𝚌𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚌𝚊𝚝𝚘𝚛𝚌𝚎




El camino a Daegu cada vez me parecía más corto. Estaba tan familiarizada con el paisaje alrededor y con la compañía de Tae, que en ocasiones deseaba que el viaje se alargara un poco más. Era en esos momentos en los que me recordaba que ninguna medida de tiempo era suficiente y que lo único que podía hacer era disfrutar de cada instante.

Miré a Tae quien conducía atento al camino y reía mientras Jimin exageraba una anécdota del pasado. Taehyung notó que lo observaba y se giró brevemente para mirarme también, me dedicó una sonrisa antes de buscar mi mano y llevarla a sus labios. Me pregunté si él podía percatarse de la forma en que mi corazón vibraba cada que me miraba; si entendía lo que ahora yo experimentaba, el sentirme amada sin la necesidad de escuchar un "te amo" directo de su boca, porque no hacía falta decirlo. Era como si el amor nos envolviera en cada uno de nuestros actos. Podía sentirse a través de la paciencia y la comunicación, estaba en la forma en que reíamos y hablábamos, su chispa cobraba vida cuando nuestros dedos se entrelazaban, cuando me sonreía, cuando en otras ocasiones cedía. Vivía en cada uno de los pequeños detalles que en otro momento habrían pasado desapercibidos para mí. Era demasiado sutil pero con un efecto colosal que crecía cada vez con muchísima más fuerza. Me pregunté si todo lo que sentía podía provocar que un día mi corazón explotara, porque así era como se sentía. 

Me reí por lo bajo. Parecía mentira que los días malos y perdidos habían quedado muy atrás. Miré a los demás, esta era mi nueva vida, mi familia. Este era mi hogar. 

Los chicos venían bromeando. Hobi explicaba sus tips para hacer un split limpio y Jimin insistía en retar a Tae a una competencia de baile. Taehyung se reía y negaba con su cabeza mientras les echaba un vistazo ocasional por el espejo retrovisor. 

La pobre Yeji intentaba dormir entre tanto ruido, esperando evitar el mareo. Supuse que al final lo había logrado porque no repeló cuando Jimin apostó que el ganador de la competencia de baile decidiría el nombre de su bebé. Taehyung bromeó con elegir "Luffy" si llegaba a ganar. Hobi lloraba gracias a la risa que intentaba contener. 

A eso se refería Taehyung cuando me había escrito en plural "Pasamos en veinte minutos". Al parecer todos habían decidido que sería buena idea pasar el fin de semana juntos en Daegu antes de que Jimin y Yeji terminaran encerrados en su departamento por un largo tiempo entre desvelos, pañales y biberones tibios. Y yo estaba más que complacida con aquella decisión. 

En un abrir y cerrar de ojos estábamos frente a la casa de los Kim. Sus padres nos recibieron efusivamente. La madre de Taehyung me abrazó fuerte, como de costumbre, antes de desvivirse por mi amiga y llenarla de preguntas sobre su experiencia con el embarazo los últimos meses. Yeonjun nos saludó antes de subir las escaleras y encerrarse en su habitación, Nara estaba abrazada a mí mientras estiraba su mano tímidamente para acariciar la barriguita de Yeji, que aún seguía contestando el eterno interrogatorio de la madre de Tae. 

—Me muero por que Tae y tú también tengan uno pronto —me susurró Nara y yo me reí nerviosa ante la más que improbable posibilidad. No había cabida para que aquello sucediera. 

—¿Por qué no vamos al restaurante y comen algo? Deben estar agotados y hambrientos después del viaje tan largo—propuso la madre de Taehyung en ese momento. Agradecí porque Nara se hubiera distraído de inmediato, contenta había subido a su habitación para cambiarse de ropa. 

—Oh, muchas gracias señora Kim—Hoseok agradeció, aún tímido con la familia de Tae. Contrario a Jimin que parecía un hijo más de los Kim. 

