Capítulo 26: El poder divino y la ciencia humana
Desvalido. Esa era la palabra que podría definir el sentimiento que Franco experimentó al despertar, recostado en un catre, desnudo, cubierto únicamente con una sábana. Jamás se había sentido así, siempre fue una figura sembradora de terror, invulnerable, arrasadora. Y ahora se sentía desvalido.
Observó a su alrededor. El cuarto estaba oscuro, sin ventanas, y una puerta apenas entreabierta permitía que un fino haz de luz surcara la habitación dividiéndola en dos porciones desiguales. Su ropa de combate estaba hecha un bollo en un rincón del cuarto, y sobre una pequeña mesa había una muda de ropa limpia.
Dudó. Intentó rememorar los últimos acontecimientos. Sí, era obvio, había sido herido por una bala perdida, y caído a un oscuro abismo ¿Qué hacía allí entonces? Siempre estuvo solo, a pesar de ser acompañado por otros de los suyos, y nunca esperó nada de nadie, puesto que era cada uno para sí. Palpó el lugar donde la bala le había dado, y salvo por una pequeña molestia, no sintió nada. Ni siquiera una venda. Se levantó por el lado izquierdo de la cama, apoyó el pie izquierdo en el piso, y luego el derecho, en un ritual instintivo. Buscó a tientas un velador, que no encontró. Caminó hasta la puerta, y la abrió un poco más, para poder mirar la herida. Lo único que encontró fue una costra reseca, que ardía un poco, y ningún otro signo de violencia. Si bien su ropaje era antibalas, era evidente que la que le había dado no era un proyectil cualquiera, y para asegurarse de ello se acercó al rincón y revisó el traje. Un agujero manchado con mucha sangre era el único testigo de lo que había sucedido, y que claramente no había sido un sueño ni un delirio.
Extrajo una pulsera del traje y se la colocó en la muñeca. La computadora aún funcionaba, y notó que los últimos sucesos que recordaba habían sucedido tan sólo anteayer. Volvió a mirar su herida... No tenía sentido. Su poderosa arma se hallaba debajo de la ropa. Pensó en tomarla, pero luego, con desprecio, la dejó en su lugar.
Observó su cuerpo desnudo, en silencio. Hacía años que no se atrevía a hacerlo. Las marcas de los implantes en sus brazos y piernas lo avergonzaban, y no soportaba verse en un espejo, puesto que se consideraba a sí mismo un monstruo. Los conectores que lo fusionaban con su traje y su arma, y a los sentidos aumentados, eran unas pequeñas placas de metal que tachonaban todo su cuerpo como ampollas, descontando las placas del cuello. Tantos años viviendo con ello, y jamás pudo aceptarlo, avergonzado de un aspecto que nunca mostró a nadie. Se vistió con la ropa que estaba sobre la mesa. Un pantalón amplio y suave, junto a una remera blanca, y unas sandalias de cuero. La temperatura era agradable, por lo que no necesitaba más. Luego, con resolución pero temeroso a la vez, salió de la habitación, intentando descubrir detalles del lugar donde se encontraba.
* * * * *
—Así es —hablaba el maestro a los discípulos, en una oscura habitación, iluminada apenas por unas tenues luces provenientes del techo. Aproximadamente veinte personas estaban sentadas en el suelo con las piernas cruzadas a su alrededor, escuchando, aprendiendo, y participando—. El ente debe corromper las almas para ganarlas, haciendo que la vida de las personas carezca de sentido, por lo tanto, su misión no es simplemente destruir la sociedad o terminar con la vida de toda persona, que sería algo fácil para él...
—Es increíble ¿No?... —habló uno de los hombres, desde atrás. A pesar de hablar casi en un susurro, la carencia de sonido del lugar permitía que todos lo escucharan claramente—. Es un tema repetitivo, infinito. Una entidad malvada que se quiere adueñar del mundo y someterlo, un loco ¿Será siempre igual nuestra historia?
Franco, que observaba desde atrás, y a quien nadie había prestado atención, pudo reconocer al hombre que hablaba, a pesar de estar casi de espaldas a él. Era Gerard, fácilmente identificable por la calva.
