo por partes y naciendo también por partes.

—Yo no comparto tu teoría —negó Marcos con la cabeza—. Una misma realidad puede tener miles de diferentes hilos en simultáneo, generadores de diferentes mundos, pero somos siempre el mismo ser físico en cada uno, y tarde o temprano moriremos en todas, a veces más temprano, a veces más tarde, pero de aquí a setenta años es seguro que ya no estaremos en ninguna de estas líneas de tiempo. Y esta verdad que yo veo, y profeso, concuerda con lo que afirman las religiones que mencionaste. Puesto que dentro de este marco uno puede tener una única vida en un único ser, o posteriormente reencarnar en alguna de las realidades existentes. Tú en cambio afirmas que al mismo tiempo estamos viviendo diferentes vidas, en diferentes personas, pero todas siendo, o más bien, formando parte, de una única entidad espiritual.

—¡Pero es que así es! —afirmó la mujer agitando su enmarañada cabellera—. Aquí soy esto que ven, pero he vivido, conscientemente, en una niña de seis años, en un hombre ejecutivo de un lugar que no te podría describir, en una muchacha adolescente y en una madre de cuatro hijos. Y siempre soy yo, tengo mi conciencia, y mi esencia es la misma.

—¿No será, tal vez, que estás realizando viajes astrales y viviendo las vidas de otras personas durante tus sueños? —le preguntó la Sombra, preocupado.

—No —aseguró ella—, porque entonces sería un observador, y no es eso lo que ocurre. Soy yo habitando sus cuerpos, siendo sus mentes, soy siempre yo. Es fascinante. Estoy segura de que nos dan varias oportunidades al mismo tiempo, y nunca morimos del todo, porque a la vez que algunos de nuestros yo mueren, otros nacen, y nuestro espíritu nunca desencarna realmente, ya que siempre está atado a algún cuerpo material. Tal vez, el camino a la santidad consista en, justamente, cada vez habitar menos cuerpos más perfectos, hasta poseer uno único de luz, y luego, recién allí, desencarnar y unirnos con la entidad celestial.

La Sombra miró a Ángel de reojo, preocupado, confundido. A pesar de ser quien era, de saber todo lo que sabía, y de entender al mundo, conociendo muchas de sus verdades, esta situación le era inmanejable y superaba sus capacidades. Ángel lo miró inexpresivo, evidentemente no hablaría. Luego observó a Pléyade, y sonrió. La Sombra no pudo hacer más que desviar su mirada hacia la muchacha también.

—Pero no hay ninguna cosa que hayan dicho que realmente contraponga a sus dos teorías —sopesó la hermosa joven, respirando profundamente y sonriendo de manera celestial—. Es totalmente viable que ambas se den juntas, aunque pueda parecer un poco confuso al principio. Si lo que Soraya dice es cierto, habitamos varios cuerpos, en varias vidas, en simultáneo, en diferentes realidades, teniendo cada uno una oportunidad para crecer. Esto no contradice el hecho afirmado por Marcos de que a su vez, cada uno de estos seres forjan diferentes realidades según las acciones y decisiones que toman, por lo que nuestra única esencia puede habitar varios cuerpos que a su vez viven en innumerables realidades paralelas ¿No les parece?

Marcos y Soraya se miraron sorprendidos y confundidos, pero no emitieron ningún comentario al respecto.

—Si bien es un poco confusa, tu lógica tiene sentido —reflexionó La Sombra—. Pero no puedo más que preocuparme de pensar que nuestra vida recorra caminos tan complejos, contra la simplicidad de que un espíritu habite solamente un cuerpo por lo que dure su vida.

—Los caminos del Señor son misteriosos... Y complejos —supuso la muchacha.

—Esa frase no es tuya, niña —le respondió La Sombra.

—No, pero se aplica muy bien a la situación. Si hubiéramos nacido para ser seres simples, no hubiéramos nacido humanos, sino moscas o ratones. El hombre tiene de por sí la gran capacidad de descubrir las complejidades del universo, y de aprovecharlas para sí, ese es un regalo que nadie ha recibido, por lo menos en la tierra, y gracias al cual podemos, poco a poco, entenderlo. Se han seguido diferentes caminos para descubrir la verdad, desde las épocas remotas de los chamanes, hasta la creación de tu Iglesia de especiales, pero todos buscamos lo mismo, entender una complejidad que nadie más puede dilucidar.

