Smoke My Soul & Breathe

La única sensación que jamás espero sentir tan real en su vida por parte de una persona, nunca creyó que en minutos de conocerla pudiera saber tanto para solo quererlo para él, sonaba egoísta pero no, podía reconocer los movimientos del enamoramiento aunque no le creyeran y no lo decía por ser totalmente inexperto en ese tema porque no fue así y menos por el sexo opuesto, tan opuesto que atraía y no le alejaba del absoluto deseo.

Aunque no lo imaginaba luego sintió esa compañía tan diferente a como se era planeado desde el principio, tan diferente que muchos de los toques eran captados por largas miradas que su compañero luego rompía para no dejarse totalmente descubierto. Tampoco quería arruinar lo que tenía y no quería obligarlo a nada, por eso poco a poco abandonaba esos pensamientos y se centraba en otra cosa que distrajera su mente, el humo del tabaco que se esparcía por la habitación al estar solo donde solo su atacante mente lo dejara perdido.

Al final de ese caso que casi lo lleva a la muerte el cual fue salvado por el médico, se descubrieron muchos pensamientos que no hablaron nunca, no había más misterios por resolver y eso solo lo hacía quedarse en el apartamento de Baker Street todos los días por horas completas, después de todo no había ni un solo motivo el porqué salir y recibir el brillo de sol, lamentablemente nadie aceptaba que se quedará en ese estado, con su aspecto desarreglado desayunando cualquier sustancia tóxica que una preferible comida sutil disparando a la pared o tocar el violín de una manera libre.

Se suponía que el Doctor John Watson y su prometida Mary Morstan tendrían su boda de compromiso pronto.

¿Como no iba a aceptar ser el padrino? Su amigo le tenía esperanza a que estuviera en el día más esperado, no tuvo el simple sentimiento de felicitarlo y por eso se desató una pequeña discusión el cuál el ex soldado dejo por terminada la conversación al abandonar el apartamento del detective.

Trataba de no pensar en aquello, el Doctor solo venía a visitarlo para saber de su estado muy pocas veces pero aún así quería que estuviera ese día, tenía claro que seguían siendo compañeros, como hermanos y aún así pelearán no podía abandonarlo, al final del día siempre le preocupaba su bienestar.

Su perro Gladstone era una de las razones por lo que iba de visita, notaba que este había tomado un cariño hacia el detective y era extraño imaginarlo cuando esté solo experimentaba con él, o eso creía. Sherlock Holmes podía ser insoportable pero tenía una actitud muy pequeña que no demostraba mucho y era el de simplemente ser cariñoso con los seres que más amaba pero nunca esa esencia salía a la luz, exactamente su fiel compañero era el que lo veía con esos ojos de una manera especial y que sólo disfrutaba cuando esté actuaba sereno sentado en el suelo acariciando la cabeza de su perro buscando cariño.

Para ambos de solo pensar cómo era su vida hace años, ellos dos juntos viviendo en Baker Street resolviendo casos y, esas tardes de total calma en el que uno tocaba el violín de una manera armoniosa y el otro solo disfrutaba del sonido sin pronunciar una sola palabra, se daban cuenta que el tiempo pasa, los momentos pasan y todo puede cambiar en un segundo.

—Holmes. —Cerró la puerta nombrando a su compañero.

Observó alrededor del apartamento, un poco con desorden el cual no esperaba que se extendiera pero así era él, lo encontró en el suelo durmiendo, no le sorprendía, se acercó y agachó.

—Holmes. —Repite en voz alta para que lo escuchará.

Abrió sus ojos despertando inmediatamente, la luz del sol alumbraba el día y hacía que las ventanas de aquel apartamento las recibiera, por lo menos su amigo no estaba a oscuras como pensó que estaría.

—Oh Watson, que sorpresa verlo. —El doctor se levantó y extendió la mano al recién despertado para ayudarlo a levantarse.

—¿Que has estado haciendo últimamente?

—Veo que la señora Hudson ha estado hablando con usted.

—Solo se preocupa por tu salud y yo por supuesto no dejaré que te mueras por tu cuenta. —Eso hizo sonreír al detective de una manera divertida viendo a su compañero.

—Me encanta su preocupación pero no se ve sometido a nada.

—Soy tu amigo, tu doctor, tu compañero y hasta pienso que la persona que más a fondo te conoce.

Lo miro por unos largos segundos, no sabía exactamente qué pasaba por la cabeza del médico pero pensaba que solo era simple cariño hacia la amistad que tenían, no podría decir que era otra muestra de afecto, lo común era que Sherlock Holmes y el amor nunca iba.

—¿Cuando fue la última vez que comiste algo decente? —El más alto se dirigió hacia el sillón en el que solía sentarse.

—No es importante.

—No puedes seguir así.

—¿Qué estás haciendo aquí? —Podía deducir que era por Gladstone como siempre había sido, pero esta vez le sospechaba que también el motivo por el que vino fue para ver de su salud.

—Gladstone.

—Y también por...

—Y también por ti. —Interrumpió las palabras del detective.

Holmes se acercó a su sillón que estaba junto al doctor donde una pequeña mesa habitaba en medio de ambos, tomó su pipa para empezar a fumar.

—Gladstone está allí. —Señalo con su dedo para luego mirar al doctor. —Sano y salvo.

—Estoy seguro que no del todo. —Se levantó y fue hasta su perro para ver cómo estaba, por suerte respiraba normal, este estaba acostado en el piso.

—¿Cuando mis experimentos han salido mal? —Soltó el humo. —¿Acaso no confías en mí?

Si confía en él, podía ser una persona tan irritante, desesperante y lo que sea que dijeran de él, pero también una persona inteligente y un buen hombre, por supuesto algunos pensamientos durante años respecto al detective se habían formado muy diferente, realmente lo quiere demasiado y cuando vio casi su final junto al profesor Moriarty, le dio mucho miedo perderlo por eso en ese momento actuó con rapidez en salvar a su mejor amigo.

No podía imaginarse su vida sin Sherlock Holmes.

Solo eran ellos dos contra el mundo.

O así fue hasta que conoció a Mary, claro que la amaba y odiaba cuando su cabeza dudaba respecto al amor que daba, pero era definitivo, su matrimonio no se iba a cancelar.

—Tengo que irme. —Le puso la correa a su perro.

—Por supuesto. —Era unas de esas prisas el cual, sabiendo la hora que era se trataba de la comida del medio día, la señorita Morstan había comenzado hacer el almuerzo para el doctor justo cuando el salió de la casa, con un comentario de que volvería en unos segundos trayendo a su perro con él.

—Nos veremos después. —Vio al detective desde la puerta, este solo miraba a la pared, el humo del tabaco ya hacía efecto por la habitación.

Ninguna palabra, cerró la puerta y en segundos se empezó a escuchar el sonido del violín.

En el camino solo rogaba porque el detective dejará esa actitud, cada vez creía que estaba siendo egoísta, ¿Por qué no puede aceptar a Mary? Esa duda siempre le daba dolor de cabeza, a veces pensaba que estaba tomando una actitud muy idiota como solía ser pero para ser sinceros, antes no le molestaba a tal punto de cada vez hablar una discusión resaltaba en palabras claras y precisas.

¿Eres feliz?

No entendía por qué cada vez que visitaba a su amigo esa pregunta salía de su boca como si estuviera disparando a su cabeza con un arma, ¡Era ridículo!

Había llegado y su prometida lo llamo por su nombre para almorzar al comedor, su perro se quedó en la sala y este fue hasta allá donde ya lo esperaba la comida, se sentó.

