𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚚𝚞𝚒𝚗𝚌𝚎
Nara se lanzó a nuestros brazos al instante que bajamos del auto. El resto no tardó en rodearnos entre abrazos y felicitaciones. La madre de Taehyung estaba al borde del llanto y Jimin que no había soltado a Taehyung, estaba a punto de romperse de la emoción.
—Vaya, no fuiste tan inteligente —me dijo Yoongi luego de buscar el anillo en mi dedo. Sonrió después y nos abrazó a ambos, felicitándonos—. Bienvenida a la familia. . ., bienvenida oficialmente.
—Gracias, Yoon. . .
—Vamos, querida, vamos —la madre de Taehyung interrumpió sin darnos oportunidad de más—. Acompáñame, el tiempo corre.
Durante el camino de regreso habíamos hablado con nuestros amigos y la familia haciéndoles saber sobre nuestra decisión. Aunque al principio todos se habían sorprendido por la repentina noticia, habían convenido gustosos en ayudarnos a hacerlo realidad. Así que, mientras nosotros volvíamos a casa, el resto había comenzado a moverse con los preparativos. La madre de Taehyung me llevaba del brazo hacia la segunda planta mientras Nara corría adelantándosenos. Miré hacia atrás antes de subir las escaleras, Tae sonrió después de hacerme un gesto con la cabeza. "Nos vemos, cielo " logré leer en sus labios.
No podía creerlo. Mi corazón latía acelerado incapaz de contener tanta emoción. Este sentimiento sin duda era el que había imaginado cuando pensaba en lo que sería tomar una decisión tan importante como lo era esta.
La señora Kim abrió la caja que estaba sobre su cama y sacó de ella un sencillo pero precioso vestido blanco.
—Este fue mi vestido de novia, cariño —me dijo mientras lo ponía en mis manos—. Y me gustaría que fuera tuyo ahora.
Lo recibí con lágrimas en los ojos. —P-pero . . . —me giré buscando a Nara—, ¿estás de acuerdo? —le pregunté. Ella era la única hija de los Kim y quien realmente merecía heredar tan bello símbolo.
—¡Claro que sí, Tashi! Es todo tuyo —dijo antes de apretujarme en sus brazos.
Las tres nos sonreímos entre lágrimas.
—Muchas, muchas gracias —la voz se me quebró—. No saben lo mucho que significa todo esto para mí. Siento que no los merezco. . .
—Shhh, shhh —interrumpió la madre de Tae—, ven aquí mi niña. Somos tu familia.
—Bueno, si seguimos llorando es un hecho que hoy no habrá boda. Mejor límpiense esas lágrimas y prométanme que no van a arruinar mi obra maestra —nos reprendió dulcemente Nara y se dispuso a sacar todos sus cosméticos.
Por suerte el vestido de la madre de Tae era bastante largo, y sólo con un par de prácticas modificaciones, había logrado hacerme entrar en él sin problema alguno. Era notablemente antiguo, pero sin duda alguna era precioso. De la falda caía una doble tela con transparencias y pequeñas flores blancas bordadas se extendían por todo el vestido.
Una vez que Nara terminó de ayudarme con el maquillaje, su madre se acercó a mí. —Te ves preciosa, cariño. Solo falta algo más —me dijo mientras se desabrochaba el collar que llevaba puesto—. En nombre de los Kim y de tu madre—lo colocó con cuidado en mi cuello—, los amamos y bendecimos esta unión.
Me abrazó y a mí se me hizo un nudo en la garganta. Así era como se sentía tener una familia.
La voz de Yeonjun llamando a la puerta fue la señal de que era hora de bajar. Todo estaba listo.
Mis ojos buscaron a Tae mientras bajaba las escaleras, me encontré con su mirada haciendo lo mismo. No apartamos la vista uno del otro hasta que estuvimos frente a frente. El traje de su padre le quedaba tan bien, que le hacía parecer un modelo salido de revista. Me reí en un intento de contener el llanto, él también lo hizo cuando tomó mis manos y sintió el temblor en ellas.
Era una locura. Íbamos a casarnos ese mismo día.
ººº
Nos dirigimos de vuelta al sur de Seo-gu, muy cerca de la reserva donde estaba el lugar favorito de Taehyung había un templo budista con un extenso parque lleno de cerezos y una fuente frente a la puerta principal que jamás había visitado antes. La luz del día se había acabado, por lo que las luces del lugar comenzaban a encenderse una a una dándole un toque mágico a los colores que pintaban los rincones del templo y sus alrededores. Yoongi nos guió hacia la parte trasera del lugar, un enorme y singular árbol de corteza blanca nos daba la bienvenida. El padre de Taehyung nos explicó que solo existían seis de ellos en Corea, y el mismo que se encontraba frente a nosotros era el más longevo de todos. El significado detrás de su elección del lugar para la ceremonia me parecía fantástico.