Mis ojos se toparon con la mirada de Tae. Me hizo una seña para que me acercara, parecía intentar decirme algo sin que el murmullo en la sala nos interrumpiera. 

—¿Recuerdas nuestra cita? 

Yo asentí y él acarició mi mejilla con una sonrisa en su rostro. 

—Yoongi no se desocupará hasta la noche, así que podemos aprovechar el resto del día. ¿Por qué no vas con ellos mientras me das un poco de tiempo para comprar algunos bocadillos? Luego paso a recogerte al restaurante. 

—Está bien —la sonrisa amplia en mi rostro no podía desvanecerse—. Pero no olvides llevar helado. 

—Prometido —Tae sonrió—. No comas nada en el restaurante o desaparecerá tu apetito. Créeme, valdrá la pena. 

—Prometido —repetí, levantando la mano en señal de juramento. 

Taehyung se acercó a su madre y discretamente le dijo algo al oído. Ella sonrió y asintió. Luego Tae tomó las llaves de su coche y salió sin despedirse. 



ººº



Alisé un poco la tela de mi vestido. Me encantaba el estampado floral y el tono azulado, además de las mangas cortas y holgadas. Me parecía ideal para esta época del año, me parecía perfecto para mi cita con Tae. Era increíble lo rápido que había pasado un año. 

Todos hablaban animados en la mesa mientras compartían los alimentos. Yeji volteó hacia mí después de percatarse de mi distracción y silencio. 

—¿No vas a comer? —preguntó en voz baja. 

Yo negué con la cabeza y sonreí. —No, estoy esperando a Tae. . . 

Justo en ese momento le vi entrar. Se había cambiado los pantalones deportivos por un look más acorde con el mío. Sus pantalones de vestir caqui sueltos y una camisa blanca cuello mao con mangas largas que llevaba arremangadas. Yeji me cerró la boca discretamente, me había embobado totalmente mientras observaba a Taehyung. Tragué saliva y mi amiga rio. 

—Con su permiso —les dijo Tae mientras me extendía la mano—. Me llevo a Tashi un rato —. Tomé su mano y él entrelazó sus dedos a los míos. 

—¡Diviértanse! —Nos desearon todos antes de que Tae y yo saliéramos del restaurante. 



Mis ojos estaban familiarizados con aquel paisaje. Lo habíamos visitado un par de veces después de aquella primera vez, pero usualmente eran visitas fugaces. Tomé la falda de mi vestido con cuidado para que no se atorara entre las llantas de la bicicleta. Tae llevaba muy bien acomodada aquella coqueta canasta de mimbre en la parrilla trasera. Pedaleamos disfrutando del paisaje y el clima hasta llegar a nuestro lugar predilecto, pasando el pequeño puente, en el árbol cerca de la orilla del lago. Tae bajó primero de su bicicleta y luego me ayudó a bajar de la mía con cuidado. 

Tomó la canasta y la acercó a los pies del árbol. Dentro había una manta que sacó para extender en el pasto. Nos sentamos después de haberla acomodado cuidadosamente. 

—¿Te parece si nos comemos el postre antes que la comida? —me preguntó—. Tengo miedo de que el helado vuelva a derretirse. 

—Excelente idea —afirmé, y él se apresuró a sacar los empaques de aquel sandwich de helado con forma de pez—. Por fin comeré el mejor helado del mundo, en el mejor lugar del mundo, con la mejor persona en el mundo. 

Tae sonrió, sus mejillas se sonrojaron. —Pienso lo mismo. 

Me extendió uno de los paquetes. 

—Deberías patentar esto. Ya sabes,  comer esto en este lugar, tu favorito —dije, entretenida mientras lo comía. Él se limitó a reír. 

—No lo sé, es que ahora tengo un nuevo lugar favorito —volvió a hablar después de unos minutos, parecía que llevaba rato pensando—,  ¿O debería decir "muchos" nuevos lugares favoritos? 

—¡¿Cómo es eso?! —me sorprendió—. Creí que este era el único y el mejor. 

Acarició mi mano. 