La Sombra desvió nuevamente su mirada hacia Ángel, que observaba calladamente a Pléyade.

—Puedo darles una enseñanza al respecto —dijo el ser luminoso encarcelado en un cuerpo opaco—, ya que no provocará ningún tipo de interferencia con la realidad que habitan. Además, ustedes ya saben lo que les diré... —luego inició su prédica—. Si bien muchos hombres, a lo largo de los tiempos infinitos, han intentado comprender las complejidades del cosmos para usarlas a su favor, no todos han seguido el mismo sendero, y cada uno se ha internado en diferentes verdades relativas. La Magia, los Santos y nuestras capacidades son totalmente diferentes. La fuerza y las capacidades de las brujas y los magos provienen de los hechizos, la invocación, evocación y encantamiento. Ellos entienden a medias al mundo y juegan con sus relaciones, las del universo y las de la naturaleza, capacidades que no son humanas, y que no cualquiera debería poseer. Aprenden ritos que unifican poderes aislados e invisibles de la realidad, causando las reacciones que buscan en el entorno, pero en muchos casos han perdido el conocimiento del por qué sus conjuros tienen el efecto que logran, y de cuáles son los efectos secundarios e invisibles que producen con cada encantamiento, muchos de los cuales son tremendamente dañinos y peligrosos. Por otro lado están las capacidades de los hacedores de milagros, los iluminados. Ellos no tienen poder alguno por sí mismos, sino que son meros canales de poderes superiores que desean interferir con el desarrollo de nuestras vidas. De nuevo, ese poder es negativo, porque interfieren con el verdadero desarrollo para el que está predestinado el planeta. Estos poderes superiores tienen motivaciones para alterar el mundo, y estas motivaciones no tienen por qué ser buenas para nosotros o para el desarrollo de nuestro universo, aunque a primera vista pareciera lo contrario. Dios no necesita canales para manifestarse, eso es algo que deberían tener en cuenta. Para religiones antiguas, que buscaban una presencia física de Dios, una prueba de su existencia, esto era algo útil, pero la verdad es que el poder superior al que pertenecemos no utiliza canales para expresarse, aunque otros poderes inferiores lo hagan. La tercera habilidad, y el único poder verdaderamente aceptable en este mundo es el que ustedes poseen: El poder de la mente, un poder completamente humano y a la vez un don divino, que está de acuerdo a todo el ritmo del universo, y que jamás podría contraponerse a él. De este modo, ustedes son los únicos a quienes se les permite modificar al mundo y sus hechos, sin causar daños o distorsiones en el cosmos, tal como el hombre lo ha hecho en las edades antiguas, cuando este tipo de habilidades eran comunes. Ahora ustedes deberían ser lo normal, y las personas sin sus capacidades la excepción, porque el mundo ya está listo para recibir una nueva era de luz y conocimiento, y ustedes serán los gestores de ella.

—Yo creo en lo que usted dice —habló un hombre que estaba en un rincón, alejado del resto, con el torso desnudo y cubierto únicamente por un taparrabos. Era bastante alto y corpulento, pero no tenía rasgos indígenas, como su vestimenta parecía demostrar en un principio—. Los magos dañan al cosmos con sus rituales que alteran el flujo normal de los poderes que circulan a nuestro alrededor. Y los milagros de los sacerdotes son poderes dados por seres de planos superiores, pero no por El Creador, quien no desea intervenir en lo que aquí ocurre, sino que nosotros seamos los que construyamos al mundo tal como creamos deba ser. Y entiendo que nuestras habilidades son reales, somos una evolución del hombre que puede entender lo que sucede más allá del mero mundo físico, y modificarlo según nuestros deseos, pero de una manera aceptada por el universo. Estoy seguro que los primeros hombres que habitaron el mundo eran capaces de hacer lo que nosotros hoy, sólo que perdieron la habilidad al oscurecerse su mente con la mentira y el afán de lo material. Es por eso que pienso que lo que estamos haciendo ahora es volver a nuestras raíces, al inicio del camino. Las comodidades, la técnica, la cama blanda, lo único que hacen es confundirnos y alejarnos de la verdad de que en el fondo somos animales inferiores con mentes superiores, y no animales superiores con mentes inferiores.