Aunque el patio de la casa de los Kim había sido la primera opción, los padres de Tae habían usado a su favor por primera vez la gracia que tenían ante los monjes que les conocían desde jóvenes, estos les habían permitido llevar a cabo la pequeña ceremonia de su hijo. Por suerte para todos, no habían otras celebraciones que les impidieran dejarnos estar allí.
Nara me ofreció su brazo una vez todos se habían acomodado alrededor del árbol. Ella quería escoltarme hasta Taehyung. Hobi encendió la pequeña bocina que le acompañaba a todas partes y seleccionó una bonita canción para nosotros.
Miré detenidamente el rostro de cada una de las personas que estaban allí, acompañándome. Vi la emoción en sus sonrisas, el amor en sus ojos. Aquel momento era muchísimo más de lo que alguna vez había podido desear. Era íntimo, romántico, espontáneo. . . —me reí en lo bajo—, era como Taehyung.
No podía esperar a comenzar oficialmente una vida a su lado. Y pensé en la vastedad de lo que aquello significaba: Toda una vida.
—¿Estás bien? —me preguntó Nara en un susurro.
—S-sí.
—Estás un poco distraída, mi madre lleva haciéndote señas un buen rato —se rio.
De inmediato levanté el rostro, buscándole con la mirada. La señora Kim llevaba consigo la cámara de Taehyung y buscaba tomar una fotografía. Me acomodé el pelo y sonreí junto a Nara.
—Nara —susurré, un tanto confundida porque llevábamos un rato paradas allí—. ¿Sabes qué es lo que estamos esperando?
Ella se rio. —Pues lo más importante. Namjoon parece estar atrasado.
—¿Namjoon? —pregunté al tiempo que recordaba al amigo del que tanto me había hablado Tae y al que había visto al menos un par de ocasiones.
Eran buenos amigos desde el preescolar, se habían distanciado un poco durante la universidad debido al ambiente que frecuentaba Nam y que a Tae no le era cómodo. Hacía tres años, el chico había tenido una experiencia cercana a la muerte y después de su recuperación se había enfocado en darle un giro a su vida. Decía haber jurado ofrecer su vida a Dios y al prójimo si sobrevivía. En ese momento entendí cuál era la función de Namjoon en nuestra boda. El tipo me agradaba bastante, y su antiguo apodo —del que no había podido deshacerse— me resultaba igual de irónico que esta boda en un templo budista con ceremonia protestante. Casados por el ministro "Rap Monster", ¿quién iba a decirlo?
Ni siquiera tuve tiempo para reírme, Namjoon llegó corriendo hasta Tae. Ofrecía reverencias al por mayor y se disculpaba mientras intentaba recuperar el aliento.
De pronto Yeji le hizo una seña a Hobi, quien cambió la melodía y al momento el resto volteó su rostro hacia nosotras.
Iba a llorar, lo sabía. Respiré profundamente
Nara tomó una postura más derecha y sentí seguridad en su brazo que tomaba el mío. Los Kim y su hijo menor estaban a la derecha de Tae. Yeji, Yoongi, Hobi y Jimin permanecían del lado izquierdo. Nara me miró, esperando mi aprobación para comenzar nuestra entrada. Reuní suficiente aire en mis pulmones y di el primer paso hacía Taehyung, que me esperaba ansioso al final del camino.
Nuestros ojos no se despegaron hasta tenernos cara a cara. Nara colocó mis manos en las de Tae. Él le agradeció con un gesto antes de que un par de lágrimas rodaran por sus mejillas y yo luché porque las lágrimas no cayeran —pero me había sido imposible—. Pronto mi vista se había nublado y de inmediato sentí el pulgar de Tae enjugando mis lágrimas con suavidad.
Así había comenzado todo aquel día, en aquel vagón.
No había en el registro de mi memoria momentos en toda mi vida que fueran tan perfectos como este, y el de aquella noche en la estación de Namyeong.
—Amigos, nos hemos reunido hoy aquí para ser testigos de la unión de dos almas. —Escuché la voz de fondo de Namjoon, Tae lo miró y susurró algo que solo su amigo entendió—. . . ¿o debería decir "reencuentro de dos almas"?
Taehyung sonrió, complacido. Nam sacudió ligeramente la cabeza y sonrió para sí mismo mientras levantaba una ceja y volvía a concentrarse en su libro.
—El matrimonio es un regalo de Dios sellado por un compromiso sagrado, por tanto no debe tomarse a la ligera sino reverente conforme al propósito conforme el cual fue establecido...—continuó.
