𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚞𝚗𝚘







El resto de la semana seguí notando su presencia en el tren. Todos los días, a la misma hora su sonrisa era la primera en recibirme cuando abordaba aquel vagón. Y aunque trataba de evitarlo, el recuerdo de su mirada tímida encontrándose con la mía daba vueltas en mi cabeza durante el resto del día. Me preguntaba si había estado ahí todo este tiempo, y de ser así, por qué no le había visto antes.

Con el paso de los días e intercambios de miradas —y saludos oportunos a la distancia—, me descubrí ansiando cada vez más el acercarme a él. Taehyung ejercía una increíble atracción sobre mí, cual campo magnético a un débil metal.

Desperté aquella mañana con la firme intención de pasar entre la gente y buscar un lugar a su lado, extrañamente me rehusaba a continuar de aquella manera hasta el día que dejáramos de coincidir en aquel vagón —porque sabía que sucedería en algún momento—. Pero, conociéndome, también sabía que si llegaba a pasar del plan a la acción, lo más probable sería que yo fuera incapaz de articular palabra alguna una vez estuviera cerca de él.

Suspiré pesadamente antes de salir de casa, este era el día y yo estaba muerta de nervios.

Me sorprendía la lentitud con la que la última semana había avanzado, jamás había deseado tanto que llegara la hora de salir de mi oficina y emprender el camino a casa, sobre todo, la ansiedad por subir al tren de las nueve.

La hora llegó. No había sido la excepción, el día había corrido lento entre tecleados, máquinas fotocopiadoras, juntas aburridas e infinitas y el olor a café que inundaba todo el piso. Miré el reloj antes de tomar mi chaqueta, apagar la luz y cerrar la puerta de mi pequeña oficina —como todos los días—. Sentí mis piernas temblar durante la caminata de dos cuadras hasta llegar al subterráneo, las manos no dejaban de sudar mientras esperaba atenta que el tren llegara. Uno, dos, tres, conté los vagones y entré al cuarto, como de costumbre. Las piernas me seguían temblando tanto como los labios —que mordí en un intento de tranquilizarme—, el corazón me galopaba y el estómago se me hizo nudo en el instante que abordé y no le vi en el lugar de costumbre.

Bien. Quizá, después de todo, aquello no era tan buena idea. Me sentí un tanto decepcionada y tonta.

Resignada, me moví un poco hasta llegar a mi lugar favorito, aunque el vagón estuviera lleno de gente, me esforzaba por llegar a él, me sentía cómoda y segura allí sin alguna razón aparente. Probablemente la costumbre inconscientemente me lo pedía así.

Mi mente viajó momentáneamente hasta el recuerdo de Taehyung. ¿En qué estaba pensando con este estúpido plan? De pronto las palabras de mi padre hacían mella en mi cabeza, todo me salía mal, quizá él había tenido la razón todo este tiempo. Me esforcé por pensar en otra cosa antes de que los recuerdos me hicieran llorar en medio del tren por segunda vez.

Perdida en mis pensamientos regresé al planeta tierra gracias al puñado de gente que había abordado en la siguiente estación, tuve que recorrerme un poco más y tomarme del barandal más cercano para dar espacio a que los demás pudieran acomodarse.

Cuando lo hice, para mi asombro, me di cuenta que la persona parada a mi lado era el chico de sonrisa cuadrada y que me miraba fijamente. Sudé frío mientras me preguntaba si él había estado ahí desde que abordé en mi estación.

Mi ritmo cardiaco fue en aumento y por un momento temí que él pudiera escuchar el sonido que este hacía dentro de mi pecho. Supuse que se había dado cuenta de mi asombro, porque rompió el silencio inmediatamente.

—Nat, ¿cierto?

—Así es. Y tú Taehyung, ¿no? —Intenté lucir lo más relajada posible, aunque por dentro mis nervios estuvieran a un paso de la traición.