—¿Y como está? —Preguntó ella.

—Sigue igual, pero cada vez empeora, ya se le pasará.

—Creo que deberías pasar más tiempo con él.

—No Mary. —Sentía ese pesar en las palabras de su prometida. —Él tiene que entender que haré mi vida y no voy a perseguirlo a todas partes.

No dijeron más, Mary trato de alejar esos pensamientos porque una persona como Sherlock Holmes era alguien muy diferente a alguien que haya conocido, nunca sabías que pasaba por su cabeza pero pensaba en todo.

A veces los pensamientos de como fue que se conocieron llegaban a su mente en momentos poco adecuados, jamás olvidaría ese día, después de todo tener un compañero de piso después de lo sucedido era lo que menos imaginaba en su vida, dos hombres solitarios que se encontraron en la vida, muchas aventuras que lo inspiró más allá para escribirlas y tenerlas siempre recordadas.

Sherlock Holmes lo había salvado, y no le importaría cuántas veces se pondría en riesgo para salvarlo también.

¿Estaba reconociendo sus sentimientos muy tarde?

Sentía ese amor como si fuera un familiar muy querido, eso tenía que ser.
¿Pero por qué no le convencía del todo? ¡Realmente está cansado de todo!
Pero más de su mente.

Había estado tocando el violín por largas horas mientras su mente se disparaba a cualquier cosa pero siempre volvía a esa persona, ese nombre.

John Watson.

Su punto de presión más fuerte, el cual era irresistible.

Siempre le dejaba en claro que lo quería como un hermano, ¿Pero hasta donde llega ese amor? ¿Sherlock Holmes sentía amor? Ni siquiera con aquella mujer se había estado cuestionando tanto, su mente no buscaba más que dudas y sentimientos encontrados los cuales eran muy tarde mostrar.

La compañía del Doctor siempre era bienvenida sea como sea, después de todo muchas de sus aventuras eran escritas por él, se había acostumbrado hacer sus casos solo pero no importaba la distancia, él siempre llegaría y por eso confiaba como fuera, se había acostumbrado tanto a su compañero que ir a un caso solo se sentía extraño, hablar solo no le era problema pero le gustaba más cuando esté lo escuchaba y algunas veces decía las palabras que este pensaba.

Es un médico excepcional y una persona rápida al percibir el peligro, claro que era un buen compañero. Extrañaría esas tardes en Baker Street de total calma para ambos, pero así tenía que ser ahora y, para distraer su mente solo experimentaba con cualquier cosa, de esa manera apenas y notaba la ausencia del buen Doctor.

¿Por qué tu amor duele mucho?

Había hecho todo lo posible para que no se fuera de su lado y es que no necesita el amor de una manera que te besen, te diera el placer o algo así por el estilo no, solo si él estaba a su lado era suficiente. De verdad trato pero al parecer, el Doctor nunca lo vería con esos ojos, al final ya era tarde para el tan conocido Sherlock Holmes.

La última vez de una cena con el médico no fue de las mejores, claro la primera vez conociendo a Mary pero no la última viendo su presencia, fue un poco descarado y su amigo se había enojado mucho con él, fue el motivo de unas de sus grandes discusiones.

—Bien hecho amigo. —Desde ahí supo que fuera lo que hiciera, no daría resultados, su compañero se había enamorado y no le podía quitar ese sentimiento.

Esos días pasaban rápido para él pues, la sustancias tóxicas no se iban, muchas veces la casera trataba de enfrentarlo pero no daba resultados, su rutina diaria de café, tabaco y hojas de coca no se desaparecía además de otras sustancias las cuales no eran aptas para comer. Al experimentar las reacciones de dichos químicos en los humanos o animales le hacía seguir de manera que sus días eran una locura, donde descubría muchas cosas y no sentía que fuera un desperdicio.

Su violín nunca faltaba, tocaba a cualquier hora del día y no le importaba lo que los demás le dijeran, su mente no para de trabajar nunca, ni una sola hora, podría pensar en los miles de casos simples que aparecían en los periódicos los cuales no salía del apartamento y ya estaban resueltos en segundos, no faltaba el oficial Clark enviado por el mismo Lestrade de un caso que tenía su misterio resuelto, ¡Aburrido! ¡Siempre aburrido!

El aburrimiento traía disparos a la pared, que resonaban por toda la casa y en ello solo pensaba en su amigo, Irene ya no habitaba en su mente como era antes, poco después entendió que los sentimientos con ella no era exactamente sexual, era como una persona a que le traía más cariño como una amiga y quería pensar que ella también tenía ese sentimiento, pues nunca llegó a creer que realmente trabajará para Moriarty por él.

Al final de cuentas solo era por el profesor, así que si, nunca ha estado en un acto sexual con alguien y era lo que menos le importaba a menos que un día llegué el motivo necesario para hacerlo.

En la noche no evitaba pensar en ellos, haciendo que sea extraño tener a su prometida a su lado en un sueño profundo, ¿Por qué a veces extrañaba la presencia de Sherlock? Sabía que la respuesta era muy fácil y por acostumbrarse, pasaron unos años con mucha adrenalina en sus aventuras, le hacía sentir muy bien escribir de ellas, pero claro a veces los hábitos de su amigo lo molestaba pero al mismo tiempo no le importaba, al conocerlo en un principio se le hizo difícil tener tales hábitos de su compañero diariamente pero a ese punto no le importaba, Sherlock Holmes era tan único y le gustaba completamente como fuera, por eso lo nombraba como el genio dándole problemas, el mejor sea cual sea sus defectos.

¿Estará despierto? Lo mejor es que sí, había pasado ya muchas semanas de que lo haya visto. Se levantó y vistió sin despertar a la rubia, era de madrugada pero sentía unos impulsos para ver cómo estaba su amigo, cuando cerró la puerta del cuarto paso por la sala y se puso su abrigo y sombrero, su perro estaba también despierto.

—Sigues despierto. —Se acercó y acarició su cabeza. —Voy a salir Gladstone.

Su perro hizo unos sonidos y lo calló con un "shh".

—Iré a ver a Sherlock, cuida de la casa. —Se levantó y fue hacia la puerta pero su perro lo siguió dando saltos. —¿Acaso quieres ir?

Hizo un chillido y lo miro con sus ojos suplicando, claro nombró al detective y tuvo esa actitud, había encontrado a su mascota acostada en su cama un poco adormilado y por arte de magia ahora estaba despierto.

—Esta bien tú ganas. —Le puso la correa, rápidamente tomó una hoja y un lapicero escribiéndole una nota a Mary de su salida, puede que considere quedarse unas horas con su compañero, tomó su bastón listo para irse.

Trato de caminar rápido hacia Baker Street, no quedaba tan lejos y le era más fácil saber del estado del detective. Tenía las llaves y abrió silenciosamente tratando de no hacer ruido pero dudaba que alguien estuviera durmiendo pues la melodía del violín estaba presente.

—Doctor Watson. —Apareció la casera por una puerta.

—Señora Hudson, ¿Como está?

—Muy agradecida porque haya venido, cielo santo hay vecinos quejándose y yo trato de dormir por el sonido del violín. —A veces las melodías podían ser suaves que daban ganas de dormir y las fuertes con las que nadie podía dormir.

—No se preocupe, hablaré con él.

—¿Se quedará?

—En la tarde me iré.

—Muy bien, en unas horas lo veo.

Subió las escaleras hasta la puerta del apartamento de su amigo, vio la hora, dos de la mañana.