Después de una breve explicación y conmovedoras palabras acerca del matrimonio, dio oportunidad a Tae para decir sus votos. Me soltó por un momento para sacar una pequeña hojita del bolsillo de su pantalón, vi cómo sus manos temblaban mientras torpemente la desdoblaba.
—Escribí algo mientras terminabas de arreglarte —Sonrió nervioso, luego se relamió los labios suspirando antes de hablar—. Tashi, nuestro tiempo juntos, sin importar lo largo o corto, me ha traído con convicción hasta este momento. Por eso hoy estoy aquí, delante de ti para prometerte mi corazón, para siempre. Me siento feliz al saber que eres y serás mi mejor amiga, compañera de vida y mi primer y único amor —su voz temblaba de la emoción—. Prometo animarte y consolarte, inspirarte y reír contigo. En las buenas y en las malas. Cuando la vida parezca fácil y cuando creamos que nada podría ser peor. Prometo estar ahí siempre que me necesites, no caminarás sola. Mi corazón siempre será tu refugio y mis brazos serán tu hogar.
Jimin le alcanzó un anillo. Tae le susurró las gracias y luego volvió a mirarme.
»Prometo amarte siempre, Tashi, con todo mi corazón. Y no solo en esta vida, sino mucho después de que nuestras almas hayan dejado este cuerpo y nuestra existencia se haya convertido en un recuerdo distante. Te he amado, te amo y te amaré por siempre.
Su sonrisa me llenaba el corazón. Suspiré profundamente entre lágrimas de felicidad, intentando guardar en mi memoria cada instante.
—Natalia —Namjoon me llamó por mi nombre—. ¿Aceptas a Taehyung como tu esposo? —preguntó.
Asentí con mi cabeza. —Sí, claro que sí.
Enseguida Tae tomó mi mano derecha y deslizó delicadamente el anillo en mi dedo anular.
—Tashi, te ofrezco este anillo como señal de mi amor —sonrió complacido una vez el anillo acompañó al que había puesto en el mismo lugar un par de horas atrás.
No me di cuenta de lo que sucedía ni de las reacciones a mi alrededor a pesar de escuchar algunos sollozos. Lo único que tenía mi atención era Taehyung. Sus pupilas dilatadas, el reflejo del brillo de las luces en sus ojos. Sus labios ofreciéndome su más dulce sonrisa. El mechón de pelo que caía en su frente. Sus manos sujetando las mías. La belleza y magia que desprendía.
Namjoon tuvo que captar mi atención tocando mi brazo discretamente. Me indicó con una mirada que era mi turno de hablar. A pesar de no tener mis votos en papel, los llevaba grabados al pecho. Aclaré mi garganta antes de comenzar.
—Tae, cariño. No tengo dudas, somos polvo de la misma estrella —dije.
Taehyung soltó una risita y arrugó su nariz mientras sus ojos se entrecerraban al sonreír. Moví mis pulgares acariciando sus manos que yacían en las mías.
—Jamás imaginé cuando nos encontramos en aquella estación, que estaríamos una noche tan mágica como esta celebrando nuestro amor frente a las personas que queremos —ambos dedicamos una mirada a nuestra familia y amigos. Suspiré antes de continuar—. Me enamoré de tu nobleza y tu sentido del humor, de tu forma tan única de ser y pensar. Nunca olvidaré cómo me sentí la primera vez que me dijiste que me amabas y deseo nunca olvidar cómo me siento hoy al estar aquí.
»Hoy me comprometo como tu compañera de vida, en nuestros momentos más brillantes como en los más oscuros. Prometo estar ahí siempre que me necesites. Muero por pasar todas mis mañanas a tu lado, compartiendo nuestros pensamientos, esperanzas y sueños. Prometo amarte sin reservas, Tae, con cada latido de mi corazón te amaré esta y todas las vidas que nos resten.
Los ojos de Tae estaban enrojecidos. Algunas lágrimas caían hasta llegar a su hermosa sonrisa. Cuando terminé de hablar me apresuré a limpiar sus mejillas, él besó delicadamente mi mano cuando accidentalmente toqué sus labios mientras intentaba secar sus lagrimas.
Esta vez Yeji se acercó mí y me entregó otro anillo. Le sonreí, agradeciéndole.
—En la antigüedad, los anillos eran considerados como un emblema de eternidad, ya que están hechos de tal forma que no tienen un principio ni un final —Namjoon volvió a tomar la palabra—. Taehyung, ¿aceptas a Natalia como tu compañera de vida?
Tae me miró sonriendo. —Sí. Acepto.
Sentí que cada poro de mi piel se llenaba de chispas. Tomé su mano izquierda y deslicé el anillo en su dedo corazón. —Tae, toma este anillo como símbolo de mi amor y compromiso.
Él asintió sin perder de vista mi mano colocando el anillo en su dedo.