—Tal vez algunas de las cosas que dices sean ciertas, Arnaldo —le respondió Tuk—. Pero no por eso vamos a andar semidesnudos y dormir en el suelo como lo haces tú. Hace tiempo que quería decírtelo, pero me parece que estás exagerando un poco las cosas. Me parece que estás un poco loco, compañero.

—¿Por qué? ¿Por renunciar a las comodidades del falso mundo en el que vivimos? Muchos santos y seres de luz lo han hecho, personas admirables cuyo ejemplo pienso seguir. La comodidad nos obnubila e impide que crezcamos, nos entorpece el camino. Y no puedes llamarme loco por ver la realidad de otra manera, ya que aquí cada uno ve la realidad de formas diferentes, y jamás se discute su cordura. Si es por eso, Soraya y Marcos podrían considerarse locos, y ni que decir a estos mellizos, que creen que podrán unificar las teorías de cada uno de ellos. Un loco es alguien que ve la realidad de una manera equivocada, pero es claro que nosotros no vemos la realidad de forma errónea, sino simplemente diferente. Y por eso estamos juntos, cada uno siguiendo su camino y ayudando a los demás a descubrir sus propios caminos.

—En eso concuerdo contigo —apuntó La Sombra.

Tuk no pudo hacer más que bajar la cabeza. Luego de unos instantes, sin embargo, volvió a hablar, desviando completamente la conversación anterior.

—Sombra, disculpa que sea un tanto insolente, pero estamos llevando esta reunión adelante como si fuera una cualquiera, y creo que no debería ser así. Tenemos a los elegidos entre nosotros, y, siendo que este mundo en el cual vivimos se está derrumbando rápidamente, creo que deberíamos planear una estrategia y discutir cuál será nuestro plan de acción a partir de ahora; luego de que todo haya pasado podremos volver a discutir en familia todos estos temas...

Varios miembros de la asamblea asintieron en silencio al escuchar las palabras de Tuk.

—Tu petición me parece razonable —le respondió el sacerdote—. Me tomé este tiempo de charla como un calentamiento para tocar el tema que acabas de mencionar. La pregunta es: ¿Qué haremos ahora? Y para poder responderla, debemos primero saber ¿Qué sabemos sobre lo que está pasando afuera? Es importante que adentremos a Orión y a Pléyade en la situación aquí. Tuk, ya que fuiste el que inició el tema, por favor introdúcenos en la problemática que enfrentamos.

—Bueno —habló el muchacho—, nos encontramos en una sociedad tremendamente vertical, con clases sociales muy diferenciadas. Como todos saben, nosotros habitamos la peor zona de la sociedad, somos la lacra de este lugar. Los especiales se refugian aquí entre pobres y maleantes debido a que en los estratos superiores reina un orden que los haría demasiado vulnerables y fáciles de encontrar. Los niveles sociales van aumentando a medida que subimos más alto en la ciudad, y tienen un contacto no muy importante entre ellos. Obviamente, nosotros aquí somos los únicos incomunicados con el resto de la ciudad, pero de todos modos ellos tampoco se mezclan mucho entre sí. El nivel gubernativo de la ciudad se encuentra en las cumbres de los rascacielos, donde existe un concilio gubernamental, grupo llamado de "los Líderes", que es el causante de todos nuestros males. Pero, según ha indicado La Sombra, existe un ser de maldad extrema que mueve los hilos del concilio, y nuestro objetivo es eliminarlo.

—¡No! —reclamó La Sombra molesto—. No queremos destruir o eliminar nada. Sólo evitar que su oscura influencia continúe arruinando lo poco que queda del mundo...

