Capítulo 9

Me estremezco al sentir como una brisa me congelaba. Abro los ojos y me siento en la cama. La ventana estaba entre abierta.

Me libero de las mantas y salgo de un salto de la cama, me pongo las pantuflas, y camino a la ventana y la cierro.

¿Cómo se habría podido abrir?.
¿Sera? ¿¡Que acaso entro!?.

Abro la puerta de mi habitación y corro por el corto pasillo y golpeo la puerta del cuarto de mi padre. Nadie respondió. La abro, no estaba, abro todas las puertas. Pero nada. Bajo rápidamente los escalones de la escalera, la puerta principal no estaba abierta, las sala estaba normal.

¿Dónde estás John?.

La cocina estaba a oscuras, las persianas de las ventanas estaban cerradas, la luz mañanera que se colaba entra la tela alumbraba una silueta. Busco el interruptor y las luces alumbraron toda la sala.

Suspiro aliviada al verlo recostado en la mesa y más cuando noto que está respirando.

Me le acercó despacio.

—¿Papá? —lo muevo para despertarlo.

Él gruñe inconscientemente  y soñoliento se sienta en la silla. Tenía un papel pegado en su cara adormilada.

—No pintas bien —murmuro notando las leves manchas oscuras bajo sus ojos.

—Ayer —bosteza —más bien anoche, después que te fueras acostar, Matt vino a reportarme que encontraron a la chica desaparecida —suspira cansado.

Matt Growney recuerdo que es su compañero de trabajo y amigo, apenas recuerdo que una navidad él se disfrazó de santa.

—Está muerta, verdad.

—Sí.

—Fue él. 

—Sí —se saca el papel de la cara y lo mira —Pero esta vez fue diferente.

—¿Cómo que diferente? —me acerco y le echo una mirada al papel.

—Esta vez pareció que quiso jugar con electricidad —aprieta con fuerza el frágil papel y con un golpe lo deja en la mesa —Parece que solo es un juego para él.

Miro los papeles y fotos que estaban esparcidos por toda la mesa, las imagines mostraban el cadáver de la chica, sus brazos poseían cortadas, pero algo en esas fotos me confundía. Sentí pena por ella y la familia. El dolor de perder a alguien importante es duro.

—Sé que lo atraparas —apoyo mi mano en su hombro para darle fuerza.

Su cuerpo tenso se relajó y coloca una de sus manos encima de la mía.

—Gracias —su voz apenas fue un susurro. Pero de inmediato nació esa  voz de padre protector —Ten cuidado cuando vengas a casa —me mira y en sus ojos de chocolate vi el dolor —no quiero perderte como perdí a tu madre.

Mi corazón se encogió de cariño, no importaba lo que había pasado en el pasado, el seguía siendo mi padre.

—Tú también ten cuidado papá –lo abrazo por detrás. Apoyando mi cabeza en la suya.

—Lo tendré —murmura más tranquilo.

Permanecimos así unos segundos más, asta que decidí romper el silencio.

—Iré a cambiarme.

—Ok, yo me encargo de este desastre.

Me separo de él y salgo de la cocina y camino a mi cuarto. Aunque sigo preguntándome, ¿cómo fue que se abrió la ventana?.

Después de lidiar con la melena de leona que tengo y lograr que parezca peinada y alisarla con crema para peinar. Me pongo un poco de crema para hidratar mí pálida piel.

Me pongo la camiseta con la calavera del día de los muertos en medio y una chaqueta de jeans que yo misma hice, unos vaqueros gastados y unas botas, como accesorio un cinturón negro de hebilla de plata reluciente y por último un gorro para proteger mi cabeza del frío.

Una vez lista, recojo mi mochila y bajo a la cocina, pronto vendría Sebastián a llevarme a la universidad y no me gustaría hacerlo esperar. Conociendo a John lo reprendería si llegara tarde.

—Te prepare tu leche —deja la taza en la mesa.

—Gracias —tomo asiento y veo que en la superficie había un corazón con chocolate.

Mi corazón se volvió a encoger por segunda vez en este día.

—Lo preparaste como lo hacía mamá —me ordeno no llorar pero mis ojos comenzaron a picarme.

—Si —murmura bajo. Pero aun así logre escucharlo.

—También la extraño.

—Y yo.

Soplo la humeante leche con chocolate y espero un momento para darle el primer sorbo. Sonrió al sentir el amor y la dedicación que había en esa sencilla mezcla.

El desayuno fue en silencio, pero no el incómodo, como el primer día, este fue un silencio cómodo.