—¿Sabes? Me ha tomado toda la semana llegar hasta aquí. . .

—¿A la estación?— lo interrumpí, preguntando confundida y él se rió nervioso.

—Sí —dijo—. Bueno, no  —se rascó levemente la cabeza—. Me refiero aquí, a lado tuyo.

Mi corazón latió más rápido y de reojo ubiqué alguna palanca de emergencia. Con tantas emociones quizá sería necesaria si en los próximos segundos sufría de un fallo al corazón. Sonreí nerviosa, como Tae. No sabía qué decir, mi lengua se sentía adormecida y mi dignidad huía despavorida conforme los segundos pasaban y yo seguía sin poder articular palabra. ¡Lo sabía! Sabía que me pasaría.

—Mi estación es la siguiente y no quiero volver a perder la oportunidad —Tae continuó hablando después de que yo no dijera nada, el tiempo estaba en su contra —. . . así que me preguntaba si querrías salir conmigo y tener una buena plática en un lugar que no sea el tren. No lo sé, ¿quizás podríamos tomar un café juntos?

A estas alturas ya no sentía el corazón. Segundos atrás lo escuchaba tan intenso y ahora parecía haberse detenido, volví a mirar la palanca de emergencia. ¿Acaso había muerto sin darme cuenta?

—No tomo café. —Le respondí y vi al mismo tiempo una sombra de desilusión posarse sobre el semblante de  Tae—. Pero podríamos tomar alguna otra bebida, ¿tienes en dónde apuntar mi número? —Fue gracioso ver cómo el color le volvía al rostro y torpemente sacaba su celular para escuchar atento los dígitos que le dictaba.

—Perfecto. Te enviaré un mensaje para ponernos de acuerdo, si te parece.

—Seguro —contesté.

Enseguida vi a Tae partir bajando en esa estación, no sin antes volver a mirarme y sonreírme con esa adictiva sonrisa que rápidamente se contagió a mi rostro.

Sí, me descubrí sonriendo enormemente.

Me sentía bien. Después de todo, no parecía haber sido tan complicado.





Llegué a casa en cuestión de minutos. Un pequeño departamento en el tercer piso ubicado en el distrito de Yongsan. Me quité los zapatos y aventé las llaves en la bandejita de mimbre. Caminé descalza hasta el sofá mientras me quitaba la ropa, mi cómoda pijama aguardaba por mí.

Mi celular vibró en el bolso de mi chaqueta y corrí a buscarlo. Era extraño recibir una llamada a esa hora, así que supuse que sería del Señor Kim, el presidente de la editorial.  Intenté recordar si quizá habría olvidado entregar algún pendiente, pero no logré hacer memoria.

Para mi propia sorpresa, no era él. El número que se anunciaba en la pantalla era uno desconocido, y dudé por unos instantes antes de contestar.


—¿Hola? —. Al final lo hice.

—Eh, ¿Nat?

—¿Quién habla? Me llenó de temor que alguien supiera mi nombre.

—Tae. . . Taehyung.

Vaciló un poco, de pronto parecía igual de confundido que yo.

—. . . ¿El chico del tren?

Habó de nuevo. Corroborando en caso de que no hubiera recordado su nombre.

—¡Oh! Hola, Taehyung.

Haber escuchado su nombre y reconocido su voz, se llevó toda tensión, respiré al fin y respondí de forma más amigable.

—Uf, Por un momento creí que me habías dado un número equivocado.

Escuché su respiro aliviado. Por el tono de su voz, pude imaginar que sonreía.


Intercambiamos conversación por un par de minutos —me pareció peculiar que decidiera marcar en lugar de enviar sólo un mensaje—. Y a pesar de ser un par de desconocidos, Taehyung era tan amable y cortés, que me hacía sentir lo suficientemente cómoda como para reírme de sus comentarios como si fuéramos amigos de años y no un par que acababa de intercambiar números en el tren.





TAE TREN_23:10
¿Tienes planes para mañana?