Abrió la puerta y su perro entró rápidamente haciendo arrastrar la correa, cuando cerró la puerta vio a su perro pararse en dos patas para apoyarse en las piernas del castaño, este estaba mirando hacia la ventana de pie tocando el violín en la típica posición.

—Gladstone. —Nombró, viendo hacia abajo dejando de tocar el violín, luego volteó viendo al Doctor. —Watson.

—Holmes.

—No pensé que lo vería a estas horas. —Dejo el violín en el sillón junto al arco.

—¿No crees que es muy tarde para tocar el violín?

—Si no te has dado cuenta estoy a punto de descubrir la diferencia de toque suaves y toques de fuerza, mira como mi violín ha cambiado sutilmente. —Habló acercándose, el otro saco un suspiro.

—¿Has dormido?

—Hay mucho por hacer.

—Horas de paz.

—No por ahora.

—Estoy sospechando que ha pasado una semana de que no has dormido.

—¡Muy buena deducción! —Exclamó feliz. —Pero esperaba un poco más.

—Si que te extrañe.

—Yo apenas y noto tu ausencia amigo mío.

—Claro, vas a dormir y no es una pregunta. —Se agachó para quitarle la correa a su perro.

—Como te dije estoy en una investigación... —El doctor solo apagaba las luces y organizaba un poco para dejar al detective en su cama. —Esto puede ser uno de los descubrimientos más importantes de la historia, la sociedad, imagina como esto puede ser igual en cualquier ser vivo, sentir emociones y cambios físicos al instante de unos cuántos toques.

A veces se preguntaba de donde sacaba tantos pensamientos, siempre curioso y estaba dispuesto a escucharlo pero por ahora, quería que durmiera, el no dormir puede afectar mucho la cabeza y el físico, traer problemas en un futuro.

—Los toques suaves hace que sea más accesible como estuviera en esos instantes, si para un objeto que no muestran señales de sentir vida cambia su estado, podemos decir que los humanos pueden experimentar estos toques depende la situación sean fuertes o suaves y de muchas maneras. —Se había quitado su abrigo y sombrero, luego se acercó al detective y tomó su mano con la suya.

—Interesante. —El castaño no dijo nada, se dejó arrastrar hasta su habitación.

—¿Y tú qué harás? —Pues solo había una cama en ese apartamento y además sillones pequeños, no creía que su amigo hubiera venido para ponerlo a dormir y este se fuera de nuevo.

—Estoy cansado, dormiré a tu lado si no te molesta.

No dijeron más, las luces estaban apagadas y el único que traía cobija era el médico, el detective solo veía la luz de la luna que atravesaba su ventana, ambos se daban la espalda.

¿Por qué John había venido a altas horas de la madrugada para ir a verlo?

¿Se había preocupado por él?

Claro que tenía que ser eso, pero no entendía como sabía que estaba levantado, pues no todas las noches se ponía a practicar violín, aunque algunas veces solo se ponía a pensar en todo lo que fuera útil. Esta semana había estado tocando más el violín desde media noche hasta las cinco de la mañana mientras tomaba más de dos cafés y fumaba su tabaco, en su mente siempre se cruzaba el nombre John Watson para cualquier cosa y era molesto.

No puso resistencia a dormir si es que iba hacerlo pues, sabía que su compañero haría que durmiera como sea pero en estos casos empezaba a sentirse nervioso, no era la primera vez que durmieran juntos claro, empezaba a deducir que el Doctor no podía dormir por su preocupación si es que Sherlock Holmes seguiría vivo o no.

—Sherlock. —Se volteó y descubrió que el médico había estado mirándolo desde hace rato. —¿Por qué no duermes?

—Estoy pensando.

—Trata de no hacerlo. —Vio unos segundos a los ojos azules de su amigo, el color que lo tranquilizaba en segundos por solo la mirada que transmitía.

Unos ojos de cachorro, la combinación del chocolate y la miel en esos ojos de ciervo que encantaba ver. En segundos cerró las ventanas de esos ojos whiskey, sus pestañas notablemente vistas descansando en sus mejillas que no podía dejar de ver.

Disfruto mirarte, cada movimiento, un vicio que tengo.

Pasaron dos minutos donde sintió la respiración tranquila del más pequeño, se encontraba durmiendo profundamente, le puso la cobija por la noche fría que estaba haciendo por unos de los meses más fríos del calendario. Su mano fue hasta su cabello dando suaves toques en formas de caricias.

¿Se estaba equivocando al amor que daba?

¿Y si el amor de su vida era otra persona?

Estaba descubriendo sus sentimientos muy tarde, el cansancio lo venció.

Al despertar lo primero que vio fue la cara tranquila de su compañero todavía durmiendo, no sabía qué hora era pero exactamente sabía que el detective no había dormido por un buen tiempo y ahora este tiempo lo recompensa. Ambos habían tomado la posición de lado cara a cara, el médico tenía su brazo derecha cruzado por debajo de su cabeza de modo que su mano izquierda se posiciona en el brazo del contrario, mientras que el investigador tenía su brazo derecho estirado completamente normal y su mano izquierda por encima del brazo izquierdo del Doctor de modo que estaba encima del codo.

Cerró sus ojos de nuevo y trato de pensar más no quedarse dormido porque aunque no lo admitiera en voz alta, haría cualquier cosa por tan primorosa por estar siempre aquí.

Sentía que había descansado muy bien, es decir en modo que estuvo siempre cómodo, sentía una presión suave en su brazo y al abrir los ojos vio que se trataba de su amigo, nunca le gustó los toques excesivos pero John al final de cuentas siempre era especial y no le molestaba que esos toques fueran por parte suyas.

Se estaba dando cuenta, eso tenía que ser, no esperaba encontrarlo por la mañana a su lado todavía durmiendo.

Se movió un poco y sintió como el otro apretó el agarre pero después lo suavizó, abrió sus ojos y pudieron conectar sus miradas por breves segundos hasta que el detective habló.

—No pensé verte en la mañana. —Vio como su compañero dudó unos segundos pero respondió enseguida.

—Quería asegurarme de que descansarás bien.

—Jmm. —Respondió cortamente para levantarse de la cama y salir de la habitación.

Seguidamente también se levantó y salió de la habitación, Gladstone se acercó e hizo unos sonidos, tenía hambre, por eso busco en la sala de su compañero la comida para el perro, como algunas veces Gladstone se quedaba aquí pues era claro que tuviera aquí la comida. Cuando la encontró lo dejo servido y el animal fue deprisa a su plato.

Escuchó unos sonidos provenientes del baño, como si alguien estuviera bañándose, Sherlock Holmes no era una persona que cuidaba de su imagen así como su higiene y le pareció muy extraño, pero lo dejo pasar. Se escuchó unos golpes en la puerta y fue abrir.

—Buenos días Doctor Watson.

—Buenos días señora Hudson.

—Aquí le traigo el desayuno completo de ambos, y té acompañados de galletas si el señor Holmes no va a comer demasiado. —Dio una sonrisa corta, la casera ya los conocía a ambos muy bien, el toque de las galletas con el té era demasiado por Sherlock porque este no se comía un desayuno completo como él lo hacía.

—Muchas gracias.

Cuando la casera se retiró dejo la bandeja en la pequeña mesa, luego fue hacía las ventanas y abrió las cortinas dando el paso a la luz del día, ocho y cuarto de la mañana exactamente. Vio como el castaño salía del baño ya vestido y organizado, la típica camisa blanca y los pantalones negros dejando descolgados los tirantes.

