Gravity {AshiTe}


— No quiero ir a casa.

Aquel chico siempre había estado a mi lado durante toda la secundaria. Había algo que nos unía; ya fueran las salidas al karaoke, el manillar de una bici o la sinfonía ligera y suave de un piano. Siempre había pensado que se iba a mantener así, como inconscientemente no llegaba a mi cabeza la idea de que aquello en aquel momento fuese a acabarse. Normalmente cuando pasas momentos junto a alguien nunca tienes en mente que pasará cuando esos momentos ya no se vuelvan a repetir; realmente si lo hubiera tenido podría haberme aferrado a ellos como si mi vida dependiera de ello, haberlos disfrutado sabiendo que sería la última vez o simplemente haberles dado la importancia que correspondía.

Pero cuando decidí darle esa consideración era demasiado tarde. Era nuestro último día.

Me acuerdo como aquel día Ashikiba se encontraba tocando el piano, aunque hacíamos lo de siempre algo dentro nuestro nos evocaba un sentimiento doloroso pero que ninguno de los dos quería exteriorizar. Intentábamos actuar normal en consideración del otro pero una sensación incomoda nos invadía. Llegó el punto que el silencio era lo que nos acompañaba mientras los delgados dedos de él se limitaban a seguir tocando esa melodía melancólica.

Fuimos a nuestro Karaoke de confianza, aunque sabía que quizás mis dotes artísticas esta vez no conseguían sacarle una sonrisa pero al menos quería intentarlo. Miraba el reloj sabiendo que cada vez el tiempo iba siguiendo su curso y dejándonos cada vez menos oportunidades.

Volvíamos de camino a casa y decidimos sentarnos en un banco. El silencio era lo único que nos acompañaba y sabía que las lágrimas empezarían a surgir en breves. No podíamos hacer nada, Ashikiba iba a mudarse y no sabíamos cuando íbamos a volver a vernos. Todas esas promesas ahora quedaban vacías, quedaban inconclusas. No íbamos a correr por el mundo juntos. No podía evitar sentir un gran agujero en mi interior. Y más aún cuando escuche las palabras de él.

Como si esas palabras fueran a solucionar algo, él decidió repetirlas una vez más. — Jun-chan, no quiero ir a casa. — Por el rabillo del ojo podía ver como sollozaba. No sabía qué hacer, ni qué decir. Podía decirle que no se preocupara, que volveríamos a estar juntos en cuanto nos diéramos cuenta... pero sabía que aquello sería mentirle. Porque estaba preocupado, porque sabía que seguramente no sería lo mismo. Ya no nos veríamos cada día, ya no escucharía su voz llamándome por mi nombre cada vez que llegara a clase. Todo sería diferente y no podía esconder mis sentimientos y simplemente decir que todo estaría bien.

Pero tomé su hombro y aguantando todas esas emociones e inquietudes me atreví a hablar. — Shikiba, voy a llamarte siempre que pueda, te mandaré mensajes. No dejaré que la distancia destroce nuestra amistad. No te preocupes, te prometo que-.

De repente sentí como Ashikiba me apretaba la mano, dulcemente, con la suya. Volteé y contemplé su rostro adornado de lágrimas y una preciosa sonrisa. Como si de repente no pudiera controlar mi cuerpo me apresuré a abrazarle. Escondí mi rostro en su hombro mientras las ganas de llorar me invadían. Había tantas cosas que quería decirle, tantas cosas que quería expresarle pero tan solo me aferré mucho más a él. Tan solo no dejaba de repetir en mi cabeza todos los momentos que habíamos pasado juntos, su tierna risa, su manera de ser... Mientras notaba como Ashikiba también se aferraba a mí.

— Gracias, Jun-chan. — Sonrió; su sonrisa era muy injusta.

Ya había pasado casi un año. Me había acostumbrado a mi nueva vida en la preparatoria y estaba dando todo de mí en el club de ciclismo aun si fuera un mediocre en ello. Aunque me hubiera seguido poniendo en contacto con Ashikiba cada vez notaba como nuestra relación se iba apagando lentamente. Posiblemente él tenía ya a otra gente a su lado y realmente yo ya no era importante para él.

