2. EMPIRE

ZYANYA AMETHYST & ASTERION LANNISTER
( JUEGO DE TRONOS )
ALERTA REFERENCIAS DE LA ÚLTIMA TEMPORADA

ZYANYA AMETHYST FUE EDUCADA DESDE PEQUEÑA PARA GOBERNAR, aprendió todo sobre Cuevas Purpúreas, territorio de Poniente gobernado bajo el poder de la casa Amethyst conocido por su riqueza en preciosos metales, su gente, la economía, leyes... Pero de nada le serviría según su padre puesto que ella no llegaría nunca a gobernar al ser mujer, sería su primo y ante la incapacidad de este la cabeza de la casa sería el marido de ella.

Durante años guardó silencio aceptando lo que se veía como correcto en una mujer de alta cuna, centrándose en las labores necesarias para ser una buena esposa y madre, aunque le era inevitable escuchar en su cabeza una pequeña vocecilla que le decía que ese trono en Cuevas Purpúreas era suyo por derecho sin importar que fuera mujer. Accedió a casarse con un Lannister para reforzar el nombre de su familia alejándose de su hogar, pero no se despidió para siempre, no, eso solo fue un hasta pronto.

Zyanya comenzaba a construir poco a poco su imperio danzando entre las sombras, ganándose la confianza de los leones siendo callada y obediente sin que ellos supieran que realmente iba obteniendo información y secretos que a largo plazo le servirían. Fue muy tarde para cuando todos los lords se percataron de que había una nueva jugadora en el Juego de Tronos, una que se había desplazado por las tinieblas actuando sin ser vista, dando honor al animal su emblema, el murciélago.

Tras mucho esfuerzo y sacrificio consiguió su objetivo, gobernar Cuevas Purpúreas y además, conseguirlo sin derramar una gota de sangre. Es cierto lo que se dice sobre que, a veces, la palabra puede ser más afilada que la hoja de una espada. Presentía que la guerra por el Trono de Hierro estaba llegando a su desenlace y deseaba que todos los hombres que habían participado y muerto pudieran levantar la cabeza por unos instantes para observar cómo la batalla final la disputaban las mujeres que tanto habían infravalorado. Ojalá su madre pudiera ver qué tan lejos había llegado su primogénita.

Hasta ese momento se había mantenido neutral en la disputa que había entre el norte y el sur de Poniente, era consciente de la brutalidad de la guerra y no tenía ningún motivo para adentrarse en tal evento...

O eso creía. Era una tarde fría y nublada cuando llegaron a sus aposentos avisándola de que una comitiva a caballo llegaba desde el este junto a un gran dragón. Varios informadores le habían pasado el soplo de que la última Targaryen había hecho una alianza con el Norte y esperaban poder añadirla a ella, así que era cuestión de tiempo que aparecieran. A paso lento pero firme se dirigió a la sala del trono de la fortaleza de hierro y piedra portando con orgullo una tiara entre el recogido trenzado de su cabello y un largo vestido con los colores de su casa. A su paso todos la saludaban con respeto y unos guardias abrieron la gran puerta.

Poco tiempo después un par de soldados se abrieron paso anunciando la llegada de los intrusos. Vio cómo la conocida mujer de cabellos blancos y el bastardo de los Stark llegaban frente a ella y solamente se inclinó el último como muestra de respeto. Si Daenerys Targaryen pretendía que incara la rodilla ante ella... se llevaría una gran decepción, todavía no era reina de Poniente por lo que, hasta ese momento, eran iguales.

―Lady Amethyst, lamentamos la intrusión en Cuevas Purpúreas pero hay varios asuntos importantes que la requieren.

―Jon Snow, os estaba esperando, escuché cómo recuperásteis el poder del Norte de los Bolton. Y Daenerys Targaryen, es un honor estar ante una mujer tan fuerte y decidida como vos, muchos son los rumores que rondan a vuestro alrededor.

―Espero que sean buenos, mi lady.

―Alarmantes más bien diría yo, pero eso significa que me desagraden. Ahora bien, como bien habéis dicho, no venís simplemente para observar los paisajes, ¿qué necesitáis?

―Si vuestra fama es cierta seguramente vuestros informadores ya os habrán dicho sobre los Caminantes Blancos.

―Sé lo suficiente como para no tomarme a la ligera esa amenaza, decir lo que necesitáis y yo os daré un precio.

La voz de la otra mujer resonó por toda la sala con decisión y sin temblar en ningún momento.

―También venimos para hacer alianzas, cuando la guerra contra los muertos termine marcharemos hacia el sur para recuperar lo que me pertenece por nacimiento, y esperaba poder tener a mi lado a otra mujer tan fuerte como yo. No eres la única que ha oido historias, y la tuya es inspiradora. Además de oro y privilegios en cuanto tenga el trono, tengo algo más que ofrecer. Por favor, acercar a nuestro invitado.

―Yo diría que más bien soy un prisionero, desde luego, o sois malos anfitriones o solamente queréis suavizar el asunto. Llevar grilletes no es para nada cómodo.