—La señora Hudson trajo el té y tus galletas favoritas.

—Excelente, pero veo dos platos con desayunos completos, con las galletas estoy apenas.

—Trajo otro por si esta vez cambias de opinión, pero veo que no.

—Acertado. —El más alto fue hasta el baño luego su mirada se dirigió hasta Gladstone el cual comía con mucho placer de su comida.

Podía decir que el deseo de bañarse fue voluntario además de que sabía que el Doctor iba a decir algo respecto a eso, aún así sospechaba que se fuera esta tarde pero también sentía que su prometida vendría en unas horas en cambio, con alguna noticia.

Claramente había dejado una nota y ella lo leería comprendiendo el asunto por el momento, de esto puede salir dos cosas el médico va o ella viene, la última le daba más esperanza.

Ahora ambos se encontraban comiendo, el médico el desayuno completo acompañado del té y el detective comía las galletas pero tomaba más el té, en algunos momentos hablaban de cualquier cosa.

—¿Es Noviembre? —Preguntó llevándose otra galleta a la boca.

—Si Holmes, primero de Noviembre.

—Extraordinario, esta vez solo paso un mes de tu última visita. —El de ojos azules le dio una mirada sería.

—También sería dos meses que no sales del apartamento.

—Y seis meses de nuestro último caso. —Señalo comiendo tranquilamente mirando a otro lado, el contrario solo saco un suspiro.

—¿Ya buscaste otro caso en que puedas trabajar?

—Elemental mi querido Watson, ninguno es merecedor de mi valioso tiempo.

—¿En serio? —Terminó el último bocado de su plato para dejarlo en la bandeja y fue por las cartas que le mandaban. —Veamos... Un hombre perdió a su madre y cree que la secuestraron.

—Ella se cansó de él y se tomó unas largas vacaciones en las bellas playas de Mersea Island.

—Aquí hay otro, un hombre dice que su esposa desapareció.

—Ella salió del país junto a su mejor amigo, lo cual... Lo ha estado engañado desde que el hombre le presento a su mejor amigo y ella cayó enamorada de él haciendo que den su plan al salir de Inglaterra.

—¿De verdad?

—Ella le enviará una carta en unos tres días explicando lo sucedido.

—Muy bien, que tal este; Una señora perdió su anillo de compromiso en unos de los carruajes de una compañera de trabajo muy querida y cree que la robaron a propósito.

—Simplemente se perdió el anillo y su compañera no sabe nada de donde podría estar, no en los carruajes y ha tratado de explicar cientos de veces a la policía que ella no ha robado nada por la demanda de la otra.

—¡Bien! —Dejo las cartas en la mesa. —No tienes planes hoy.

—¡Hoy va a ver una ópera! —Exclamó feliz terminando sus galletas. —¿Te interesa?

—Tengo que volver con Mary.

—¿En serio?

—Si, le dejé una carta y le dije que volvería. —Ahí estaba.

—Mmm bueno... —Dijo dudoso, luego escuchó unos golpes en la puerta.

—Doctor Watson, la señorita Mary Morstan lo espera abajo, dice que solicita su presencia urgentemente. —Habló la casera, ya habían terminado la comida y bebida.

—Claro, en unos minutos bajo. —Se llevo la bandeja y se retiró, en cambio el Doctor dio una mirada a su amigo el cual tenía las manos juntas apoyando su mentón.

Se levantó del sillón y salió para ver a su prometida el cual exactamente estaba esperando en el primer piso.

—Mary, ¿Cómo estás? —Se dieron un beso rápido. —Lamento lo de anoche, quería asegurarme de que estuviera bien.

—Esta bien. —Saco un suspiro. —Unos familiares llamaron esta mañana, va a ver una reunión familiar al parecer y dijeron que tenía que ir, es importante.

—Claro, ¿Voy contigo? —La rubia sonrió, se sentía afortunada por tener un hombre como John Watson.

—Descuida, estaré bien, mi familia se toma muy enserio sus reuniones y lo mejor es que no llegue con sorpresas.

—Por supuesto, tienes razón.

—Volveré en una semana.

—Muy bien, estaré esperando a que vuelvas entonces. —Ella se acercó y ambos se abrazaron para después besar sus labios.

Cuando ya se despidieron ahora sabía que su prometida estará fuera de la ciudad unos días, mientras que urgentemente no tenía que trabajar, eso lleva a que Sherlock seguro iba a deducir el porqué de su visita tan larga.

Espera.

¿Se estaba alegrando de que Mary se haya ido por unos días para estar con Sherlock?

¡Claro que no! ¡Ama a su prometida! De igual manera, tal vez aprovechar estos días para estar con su amigo sea lo mejor para tratar de "arreglar" su relación, su equipo, de verdad desea que cuando ya esté casado; Sherlock siga a su lado, todo puede cambiar con el matrimonio pero esa amistad no tiene porqué romperse.

Pasaron unos minutos que fueron muy rápidos para él, se había quedado quieto en su lugar pensando, no duró mucho cuando sintió los pasos de su amigo el cual cerró la puerta.

—¿Salió de la ciudad por una reunión familiar? —Habló el detective.

—¿Como lo...? —Lo interrumpió.

—Una urgencia puede verse de varias formas en este caso, una mujer no persigue a su prometido por algo muy común pero si se trata de la familia la rapidez siempre será primero, ahora, volviste porque era familiar; lo cual es muy simple porque en las reuniones no es común conocer a los prometidos y por eso ella vino hasta aquí para despedirse, recordemos que era urgente claro que no iba a esperar.

—Es exacto. —Se acercó a su sillón y se sentó tomando el periódico con sus manos para empezar a leer.

—Entonces, ¿Te gustaría venir esta noche a la ópera? —Preguntó. —Podré conseguirnos entradas.

—Esta bien, como digas. —Respondió sin pensarlo.

—¡Así se habla! —Tomó su pipa de la mesa donde empezó a fumar. —A las siete comienza.

Gladstone había estado acostado desde hace un rato, pero se acercó al par donde empezó hacer ruidos.

—Al parecer alguien quiere ir a pasear. —El Doctor dejo el periódico a un lado. —Vamos amigo.

Se levantó y puso la correa a su perro, este empezó a ladrar emocionado, fue por su abrigo y sombrero.

—¿Por qué no vienes Holmes?

—Jmm. —Comentó rodando los ojos, en forma de queja.

—¡Dios santo! —Exclamó casi enojado pero no del todo, hay que tener una gran paciencia para sobrellevar a Sherlock Holmes. —¡Tienes que recibir la luz del sol!

—¿En noviembre?

—No todos los días de noviembre llueven, salgamos a caminar.

—No me interesa lo que haya afuera.

—Holmes.

—Watson.

—¿No quieres acompañarnos? ¿Ni siquiera por Gladstone?

Ahora aquí es donde debatía, por supuesto que le encantaría salir a caminar con su compañero, haría cualquier cosa por él, pero lo difícil de la situación era que se daba cuenta que se hace mucho daño en sentido que no quiere sentir que John Watson estará para siempre, odiaba esa sensación, antes era solo contra el mundo, nunca pensó que alguien llegaría a su vida para cambiar de una manera más estable.

—¿Y bien?

—Iré por mi abrigo.

Ahora ambos hombres caminaban hacia el parque, lo único que hacían era hablar de cualquier cosa donde solo se enfocaban en el ahora, ambos sentían que no debían arruinarlo atrayendo otra discusión que al final no sirve de nada, pero poco a poco los pensamientos de ambos se devuelven al lugar de donde vinieron sus sentimientos por tal vez... Querer esa oportunidad que no aprovecharon en un principio.