Pero aun así decidí quedar con él, hacer por un día lo que solíamos hacer cuando siempre estábamos juntos. Ya que yo tan solo era alguien más en Sohoku, como mucho alguien esencial para ayudar con el Interhigh a puerta cerrada... estaba totalmente seguro que no sería lo mismo con Ashikiba. Él era bueno, él no era como yo y aunque siempre me sobreestimaba él era el único bueno entre los dos. Tenía muchas ganas de saber cómo sería su vida ahora, pero por otra parte tenía miedo de ya no significar lo mismo para él.

Cuando nos encontramos en la puerta de la estación noté como una gran sonrisa apareció en su rostro y noté como algo dentro de mí se contrajo. Recuerdo mencionarle que había crecido, y tras decirme que era diez centímetros más alto, esquivar mi mirada. Pasamos un día de lo más normal, si no fuera porque Ashikiba parecía estar escondiendo algo con él. Por muchas veces que intenté animarle con mi canto o con mis bromas él parecía que algo realmente le mantenía atrapado. No sabía de lo que se trataba pero no podía evitar sentirme frustrado por no saber cómo ahuyentar aquello que le preocupada y agobiaba.

— Shikiba. — Él estaba totalmente ido. Estaba sentado mientras se tomaba un refresco. No estaba escuchando ni la instrumental que sonaba ni mi propia voz. Me acerqué a él y me miró. — ¿Estás bien? — Noté que ahí por fin estaba escuchándome, apretó sus labios y asintió. — ¿Quieres hablar? Podemos salir y sentarnos en algún sitio. — No sabía cómo hacerlo, no sabía cómo transmitirle mi confianza. — Puedes contar conmigo, si quieres. Voy a escucharte.

Su mirada se encontró con la mía. Tenía una mirada bastante fría, totalmente vacía. Aunque en el momento en que nos encontramos me pareció verla iluminada parecía que ahora tan solo había sido una ilusión. Me sentí mal. Realmente me reproché no haber estado más por él. Quizás no era un problema mío pero no podía evitar sentirme culpable por no estar solucionándolo. Me negó con la cabeza y dirigió su mirada al suelo, como si fuera incapaz de volver a enfrentar nuestras miradas. Me preocupé aún más.

— Solo quiero pasar un buen rato contigo, no quiero preocuparte, Jun-chan. — Su voz era áspera. El hecho de que no quisiera preocuparme por una parte solo conseguía lo contrario. Apreté la mandíbula. En qué momento nos habíamos distanciado tanto para que no pudiera ni contarme que era lo que pasaba por su mente, aquello que le traía problemas. Aquello que causaba ese rostro tan triste y vacío. ¿Por qué no había estado ahí? ¿Por qué no había llamado más a menudo? Quizás se debía a que me sentía un don nadie, aquel al que Ashikiba admiraba era un Teshima Junta que no existía, era tan solo una idealización que se había hecho él mismo. No quería desilusionarle.

Pero a la vez me venía otro motivo a la cabeza y la culpabilidad no hacía más que absorberme en ella.

Cogí su mano y nos dirigimos a la calle. El invierno ya estaba dejando su rastro de bienvenida y el vaho me acompañaba mientras buscaba un banco cercano. Quizás el frío me despejaba un poco la cabeza y me alejaba de esos pensamientos. Lo que realmente me importaba era aquel chico de dos metros al que cogía de la mano mientras solo me seguía con la cabeza gacha.

Le senté en el banco más alejado y solitario que encontré y me arrodillé frente a él. Quería que me mirara, que entendiera que podía contar conmigo. — Por favor, Shikiba. — Le rogué. Su mirada se volvió a cruzar con la mía y noté como realmente se estaba aguantando todos sus sentimientos, como intentaba controlarse y engañarse a sí mismo. — ¿Está yendo todo bien?

Tragó saliva y finalmente se animó a hablarme. — Tal como te dije estoy en el club de ciclismo... — Asentí para indicarle que lo recordaba y que le estaba prestando atención. — Al principio todo fue mal... — Noté como mi culpabilidad iba creciendo. — Ya que... crecí aún más los senpais no dejaban de decirme que se me daba mejor hacer la colada que ir en la bicicleta. — Deposité ambas manos en sus rodillas, quería transmitirle mi apoyo de alguna manera.