Todos aplaudieron. Pude escuchar los gritos animados de Jimin que estaba contento. Yeji y yo compartimos una sonrisa, sus ojos también estaban enrojecidos por las lágrimas.
—Bien, si no hay nadie que se oponga a esta unión —Namjoon citó e hizo una pequeña pausa considerable. Nadie dijo nada—. Por la autoridad que me ha sido profesada, yo los declaro marido y mujer —nos miró a ambos, orgulloso. Su sonrisa hizo asomar un par de hoyuelos en sus mejillas—. Pueden besarse.
Tae sonrió alegre y puse mis brazos sobre sus hombros mientras él tomaba mi cintura y depositaba un dulce beso en mis labios. Todos aplaudieron y vitorearon. Hobi volvió a poner música. La madre de Taehyung era toda lágrimas. Pronto nos rodearon para abrazarnos y felicitarnos. Miré mi mano unida a la de Tae, los anillos en nuestros dedos. No podía creer que todo esto había sucedido.
—Espero que ahora que son señores no se vuelvan un par de amargados —bromeó Yeonjun cuando se acercó a felicitarnos—. La madurez convierte a las personas en seres aburridos.
—Yeonjun —dijo Yoongi—. Eso nada tiene que ver con madurar, simplemente observa a Jimin.
Todos se rieron.
—¡Oye! No sé si eso es un cumplido o debería ofenderme, hyung —Jimin simuló darle un golpe a Yoongi en la espalda—. Pero bueno, Yeonjun no ha parado de hablar de la nueva atracción en Eworld y yo me muero por visitar ya que estamos aquí.
—¡Sí! —exclamó Nara—. ¿Podríamos ir después de cenar, Tae?
—Basta, Nara —su madre la regañó—. Los muchachos deben estar agotados.
—No, no —objetó Jimin—. Bueno, un poco, sí. Pero creo que a todos nos vendría bien un poco de diversión. ¿No es así, Tae? —Jimin hizo un divertido gesto hacia Taehyung—. Anda, así te darás una idea de cómo será tu vida a futuro. Tú, Tashi, y nosotros seremos los niños.
—El que debe darse una idea eres tú, Park Jimin —lo regañó Yeji, señalando su barriga juguetonamente—. Además apenas y puedo moverme.
Los padres de Taehyung se rieron, incluso Yeonjun sonrió aunque parecía perdido en la pantalla de su teléfono.
—Vamos Yeji, te prometo que encontraremos donde te sientes para descansar un rato —Nara suplicó. —Por favor, por favor. Finjan que esta es su luna de miel y llevan consigo a todos sus hijos.
—Nara. . ., creo que no entiendes aún el concepto de la "luna de miel", que no es precisamente para llevar hijos sino para hacerlos —interrumpió con su típico humor Yoongi.
Namjoon casi se ahogó con el repentino ataque de tos que le dio en su intento por no soltar una carcajada. Las mejillas de Nara se tornaron tan rojas como las de Tae, pensando que habría preferido no oír aquello.
—¡Yoongi! —Su padre tosió, llamándole la atención aunque también quería reírse tan libremente como lo hacía Hoseok y Yeji.
Nara por su parte, había renunciado ya a su brillante y romántica idea de ir todos juntos a Eworld para celebrar. Estaba tan apenada que se arrepentía de haber apoyado a Jimin.
—Creo que tu idea es muy divertida —le dije, intentando hacerla sentir mejor—, pero la verdad es que ha pasado tanto hoy, que necesito una tregua para asimilarlo y disfrutarlo —me reí y Taehyung también—. Además todos debemos regresar a trabajar el lunes por la mañana —me quejé—. Pero podríamos planearlo mejor y vernos el próximo fin de semana.
—Es una idea brillante, Tashi —me apoyó Taehyung—. ¿Qué dicen? ¿Hobi? ¿Namjoon-ah?
—Suena bien. Tiene años que no voy a un parque de atracciones —convino Nam.
Hoseok sonrió y asintió. —A mí también me parece una idea genial.
—A mí también —dijo Jimin, luego de mirar a Yeji que también parecía convencida—. Supongo que hay que aprovechar antes de que no podamos viajar en un tiempo.
—Creo que podríamos cerrar el restaurante un fin de semana —agregó el señor Kim. Su esposa asintió, contenta—. Tiene mucho que no hacemos algo así en familia.
—¡Ahg! —se quejó Yoongi—. Odio el sol en esta temporada. . . mucho calor —Tae usó el truco que nunca fallaba con su hermano mayor y le miró haciendo aegyo—. ¡Basta, basta! Iré. Pero por ahora, apresúrense todos que tenemos una reservación en el Zione. Las pizzas que pedimos van a enfriarse.
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