—Eso —continuó Tuk, no muy de acuerdo—. Ahora, a pesar de que la distancia física que nos separa de la cúpula que vive en las alturas es escasa, unos dos kilómetros, no es tan fácil llegar hasta allí. La ciudad, a medida que uno va subiendo, se convierte en un laberinto complejo y muy bien resguardado. Fuerzas de seguridad, cazadores y todo tipo de personas peligrosas controlan lo que ocurre allá, y es muy difícil escapar de ellos. Por otro lado, toda la ciudad basa su funcionamiento en La Máquina. Por ella pasa toda la información de Asción. Además, todos los servicios son provistos por ella: la electricidad, el videófono, el correo textual, el dinero, los controles de los aparatos del hogar, y muchas otras cosas pasan por esa red y se distribuyen a través del conglomerado informático. Siempre hemos creído que si destruimos La Máquina, muchas barreras caerán a nuestro paso, y podremos ir hasta arriba con muchas menos dificultades. Mucho más no sabría explicar sobre el tema, puesto que de las cosas técnicas entiendo poco...

—Pero tenemos a alguien que puede explicarnos más —lo interrumpió La Sombra—. Aquí está Gerard, nuestro genio tecnológico. Es prácticamente el único no especial al que permitimos participar en nuestras reuniones, debido a su potencial intelectual sin igual, lo que, en el fondo, lo hace especial también.

Gerard, de apariencia afable, se puso de pie, rascándose la calva y sonriendo de manera nerviosa. Le daba bastante vergüenza hablar frente al público que tenía enfrente, pero no le quedaba otra opción, puesto que el predestinado le había cedido la palabra.

—La Máquina es una obra maestra del ingenio humano —empezó a explicar el científico—. Se podría considerar el sistema nervioso de toda nuestra ciudad. Algunos la llaman cariñosamente "Cerebro Universal", o los más simplistas le dicen "El Sistema". La Máquina puede considerarse como una gran computadora lógica accesible desde todas las terminales de la ciudad, pero en realidad no es así. Es un sistema distribuido en el que todas las terminales son inteligentes y forman parte del sistema, y no se les permite estar ociosas nunca. Todo trabajo a realizarse se distribuye entre ellas, y luego se retorna al usuario que lo inició ¿Entienden lo que estoy explicando?

Algunas personas asintieron, pero la gran mayoría, incluyendo a los hermanos, tenían una gran interrogante en su rostro.

—Para que lo entiendan, La Máquina no es una máquina, sino cientos de miles de máquinas provistas por el Estado, que trabajan juntas distribuidas por toda la ciudad, hasta en las calles de esta zona olvidada. Es por esto que la idea propuesta por Tuk, de destruirla, no es una opción, ya que es imposible lograrlo. Por más que eliminemos algunas terminales, el sistema continuará funcionando en todas las demás, y no existe un centro neurálgico que atacar. Es evidente que hacer caer el sistema es una buena idea, puesto que toda la ciudad se ha vuelto enteramente dependiente de él, y si dejara de funcionar, la ciudad sería un caos incontrolable, sin servicios, sin comunicaciones, sin energía, sin nada, colapsando.

—¿No podemos hacer nada al respecto, entonces? —le preguntó La Sombra.

—Oh, claro que podemos intentar cosas. Yo participé en parte del rediseño de La Máquina, sobre todo en sus últimos cambios estructurales, y podría intentar aplicar mis conocimientos en crear algo que vuelva inestable al sistema, sobrecargándolo, y haciéndolo caer, pero necesito tiempo para eso.

—Entonces debes empezar hoy mismo a realizar tus investigaciones, puesto que el tiempo es el recurso del que menos disponemos.