Estaba haciendo un buen día, ni tan frío ni tan caluroso, mientras caminaban en el parque; Gladstone solo olía el suelo y buscaba un buen lugar.

Si pudiera congelar esos momentos donde el de mirada azul reía por sus chistes o simplemente sacaba una sonrisa, guardaría cada imagen en una caja de cristal.

Había olvidado esos pequeños momentos donde no discutían y simplemente la conversación fluía muy cómodamente, le encantaba escuchar siempre su voz y en vez de que estás conversaciones ayuden a mejorar su amistad lo que más le daba ganas era reforzarla, quería algo más pero era imposible a este punto de su vida.

Amaba a Sherlock Holmes.

Y solo lo tenía guardado para él, ese secreto, quiere que sea así. Además de que en estos años es un acto inaceptable estar con el mismo sexo solo lo complicaba más, aunque si fuera a suceder, trataría de mantenerlo muy bien oculto y si morir de esa manera junto al detective era lo que lograba al final pues lo haría.

—Y por supuesto, tener que ver esos casos donde la gente me escribe para buscar a su perro perdido o algo por el estilo es absurdo, al final ni siquiera su mascota estaba perdida.

—¿Entonces esa mujer no había perdido a su perro?

—¡Estaba ebria! —Exclamó. —Claro que no, eso hizo que me diera un dolor de cabeza no podía deshacerme de ella.

—La gente a veces es muy peculiar, algunas veces mis pacientes se crean muchos cuentos en su cabeza algo así como remedios caseros que no muchas veces son ciertos pero igual otros no funcionan.

Ambos soltaron una risa, ¿Por qué la risa del detective le encantaba?

—En este mundo uno se encuentra de todo tipo de persona y existe tantas cosas que no se han descubierto del todo. —Comentó el más bajo.

—Exactamente.

Estuvieron unas horas en el parque hasta que se devolvieron al apartamento para dejar a Gladstone, luego pidieron un carruaje para el almuerzo y obviamente fue por un poco de insistencia por John pero aún así acepto, durante el tiempo en el restaurante solo hablaban por momentos, el médico no pensaba que su amigo fuera a comer pero fue un milagro no haberle obligado.

Llegada la noche donde ya ambos estaban con sacos y de mejor vestimenta tomaron otro carruaje para ir al teatro donde presentarían la obra de Don Giovanni.

Había un silencio cómodo en el camino, el de ojos marrones solo observaba a cualquier punto y su compañero miraba por la ventana del carruaje las calles de noche, podía observar también que había un cielo con nubes grises aún no cayera la luna, el cual significaba que iba a llover pronto o en una horas. En su mente repasaba todas esas veces que había estado con su compañero y no podía evitarlo, siempre se hería solo.

Si este día lo había pasado totalmente desprevenido, es decir, no pensaba que iba a estar todo el día con su amigo. Bah, era tonto, sabía que con el detective nunca se sabía que podía pasar, lejos de molestarle la compañía de aquel hombre que le ha estado cuestionando muchas cosas en su cabeza, no creía posible que estuvieran ambos muy en paz durante horas.

Cuando llegaron a su destino bajaron del carruaje tuvieron que hacer una corta fila, pues por el clima la gente no salía para que la lluvía no los tomara desprevenidos. Había conseguido entradas para estar en el segundo piso del teatro, dos sillas separadas de los demás puestos.

Se sentaron y esperaron, a que comenzarán las cuatro horas de entretenimiento.

—Ha pasado un buen tiempo en que no he ido a una obra. —Habla el médico.

—También yo.

—Ahora que lo pienso, fue hace seis meses.

—Exacto, en nuestro último caso. —Recuerda el investigador, el cual miraba a su compañero.

Lo volteó a mirar, recordando muy bien de aquel, en su mente parecía muy lejano pero solo fueron seis meses, además que era una equivocación y solo era un juego de Moriarty.

Le hacía muy mal recordar como casi perdía a su compañero dos veces en ese caso.

—Es difícil para mí recordar sobre ese caso. —Y sabía porque, no insistió, porque a veces pensaba que hubiera pasado sino llegaba al tren a tiempo o también... Arriesgarse a la muerte con el profesor para que su compañero estuviera con vida.

Quiero darte un beso, perder contigo mi tiempo, guardar tus secretos, cuidar tus momentos. Abrazarte, esperarte, adorarte, tenerte paciencia, tu locura es mi ciencia.

—John...

—Sherlock.

Fueron interrumpidos por el sonido de la música, donde dejaron de mirarse para centrarse en lo que tenían al frente.

Durante la presentación solo miraban la obra normalmente pero no tan concentrados como quisieran. Sherlock se preguntaba, ¿Que estás haciendo John Watson? Y es que el asunto era totalmente difícil, claro que iba decirle algunas cosas que jamás pensó decirle, pero se arrepintió, no podía.

Amaba a John Watson.

Veía como su compañero se veía algo inquietante, aunque demostraba no estarlo observó cómo sus dedos daban golpes en la silla de manera sincronizada, segundos después el detective soltó un suspiro y dejó su mano quieta, el más alto acercó su mano al del detective para entrelazar sus manos.

Toques.

Toques que pueden cambiar el estado.

Miraron de manera relajada la obra y cuando pasaron las cuatro horas solo salieron del lugar para ir hacia el carruaje donde el conductor los esperaba, este era mandado por su hermano Mycroft y por eso el lujo, de todas maneras, él sabía los sentimientos del detective.

—Fue muy entretenida. —Opinó el de mirada azul mirando al de ojos Whiskey.

—Exquisita, Wolfgang Amadeus Mozart y Lorenzo Da Ponte crearon una obra muy bien planeada, en 1787 debió ser un golpe extraordinario en el teatro Estatal en Praga.

—¿Y como surgió?

—Un drama jocoso en dos actos con música de Mozart y libreto italiano por Da Ponte basado en el libreto original El librador de Sevilla y convidado de piedra de Tirso Molina.

—Impresionante, ¿Cual fue su lugar de estreno?

—Stavovské Divadlo.

Sonrió mirando hacía la ventana, cuando Sherlock Holmes tenía la oportunidad de lucirse lo hacía, y había descubierto hace unos años que lo hacía por él, desde que se conocieron había sido así, no iba a negar que muchas veces lo sorprendía por cada cosa que sabía.

Algunos días pasaron y todo era tranquilo, excepto que el detective no cambiaba su actitud, a veces salía del apartamento a veces no, a veces comía las comidas del día a veces no, a veces se preocupaba de su higiene a veces no, a veces tocaba el violín y fumaba a veces no, al final de cuentas así eran sus días antes de conocer a Mary, muy normales.

Hasta ese punto no había casos interesantes a los que pudieran entrar, así que solo pasaban el tiempo. El día que se fue su prometida había sido hace cinco días, volvería para el Domingo y aunque pensó que está semana solo leería unos de los tantos libros que había en su casa, no fue así; estuvo trabajando en unos tres días de la semana y solo pasaba hablando con Sherlock escuchando unos de sus experimentos.

Viernes en la noche donde el detective había comenzado a tocar desde hace una hora, mientras que él leía el periódico y tomaba té, Gladstone solo estaba acostado en el suelo al lado de la chimenea, estaba haciendo mucho frío.

—Watson. —Escuchó como dejo de tocar el violín. —Estuve pensando sobre Moriarty.

