Capítulo 4

—Informativo de última hora —dijo el locutor —se nos ha notificado que una joven ha desaparecido,
la familia se encuentra desesperada, si alguno la ha visto o sabe de su paradero informárselo a la
policía —agrega —el nombre de la joven es Alison Hoffman de diesiocho años.

Me saco los auriculares de los oídos y miro a mi alrededor, apenas había algunos estudiantes,
todavía faltaban dos horas para el toque de queda. Pero como imaginaba no hay mucha gente en la biblioteca.

¿Cómo una persona puede desaparecer a casi plena luz del día?.

Tengo un mal presentimiento.

Tomo mi libreta y anoto en las últimas páginas el dato de la desaparición de la chica.

Guardo mis pertenencias dentro de la mochila y me levanto de la silla, la biblioteca si era grande,
con muchos estantes. Pero algo me dice que me voy a familiarizar rápido.

Camino distraída por uno de los pasillos, ¿el asesino habría vuelto atacar? ¿por eso desapareció esa chica? ¿qué está
pasando?, ¿qué busca con matar agente inocente?, suspiro frustrada al no encontrar respuestas.

Pero que estoy pensando, no es mi asunto, pero si el de John y siendo él sheriff tiene todos los
puntos de ser atacado también por el asesino.

Choco contra algo y me tambaleo, pero logró mantener el equilibrio, levanto la mirada para ver con que me
choque. Era un chico, realmente guapo, su rostro se mostraba neutro, sin ninguna mancha de
acné, su cabello rubio estaba un poco alborotado como si se hubiera pasado la mano muchas
veces, vestía una camisa blanca perfectamente abotonada y unos jeans negros junto a un par de tenis. Pero tenía
los mismos ojos verdes que Diana.

¿Serán hermaos?.

—Hola —su voz grave me saca de mí mundo.

Salgo de mí estado de shock sobresaltándome al ver que su rostro está cerca del mío.

—Perdón —se endereza y sonríe nervioso —No quise ponerte incomoda.

—No, yo, no —suspiro. Dios me estoy comportando como una tonta —Discúlpame por chocar
contigo.

—No pasa nada —se encoje de hombros restándole importancia.

—¡Sam!.

La voz de Diana resonó en toda la biblioteca, ganándose una llamada de atención de la
bibliotecaria, lo que fue gracioso ver avergonzada a esa pelirroja tan energética y atrevida. Ella se
acerca hacia nosotros y por lo que veo no venía con Luna.

Un momento, ¿él es Sam?.

Miro al chico guapo que está a mi lado.

—Al fin te encuentro —los ojos verdes de Diana parecían lanzar rayos —veo que ya conoces a Tori.

Miro de reojo al rubio.

—Mucho gusto Tori —
extiende su mano —Soy Sam Smith.

—Tori Milton.

—¿Milton? —repitió Sam —¿realmente eres la hija de John Milton?.

—Eh, sí.

—¿¡Qué!? —explota de emoción Diana.

—Silencio —chito una mujer apareciendo detrás de nosotros.

Me llevo las manos a la boca para evitar gritar. Ahora entiendo porque dicen que las bibliotecarias
dan miedo.

—Perdón —murmuráramos juntos.

La mujer nos dio una severa mirada y se fue. Soltamos un suspiro pero con una sonrisa. Era
divertido asustarse con amigos.

—Tori nunca dijiste que tu padre era el sheriff —susurro Diana. Mirando por si volvía la tenebrosa
bibliotecaria.

—No me gusta llamar la atención —me encojo de hombros —no soy como Jessica.

—Conque ya conociste a Cruela —sonríe divertido Sam —y sus perritos falderos.

—Y no solo eso —Diana me agarra de los hombros —también la enfrento y le cerró la boca —conto emocionada—debiste de haber estado —sonríe con orgullo.

—No deberían de prestarle atención a esas tonterías e ignorarlas —opino.

—No es tan fácil —me suelta y mira Sam –Cuando te revelas contra Jessica no vez la luz del día
después.

El rubio a su lado suspira y aparta a Diana de mí.

—Lo que quiso decir esta chiflada —señala a la pelirroja —es que Cruela va querer hundirte desde
hoy. Yo que tú me voy con cuidado.

—Gracias por el consejo —sonrió —Pero no tengo tiempo para los berrinches de una niñita mal
criada.

—Sí que tienes valor.

—Sí que lo tiene.

—Fue un gusto —tomo la mano de Sam y la agito por un segundo —Pero ya debo irme a casa.

Le doy la espalda y camino a la salida, desde atrás escucho a Diana despedirse en voz alta y antes de cerrar la puerta detrás de mí, veo como la bibliotecaria volvía a reprocharle guardar silencio.

Para ser mi primer día, las clases habían sido interesantes, por suerte solo dos personas saben
quién soy, pero me llamaba la curiosidad la desaparición de esa chica. Según entendía, la chica
había desaparecido hace dos horas, justo cuando terminan las clases.

Vamos Tori deja de pensar como una detective, serás abogada, el sueño infantil de ser parte de la
policía ya no existe.

Suspiro.

Lo único que se podía oír era el sonido de mis pasos en los desolados pasillos del instituto. Me
fijo la hora en mi teléfono, las seis y treinta y tres minutos, tenía que apurarme.

John me había dicho que patrullas ya estaban vigilando de que nadie estuviese fuera de su casa a partir de las siete.

Camino tranquila por la acera, aunque el sol ya no estaba debido a las nubes, seguía el odioso
viento helado. Me encantaría estar en mi casa, en California, bajo el radiante y cálido sol. Sé que
soy blanca, pero es porque no se me pega el sol, pero lo prefiero más que al frío. Pero vedme aquí.

Con frío.

Arrugo levemente la frente al sentir que pise algo, le pido a diocito que no sea nada repugnante, en la nieve había algo, me agacho y sacudo la
blanca nieve. Era un collar. La cadena pareciera que fuera de plata, aunque lo más probable es que
fuera falsa, el dije tenía una linda forma.

Tal vez debería de dárselo a John para que busque a su dueño o quedármelo.

Es mejor la primera. Porque si me la quedaba y después saltaba el dueño y me acusaba de robo. Todavía soy muy joven para ir a la cárcel.

Lo envuelvo en mi pañuelo azul y me lo guardo en el bolillo de mi jeans.

Sigo mi camino asta llegar a mí hogar. Abro la puerta de la casa, gracias a la llave que me dio John, el silencio solo me informaba que
estaba sola. Cierro la puerta con seguro, mientras juego con la llave, subo hacia mi cuarto.

Tiro la mochila a la orilla de la cama y me dejo caer sobre el colchón. Cierro los ojos, estaba agotada, y dejó que Morfeo me lleve al país de los sueños.

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