Capítulo 30: Los Iniciados
Lo que sucedió desde el momento en que los viajeros ingresaron a la Iglesia fue poco claro, confuso. Hablaron con mucha gente, descansaron, despertaron nuevamente, comieron... Todo esto en un estado de somnolencia y admiración. La Sombra convocó una gran reunión, para presentar a los hermanos. Ellos todavía tenían muchas dudas sobre los designios que los llevaron hasta allí, pero continuaron actuando como si supieran cuál era su misión, o como si no lo supieran... Su estado de confusión era tal.
Cerca de trescientas personas se agolparon en el salón más amplio del lugar. Algunos tuvieron que escuchar desde otras habitaciones, por falta de espacio. Cuando hubo un poco de silencio, y las personas se lograron ubicar en sus respectivos lugares, la Sombra comenzó su discurso con solemnidad, un discurso que había preparado hacía largos años, creyendo que el elegido se hallaba cerca.
—Hace casi mil años se desató una gran hecatombe, conocida como la "Guerra del fin del Milenio". El mundo se sumergió en tinieblas, la población mundial fue diezmada, y la mayoría de los sobrevivientes enfermaron y murieron con el tiempo. Nuestra genética cambió, algunos se debilitaron, otros nos transformamos... Los cambios bruscos en la vida de nuestro planeta nunca fueron producidos por los humanos o por desastres naturales... Y esta hecatombe tampoco lo fue... Ahora estamos al borde de otro milenio, y ante nuevos cambios a nivel celestial. Estos cambios anuncian el nacimiento de una nueva era, una era de luz, que contrarrestará a las actuales tinieblas. Pero las reminiscencias de la era anterior todavía son fuertes, y los seres oscuros que dominaron todo este tiempo nuestro planeta no permitirán alteraciones en el orden actual sobre sus dominios. Por lo tanto, nosotros, hombres que nunca tuvimos parte en el plan divino, deberemos contrarrestar este hecho, y ser los artífices del futuro mejor que deseamos.
Pléyade y Orión escuchaban al hombre embelesados, sorprendidos. Palabras. No eran más que palabras... ¿Cómo era posible que una herramienta tan simple como la palabra pudiera transmitir tanta verdad? La muchacha derramó varias lágrimas de emoción al escuchar el discurso de la Sombra.
—El primer enviado infernal nació en Roma, la ciudad de las siete colinas, hace demasiado tiempo —continuaba, por su parte, el sumo sacerdote de una Iglesia inexistente—. El segundo, que no es más que el mismo primero, vivió en Asción en la era pasada, la única ciudad de siete colinas además de la ya inexistente Roma. Y ahora apareció el tercero, que sigue siendo la esencia del primero, de nuevo aquí. Las estrellas ya están en conjunción, y antes que una oscuridad aún mayor se cierna sobre el mundo, deberemos terminar con su trágica presencia, a pesar que sus hordas abisales ya están cruzando el portal que une su mundo con el nuestro ¡Lo único que busca este ser infernal, y toda su comitiva demoníaca, es el Apocalipsis!
—¡Hay que detenerlo! —gritó un hombre, desde un costado.
—¡Cierto! —se alzaron varias voces ignorantes. La reunión, las palabras, tenían un doble sentido: dar fuerzas a los ignorantes, e iluminar a los especiales, esto era muy claro.
—Todos hemos escuchado rumores sobre la iglesia que se fundó arriba —siguió explicando la Sombra, elevando las manos para calmar al público—, el "Culto Baálzico", que proclama que los especiales son enviados del demonio, y hay que acabar con ellos. Estos rumores son ciertos, y pronto empezarán a cazarnos como a animales. Hubo una época en la antigüedad en la que se hizo lo mismo, se creía que los especiales, las personas con dones, eran brujos, enviados por el demonio, y se organizó su cacería, en la que lastimosamente acabaron con casi todos ellos. Pero la realidad es que los demonios eran los cazadores, no las víctimas ¡Y ahora la historia se repite, pero esta vez los detendremos!