Me levanto de la mesa une ves escucho una bocina, le doy un beso en la mejilla a John, y salgo de la casa.

Me sorprendo al ver el coche de Sebastián, era de un color azul noche, casi negro. Parecía caro, más caro que la patrulla de mi padre, portaba elegancia. Parecía que tenía una buena vida para poseer un coche así.
Abro la puerta del copiloto y me siento en el asiento, me pongo el cinturón, cierro la puerta y miro a mi acompañante.

—Buenos días preciosa —sonríe con entusiasmo.

—Buenos días Sebastián —le devuelvo la sonrisa.

Él pone en marcha el coche, el interior era tan hermoso como el exterior, los asientos tenían un tapizado muy lindo, todo era de color crema con líneas doradas. Realmente tenía clase. Al igual que su dueño.

—El asesino ha vuelto atacar —hable para romper el silencio —¿verdad?.

Mi acompañante suelta un suspiro ligero.

—Si —respondió —El maldito es un monstruo.

—La mato electrocutándola —recordé las cortadas en los brazos de la chica —¿sabes si tienen alguna conexión las víctimas?.

—No hay nada que las vincule —agrega interrogante —¿Porque quieres saber eso?.

—Es curiosidad —me encojo de hombros —Porque por algún motivo las mato.

—Descuida —lo miro—Tu padre no dejara que ningún loco te haga daño.

—Lo sé —sonrió nostálgica.

Después de unos minutos, el coche se detiene y salgo de inmediato, sorpresivamente Sebastián también, cierro la puerta y me cuelgo la tira de la mochila en mi hombro. Sebastián rodea su elegante coche y se junta conmigo en la acera.

—Sabes que no tienes por qué acompañarme.

—Pero así no sería un caballero.

Diosito si estas allá arriba. ¿Qué hice para merecer semejante hombre?.

—Te acompaño hasta la puerta —se inclina un poco. Haciendo una reverencia.

—De acuerdo, pero no vuelvas hacer eso —río divertida. Ningún hombre me ha hecho una reverencia y es incómodo.

Caminamos juntos hacia la puerta, apenas nos separaba unos veinte centímetros, nuestros brazos rozaban debes en cuando. Al igual que nuestras manos.

En la entrada vi a Sam hablando con una chica, vestía una camisa blanca perfectamente abotonada y un jeans azul, su cabello rubio estaba desordenado. Pero sus ojos se posaron en mí y luego subieron unos centímetros más, su rostro cambio a uno serio de inmediato. Sigo su mirada y choco con los ojos grises de Sebastián.

En un momento a otro, Sam, ya estaba enfrente de nosotros.

—Tori hay que entrar —dijo amablemente. Pero sus ojos verdes chispeaban. Como si le molestará ver a Sebastián.

—Valla, veo que estarás acompañada por un chico muy guapo —sonríe divertido y le extiende su mano —Soy Sebastián Sand. Mucho gusto.

—Soy Sam Smith —extiende su mano —Mucho gusto.

La mano de Sam se vuelve un puño dirigido al estómago de Sebastián, pero él lo detiene con su mano, sus rostros mostraban dos gestos, Seba sonreía divertido, mientras que Sam estaba seria. Pero sus ojos parecían tener una pelea intima entre ellos.
Hasta que Sebastián rompió el silencio;

—Qué forma de saludar.

—Sal de aquí.

Sebastián retrocede y camina hacia su coche estacionado, lo rodea, pero antes de entrar, agita su mano despidiéndose. Después solo pude ver como se alejaba.

¿¡Qué diablos fue eso!?

Frunzo el entrecejo y miro de reojo a Sam, que permanece parada viendo hacia la calle, su rostro seguía estando serio.

Giro sobre mis talones y camino hacia la entrada. ¿Por qué actuó así Sam? ¿Ya conocía a Sebastián? ¿No se llevan bien?.

Abro mi casillero y meto la mochila para sacar las cosas que necesitaría hoy y creo que hoy en vez de necesitar hoja y lápiz, voy a necesitar paciencia para aguantar a Cruela, buscar a Seth para que hagamos el trabajo, e interrogar a Sam de porque hizo lo que hizo hace un momento.

Va a ser un día de locos.

Suspiro cansada.










Nota de autora: WOW ¿que pasó aquí?. Lo veremos después. Pero pueden hacerse ideas.
Quería agradecer a las personas que me apoyan en esta historia.
Gracias a ustedes sigo de pie.
Perdonen si hay errores ortográficos.
Saludos desde el más allá.
Y será asta la próxima mis queridos y queridas ♥

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