—Todos los lugares en donde estamos juntos, son ahora mi lugar favorito —dijo muy convencido. 

—¿Qué hay del super? No te gusta hacer el super —bromeé. 

Taehyung se rio. —El super también es mi lugar favorito en el mundo si vas conmigo. 

Me reí también y me acerqué para besarlo. 

Con un brazo me apoyaba en el pasto y con la otra mano comencé a acariciar su mejilla suavemente. —Te amo —dije entre besos. No quería apartarme de él, de sus labios, de su calidez. Y parecía que él tampoco. 

—Te amo, Tashi. —Paró por un momento para tomar mi rostro entre sus manos—. Ojalá hubiera una palabra que pudiera expresar todo lo que siento. Me parece que "te amo" no me es suficiente. 

Yo pensaba lo mismo. 

—Borahae —me dijo, haciendo un juego de palabras en el que tomaba su premisa que afirmaba que pertenecíamos a un color. Él era morado, luego había unido el color a la terminación de la frase  "te amo". 

Sonreí de oreja a oreja. Su creatividad funcionaba a mil por hora. —Noranghae —le contesté, usando el mismo juego de palabras, pero con mi color: el amarillo. 

—No sé si la Lengua Coreana me permita hacer estos cambios a su vocabulario, pero me parece necesario.

—Lo es. Es necesario —dije antes de volver a besarlo. 

Terminamos recostados de espaldas viendo las nubes. Entendía perfectamente aquel sentimiento del lugar favorito, pues el mío era en sus brazos. 

Perdí la cuenta de cuántos besos o cuánto tiempo había pasado. Tae me hablaba de la melodía de las hojas de los árboles causada por el viento, mientras me acariciaba el pelo. Luego, volvíamos a besarnos por tiempo indefinido. Minutos después volvíamos a distraernos con el cielo, las nubes y el lago, para posteriormente volver a nuestros labios. 

—Cielo, comamos —sugirió después de que mis tripas crujieran. 

—Ojalá poder vivir de besos. 

Taehyung se rio. 

Ambos nos incorporamos. Él se apresuró a sacar un par de bolsitas de papel, con lo que (según mi intuición) parecían emparedados. Tae me entregó una de ellas y me miró expectante. De repente me sentía nerviosa sin saber porqué. ¿Acaso quería mi aprobación?

—¿Lo preparaste tú? —pregunté conmovida antes de abrirlo. Él asintió. Se me llenó el corazón de ternura. Me apresuré a abrir la bolsa. 

Me sorprendí al ver el verdadero almuerzo. Era un panini, con espinacas, queso y jamón de pavo. Se veía perfecto, pero no era todo. Taehyung sacó dos cajitas de cartón con papas curly crujientes y luego dos envases de vidrio con limonada rosa. Era idéntico al "marry me" del menú de la cafetería a lado de mi oficina. Mi favorito. Taehyung lo había recreado a la perfección. 

—¿Y? —preguntó ansioso. 

—¡Se ve delicioso! —logré decir, pero me sentía extrañamente nerviosa. Recordaba aún nuestra conversación de aquella tarde. ¿Acaso estaba. . .?

Antes de darme cuenta, Taehyung estaba apoyado en una de sus rodillas y yo sentía que me faltaba el aliento. 

—"Después de probarlo, querrás casarte con quien lo preparó" —repitió mis palabras—. Te juro que el mío ha quedado todavía mejor. —Afirmó y yo me reí, nerviosa, con las lágrimas asomando en mis ojos.

Estaba estupefacta. 

—Tashi, cielo —su voz profunda pronunció mi nombre—. Desde que te vi aquella noche en la estación, mi vida cambió —suspiró al terminar la frase, pude percibir que estaba nervioso y eso me hizo estar más nerviosa aún—. Me tomó un mes poder tener el valor de acercarme a ti —se rio, recordando aquellos momentos. Volvió a suspirar—. Quiero decir que te amo, estoy perdida y absolutamente enamorado de ti. Amo reír y llorar contigo.  Amo la manera en que hacemos equipo, y amo los días a tu lado. Tashi, no estoy interesado en un futuro en el que tú no estés. 