Escuchar a Ashikiba sincerarse me hizo sentir bastante frustrado; seguramente si hubiéramos estado juntos posiblemente hubiese seguido pasando... pero hubiese estado ahí para cuando quisiera llorar, desahogarse o simplemente despejarse de todo mal pensamiento. Pero tan solo estuve enviándole mensajes y algunas llamadas sin importancia. Sin realmente darme cuenta por todo lo que él estaba pasando. Me contó cómo sus senpais habían estado apoyándole y ofreciendo una mano. Por un momento sentí un momento de relajación pero en cuanto me contó cómo sintió que les había defraudado me volví a sentir un inútil.

— Shikiba, yo... — Justamente cuando iba a pedirle disculpas por no haber podido ser de ayuda me interrumpió.

— Debería ir ya a la estación. — Le notaba dubitativo. Miré el reloj; no había tenido tiempo de transmitirle todo aquello que quería.

Le acompañe a la estación, durante todo el camino estuvimos callados, realmente parecía que solo queríamos disfrutar de la compañía del otro. Nos quedamos ambos de pie justamente al lado de la puerta de la estación que nos volvería a separar. Nos quedamos sin decirnos nada, ¿qué podía decir? Tan solo me sentía una completa mierda que no había podido apoyar a un querido amigo. Mientras yo tan solo le contaba mis problemas y él se dedicaba a escuchar... él estaba pasándolo mal. Antes de poder decir algo, volvió a hablar.

— Jun-chan. — Le miré y noté como tenía los ojos húmedos. Pero aun así me regaló una sonrisa. — Gracias.

Por un momento sentí que estaba a punto de llorar. Por un momento sentí que no estábamos enfrente de la estación, sentí que estábamos en esa aula de música mientras simplemente disfrutábamos de la presencia del otro. — No tienes que agradecerme nada, tonto. — Asintió un poco aturdido pero reí por inercia. — No tienes porqué guardarte las cosas solo para ti, somos amigos.

Ashikiba me miró, realmente aquello que le dije había despertado en él, ese sentimiento de duda parecía que le había vuelto a envolver. Antes de poder decir nada el invierno hizo lo suyo y estornudé. Irónicamente no fui el único ya que el chico que me había tenido la cabeza llena de preocupación lo había hecho a la vez. Como si hubiese sido como una especie de truco ambos comenzamos a reír. De repente me sentí ligero, tranquilo. Como cuando sentíamos que conquistaríamos el mundo con nuestras bicicletas. Sentía como el corazón se me calentaba y me inundaba un sentimiento de calma. — Perdón, ha sido mi culpa. No debería haber hecho eso de sentarnos tanto tiempo fuera con el frío que hace. — Callé de golpe al ver la sonrisa de Ashikiba, algo dentro de mí volvía a reaccionar. Realmente, el que estuviera a mi lado es algo que no podía olvidar nunca.

La hora había llegado. Después de despedirnos comencé a voltearme para ir a casa pero su mano tomo mi brazo. Sentía como sus delgados y fríos dedos se aferraban a mí, por un momento sentí como si fuera a desaparecer de un momento a otro. Su rostro volvía a tener esa sensación de inseguridad. Antes de que fuera a preguntar que sucedía su pregunta me dejó helado.

— ¿Quién es ese chico con el que corres?

El sentimiento de culpa volvió para quedarse y ahogarme totalmente en él.

Lo miré y me encogí. Realmente no sabía que Ashikiba sabía de Aoyagi ya que realmente nunca llegué a coméntaselo. No sé por qué una parte de mí no quería hacerlo. Aunque no quería hablarle de él terminé haciéndolo. Notaba cómo aunque me quisiera sonreír y escucharme había algo que simplemente no funcionaba. Había algo que dolía. Me dolía el pecho. Ashikiba me prestaba atención y estaba por mí como yo lo había estado, pero no se sentía bien. Cuando al fin nos despedimos sentía como en aquel lugar de mi brazo que Ashikiba me había tocado ardía, como si se tratara de una quemadura. Cabizbajo volví a casa sin poder contestar ningún mensaje.