—¿Qué pasa con él?

—No puede estar muerto.

—¿Por qué crees eso?

—El tiene una mente brillante que claro, puede compararse a la mía.

—¿Qué estás tratando de decir?

—Si estuviera en el borde de la muerte yo hubiera tenido un plan.

—No encontraron el cuerpo pero este se pudo haber perdido.

—No está perdido, debe estar escondiéndose entre las sombras. —Tenía que decirle la verdad, el Doctor pensaba que este no hacía mucho durante meses, pero claro trataba de encontrar alguna pista, ¿Y como hacía eso? Sebastian Moran. —Recuerdas a Sebastian Moran.

—Claro que lo recuerdo.

—En algunos casos ponerse al riesgo para saber la verdad es necesario, como siempre he dicho, es necesario un sacrificio para el bien mayor.

—¿Has estado conversando con él? —De repente dejo el periódico a un lado y se levantó de su sillón para acercarse al detective.

—Es necesario, así podré saber más de Moriarty.

—¿Que has descubierto?

—Ha estado planeando algo muy grande durante meses.

—¿Estamos muy lejos?

—Bastante, por ahora no se puede hacer mucho. El coronel Moran puede ser muy inapropiado pero si así sabré más de Moriarty, debo seguir en contacto.

—¿Como que inapropiado? —Cruzó sus brazos viendo seriamente al detective, si era lo que pensaba iba a matarlo con sus propias manos.

El asunto se había ido de sus manos, para ser más concretos ese mismo día mientras el Doctor trabaja tuvo que ver al coronel en su sitio discreto donde no hubiera personas y se supo más o menos lo que el profesor Moriarty planeaba, desde ya hace un tiempo tenía las sospechas de que este no había muerto y lo confirmo, pero algo que no espero fue que el coronel se le insinuaba en sus encuentros, lo paraba yéndose enseguida con una formal despedida.

—Insinuaciones, ya sabes cómo son las personas.

¿Sentía celos? No tenía nada con el detective pero le enojaba imaginarlos en esa situación, no podía permitir que se estuvieran viendo.

—No pueden seguir viéndose.

—Tengo que hacerlo.

—¡Te has estado poniendo en peligro todo este tiempo!

—¡Ya te dije que es necesario!

—No voy a dejar que lo sigas viendo.

—¿Que es lo que realmente te inquieta? —Ya sabía que podía hacer, pero no creía que se pusiera en esa posición.

—Tu vida, esto puede ser una trampa y sigues el hilo de esta.

—Esto es un juego del gato y del ratón, claro que es una trampa pero, ¿Por quien me tomas? ¡Por supuesto que se lo que el profesor quiere!

—No quiero que te sigas viendo con el coronel.

—Tú tienes tus ocupaciones y yo las mías, te preocupas por realizar tus nupcias y yo por mi trabajo.

—Ahora quieres meter a Mary en esto, fantástico.

—Tú sabes lo que pienso, ahora te preocupas por lo que hago, ¿Que fue lo que te puso a la defensiva?

—Tienes razón, no me importa, haz lo que quieras entonces.

El Doctor dio media vuelta para volver a su sillón y tratar de calmar su mente, estaban tan bien hasta que empezó hablar de Moriarty, echándole a perder todo.

—John. —No respondió nada, solo miraba el periódico. —Se lo que te enoja y solo te diré que tú eres el único que debe actuar.

—¿Qué dices? —Se volvió a levantar acercándose hacia él.

—Es exacto, ¿Por qué no me lo dices directamente? —Se empezó a escuchar un ruido de lluvia.

—¿Qué me tienes traumado?

—No de esa manera, se que estas cansado y yo lo estoy también.

—¿De tus locuras?

—¿Eres feliz?

—Si, lo soy.

—¿Tanto como en estos meses que pasaron o como en esta semana?

—¿Estas cuestionando mi boda de compromiso?

—¿Eres feliz?

—¡Deja de preguntar eso!

—¡Tú no quieres esta nueva vida lo sé!

—¡Si amo a Mary!

—Pero no de la manera que tú quisieras, no de la manera que ella desea.

—Estoy cansado de todo esto. —Iba a llegar el momento en el que se iba a retractar de sus actos y todo por él porque era cierto, quería estar con Sherlock.

—Solo dime la verdad, porque yo sí lo acepto, no quiero que te vayas de mi lado. —Se acercó un poco más.

—¿Que quieres que te diga? ¿Qué desde el día que te conocí te he deseado? —Preguntó. —Tú dejaste en mí un deseo que no puedo controlar.

—Para mi ya es tarde, pero no para ti. —Comentó alejándose un poco y dió media vuelta, el más alto se apresuró en agarrar el brazo del más bajo jalando hacia él.

—Tienes razón. —Dijo dando una mirada que para el detective era letal, irresistible.

En poco tiempo el Doctor había puesto su otra mano en el cuello del otro para besarlo y luego subir su mano hacia la mejilla, ambos habían cerrado sus ojos. Movieron sus labios por largo tiempo queriendo sentir y probar más del otro donde el detective no evitaba sacar jadeos y el más alto aprovechaba esos pequeños momentos para lamer y succionar los labios del más pequeño.

En una fría lluvia de noviembre en el 221B de Baker Street, el vaso había derramado su última gota dando rienda suelta a los deseos de dos hombres con solo probar sus labios y estar juntos, los cuales habían deseado tanto, la sociedad no estaba preparada pero ellos si y no querían detener su amor.

El de ojos miel sintió cuando su compañero soltó su brazo en donde le tenía agarrado, su otra mano tampoco estaba en su mejilla, ambas ahora estaban en su cintura, ahora las manos del más bajo se posicionaron en los hombros del contrario.

Ambos se separaron donde el Doctor fue el primero en abrir los ojos y segundos después el detective.

—John...

—No tengo por qué alejarme de ti.

—Estoy asustado, no puedo hacer esto después de todo.

—Lo sé, también estoy de ese modo, pero no tenemos porque pensar en los demás, piensa en mí y haré lo mismo por ti.

—Todo el tiempo lo hago. —Volvió acercarse para alcanzar sus labios.

—Siempre deseé estos momentos, me vuelves loco y necesito más. —Pronunció el médico ahora besando su cuello.

—Estoy de acuerdo... Contigo.

Ahora estaban en la cama del detective con ambas camisas blancas desabotonadas. Amaba tener al detective debajo suyo, tocando su piel desnuda y besando su cuello, probando cada parte de su cuerpo, escuchar sus cortos gemidos, no iba a mentir, amaba todo de él.

Con el tiempo entendió que estaba formándose sentimientos por el Doctor, así que algunas veces por su cabeza se veía tentador probar sus labios; al final pasó lo que creía, se había enamorado de John Watson, su familiaridad, su hermandad, su amistad, su compañerismo, era más que eso porque ambos se deseaban de otra manera.

—John. —Nombró este todavía sintiendo los suaves besos en su pecho haciendo que cerrará sus ojos y sacara un suspiro bajito, arqueando un poco su espalda, tenía sus manos a cada lado de su cabeza el cual el otro lo agarraba con sus manos.—Quédate conmigo.

Dejó los besos de esa parte para mirarlo, el detective dejando de sentir esos toques abrió sus ojos para encontrarse con la mirada azul de su acompañante.

—Si tú te vas al mismo infierno, yo iré contigo.

Volvió a sus labios los cuales fueron correspondidos al besar apasionadamente y estos haciendo sonidos demostrando el placer.