—¡Viva! ¡Arriba la Iglesia del Sagrado Retorno! —gritaron varios individuos comunes, ignorantes, encendidos por las palabras de su líder. Los especiales, por su lado, estaban analizando las frases del hombre, sin emitir comentario alguno. Por mucho tiempo la Sombra se había reservado este conocimiento, y ahora, lo estaba liberando de una vez, en una sobredosis peligrosa.
—Algunas personas de aquí abajo, amigos míos —dijo, refiriéndose al público—, nos acusan porque nuestra Iglesia no hace lo que debiera: ocuparse de los desvalidos y sufrientes. Todos ustedes saben que no es así, que dentro de nuestras posibilidades lo hacemos, pero eso en realidad no importa, porque esta Iglesia tiene que concentrar todas sus fuerzas en prevenir el mal, el fin del mundo, que acabará con todo, y hará que estos sufrientes dejen de existir. Siempre fue así. Hay momentos en los que no se puede hacer nada por ellos, porque todos los sacerdotes juntos deben desterrar al mal absoluto, un mal latente que nadie nota, pero que está listo para atacar. El Culto Baálzico tiene especiales muy poderosos de su lado, corruptos por la maldad, que intentarán detenernos, y tienen un sumo sacerdote, que pocos conocen, pero que es el verdadero jefe de los líderes de esta ciudad. Por lo que no es una batalla únicamente religiosa, sino también política.
—¿Y cómo es posible vencer, si somos tan pocos los especiales? —preguntó un hombre de las primeras filas.
—Arcadio... —le respondió la Sombra, preocupado—. Podemos vencer porque hemos sido iluminados, porque podemos modelar al mundo como si fuera arcilla, y por lo tanto podemos transformarlo según nuestros deseos. No digo que será fácil, pero con la ayuda de Orión y Pléyade, los elegidos que hemos esperado por tanto tiempo, todos creceremos, junto a ellos, y llevaremos esta campaña adelante.
—¿Y qué seguridad tenemos de que ellos son quienes dicen ser? —preguntó uno de los ignorantes—. ¿Cómo podemos estar seguros?
La Sombra dudó por unos instantes. No quería forzar a los hermanos, recién llegados, pero debía mantener contenta a la masa ignorante que trabajaba con ellos y para ellos, permitiendo a los especiales dedicarse a aprender y crecer espiritualmente.
—Los iniciaremos —dijo—, y allí sabremos si son quienes dicen ser.
Un murmullo creciente se apoderó del lugar.
—Yo sé que hasta ahora existen pocos iniciados dentro de nuestra comunidad, y que la mayoría de los postulantes se han preparado por años para ello. Pero ya no tenemos tiempo, así que si ellos son lo que creemos, sobrepasarán las pruebas sin problemas.
El sonido fue decreciendo, en una tácita aprobación. Orión y Pléyade se miraron de reojo, preguntándose a dónde podría llevar semejante situación. Pero ya estaban allí, habían superado todo tipo de pruebas, y no temían al futuro difícil que se les presentaba. Para eso habían viajado tan lejos.
* * * * *
La iniciación no es más que la preparación de un individuo en la revelación de una doctrina que no le será divulgada de otra manera. El rito, formal, es una prueba que permite asegurar que el iniciado merece el conocimiento a serle entregado, y que mantendrá un respeto al poder obtenido, e intentará enseñar y preparar a otros en el mismo camino. Desde la antigüedad, en los ritos shamánicos primitivos, existió ese concepto.
El señor Sombra se hallaba incómodo. No se creía capaz de iniciar a quienes venían a enseñarle a él. Pero siendo el primero, y quien preparó al resto, no podía echarse atrás, debía abrir el camino para su propio maestro, y no era la primera vez en la historia que semejante hecho se daba. Todo lo sucedido le hizo recordar la noche tormentosa de su propia iniciación, donde descubrió que era él el predestinado, el futuro líder de una revolución religiosa y social. Elegido por un poder celestial, decidió cambiar al mundo, modelarlo en lo que realmente debía ser, volviendo recto lo que se hallaba torcido por los esbirros obscuros del señor de las tinieblas. Estos, y otra gran cantidad de recuerdos y pensamientos, se agolparon en la mente del canoso hombre, al detenerse a observar a los mellizos.