—Siempre han existido los señores oscuros, en todas las épocas —explicó el sacerdote—. Donde hubo persecuciones, muerte, destrucción, ahí han estado ellos, alimentándose de las almas en pena... Han marcado eras, y esta era está siendo marcada por él. Sabemos que acabar con su mal es sólo un bienestar temporal. Algunas eras terminaron con guerras globales, otras no, sólo en silencio, gracias a las fuerzas de la luz. Eso es lo que somos nosotros, los artífices de la vida, y debemos evitar la aniquilación. Pero la eterna batalla entre los extremos continuará por siempre, de una u otra manera, aunque la balanza a veces se incline más de un lado que del otro, como ahora.
—Si bien tus palabras no son claras, creo entender lo que dices. Pero por lo que sé, se persigue con saña a los especiales, en cambio a la gente normal se le permite vivir de otra manera —dijo el científico.
—Es cierto, pero eso tiene un motivo. La gente común es fácil de corromper, de destruir, con el simple hecho de darles todo lo que necesitan, y lo que no necesitan también. Además, es necesaria para mantener a la maquinaria en movimiento mientras se acaba con los especiales, quienes difícilmente caigan en el juego de la autodestrucción. A nosotros se nos persigue justamente por eso, por ser la evolución del ser humano, y ser el cambio de esta era. Con el salto evolutivo que dio la inteligencia al hombre, con cada religión, con los mártires, con la era de la información, se han dado este tipo de cambios... Ahora el hombre está evolucionando una vez más. El salto evolutivo que convirtió al hombre-mono en un ser humano pensante fue un salto cualitativo, es decir, Divino. Todos los saltos se han dado de esta manera, y el siguiente salto se da ahora, ya que el hombre pasa de tener una conciencia meramente física a formar parte de la mente universal, entendiendo el cosmos, todo lo que le rodea, y uniéndose a su creador. Él quiere evitar este salto cualitativo, porque demostraría que estamos llegando al final de los tiempos, y por lo tanto de su reinado, ya que una vez que todo esto acabe, no tendrá feudos que aterrorizar, entidades que lo alaben, ni poder que ejercer.
—Pero... ¿Ese salto cualitativo ya se ha dado? —volvió a preguntar el investigador, sorprendido por estas revelaciones.
—Se está dando —respondió el maestro—. Pero es paulatino, las personas están empezando a ser iluminadas, poco a poco, y algunas despiertan más rápido que otras. Es por esto que Él quiere mantener dormida a la gente común y eliminar a los especiales, quienes ya empiezan a vislumbrar la verdad. Y el término especiales agrupa a todos lo que estamos aquí, además de otros que están lejos. Somos quienes hemos empezado a entrar en armonía con el cosmos, con la verdad y con la vida, entendiendo cómo las cosas funcionan de verdad, y destruyendo las barreras que nos limitaban. A algunos se les manifiesta como una comprensión mayor de lo que ocurre, mientras que a otros se les notan los efectos secundarios de superar las barreras, en forma de "capacidades" superiores a las de un humano normal. Un ejemplo simple es Tuk —el hombre hizo un ademán señalando a un compañero a su izquierda—, quien desde niño tuvo manifestaciones de Telekinesis y Telepatía.
—O sea, que puede mover objetos mediante la concentración y puede leer las mentes de los demás —acotó el científico—. Qué interesante...
—Sí, puede afectar la física del mundo a través del pensamiento, como muchos otros, pero no puede leer mentes, puesto que no es lo mismo comunicarse telepáticamente que leer las mentes. En la telepatía se requiere que dos entidades realicen un esfuerzo y deseen compartir sus pensamientos por su propia voluntad, en un cierto diálogo, mientras que en el otro caso hay que luchar contra una mente que no desea ser hurgada. Más difícil aún es intentar introducir algo en una mente que no lo desea, y muy pocos pueden hacerlo.
Gerard permaneció pensativo un rato, analizando las palabras de la Sombra. Éste, por su lado, continuó con la charla.
—El motivo principal de esta reunión es que conozcan a nuestros nuevos compañeros. En primer lugar, está Gerard, quien ha participado activamente, así que ya lo conocen. Él no tiene habilidades manifiestas como la mayoría de nosotros, pero su inteligencia supera ampliamente a cualquier habitante de este continente, lo cual es mucho, y lo hace especial. Además tenemos a S11, como era llamado antes. Pero algún nombre humano debe tener ¿No?
El cazador habló desde el fondo de la habitación con fuerza:
—Franco, así me conocían —luego continuó—. Y me gustaría que me dijeran qué es esto... ¿Una especie de logia que se reúne en las profundidades de la ciudad para evitar la ruina del mundo?