Aunque esto le estuviera gustando seguía estando nervioso, jamás había experimentado algo así y nunca pensó que la primera vez fuera con alguien que amará tanto, Sherlock Holmes era todo un misterio como sus más difíciles casos que de cierto modo no se logra comprender.

Sintió cuando las manos del médico fueron abajo de sus brazos apoyándose en el colchón; tomó esta ventaja para apartarlo un poco y separarlos del beso, abrieron sus ojos.

Pudo contemplar como esos ojos de cachorro lo veían con ilusión, esos ojos que demuestran la tierra y tesoros enterrados en ellos, con unos divinos brillos que resaltaban el oro y piedras mas preciosas del mundo, el chocolate, la miel y el whiskey más puros.

Veía el océano con su mirada, la calma del sonido del mar, el cielo reflejado en ellos, le hacía acordar a sus tiempos más felices de total tranquilidad con el agua chocando entre sí, el brillo de la transparencia con sus recuerdos más profundos del momento en que sus miradas se encontraron por primera vez.

El Doctor se acercó para dejar besos en su mejilla derecha donde el otro solo respondió con un "mmm" y cerrando sus ojos, abrazando alrededor del cuello, ambos sintiendo la respiración del otro en su oído.

—Estoy aquí.

—¿Es esto cierto?

—Esto se siente tan real, justo como cuando te conocí... Tan inquietante pero todo eso de ti me conquistó enseguida, tu inteligencia, tus bellos ojos marrones de cachorro, tus gestos, simplemente el gran Sherlock Holmes me tiene a sus pies, no podría alejarme cuando eres todo lo que amo.

—Parece que estoy imaginando, ¿De verdad está pasando?

—Me estás abrazando y puedo sentir tu respiración, tu corazón acelerado, aquí estoy.

—Yo soy solo para ti. —Un corto escalofrío se hizo presente por los toques de los labios a su cuello. —Siempre ha sido así, solo nosotros y se siente muy bien expresarnos, en cada una de nuestras aventuras había un algo que no quería disimular, tu compañía es la que he amado todo este tiempo.

—Me equivoque demasiado, pero aquí estamos y no me iré nunca de tu lado.

—Sigue, por favor... Sigue. —Y una vez más sus labios fueron acariciados de manera deseable, un suave desplazamiento por sus labios dando por resultado querer más sin importar el dolor.

Se separó de su amante, el cual su respiración se hizo un poco más rápida por la pelea de sus bocas, era una manera rápida y sensual haciendo que se sienta el placer. Ya incorporado volvió a besar el abdomen del detective con besos cariñosos, llegada a la parte baja quitó completamente sus pantalones y ropa interior causando que levante sus piernas juntas que ya hacían separadas desde hace un rato, pudo admirar por completo el cuerpo del castaño de nuevo en su posición anterior de piernas separadas.

Se levantó rápidamente de la cama quitando sus pantalones y ropa interior, dando un corto tiempo de admirar su vista, tenía al detective solo para él y era tentador pensar en todo lo que podía hacerle esa noche y que sabía que el otro se iba a entregar completo, es su locura, parecida al alcohol solo que no lo dañaba.

Los besos volvieron y sintió la excitación más la lujuria entrando en su ser por los toques de sus miembros viriles que empezaban a despertar, respirando el deseo que su compañero le daba, como si pudiera fumar su alma, todo era real y le encantaba, no iba a pararlo.

Las caricias iban y venían por su cuerpo, de forma cariñosa haciendo que el encuentro sea puro y no avanzado, conocía bastante al Doctor para saber que también era romántico, su locura se dividía en dos partes que podía considerar su ciencia.

En cambio, sabía la posición de su compañero y que este no podía resistir a algunas cosas, o personas.

En su momento oportuno de tener al detective todo excitado de manera oculta, desplazo su falo a la entrada un poco lento y poder escuchar los gruñidos que intentaba no expresar, cuando estuvo dentro pudo empezar un vaivén que no iba con mucha fuerza, poco a poco los gemidos de la boca del genio no iban fuertes hasta que el dominante empezó a ir más rápido.

—¡Más! ¡Más! ¡John! ¡Ah! —Una lluvia fuerte y con tornados que cubrían lo que sucedía esa noche.

Los gemidos del más pequeño se escuchan fuertemente, suplicando por más, siempre tan masoquista.

Los golpes de ambos cuerpos chocando hacen notar el sudor, y gemidos que salían al borde de la locura, al sentir el placer de manera excitante. Los temblores en las piernas del castaño se notaron pero este los entrelazó en el cuerpo del otro haciendo que las entradas y salidas sean más profundas.

—Eres tan estrecho, tan acogedor, ah. —Suspiro el más alto.

El punto de excitación y frenesí, justo siguió sus movimientos a su próstata; el genio sintiendo como su miembro se levantaba y suplicaba por correrse pero iba a esperar, lo haría junto su compañero.

Sin embargo cuando sintió que el falo ya no estaba dentro suyo gruñó abriendo los ojos, entendió de inmediato que quería su compañero. Se volteó y acomodó muy rápido dejando su trasero levantado y con sus antebrazos apoyados al colchón; para luego sentir como éste lo masajeaba, los separó dejando ver su agujero, a continuación procede a meter sus falanges donde el castaño chilló al sentir estos resbalar con una sustancia viscosa pero que hacía mejor el acceso. Si no estaba equivocado se trataba de la propia saliva del Doctor.

Saco sus dedos y metió todo su miembro en el agujero del detective donde los gritos volvieron en su tono fuerte que demostraba como sería la primera vez, ahora este se apoyaba a su espalda. Sentía las manos del dominante en su pecho y una de ellas se acercaba a su cuello sin presión, luego en su hombro y cuello empezaron las respiraciones, los gemidos roncos que su oído podía escuchar perfectamente.

Se sentía extraño pero le encantaba esas olas de sensaciones que lo estremecía, suplicarle a su amigo de esa manera jamás estuvo planeado, pero aquí estaba.

De nuevo ese punto donde dio todo lo que podía y sentir como éste apretaba su trasero dejando sacar un gruñido, no se detuvo y siguió con las fuertes embestidas. Toques que tenían su ardor y placer, eran únicos para él, jamás había disfrutado tanto como en esos momentos.

Esa noche había pasado muchas cosas que puede tener su significado en la mañana, o tal vez no, aun así al abrir sus ojos pudo ver cómo su cuarto no estaba en total oscuridad, las cortinas hacían su trabajo pero todavía de esa manera se puede saber qué es de día, se sentó en la cama y luego volteó a ver a su compañero que seguía dormido o eso pensaba.

Al intentar levantarse llamó la atención del otro por un quejido, haciendo que se mueva volteando con sus ojos ya abiertos

—¿Sherlock?

—¿Hace cuánto despertaste?

—Unas horas. —Se volvió acostar viendo a su compañero ahora.

Ni relajado, ni estresado, también podía ver como si estuviera ignorando el tema de su prometida, sus ojos estaban más demostrativos, se veía enamorado y completamente seguro de lo que había hecho, lo comprobó cuando esté acarició su brazo por encima de la tela de la camisa, que solo él portaba pues el médico estaba completamente desnudo, donde la cobija los cubrió ambos de la cintura para abajo.

—¿Es esto real? —De nuevo esa pregunta antes de sus actos.

—No estás imaginando. —Aseguro el de mirada azul.

—¿De verdad tu sentimiento es real?

—Te amo Sherlock Holmes. —Aseguró deslizando su mano por su brazo para dar con la mano del detective que entrelazó.