Él, junto a los pocos elegidos de la Iglesia, se hallaba en una pequeña capilla, a puertas cerradas, mientras el resto de los miembros permanecía afuera, esperando una respuesta. Los hermanos estaban de pie frente a él, seguros, firmes, soberbios.
—Todo lo que ustedes saben, entienden, ven, o pueden hacer, es debido a que tienen una percepción del mundo que nos rodea mucho mayor a la del hombre común. Estamos divididos en diferentes planos, de los cuales el que más nos afecta es el plano material. Pocos son los que pueden comunicarse y entender su alcance a los demás planos, y menos aún son los que, moldeando los planos exteriores, pueden nuevamente afectar al plano material, relacionándolos en una única unidad. Yo sé que ustedes pueden hacerlo, por lo que no creo que la iniciación sea algo muy difícil. Muchas de las cosas que ustedes pueden ver o sentir se deben a que su cuerpo astral puede realizar tareas encomendadas por ustedes, en el plano astral, como si fuera una extensión de su propio yo, de una manera tan natural como estirar la mano para tomar un objeto en el plano material. Todo punto con el que su aura tiene contacto, es un punto de encuentro y entendimiento. Es un punto en el cual pueden percibir lo que ocurre en ese lugar del universo, y entender. Muchos videntes necesitan tocar las cosas o estar muy cerca de ellas para conectarse con los demás planos, porque su aura es reducida, pero los verdaderos elegidos tienen auras gigantescas, que podrían muy bien cubrir todo el planeta, sintiendo todo lo que ocurre en él. Ahora, la prueba necesaria para demostrar que están preparados, que su aura tiene el nivel mínimo para entender, es...
—Rojo —lo interrumpió Orión secamente—. Terminemos con esto. Tenemos demasiado que hacer y esto no es más que una formalidad para sosegar a un pueblo ignorante y asegurar que nos apoye.
Los demás iniciados se mostraron sorprendidos, más aún, asustados. Ellos se habían preparado por años, entrenado, sufrido, para pasar esta prueba. Y él, un muchacho insípido, daba la respuesta antes que el maestro formulara la pregunta...
—En realidad es púrpura —intervino la hermana—. Lo menciono para asegurar que los dos somos capaces de ver lo que necesitabas, y no sólo Orión.
—Asombroso —murmuró La Sombra—. Han crecido mucho sin ayuda alguna. Tan sólo necesitan comprender algunas cosas veladas inclusive a sus ojos, que les permitirán aumentar sus capacidades aún más. Ustedes entienden al mundo, pero no sus motivos... —el hombre levantó la mano derecha, apuntando con un dedo hacia arriba. La ancha manga de su obscura túnica cayó levemente, mostrando un tatuaje circular en la base de la muñeca. Murmuró unas palabras ininteligibles con los ojos cerrados, y llevó el brazo hacia adelante en una especie de bendición. Luego oró.
"Padre celestial,
que nos creaste a tu imagen y semejanza
y nunca has dejado de estar con nosotros,
permite que te amemos como tú nos amas
y que modelemos el mundo acorde a tu plan divino,
danos la dicha de compartir tu reino
y de hacer que otros sean bienaventurados.
Permite que siempre obtengamos lo necesario para vivir
y olvida que somos imperfectos y nos equivocamos,
permítenos ser humildes
y aceptar las limitaciones de los demás
como nos gustaría que aceptaran las nuestras,
danos fuerza para que el mal no se albergue en nuestro corazón
ni el deseo por lo que no vale.
Permítenos ser lo que somos,
y no otra cosa.
Así sea."
—Ellos —dijo luego el sacerdote señalando a las demás personas que los acompañaban—, a pesar de ser iniciados, nunca van a dejar de ser alumnos, mientras que ustedes, pronto serán los maestros. En sus manos quedará todo mi conocimiento —Luego tomó un objeto de una mesa a su costado, una especie de punzón, y pidió a Pléyade que le acercara el brazo. Cuando estaba a punto de inscribir definitivamente su pertenencia a la Iglesia, en la muñeca, una voz de paz extrema habló.