Metió la mano en el bolsillo de su pantalón y sacó un discreto pero precioso anillo. 

—Tashi, me preguntaba si tú también sentías lo mismo. Me gustaría saber si tú querrías compartir más de tus días conmigo. Ser compañeros de vida —se aclaró la garganta, pues la voz se le quebraba—. Cielo, esta es una de las preguntas más importantes en mi vida. ¿Te casarías conmigo? 

No pude contener las lágrimas. Caían por mis mejillas una tras otra, pero no eran amargas. Eran lágrimas de pura felicidad. —¡Claro que sí! Si quiero casarme contigo —me tiré a sus brazos—. Te amo Tae, para siempre. 

Me sonrío y me abrazó tan fuerte que casi sentí que nos fundíamos en uno solo, tomó después mi rostro entre sus manos y chocó tiernamente su nariz con la mía. Luego él, aun hincado, colocó el hermoso anillo en mi dedo anular. La promesa de su eterno amor descansaba en mi mano y muy profundo en mi pecho. 

Nos dimos un momento para asimilarlo todo. El hambre se había ido. Mi cabeza descansaba en su pecho y Tae no paraba de dejar besos en mi cabeza. Había un silencio mágico alrededor, no hacían falta palabras para expresar lo bien que nos sentíamos. Estábamos atrapados dentro de un extraño trance. 

Vi luego que miró su reloj de mano y se incorporó asustado. —¡No les avisé! —se reprendió a sí mismo. 

—¿A quiénes? —pregunté confundida. 

—A todos. .  .

—¿Ellos sabían de esto? 

Tae asintió. —Fueron cómplices. Me hicieron prometer que les haría saber tu respuesta enseguida. . .  Aunque estoy seguro de que Nara te hará repetirle todo una y otra vez, apenas lleguemos a casa. 

Me reí. —¿Alguno pensaba que te diría que no? 

—Jimin estaba listo para cualquier cosa —bromeó—. Yoongi dijo que esperaba que fueras lo suficientemente inteligente como para buscar algo mejor.

—¡Yoongi! —me quejé y ambos reímos—. Tae, me casaría contigo hoy mismo de ser posible. 

Me quedé observándolo por un momento antes de que él volviera a acercarse a mí para besarme de nuevo. 

—Estaba pensando en cómo pedirle tu mano a tu padre, creo que lo mejor es que viajemos a. . . 

—Tae. . . —lo interrumpí mientras la cabeza me daba vueltas con aquella idea que ahora ya no podía irse. 

—¿Sí, cielo? —me miró confundido—. ¿Te parece muy pronto? ¿Quieres que . . . ? 

—T-Tae —volví a interrumpirle—.  Sé que puede sonarte absurdo, pero . . . , yo. . eh —me aclaré un poco la garganta—. . . CASÉMONOS HOY —solté. 

Taehyung parecía anonadado. —¿Hoy? 

Sonreí, un poco más segura de mi proposición. —Sí, esta noche. Hoy mismo. 

—P-pero, ¿y tu padre? ¿los preparativos? —me preguntó—. Sé lo que piensas al respecto, pero supuse que al menos querrías una pequeña celebración. 

—No necesito todo eso para casarme contigo —respondí—. Quieres ser mi esposo, quiero ser tu esposa, y nuestros amigos y tus padres están con nosotros aquí. Así que, ¿qué nos detiene? Ya le avisaremos a mi padre después. 

Taehyung sonrió. —Supongo que tienes razón, nada nos lo impide hacerlo hoy mismo. 

Ambos suspiramos emocionados y nerviosos con lo que aquello significaba. Estaba segura que esa noticia iba a sorprenderles a todos, pero sin dudar nos ayudarían a llevarlo a cabo. 

—Tashi . . .—Tae tomó mi mano—. Cásate conmigo hoy. 

—Sí Tae —sonreí—. Voy a casarme contigo hoy. 





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