—¿Qué pasará con Mary? —Esto le hizo sacar un suspiro, claro que era consciente de lo que había hecho y no se arrepentía mucho pues, era difícil lo que tenía que hacer, pero es cierto, no amaba a Mary cómo amaba a Sherlock el cuál era mucho más profundo.

—Mañana hablaré con ella y pues tendré que decirle la verdad, que ya no la amo.

—Estas muy seguro entonces, pensé que estarías arrepentido.

—No lo estoy, yo también quiero estar contigo Sherly. —Agregó con cariño acompañado de una leve sonrisa.

—Oh ese apodo, suena mejor viniendo de ti. —Respondió con la misma sonrisa.

—La verdad es que esta semana me hizo apreciar más lo nuestro, volveré y podemos estar juntos por lo menos aquí.

—Claro, lo entiendo. —Estaba más decir que el delito sodomita era algo con lo que tenían que esquivar, no poder demostrar su amor en público, solo en el apartamento.

—¿Vamos a bañarnos Sherly?

—Emmm. —Recordó el no poder levantarse por el dolor. —Mejor ve tú.

—¿No te puedes levantar verdad?

—Esta vez fuiste muy rápido. —Comentó con un leve sonrojo que evitó al mirar al de ojos azul, esto causó que el Doctor riera muy fuerte. —¡Es doloroso!

—¿Aceptas que te cargué como una señorita? —Se levantó y el otro se sentó.

—No, no, voy arrastrándome. —Vio como abría la puerta en señal de que no había nadie y las cortinas tapaban la vista de afuera.

—No seas necio. —Fue hasta él para tomarlo por la espalda y debajo de las piernas con sus manos y brazos.

—¡Espera! —Ya era muy tarde, pues ambos salieron de la habitación en camino hacia el baño.

Dejó al detective en la tina donde abrió la llave para empezar a llenarla, luego fue por la camisa blanca de Sherlock para quitársela. Cerró la puerta y fue hasta la tina para meterse junto a su compañero observando cómo se relajaba con sus ojos cerrados.

—¿Te duele mucho?

—Si estoy totalmente quieto casi no se siente.

—¿Y qué pasa si hago esto? —Movió al de ojos miel para que estuviera frente suyo con un poco de quejas, pero cuando ya estuvo bien acomodado dio un beso en su cabello.

—Eres muy romántico cuando te lo propones, Watson.

—Y tú muy molesto, Sherly. —Volteó su rostro para atrás con una inocente risa donde el otro lo veía con cariño y beso dulcemente sus labios.

Disfrutaron ese día estando en el apartamento hablando de muchas cosas y sobre ellos, tomando té y escuchando la lluvia de afuera que poco a poco pasaban las horas se hacía muy fuerte.

El último día de la semana llegó, habían disfrutado esa noche pero solo con abrazos y contando sus anécdotas de sus aventuras, en la mente de cada uno sabía lo que iba pasar y no podían evitar sentirse nerviosos y hasta tontos por no haber actuado mucho antes, aunque fue mucho mejor no haberse confesado después de la boda de compromiso, la ya cancelada, el cual solo faltaba once días.

El mes de noviembre se distinguía por ser frío, nostálgico y con mucha lluvia, el sentimiento de amar es fuerte y más porque hay verdaderos pulsos que indican el enamoramiento y la sensación de sentirse en el paraíso.

Era difícil mantener una vela en las frías lluvias de noviembre, pero el corazón actúa estando siempre armonioso y prendido por el amor.

Su nombre deriva de Novem, nueve, por haber sido el noveno mes del calendario romano, incluso cuando al año se le agregaron más meses después.

Podía ser frío, pero también uno de los mejores meses en el año por la vibra de alegría en ser el penúltimo. Este mes lo iban a recordar siempre.

Estaban hablando de unos de los experimentos que el detective descubría día a día hasta que la casera entro llamando al Doctor por la llegada de la que era su prometida, ambos se miraron y el investigador solo le dio una señal de comprensión, se levantó y salió del cuarto, bajo las escaleras y ahí estaba pero está vez, ella no hizo nada, no hubo un beso como saludo. Ambos se saludaron cordialmente y vio como la rubia lo miraba desilusionada como si ya supiera que pasaba.

El médico empezó a susurrar lo que pasó entre él y el detective en palabras adecuadas y susurradas, dando un largo comentario con unos cuántos “Lo siento”. Era una buena mujer que no se lo merecía y se hería cada vez que contaba sus verdaderos sentimientos.

—Lo sabía.

—¿En serio?

—Cuando hablabas de Sherlock era muy obvio, siempre resaltando lo mejor de él y como contabas sus días estando juntos en sus aventuras, empecé a pensar que te habías enamorado de él.

—Lo lamento, sé que estuve muy equivocado todo este tiempo.

—Tranquilo John, entiendo todo, los dejaré y no diré nada. No eres una mala persona y Sherlock tampoco.

—Lo que estoy haciendo no está bien, no quise herirte de esta manera.

—Lo sé, pero no te debes preocupar ya por eso. —Saco un suspiro. —Iré a empacar mis cosas.

—Gracias por entenderlo Mary. —Ella solo dio una leve sonrisa tratando de no demostrar tristeza.

Se despidieron por última vez, cuando entró por esa puerta la cerró y se acercó a Sherlock que todavía estaba sentado con sus ojos cerrados y teniendo sus manos juntas.

Al abrir los ojos y verlo pudo observar como su compañero tenía su mirada viendo al suelo, luego paso su mano por su frente como signo de frustración y sacando un suspiro, todos estos actos en señal de sentirse culpable, luego lo miro a él con una mirada de calma y se acercó hacia él; tomó el mentón del detective y se acercó para besarlo cariñosamente en los labios.

Su mano fue por su cabello para dar una caricia apartando un poco el cabello de su frente y luego dieron una larga mirada de cariño.

El más bajo se levantó de su asiento y se acercó al más alto para entrelazar sus brazos por su cuello y acercarlo más, el otro reacciona abrazando su torso y descansando su frente en el hombro de su compañero.

Entendió lo que su amigo sentía y era sentirse insuficiente por la manera de cómo trato a su ex prometida, pero sabía que en unas horas olvidaría lo sucedido, él era muy fuerte.

—Ahora soy solo tuyo. —Susurró.

—Te amo John Watson. —Respondió con cariño.

—Eres todo lo que quiero, Sherlock. —Volvieron al beso lleno de pasión que después no evitaron las sonrisas de felicidad.

Escucharon a su perro saltar y hacer sonidos de felicidad, el detective se agachó para cargarlo, el médico los abrazó a ambos en un abrazo grande donde dio un beso en la cabeza del perro y otro en la frente de su pareja mientras seguían con su felicidad.

Desde entonces se recordó siempre que Sherlock Holmes y el Doctor John Watson eran los más cercanos compañeros de décadas, muy buenos amigos que se convirtieron en los mejores, que llegó hasta ser una familiaridad, tal para cual, como una hermandad, pero no de sangre, los mejores en resolver casos y una pareja maravillosa, siempre juntos.

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Bendito sea el día en que mi tío me obligó a ver las películas y, desde entonces llorar por un detective y un doctor que no existen.

¿Voy a seguir escribiendo sobre este par?
¡Por supuesto!

Si te gusta mucho esta versión de JohnLock y no me sigues pues hazlo, no te vas arrepentir. 👀

Además, todo depende de cómo le va a esta obra puede pasar algo más.

¡Muchas gracias por el apoyo!

¡Nos vemos!

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