—Permíteme —dijo Ángel, el único iniciado que nunca había pasado por la prueba, además de la Sombra, que era el fundador de la Iglesia. Siempre los había acompañado, desde el principio, pero al mismo tiempo nadie había notado su presencia. Estaba allí sin estar realmente. La gente pasaba a su lado sin verlo. La Sombra ahora lo recordaba y rememoraba todas las veces que lo había acompañado, y sin embargo en ese momento era como si lo viera por primera vez. Todo este tiempo existió sin existir, con otros rostros, y ahora reescribía la realidad para volverse un compañero de todos, como si siempre hubiera estado allí, desde los inicios de la Iglesia. La Sombra se mostró sorprendido, pero no pudo hacer más que moverse a un lado, simplemente sentía que debía hacerlo. Ángel tomó por la mano a la muchacha, con dulzura, y apoyó el dedo índice en su muñeca, tiñéndola de un tono oscuro. La intensidad de la presencia de esta persona al tocar a Pléyade casi la hizo desmayar, perder el conocimiento. Debió realizar un esfuerzo extremo para no caer de rodillas al suelo, y llorar desconsoladamente, sobrecogida por la intensidad del ser que la tocaba en ese momento. Era él, no la Sombra (como creían hasta ese momento), quien los cubría y protegía con su presencia y alejaba el aura malvada de la ciudad de su proximidad... Pero era extraño. Si era él el responsable, deberían haberlo sentido antes... Un ser tan poderoso emanaría un aura de poder que cubriría cientos o miles de kilómetros, y en cambio esa aura era apenas un resplandor ínfimo a su alrededor... Algo no estaba bien, esa tenue emanación no era real ¡Estaba contenida! ¡Escondida! ¡Distorsionada! Pero ¿Por qué? No tenía sentido. Orión, a través de su hermana, percibió lo mismo. Sin dudas estaban frente al ser más luminoso del planeta, y no pudieron sentirlo como tal hasta ese instante.
Para cuando estos pensamientos terminaron de surcar la mente de ambos hermanos, ella ya tenía impregnado el tatuaje circular en la muñeca. Era una circunferencia perfecta, atravesada por una suave línea semejante a un zigzag, que dividía en dos mitades al anillo. Ángel tomó luego la mano de Orión y dibujó con su dedo el mismo símbolo en su muñeca también, el cual oscureció su piel instantáneamente. Los demás iniciados habían perdido la conciencia, lo que allí se forjaba era demasiado poderoso para ellos, que se hallaban aún de pie, en algún tipo de estado de trance.
Luego el hombre habló:
—No se necesitan símbolos complejos para decir mucho. Esos símbolos sólo distraen, y son menos poderosos que los simples. El símbolo de los enviados demoníacos es solamente el círculo. El círculo simboliza el camino del hombre atrapado en una vida ciega, que nunca avanza, La serpiente que se muerde la cola, el eterno retorno, el camino sin salida de una vida cíclica infinita. El despertar, su despertar, produce una ruptura del círculo, y un difícil crecimiento una vez que hemos superado el destino impuesto por nosotros mismos. El nuevo símbolo, de nuestra sociedad secreta, nuestra Iglesia, es la ruptura con este ciclo infinito de ignorancia, es el crecimiento, la superación de las barreras materiales que siempre han atrapado al hombre. A partir de ahora sean lo que son, y no lo que creen que deberían —dijo finalmente la entidad.
La Sombra, sorprendido, se postró ante la figura, tomándolo de la mano.
—¡Eres tú! —exclamó al borde del llanto—. Todo este tiempo... Tanta soledad, tanto dolor... Y siempre estuviste a mi lado... Y recién ahora te reconozco... ¡Eres el que me inició aquella terrible noche que caí desde las alturas, y eres quien me ha mantenido con vida y enseñado todo este tiempo!
