Capítulo 14

Se estaba arriesgando, lo sabía, pero tenía que hacerlo o esa niña si había visto algo se lo contaría o ya se lo habría contado a alguien. Debía encargarse de ella lo antes posible.

Hoy no se escapaba de su destino.

Sabía que la policía la estaba vigilando cuando entraba y salía del instituto. Pero para respetar su privacidad, no la vigilaban dentro de ese edificio, lo que para él le parecía de maravilla. Realmente eran unos idiotas los policías si creían que respetaría algo.

Entra por las puertas de atrás, no tenía que permitirse ser visto, pero nadie sabía su identidad. Pero desde ahora tenía pensado ir con pies de plomo.

Él sabía que Ashley todavía estaba. Ella estaría en su club de arte. Solo faltaba cinco minutos para que todos salieran y se fueran a sus casas al igual que ella. Pero había estudiado su rutina y sabía que antes de irse va por un refrigerio para el camino a su casa.

Prepara el terreno para que salga todo al plan.

Cerca del comedor estaba la puerta donde guardaban todas las cosas de limpiezas. Sería un buen lugar para ocultarla. Deja la puerta abierta.
Espero paciente a que el reloj en su muñeca dieran las siete en punto.

Permaneció escondido en la esquina del pasillo que daba al comedor, esperando por ella, desde su escondido la identifico. Un grupo de niñas codisiosas el cual lideraba Jessica Sweet se burlaba de la pobre Ashley que trataba de no llorar al escuchar los insultos de las personas que considero amigas.

Así es la vida pequeña Ashley. Traicionera. Nada es lo que parece. Pensó.

Al igual que él.

El aspecto de su presa no pintaba de un buen trato, el cabello rubio teñido estaba tan esponjoso que estaba amarrado como una bestia, su rostro no traía maquillaje, no se molestaba en ocultar las ojeras debajo de sus ojos negros. Se mostraba débil e indefensa.

Más bien resignada a morir.

Como si ya supiera que iba a morir y que solo se prolongaba su hora.

Pero eso no la salvaría.

Él sale de su escondite, su traje negro tal vez lo delataría, ya que ella ya lo había visto. Pero ahora no portaba algo que le ocultara el rostro. Estaba al descubierto. Pero ya que iba a morir. Debería de mostrarle a alguien quien es el asesino en realidad.

Apresura el paso acercándosele, ella caminada con la cabeza agachada, en un vago intento de ocultar las lágrimas que caían al suelo.

Ella levanta un poco la mirada al ver la puerta de limpieza abierta y antes que se escape, él la empuja adentro del cuarto de limpieza, cierra la puerta con seguro para que no huya.

—¿Quién es?. ¿Qué quiere? —habla rápidamente debido al miedo.

Él lentamente se voltea, dejando su rostro a la vista, pero el de la joven se mostraba confundido pero sin perder el miedo en sus ojos.

—Tu viste algo que no debiste ver —hablo él.

Y como si le hubieran hachado un balde de agua fría encima. La joven comprendió todo en un segundo.

Él era el asesino.

En un impulso quiso atacarlo, pero él fue más rápido, abrazándola. Lo que descolocó a la rubia. Aprovechando la distracción, él le inyecta en el cuello un sedante, aprisionándola con su cuerpo y los estantes con líquidos de limpieza. El cuerpo de la joven comenzó a debilitarse. Suelta a su presa y esta cae sentada.

El cuerpo de Ashley estaba débil por lo que él aprovecho y busco entre los montones de cosas algo para sujetar a su víctima intrusa.

Con unas mangueras sujeto fuerte las muñecas de la joven a los estantes de fierro y hace lo mismo con sus tobillos.

El calmante había inmovilizado el cuerpo de Ashley pero podía hablar con dificultad.

—¿Porque? —balbucea adormilada —¿Porque lo haces?

Él no dijo nada. Lo pensó. Pero después de todo era como concederle un último deseo.

—Venganza —dice como si fuera lo más común —Matare a cualquiera que se meta en mi camino.

Agarra un trapo sucio del suelo con eso amordaza a su horrible presa.

—Morirás Ashley Brown —dijo con frialdad.

El pequeño cuarto de limpieza apenas cabían los dos, por lo que le dificulto un poco en sacar el cuchillo del bolsillo de su saco negro sin que se callera algo de los estantes y delatara su posición, hasta que logra sacar su herramienta favorita.

Los ojos adormilados de su víctima apenas se mantenían abiertos, pero se abrieron de golpe al sentir un dolor inmenso en su antebrazo,  ya había comenzado a jugar son su cuerpo.

Él le proporciona otros dos cortes en el otro antebrazo, desliza el cuchillo cortando la ropa cara y de marca, la sangre brotaba de todos los cortes. Le saca las zapatillas y deja el par por algún lado del pequeño lugar.
Podía escuchar como la joven sollozaba, asustada, su cuerpo temblaba y eso le gustaba a él. 

Ya había prologado mucho su muerte, era la hora, le arranca la blusa dejándola a tiras. Con el cuchillo le deja unos pocos cortes en el estómago y por debajo del sostén.

—Llego tu hora.

Eleva el cuchillo y con fuerza lo clava en el estómago de su víctima, ella grita pero la tela en su boca hace que su grito sea casi sordo, lo encaja aún más profundo y el cuerpo de la rubia se sacude. El saca bruscamente el cuchillo y lo vuelve a enterrar brutamente en el medio de los senos de su presa.

La sangre brotaba al igual que los gritos. Que poco  apoco fueron callando. Hasta volverse un silencio en el cual solo se podía oí el fluido de la sangre recorrer todo su cuerpo.

Se separa del cuerpo ya sin vida de la chica intrusa que ahora no dirá quien es el asesino.

Ya no hay peligro.

Ahora nadie lo detendrá.

Se limpia la sangre con el trapo sucio que había usado para cerrarle la boca a su presa. Mira a la joven sin vida amarrada, la sangre cubría casi todo su cuerpo, y goteaba en el suelo.

Se fijó si no había dejado nada que lo delatara y le quita el seguro a la puerta. Para cerrar la puerta detrás de sí. Los pasillos estaban en silencio. Él se acomoda su saco mete las manos junto al cuchillo en los bolsillos y con pasos tranquilos se dirige a las puertas de atrás. Con una sonrisa manchada de sangre.

(...)

Suspiro agotada.

No podía creer que me había ido sin mí mochila y que me diera cuenta una hora después.

Si mamá estuviera aquí, ya me hubiera castigado por una semana.

Asta Ash Kechum tiene más libertad que yo.

Saco mí  mochila del casillero sin muchas  ganas y cierro la puerta de metal de un golpe.

Camino a la salida pero un raro aroma invade mis fosas nasales, o se le quemo algo a la cocinera, o pasa algo aquí.

Aspiro el olor y es raro.

Sigo caminando, sintiendo cada vez más fuerte ese raro olor, pero un chapoteo me confundió.  Bajo la mirada y siento que me quede sin aire, sangre, en el piso. Un charco, sigo los pequeños ríos de sangre atravesar por debajo de una puerta, me acerco despacio. Giro el pomo y abro la puerta.

Un grito profundo sale de mi garganta.

Un cuerpo.

Sangre.

Caigo hacia atrás, ni siquiera sentí el dolor de mi trasero al chocar en el piso, y ni mucho menos sentí asco al manchar mis manos y mi ropa con la sangre.

Solo sabía una cosa en mi cabeza.

El asesino ha matado a Ashley Brown.

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