—Eso haré —aseguró el hombre—. Ahora, creo que lo más importante al analizar a La Máquina aún no lo hemos mencionado, y es la carga social que conlleva y la transformación que ha causado en nuestra gente. La Máquina provee una serie de servicios que sirven para "entretener" a cualquiera. Estos servicios están disponibles durante todo el día, pero se agregan otros más interesantes sólo durante las noches. Como en la ciudad nadie necesita trabajar, ni esforzarse para conseguir las cosas, y no hay nada importante que hacer, la vida de muchos se convierte en una patética realidad falsa unida a una computadora. Como es más atractivo pasear por la realidad virtual por la noche, la gente se pasa madrugadas enteras en ella, y al terminar este período se acuestan a dormir, no levantándose hasta entrada la tarde del día siguiente, donde repiten el ciclo. Por lo tanto son esquivos con los demás y huraños, puesto que no necesitan de nadie ni les interesa socializar en carne y hueso, sino tal vez, a lo más, en forma virtual. Como dijo La Sombra hace un tiempo, lo que la maldad que combatimos busca es degradar al hombre a su mínima expresión, para evitar su evolución hacia lo que somos nosotros, puesto que esa evolución es mental y espiritual, y sus mentes y espíritus están completamente aferradas ahora a una realidad sin sentido ni importancia. Y todos están atrapados por esta tecnología demoníaca, ya que hasta los pobres sin hogar pueden acceder a las terminales gratuitas que se hallan esparcidas por las calles de la ciudad, que se han vuelto lugares muertos y desiertos. Si mezclamos este problema con el de las drogas alucinógenas que se consiguen gratuitamente, tenemos una mezcla demasiado peligrosa, una forma simple y aplicable de lavar cerebros.

—Discúlpame que te interrumpa —habló Arcadio—, pero si nadie trabaja en esta ciudad ¿Cómo es posible que no se derrumbe por su propio peso?

—Bueno, para eso están las zonas rurales, en donde esclavos y robots se encargan de la producción y de la generación de bienes y alimentos, pero son pocos respecto a la masa atrapada aquí, y su alienación es obligada.

—Yo he escuchado de un lugar semejante, donde la irrealidad servía para dominar a las masas y lavar cerebros —habló Orión—. Pero por lo menos allí los seres tenían una obligación: crear, y esto los hacía útiles y les permitía crecer.

—Me sorprende mucho que asegures que existe otro lugar en el mundo con semejante tecnología, —le respondió el científico—, pero, a diferencia de ese lugar que mencionas, aquí las habilidades creativas están cercenadas ¿Dónde se encuentra ese sitio del que hablas?

—Demasiado lejos para que te pudiera interesar, o afectar. Tal vez algún día te podamos llevar allí, quién sabe, sería interesante, pero falta mucho tiempo para eso, y el viaje tal vez te mataría.

—Hm. Me interesaría hablar luego de ese tema contigo, ya que siempre he tenido sospechas semejantes, de que existan otros polos habitados y avanzados en el mundo, aunque todo pareciera indicar lo contrario. Pero bueno, redondeando, esto es a grandes rasgos lo que puedo explicarles sobre La Máquina: podemos decir entonces que es un sistema distribuido que administra todo lo que ocurre en la ciudad, comunica a la gente, provee servicios, información, distracción y todo lo que los habitantes y líderes de la ciudad puedan necesitar. Además, estoy seguro de ello, hay procesos funcionando en esas máquinas que están haciendo cosas muy malas y secretas a la gente, tanto que ni siquiera nosotros, que éramos la élite de la sociedad, pudimos conocer más que por nombres o identificadores.

—Gracias —habló La Sombra—. Nos has brindado un panorama muy completo. Pero sigamos hablando de la situación de esta ciudad. Hace tiempo que nuestra Iglesia existe, escondida. Nunca hemos hecho nada en forma abierta contra las fuerzas de Asción, motivo por el cual no se han preocupado mucho por nosotros. Pero la acumulación de tantos especiales en este lugar es una fuente de energía demasiado grande, que alguna entidad sensible descubrirá tarde o temprano. Estamos seguros que en cualquier momento seremos atacados por las fuerzas de seguridad de la ciudad, que intentará eliminarnos, motivo por el cual debemos actuar con rapidez y cautela. Tenemos informaciones claras sobre la creación de una nueva Iglesia en los estratos superiores de la ciudad, llamada el Culto Baálzico, que intenta demostrar que los especiales somos peligrosos y debemos ser eliminados, además de ser un culto evidentemente oscuro y maligno. La idea del culto es una mera pantalla para generar un motivo por el cual la población se ponga en nuestra contra, y, cuando eso suceda, harán que las tropas de la ciudad nos eliminen por supuestos motivos religiosos, y no civiles, encubriendo la verdad y apañados por la propia gente que queremos salvar. Ahora, esta Iglesia posee encubiertos entre sus miembros a especiales oscuros tanto o más poderosos que nosotros, siervos fieles del mal superior. No es nuestro objetivo primordial hacer nada en contra de ellos, puesto que si logramos que caiga el régimen dictatorial de la ciudad, esta Iglesia caerá con él. Pero me temo que no podremos realizar nuestros designios sin tener algún tipo de enfrentamiento con ellos. Espero que esto no ocurra... Lo que haremos es subir hasta las cumbres de esta ciudad en busca de los líderes y del mal supremo, donde haremos caer este reino de terror y olvido.