Con el tiempo llegamos a tercero. Me volví de forma inverosímil el capitán de Sohoku mientras que Ashikiba se volvió el as de Hakone. Oficialmente nos volvimos rivales, por muchos sentimientos encontrados que tuviera la responsabilidad como capitán era la que actuaba por mí. Decidí alejarme totalmente de Ashikiba aunque una parte de mí no quería hacerlo. Aquella parte de mí se hizo más presente en el primer día del Interhigh. Aunque realmente me sentía dolido por la obvia derrota ante Hakone, aunque me dolía haber perdido ante Manami, aunque me dolía que Naruko no hubiese podido cruzar primero la meta, no podía evitar sentirme orgulloso de que quien hubiese cruzado la meta primero fuera Ashikiba. Realmente se lo merecía y odié estar en un estado tan deplorable que no podía ni levantarme de la camilla para presenciar la entrega de premios. Mientras el paño frío cubría mis ojos me imaginaba como sería la expresión de mi querido amigo al cruzar la meta. Como sería su celebración en el podio. ¿Podías llorar de alegría y sonreír de todo corazón? Realmente deseaba con todo mi corazón que esto fuera así.

Al llegar a la posada decidí alejarme de todos, raramente Aoyagi no notó nada en especial, me alegré que así fuera. Cogí mi teléfono y salí a fuera. Di una vuelta mientras el manto de estrellas me acompañaba. Quizás necesitaba descansar, realmente mi cuerpo debía estar preparado para el segundo día pero era como que realmente necesitaba despejar mi mente. Aunque esa era una forma de ocultar mis verdaderas intenciones. No dejaba de mirar mi móvil una y otra vez, ¿debería hacerlo? Mi parte responsable seguía reprochándome y provocaba que no me terminara de animar pero al cruzar la esquina noté que me quedaba sin aliento.

Ahí estaba él, hecho una bolita en el suelo apoyado en la pared, mientras veía a su teléfono. Un sentimiento que no sabría identificar me invadió. Vi que estaba escribiendo, borrando, escribiendo. Pulsó con decisión una tecla y acto seguido mi teléfono emitió su sonido de mensaje. Ambos nos sorprendimos y nos miramos mutuamente.

—J-Jun-chan. — Tartamudeó. Lo miré para acto seguido mirar el mensaje que me había enviado. "Quiero hablar contigo. ¿Podríamos reunirnos un momento? Siento las molestias, si quieres no es necesario." Sonreí mientras me moría de ternura. Volví a mirarle y noté lo avergonzado que estaba. — P-Perdón, no sabía que estabas ahí.

— Que casualidad. — Me volvió a mirar. — Yo también quería hablar contigo.

Me acerque a él mientras él seguía sentado en el suelo. Sabía que si me sentaba me iba a costar levantarme después. Aunque él tenía algo que decirme esta vez no iba a dejar que nada se pusiera en mi camino de transmitirle mis sentimientos. No quería arrepentirme, no quería que la culpabilidad me ganara. Ya que yo lo tenía claro.

— Quería felicitarte, Shikiba. — Parecía que mis palabras le sorprendían. — Siento haber tardado tanto en decírtelo. Pero realmente quería felicitarte. Me alegra que hayas cruzado primero la meta. — Sus ojos se empezaron a llenar de lágrimas.

— Pero, Sohoku ha perdido. ¿Por qué te alegras por un rival? — Sonreí mientras las lágrimas de Ashikiba solo empezaban a aumentar. — Jun-chan, no tendrías que alegrarte por mí.

— Pero eres tú, Shikiba. — Noté como apretaba la mandíbula, intentando contenerse. — Esto no tiene nada que ver con Sohoku ni con Hakone. — Me puse de cuclillas para poder enfrentarme con él cara a cara. Aunque él estaba escondiendo su rostro. — ¿Qué querías decirme?

Ashikiba miro hacia arriba y se limpió disimuladamente las lágrimas. — He hablado con Manami. — Realmente me sorprendí. — Me ha contado el enfrentamiento que habéis tenido y como esperaste por él cuando podías haber ganado fácilmente en ese momento. — Sonreí.

— Era lo mínimo que podía hacer, cualquiera hubiese hecho lo mismo en mi lugar. — Me interrumpió.