Todavía no le habían quitado el saco que llevaba sobre la cabeza y Zyanya ya sabía de quién se trataba. Podría reconocer esa voz y tono sarcástico a leguas de distancia. Llevaba meses sin saber nada sobre su paradero pero no pensó que sería tan estúpido como para dejarse capturar.

―Para que vea que no venimos con malas intenciones os ofrecemos a Asterion Lannister. Vino a nosotros pensando que sería tan ingenua como para aceptarle en mis tropas pero un león siempre será un depredador que únicamente defenderá a los suyos acabando con el resto. Pensé en sentenciarlo a muerte pero creo que es mejor si decidiera usted, mi lady. ¿Quién mejor que su esposa para decidir su destino? La mujer que, si mal no recuerdo, fue abandonada a su suerte en Desembarco del Rey.

Zyanya no pudo evitar sonreir inconscientemente, cosa que le gustó a Daenerys hasta que escuchó las siguientes palabras de la mujer.

―Si tus palabras fueran ciertas y vinieras sin malas intenciones no habrías aparecido en mi reino con un dragón, imponiendo miedo a mi gente, intentando pero fallando conmigo. Una reina puede ser amada o temida, yo trato de ser la primera... pero creo que vos se decanta más por la segunda. Agradezco vuestras palabras pero, para mi, las mentiras es peor que las amenazas directas. Ahora, supongo que vuestro viaje habrá sido largo por lo que, Beryl, ¿por qué no acompañas a nuestros invitados a los aposentos del ala este para que puedan refrescarse y descansar antes de la cena? Avisa a tus compañeros para que ayuden y pide en cocinas que preparen el doble de cantidad, muchas gracias. Necesito tener unas palabras con mi marido.

En unos pocos instantes la gran sala quedó desalojada dejando únicamente a la regente de Cuevas Purpúreas, el joven Lannister y los guardias. Estos últimos salieron también quedándose vigilando las puertas cerradas por fuera en cuanto hizo un gesto la mujer. La mirada otoñal se cruzó con la marítima, marrón contra azul, y fue el rubio el primero en hablar.

―Mira lo lejos que has conseguido llegar, Anya, sabía que lo lograrías.

―¿Por eso no dudaste en irte a la guerra? ¿Porque creías que mientras tanto yo construiría mi imperio para después dártelo al ser mi esposo? Si es así temo que vas a llevarte una gran decepción.

―¡No! Ya sabes lo importante que es el honor en mi familia y debía marchar al frente para orgullecer a mi padre. No era mi intención dejarte, pretendía regresar para que pudiéramos vivir en paz en Roca Casterly lejos de toda esta locura hasta que pudieras regresar aquí y yo pasarle el poder a mi hermano Tyrion. Ese era mi plan.

―Un plan del que yo no estaba informada, no tienes ni idea por lo que he pasado para llegar a donde estoy.

―Yo pedí a mi hermana que mirara por tu bienestar mientras no estaba.

―En cuanto tu padre murió se encargó de hacerme la vida imposible. Asterion, al igual que yo Cersei se da cuenta de muchas cosas, y una de ellas fue el hecho de que sabía cuáles eran mis intenciones ocultas. No tardaron mucho en intentar matarme y, afortunadamente, conseguí escapar a tiempo. Creo que tu familia no me tiene mucho afecto, a excepción de Tyrion, claro está.

―Siento haber fallado como esposo, hice un juramento el día que nos unimos en matrimonio, y me temo que hasta el momento no he hecho un buen trabajo. Por eso mismo espero que aceptes mis más sinceras y profundas disculpas. Y asumiré el destino que decidas para mi, es lo menos que puedo hacer.

Levantándose de su trono, Zyanya avanzó hasta Asterion con una cara indescifrable y con un movimiento abrió el candado de los grilletes gracias a la llave que Jon Snow le había cedido antes de irse.

―Mi dama de confianza se encargará de asearte y proporcionarte ropa limpia en mis aposentos.

―¿Esto significa...?

―Significa que te vas a dar un baño mientras yo ceno con mis invitados, esa es mi prioridad. Después terminaré mi correspondencia y de camino a mis aposentos pensaré qué hacer contigo. ¿Satisfecho?

―¿Tratándose de ti? Totalmente, preciosa. Ahora ve a dirigir tu imperio.















¡A decir verdad no me desagrada el resultado de este one-shot! Aunque la canción está inspirada en Daenerys quise ponerla en esta mini historia con mi oc, regente de Cuevas Purpúreas, de mi creación, con un interés amoroso también de mi cosecha XD.

Zyanya me recuerda mucho a Tyrion y Cersei, intelectual pero también retorcida a veces, con las cosas claras. Asterion, al contrario, es de poca habla, más músculo, pero como haré en el fanfic que publique, tendrán una gran evolución como personajes.

Also, vivo por la relación de estos dos. Zyanya dando un zasca tras otro a Daenerys y Asterion aplaudiendo por detrás.

Espero que os guste el one-shot y nos vemos en el próximo, que incluirá mucha magia. ¿Alguna idea de qué puede ser?

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