—¿Montaremos un ejército para el efecto? —preguntó Arcadio levantando la mano.

—¡Jamás! —fue la tajante respuesta de La Sombra—. Debemos ser sigilosos y actuar de manera encubierta. Nunca podremos vencer por la fuerza, y debemos subir lo más posible antes de que siquiera se enteren de nuestra presencia. Un ejército es algo demasiado obvio. Formaremos un pequeño grupo con los elegidos mejores dotados, que se encargará de esta empresa. En la próxima reunión diré quiénes formarán parte de la expedición, y quiénes se encargarán de la logística desde aquí abajo.

—Yo sé que puede parecer una locura —habló Tuk—, pero la ayuda de Adán podría ser algo realmente útil para una misión tan peligrosa.

—Lo que acabas de decir —le contestó La Sombra—, no es una locura, sino una estupidez. Adán es incapaz de controlar sus instintos y capacidades. Jamás podrá trabajar en grupo o resolver una crisis sin arrasar con todo lo que esté adelante suyo. Sé que es tremendamente poderoso, sé que su ayuda sería invaluable, pero su presencia traerá más problemas que soluciones a nuestro dilema. Prefiero que quede fuera de todo esto. Además, él nunca aceptaría trabajar con nuestros métodos...

La reunión se prolongó hasta pasado el mediodía, momento en el cual se propuso continuarla al día siguiente. Los hermanos almorzaron vorazmente, y posteriormente decidieron salir a dar un paseo por la ciudad, para conocer la realidad a la cual se enfrentaban.

* * * * *

La felicidad debe ser buscada como un estado intermedio, no final, del ser humano. Aquellos que ponen a la felicidad como una meta a ser alcanzada parten de una premisa falsa, puesto que la felicidad está para ser vivida momento a momento, día a día y por toda nuestra vida, no en ocasiones que se consiga algo que nos falta o que lleguemos a alguna meta largamente esperada. Porque cuando lleguemos a esa meta, nos daremos cuenta que pasado el momento de alegría inicial, la felicidad no está allí y nos sentiremos vacíos nuevamente, con metas cada vez mayores por delante, ilusionados con que alguna será la que traiga consigo la felicidad. Cuando somos niños esperamos ser adultos, cuando estudiamos esperamos ser profesionales, cuando estamos solteros creemos que una pareja será el artífice de la reconstrucción de nuestra vida, de casados esperamos que los hijos sean la fuente de felicidad, o el dinero, o el subir de puesto o el estar más arriba en la escala social... Siempre tendremos nuevas metas por delante, hasta el final de nuestros días, siempre estaremos llamados a más. Y la felicidad es el propio camino que recorremos mientras crecemos, no la consecución de objetivos específicos y pasajeros.

Un gran error humano consiste en creer que el otro (padres, hijos, amigos, o sobre todo nuestra pareja) debe ser la causa de la felicidad para nosotros, cuando en realidad el otro es "potenciador" de ella, pero para poder apreciar eso debemos ser felices por nosotros mismos primero, de manera que el otro nos permita serlo aún más; no depender del otro para lograrlo, porque nunca ocurrirá de esa forma.

Pero la verdad es que una vez que aceptemos que nuestra vida diaria, nuestro entorno, amigos y familia, así como el simple hecho de hacer lo que nos gusta y vivir la vida sin ataduras es la verdadera felicidad, toda nuestra concepción del universo y de la vida cambiará, nuestras metas finales, pudiendo recién allí ser hombres plenos. Pero para descubrir eso, debemos haber despertado.


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