Varios de los participantes voltearon al escuchar al hombre, y se sorprendieron. Su aspecto indescriptible, su tez pálida era única, y su forma de hablar causaba espanto. Eso aunado al monóculo implantado en uno de sus ojos, lo convertía en un ser temible.
—"Esto" es una Iglesia. El fin de ella es hacer crecer espiritualmente a todo el que se una a ella, y, en general, está compuesta de "especiales", aunque aceptamos a cualquiera, ya que hasta los muertos podrían despertar y los sordos oír, si así lo desearan.
—¿Y tú eres el guía espiritual de esta Iglesia? —preguntó socarronamente el albino. Su monóculo enfocó mejor la imagen, emitiendo un leve ruido metálico.
—Todos necesitan una guía espiritual, que en este mundo no existe, y por eso yo estoy tomando ese lugar. Pero mi misión es preparar el campo para el que vendrá, y llenar su espacio mientras no esté. Luego me haré a un lado.
—Creo haber escuchado eso antes, en libros de religiones antiguas, y, discúlpame que te lo diga, me parece un tanto ridículo.
—La vida y el mundo giran en círculos ridículos. O inverosímiles —fue la única respuesta de la Sombra.
—Entiendo lo que dices, y me parece fantástico. Pero no debías realizar una reunión en la que me presentaras a toda esta gente, puesto que nunca más me verán. Yo no pienso quedarme aquí, y no necesito de su ayuda. Nunca necesité de nadie, y menos ahora.
—No es así, tú nos necesitas, y nosotros a ti. Ya te darás cuenta por qué. De no ser por nosotros estarías muerto ¿O crees que la medicina con la que cuenta el mundo podría haber salvado tu hígado destrozado? Nunca. Podemos enseñarte, podemos aprender, y estamos seguros de que serás una pieza fundamental en el desarrollo de nuestra lucha por el bienestar del mundo. Si bien tu tecnología puede subyugar a los menos despiertos, hay otros contra los que no tienes posibilidad alguna, y te están buscando.
—Me encantaría ayudarlos, y tal vez tengan toda la razón del mundo —asintió el hombre de la tez pálida—, pero yo no tengo ideales, no me interesa el bien del mundo, me han arrebatado hasta eso. Me da lo mismo salvarlo, destruirlo, matar o salvar vidas, no tengo conciencia ni remordimientos.
—Eso es mentira, y tú mejor que nadie lo sabes —aseguró la Sombra—. Tu etapa de dominación mental ha terminado, y poco a poco te estás humanizando nuevamente, eligiendo tu propio camino. Nosotros te podemos ayudar a acelerar ese proceso. Debes aprender a confiar en alguien más que en ti mismo, y creo que somos los únicos dignos de esa confianza. Si te quedas unos días con nosotros te darás cuenta de ello.
—Veremos lo que ocurre... —susurró misteriosamente el albino—. Tengo el poder para hacer lo que desee en este mundo ¿Qué más podría desear, si desear fuera algo posible para mí?
—El poder sin conocimiento no sirve para nada —le aseguró la Sombra—, porque el verdadero poder reside en el conocimiento, en superar la ignorancia. Y tú tienes demasiado que aprender, en primer lugar, a volver a ser un hombre... No hay edad para el aprendizaje, es más, hay edades en las que recién uno es capaz de comprender cosas que de joven no podía. Pero continuemos con la reunión. Luego, en privado, hablaremos al respecto. Tengo muchas cosas que discutir contigo... Nuestro tercer nuevo miembro es Arcadio —lo señaló delante de él con la mano y la mirada—. Si bien sus teorías o visiones me resultan extrañas, y contrarias a la forma en que entiendo las cosas, eso no le impide acompañarnos. A pesar que hay poderes que aparentan ser contradictorios, nuestra capacidad no nos permite ver el punto de unión entre ellos, es sólo eso. Cada uno de nosotros puede tener visiones parciales del todo o comprender las cosas de manera diferente, puesto que aquí no buscamos enseñar la verdad absoluta, no todavía, sino que cada uno de nosotros descubra su propia verdad. Arcadio, te agradeceríamos expliques al grupo las cosas que me dijiste en privado.