—Soy el mismo y no lo soy, puesto que sólo soy la esencia de lo mismo —fue la oscura respuesta del ser—. Y estoy aquí para acompañarlos, para ver que se cumplan los designios que deberían realizarse ya... Pero no pongas tu fe en mí, porque no puedo hacer nada por ustedes, salvo darles esperanzas, y observar su destino. Si estoy aquí es porque tengo una misión específica, pero aparte de ella tengo prohibido interferir en este plano de la realidad. Debo recuperar al ángel caído, que sí quiere cambiar el curso de los hechos según sus intereses, lo que lo hace sentirse poderoso. Mi única interferencia aquí será evitar otras interferencias...
—Pero, pero... —murmuró la Sombra—. Tú podrías ser un factor decisivo en cambiar las cosas...
—No, no puedo. Todo este tiempo tan doloroso para la vida de la humanidad es menos que nada, un efímero grano de arena en la gigantesca tormenta que es el universo —explicó Ángel—. Ustedes no saben todo lo que ya ha ocurrido antes del ahora y lo mucho que falta suceder aún, en tantos tiempos y lugares... No puedo intervenir, lo siento... Pero los acompañaré en su camino por mejorar al mundo, y estoy seguro de que los veré salir airosos de dicha misión. Y levántate —exigió a la Sombra—, porque la verdad que estás descubriendo es una verdad que siempre conociste, pero que nunca quisiste ver, porque no era el momento.
—...Yo te conozco... —murmuró a continuación Pléyade, mirándolo fijamente, pero a pesar de estar viéndolo como realmente era, no podía definir ninguna de sus facciones.
—Nadie puede conocerme, niña —respondió él—. No es parte de la esencia humana. Ni siquiera ustedes, que pertenecen a mi propia esencia, pueden hacerlo.
—Pero te he visto antes —aseguró ella—. No es la primera vez que nos encontramos.
—Sólo en tus sueños querida, sólo en tus sueños...
La muchacha bajó la vista. Todo lo que sucedía era mucho para ella, para aceptarlo y sobrellevarlo sin titubear. Los demás iniciados empezaron a despertar de su sopor lentamente, sin comprender muy bien lo ocurrido, y se miraban los unos a los otros con temor. Ángel volvió a su lugar, un rincón poco importante de la sala, y la Sombra se puso de pie. Ya era tarde en la noche, y sin embargo afuera había una gran cantidad de personas esperando el veredicto. Se concluyó la reunión, y el sumo sacerdote salió para anunciar las buenas nuevas al pueblo. Los hermanos se encerraron en un cuarto a descansar, sin dormir, únicamente liberando a su mente de las ataduras y dejando que su nueva conciencia saliera a la luz. Debían ser lo que eran, y no lo que otros esperaban que fueran...
* * * * *
El iniciado es aquel que ha recorrido suficiente camino espiritual como para pasar del estado de mero observador o aprendiz a un estado de maestro, o conocedor de lo oculto al ojo humano común. Las sociedades espirituales establecen rituales que marcan el punto exacto en el cual la persona deja de ser alguien normal para convertirse en iniciado, teniendo un status diferente dentro de ella. Pero la verdad es que la iniciación es la finalización de un camino interior de búsqueda, en el cual se logran vislumbrar verdades largamente escondidas, para luego reiniciar el camino en la búsqueda de un perfeccionamiento humano al descubrir estas verdades.
El iniciado descubre que es lo que es, y no lo que debería, según la percepción de los demás o de la sociedad. Su despertar es un rompimiento en el círculo de la vida que mantiene atrapado al hombre normal, debiendo aceptar lo que es y crecer acorde a eso, y no a los estándares de sociedades donde el común dormido es mayoría, y donde no se respeta el camino verdadero.
Una vez superada la iniciación, la persona se convierte en un maestro obligado a predicar y enseñar a quienes se inician en el mismo camino que él ya recorrió, y que ahora comprende y vislumbra con claridad, al mismo tiempo que empieza a recorrer nuevas sendas más elevadas y descubre otras verdades más importantes y fundamentales aún, según diferentes grados o niveles de elevación.
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