— Pero también me dijo que terminaste muy cansado y al no verte en la entrega de premios realmente me preocupó que algo te hubiese pasado. — Volvió a esquivar mi mirada. — Aunque tenía miedo que no hubieses venido porque Sohoku no había ganado ningún dorsal. Tenía miedo que realmente me odiaras.

Sonreí y sin darme cuenta empecé a hablarle con una voz tranquila y dulce. — Yo no podría odiarte. — Por un momento nuestras miradas se volvieron a encontrar pero por solo unos segundos.

— Pero por mi culpa. — Con delicadeza deposite mi mano en su mejilla, sorprendiéndole en un principio pero finalmente adaptándose a mi tacto.

— Shikiba, no es tu culpa, esto es una carrera. Y tú te lo merecías. — Los ojos de Ashikiba se volvían a llenar de lágrimas.

— Pero Jun-chan, tú realmente te has esforzado para llegar a donde estás. Eres genial, eres increíble. Tú realmente te lo merecías. —Como siempre, solo sabía sobrevalorar a un don nadie como yo. — Por un momento sentí que no debería haber ganado. Me hubiera gustado que tu estuvieras bien, Jun-chan. — Volvió a enterrar su rostro en sus piernas mientras las abrazaba. — Estaba muy preocupado y aunque pensaba que podías odiarme no podía evitar escribirte ese mensaje para saber cómo estabas. Para asegurarme que estas bien... aunque no quisieras ni ver a un rival como yo.

— Shikiba, mírame. — Con muchas dificultades volvió a mirarme y sonreí. — Aunque haya perdido Sohoku... Solo pude alegrarme al saber que habías ganado. Realmente eres un digno as de Hakone, nadie puede decirte lo contrario. Me siento orgulloso de ti. — Las lágrimas que parecían que habían parado volvieron de nuevo pero para mi sorpresa acompañadas de una bella sonrisa.

Una sonrisa sincera, con todo el corazón. — Gracias, Jun-chan. — Realmente, esa sonrisa era muy injusta.

Justo como si mi corazón y cuerpo se murieran de ganas decidí acortar la distancia que nos separaba, literalmente y metafóricamente. Antes de que fuera consciente de ello con plenitud ya había juntado nuestros labios. Fue un leve toque que posiblemente no había durado ni unos segundos. Era mi manera de apagar ese sentimiento que me acompañaba desde aquellas tardes con el sonido del piano de acompañamiento. Llevaba tanto tiempo anhelando este sentimiento que ni yo mismo me lo podía imaginar.

Me separé lentamente y miré el rostro sonrojado y lloroso del primer chico del que me enamoré. Sonreí, no era normal ser tan lindo. Me levanté dejándole en el suelo. — Debería volver ya, mañana es el segundo día y tenemos que esforzarnos si queremos ser unos dignos rivales. — Me giré y Ashikiba seguía en la misma posición.

Por un momento sentí un verdadero miedo apoderándose de mí. ¿Qué había hecho? ¿Cómo podía ser tan egoísta? Quizás él ya tenía a alguien que le gustaba y quizás yo le había robado el primer beso por la cara. ¿Y si acabo de fastidiar toda nuestra amistad por un impulso? Entre nervios volví a despedirme con rapidez y me apresuré para irme. Pero antes de darme cuenta Ashikiba me estaba abrazando por detrás. Notaba como retumbaba su corazón en mis orejas, sonreí. Una sensación de calma me invadió llevándose todo el miedo. Me aferré a los brazos que me envolvían mientras que nuestros latidos latían al mismo compás.

Como podía no haberme dado cuenta que esto era realmente lo que buscaba, lo que anhelaba, lo que necesitaba.

Más o menos a la vez nos enviaron un mensaje a cada uno, nuestros respectivos equipos. Sonreí. Volteé y noté aquella mirada, la misma mirada del Ashikiba con el que pase tanto tiempo en secundaria, aquel chico que siempre rondaba mi mente por aquella época y que... lo haría mucho más a partir de ahora. — Nos vemos. — Le sonreí.

Y mientras volvía a la posada me sentí el hombre más feliz del mundo después de mucho tiempo. Porque incluso si llueve, incluso si está despejado e incluso un mundo sin cielo, mañana será como si siguieras aquí. Incluso si no estamos juntos mañana será como si siguieras aquí.

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