—Bueno —habló, con evidente timidez y dificultad. Era joven, de unos 27 años, pero las marcas de la miseria se notaban profundamente en su piel—. Yo no me considero especial, sino más bien un pensador que tiene momentos de lucidez. He sufrido mucho, y este sufrimiento me llevó inclusive a desvariar en numerosas ocasiones. Todo se agravó luego de la última gran tormenta que inundó la ciudad, en la que mis padres murieron ahogados como ratas. Me mantuve conectado al Servicio días completos por cerca de tres meses, y todo empeoró. Quiero salir de eso, y sé que ustedes me ayudarán.
—Sí. De seguro. Por supuesto —fueron algunas de las frases que se escucharon dentro del grupo.
—Entre las cosas que he visto, o presentido —continuó el muchacho—, supe que la tierra está en el centro del universo, con una cúpula negra tachonada de estrellas pegadas a ella. Los científicos afirman que no es así, y hablan de otros planetas y galaxias, sondas enviadas a la luna o fuera del sistema solar ¿Pero qué pruebas tenemos de ello? Podrían habernos mentido todo este tiempo, ya que ésta es sólo una cuestión de fe, como creer en Dios o en la vida después de la muerte. Nunca hemos salido de aquí, ni conocemos a nadie que lo haya hecho. Todo es un gran invento.
Algunos suspiros y exclamaciones apagadas se escucharon en el lugar. Gerard rio a grandes carcajadas, de forma descontrolada.
—¡Qué ridículo! —exclamó el científico, casi revolcándose en el piso sobre el cual se hallaba sentado.
—¡Basta! —se impuso la Sombra son autoridad. Dejémoslo hablar, que comparta lo que piensa con nosotros. Nuestra función no es discutir su visión del universo, sino tan sólo escucharlo. Al fin y al cabo, Gerard, tú no tienes ninguna prueba de que el universo sea infinito y la tierra gire alrededor del sol, más que los documentos escritos por otros científicos en los que confías, así como en su base de conocimiento, que no necesariamente es verdadera.
—Pero es lógica... —respondió él.
—Yo te puedo decir unas cuantas cosas lógicas que son completamente falsas, y llegar a conclusiones inexistentes —aseguró el hombre con firmeza, bastante molesto—. Pero, por favor, continúa Arcadio.
Él siguió hablando:
—A veces siento que el mundo está creado sólo en la función de cada uno de nosotros. El mundo no es más que lo que está a mi alrededor, y lo que no es palpable, visible al lado mío, o más allá de mi campo visual, no existe, así de simple. Todo lo que me rodea es Dios, yo soy el único ser sobre el planeta. Mi madre es Dios, no existen otros humanos, puesto que no son más que Dios llenando mi espacio.
—No es la primera vez que escucho semejante teoría —indicó la Sombra—. Todo se crea en función a uno, y somos el centro del universo, como dijiste antes... Es una creencia de muchas religiones el hecho que Dios está en todos y en todo, formando parte del mundo, pero pocos afirman ser lo único, y que Dios sea todo el resto...
—¡Esto es doblemente ridículo! —exclamó Franco, desde atrás, cansado de tanta charla esotérica—. ¡No puedo seguir escuchando a semejante estúpido! —luego de proferir este comentario dio media vuelta y regresó por el pasillo desde el cual había llegado.
* * * * *
El hombre golpeó la puerta de una manera discreta, y esperó. Su rostro redondo se mostraba alegre, pero a la vez preocupado. Nadie respondió.
Volvió a golpear... El silencio se mantuvo. Finalmente decidió abrir la puerta, la cual no tenía llave.
—¿No te han enseñado a respetar la privacidad ajena? —le preguntó una sombra en la penumbra, cuando él ya había entrado a la habitación. La sombra estaba a medio vestirse con un enterizo negro, que cubría todo su cuerpo. Se detuvo un momento para mirar al científico con resentimiento, uno de los culpables de su condición, y luego continuó arropándose—. ¿Qué quieres? —le preguntó.
—Necesitaba hablar contigo, de hombre a hombre. Sin amenazas ni odio.
—Yo ya no soy un hombre. No tenemos nada que hablar —fue la sombría respuesta.
—Esta gente que conocimos aquí es sorprendente, si hubiera sabido que en el mundo existían personas así, mi vida hubiera sido diferente desde el principio. Pero siempre vemos todo negro, y nos cerramos a la verdad. A ti te pasa eso ahora, y te entiendo. Ellos pueden ayudarte, y mucho, estoy seguro que te devolverán el sentimiento de humanidad que hace tanto tiempo perdiste.