Me sorprendió su mensaje repentino. No, no los tenía, a menos que un maratón de la octava temporada de "Friends" contara.


TAE TREN_23:10
Lo siento, no había visto la hora.


Se disculpó, antes de que yo pudiera contestar a su mensaje. Yo seguía debatiéndome si mis pijamas y los dos botes de nieve en la heladera podían considerarse como un sólido plan.


NAT_23:11
Descuida. Aún no dormía.

NAT_23:11
Y no, aún no tengo planes para mañana.


TAE TREN_23:12
Genial.

TAE TREN_23:12
Mi hermana menor viene mañana desde Daegu,
me preguntaba si querrías venir con nosotros.

TAE TREN_23:13
Iremos de compras, podemos comer algo todos juntos.

TAE TREN_23:13
Además creo que le vendrá bien una opinión femenina.





Me quedé estupefacta por un momento. ¿Estaba invitándome a salir? ¿Con su hermana?

Reí. Me pareció de lo más lindo.


NAT_23:14

La idea me agrada mucho, pero,

vamos, ¿cómo sé que no eres un asesino serial?


Bromeé, arrepintiéndome de momento pues él tardó un poco en contestar. Me pregunté si lo habría ofendido.


TAE TREN_23:18
JAJA Entiendo

TAE TREN_23:18
Pero prometo que mi hermana es más de cuidado que yo

TAE TREN_23:18
Sólo no la hagamos enojar

Dijo, bromeando.

Segundos más tarde me llegó un mensaje con una clave de registro.

TAE TREN_23:19
No es mucho, pero al menos
Puedes verificar mis antecedentes
penales con ese número😅


Yo no hablaba tan enserio. Pero me pareció un excelente gesto de su parte.

NAT_23:19
Gracias, Taehyung

NAT_23:19
Espero no haberte ofendido,
no lo decía enserio😰


TAE TREN_23:19
No te preocupes,
claro que no me molesta☺️

TAE TREN_23:19
Entiendo tu temor.
Acabamos de conocernos.


En ese momento comprendí porqué había sugerido que saliera con él y su hermana. Supuse que él había pensado que sería más cómodo para mi, que podía sentirme más segura.


TAE TREN_23:20
Tengo además lugares muy públicos en mente

¿Has visitado el arroyo en Cheonggyecheon?


El arroyo en Cheonggyecheon. ¿Cómo le decía que en los dos años viviendo aquí, no había conocido más que el camino de casa a la oficina y viceversa?

NAT_23:20

No, aún no😬


TAE TREN_23:20
😱😱😱😱😱😱


Parecía demasiado sorprendido.


TAE TREN_23:21
¿Qué lugares has visitado entonces?


NAT_23:21
La verdad es que no muchos😓

Admití.


TAE TREN_23:22
Entonces he llegado en el mejor momento

TAE TREN_23:22
Me siento responsable por todo lo que
has estado perdiéndote.


Quizá tenía razón.


NAT_23:23
Entonces me alegro mucho

NAT_23:23
Estoy ansiosa por reivindicarme🤗


TAE TREN_23:23
😊😌

TAE TREN_23:23
El arroyo Cheonggyecheon
es un buen comienzo.

TAE TREN_23:24
¿Mañana a las 15:00?

NAT_23:24
Mañana a las 15!


TAE TREN_23:24
Te veo en la estación de siempre.

NAT_23:25
Me parece perfecto,
hasta mañana!

TAE TREN_23:25
Hasta mañana ^^














Observé el perfil en la página oficial de gobierno a la que me había llevado su clave de registro. KIM TAEHYUNG de Daegu, con un historial más limpio y en orden que el clóset de Marie Kondo.

Me fui a dormir con una sonrisa en el rostro. Después de todo lo que me había sucedido, después de tanto tiempo encerrada en mi propia soledad, se sentía bastante bien tener a alguien tan gentil cerca.








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