—La gente de la que me hablas es ridícula. Habla estupideces y dice poder hacer o ver cosas improbables.
—Yo le dije lo mismo a la Sombra ¿Y sabes lo que me contestó? "Yo no sé si mienten o no, si son charlatanes o realmente tienen las capacidades que arguyen, pero tienen algo a su favor: no creo que sean tan tontos para mentir sobre eso, porque tener un don los convierte en perseguidos, y que sobre sus cabezas exista una condena de muerte...", y, sinceramente, yo tampoco creo que estuvieran dispuestos a morir por una mentira, deberían estar locos. La gente con dones es una amenaza para el supremo. Debes quedarte, y por lo menos descubrir de qué se trata todo esto.
—No puedo, debo irme —fue la escueta respuesta del ser.
—¿Pero adónde piensas ir? De seguro escuchas voces, todo el tiempo, y continúas siendo un perseguido por los tuyos, sin posibilidades de descansar un solo día, preguntándote cuando te caerán encima, mientras duermas o camines por la calle.
—Ya me he acostumbrado a eso. Han pasado más de dos años y aún sigo con vida.
—Pero todos podemos cometer alguna equivocación, aunque sea una vez. Y cuando eso suceda... Sabes lo que ocurrirá. Ya no es una cuestión de un error o falla en el comportamiento. Has cometido crímenes horribles.
—El temor a la muerte también ha sido erradicado de mi conciencia, por lo que eso no me preocupa, ni el sufrimiento. Sabes que casi no puedo percibir el dolor... Aunque a veces me gustaría poder hacerlo... De todos modos, me han llamado, y debo partir.
—¿Llamado?
—No importa, no es momento de dar explicaciones.
—Escúchame. Ya hablé con la Sombra. Me prometió que esta misma noche recuperarían todos los implementos de laboratorio que poseía en mi departamento, así como otros que se pueden conseguir en el mercado negro o robando a los de arriba. Estoy seguro que obtendré todo lo necesario y armaré aquí un laboratorio lo suficientemente completo para extraerte el chip de posicionamiento global en menos de una semana. Eso te daría una tranquilidad enorme. Es lo menos que puedo hacer por ti, luego de que me perdonaras la vida.
—Yo no te perdoné nada. Ocurrieron una serie de sucesos que cambiaron las cosas, nada más. Y realmente creo que serás más útil a esta gente, que lucha contra mis mismos enemigos, que muerto, pero eso no significa que no desee verte sufrir.
—Tu forma de ver el mundo cambiará si te quedas un tiempo con nosotros —insistió el científico.
—No tengo tiempo para eso. Y no puedo esperar una semana por la extracción del chip. Es mucho.
—Mira, haremos lo siguiente —continuó presionándolo Gerard—. Te prometo que en tres días estarás operado, y rehabilitado, sin el chip de posicionamiento, y con mi prototipo del arma antimateria adaptada a tu equipo. Es mucho, no puedes rehusarte. Lo único que debes hacer es permanecer aquí mientras tanto, y conocer a esta maravillosa gente que vive con nosotros.
—No puedo negar que tu ofrecimiento es tentador, y que justifica tu vida, pero no sé... Además, el tema del arma antimateria me suena a mentira, porque yo sé que por años se ha investigado esa tecnología y nunca ha funcionado. No creo que tú hayas diseñado un dispositivo semejante.
—Lo que ocurre es lo siguiente. La generación de antimateria es algo que no tiene ninguna magia, y que hace tiempo dominamos, pero la investigación de su uso en armas tomó un rumbo equivocado tiempo atrás, y yo me dediqué a explorar otros caminos, continuando los experimentos por mi cuenta. Ellos querían crear un arma que dispare rayos de antimateria. Eso sería grandioso, el arma más destructiva y mortífera jamás creada, que no deja rastros ni marcas, salvo la inexistencia de lo que debería haber estado y fue destruido. Pero no tiene sentido crear una pistola que lance un rayo de antimateria, puesto que lo que haría en primer lugar es consumir la propia arma, y el aire circundante, que es materia. Además es imposible lograr un rayo, ya que a cada paso éste se va destruyendo al entrar en contacto con el mundo y es eliminado por la materia que lo circunda. No existirá por más de unos centímetros antes de desvanecerse en una violenta reacción. Yo cambié radicalmente el enfoque, creando dos versiones del mismo dispositivo, que sí funcionan... La primera son bombas de antimateria, como granadas, donde la explosión consiste en consumir la materia que hay en un radio esférico, y luego generar un vacío que debe ser llenado, por lo que se siente que las cosas son absorbidas hacia el lugar de la explosión por un segundo, hasta que el aire ocupa el lugar. La segunda versión, mucho más sofisticada, consiste en utilizar armas de proyectiles en los que cada proyectil es una pequeña bomba de antimateria, que explota al impactar. Así uno puede adaptar un rifle existente para que acepte balas especiales, que al dar en el blanco, generan la antimateria. Imagínate que una bala de este tipo puede matar a cualquier persona, sin importar la armadura que posea, ya que su radio de acción es de varios centímetros, y ni qué decir si perfora la carne. Y la granada, de un tamaño y poder mucho mayor, puede literalmente hacer desaparecer cualquier pared u objeto, sin importar que sea de titanio o de diamante.
—¿Y tú tienes dicho armamento disponible? —preguntó Franco, sumamente interesado.
—He creado cerca de una docena de granadas, y unas cuantas balas, pero el proceso es sencillo y se puede automatizar.
—Las quiero, cuanto antes.
—Entonces ¿Te quedarás?
—Sólo tres días, no más.
—Tendré todo listo para entonces, y tu chip será removido.
—Eres una buena persona —dijo Franco al científico—. Y un gran sabio...
El otro sonrió:
—No sé, no creo que se me pueda considerar como "bueno". No existen intelectuales, estudiosos, buenos, porque todo el que ha tomado el camino del estudio y del entendimiento, descubre tantas cosas que termina perdiendo la inocencia, que es el único tipo verdadero de bondad.
—¿Sabes algo? —preguntó el albino a Gerard, sonriendo, al mismo tiempo que se empezaba a desprender nuevamente la indumentaria que llevaba puesta.
—¿Qué?
—Mi vida ha sido demasiado difícil, me han usado, han abusado de mí. Soy una víctima del sistema que tuvo que ver con sus propios ojos los crímenes que cometía, pese a no desearlo. Me gustaría tener un momento de descanso, y confiar y estimar a alguien, sentir que no estoy solo, y que nos protegemos unos a otros. Deseo aprender a estimarte, a ti y a los demás, y a confiar en algunas personas. Ojalá eso pudiera ocurrir. Pero siento que es imposible.
—A mí me gusta poder ayudarte, ya que me siento responsable por lo que te pasó. Y seré muy feliz si podemos confiar el uno en el otro, ya que, al fin y al cabo, somos dos hombres solitarios. Ahora, algo que realmente me muero de curiosidad por saber, es cómo lograste escapar del dominio que tenían sobre ti.
—Ah, eso —Franco reflexionó por un instante, intentando recordar—. Creo que fue una mezcla de un error algorítmico y una fuerte dosis de emotividad.
—¿Error algorítmico? —se sorprendió el hombre, para luego ir a sentarse sobre la cama—. Cuéntame, por favor.
—Veo que tienes tiempo para escuchar.
—Sí que lo tengo...
* * * * *
La capacidad del hombre de poder pensar y analizar al mundo, que lo hace diferente a los animales, se produjo mediante un salto cualitativo divino. La evolución de las especies, y de los animales es aceptable, pero la generación de la complejidad que somos como organismo no obedece al cruce de patrones esporádicos y casuales, o, en todo caso, esa "casualidad" es de un origen sobrenatural, de todos modos.
La humanidad, ahora, está preparada para dar un nuevo salto cualitativo de mayor importancia que el arriba mencionado: conseguir la capacidad de dejar de tener una inteligencia física e individual, para pasar a formar parte de la mente universal. Al hacer eso, y participar del conocimiento del creador, llegamos a un estado en el cual comprendemos a la perfección las diferentes facetas del mundo que nos rodea, y de las mentes de las demás personas que están a nuestro mismo nivel, también conectadas con el creador.
De esta manera dejamos de ser homo-sapiens para ser homo-spiritualis, donde el conocimiento pasa a un segundo plano, doblegado por el espíritu. Pero aunque haya gente ya despierta, la gran masa humana permanece en la ignorancia, siendo alimentada su mente (y su espíritu) con información inútil, programas de TV alienantes, redes sociales, adicciones, y preocupaciones rutinarias que no le permiten crecer. Superar ese escollo tan difícil es el paso que debemos dar para poder crecer y aumentar a la conciencia universal, que nos permitirá ser plenos.
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