Capítulo 1
El frío nunca fue de mí agrado, siempre preferí el calor, pero ahora los días siempre serian grises y fríos. Literalmente.
John fue por mí al aeropuerto, fue incómodo verlo después de tanto tiempo, aunque no puedo negar que una pequeña parte de mí le agradaba volver. Tal vez la niña que aún vivía en mí.
En este momento estoy yendo a mí nuevo hogar, a mí izquierda John maneja, aunque se nota a leguas que está nervioso. No lo culpo. También lo estoy un poco.
Él trabaja como jefe de policía, recuerdo que siempre quiso llegar hacerlo, pero eso hacía que no estuviera mucho tiempo conmigo y mí madre. Por eso se separaron hace tiempo. Tal vez no sea muy cariñoso, pero algo que si me agrada de John, es que me da mí libertad.
Mí atención permaneció en la ventana todo el tiempo, pero me sorprendí al ver el comienzo del bosque, había más de lo que recordara. Crested Butte antes no tenía mucha flora, pero parece que en estos años ha cambiado algo, aunque fue por instante. Pude identificar una persona entre los árboles.
Me encojo de hombros y me muerdo en mí mundo. Cuando el silencio que había se rompió cuando hablo mí padre;
-¿Y qué tal el viaje? -pregunto con inseguridad.
-Bien -respondo y un bostezo se me escapa. Avergonzada me llevo la mano a mí boca en un intento inútil.
El viaje había sido más agotador que bien. No tenía ganas de hablar.
Lo miro de reojo.
-¿Bien? -arruga leve la frente y eso hace que algunas arrugas se le formen en la frente -Pues que bien.
Otra cosa que me agrada de John es que es de pocas palabras, aunque me parece normal, después de todo no me ha visto en, ¿catorce años?, si catorce.
Pasamos un gran cartel con el nombre del pueblo. Dándonos la bienvenida.
Los árboles parecen desaparecer para dar comienzo a casas, otros automóviles pasaban por nuestro lado tocando bocina, saludando al Sheriff. Cuando John se detiene en un semaforo en rojo, pude ver en la esquina la cafetería a donde iba con mí mamá a desayunar, sonrío al recordar esos lindos momentos que pase hay junto a ella.
El semáforo cambia y seguimos nuestro camino, junto las cejas algo confundida, al ver como las casas normales de una planta se volvían casas más sofisticadas por así decir.
El pueblo de mí infancia, la gente no parece molestarle el frío, aún recuerdo cuando era una niña y hacia muñecos de nieve.
Nos detenemos enfrente de una casa -mí viejo hogar- el color marrón de antes ya no estaba, ahora era celeste, ha cierta vista parecía una casa vieja pero parecía que John había estado remoledando, pestañeo atónica al ver mí antigua casa, me desabrocho el cinturón y abro la puerta de la patrulla. Casi me resbalo cuando piso la acera, pero logro agarrarme de la puerta antes que pueda caerme, no sé si podría odiar más el invierno.
-¿Te sorprende?
Volteo a ver a mí padre.
-Esta diferente
-Si -murmura observando la casa de dos pisos -Con el tiempo te acostumbraras a Crested Butte.
Forzó una sonrisa y termino asintiendo.
John abre el baúl y rodeo la patrulla y agarro mí mochila entre la cosas en el baúl y me la coloco en el hombro, vuelvo a mirar la casa, realmente estaba diferente a como la recordaba.
Piso con cuidado cada piedra para no resbalarme de nuevo -asta cambio el camino a la casa- no es mí gusto comprar terreno el primer día, suelto un largo suspiro una vez a salvo en el porche de la casa.
Abro la puerta con facilidad, si John no mejora la seguridad, fácilmente se le van a meter a robar.
Doy unos pasos explorando, el pasillo junto a la escalera que da a la parte de arriba, seguro el tercer escalón seguía rechinando. Conociendo a John se habría olvidado de arreglarlo.
Las paredes ya no tenían el rosa que tanto le gustaba a mamá, ahora eran color azul cielo con líneas blancas cuando terminaba la pared, había a penas unos cuadros colgados, los sofás eran los mismos pero diferente tapizado, ya no eran floreados, ahora eran de color crema. El televisor ya no era pequeño, ahora era bien grande, los muebles brillaban. ¿Acaso tiene cirbienta?. Todo seguía igual. Pero diferente.
Un recuerdo vino a mí mente, recordaba que jugaba que el piso era lava con mis padres, saltando
de sillón en sillón. Todo era divertido. Pero nada es para siempre.
Escucho la voz suave de mí padre detrás de mí.
-Creo que es mejor que vayas a ver tu alcoba.
Asentí.
Me aproximo a la escalera y subo hasta el tercer escalón y como siempre haciendo un rechinido
cuando uno lo pisa. Sigo subiendo hasta llegar a un pasillo corto, cuatro puertas, seguro una era el baño.
John pasa por mí lado guiándome a mí cuarto, él abre la última puerta a la derecha, entra primero mientras le sigo.
Miro con atención cada rincón del gran espacio, las paredes eran de color rosa pastel, la cama estaba
apoyada cerca de la pared junto a una mesa de noche, que incluía un espejo, solo había un gran ventanal que da al patio de atrás, las cortinas eran del mismo color de las paredes y el cubre cama.
-Esta es tu habitación -deja la maleta y el bolso en el piso -Esta como lo dejaste. Solo le cambie el color de las paredes -observa todo como buscando algún error -¿Te gusta?.
-Si -afirmo -Es bonito.
-Me alegro -asiente -Eh, pues -se pasa la mano por su cabello castaño oscuro -Ah, cierto -revisa en el bolsillo de su chaqueta y saca una papel amarillo -Estos son los horarios y clases que tienes -me extiende el papel y lo agarro agradecida.
-Gracias.
-Sí, bueno, tengo que ir a la comisaria -se rasca nervioso detrás de la oreja -Por cierto -se abre un
poco el cierre de la chaqueta policiaca y se saca del cuello un colgante con tres llaves -Ten. Para que no te quedes afuera de casa.
Ya me estaba imaginando en esa situación.
-Te lo agradezco -tomo las llaves.
-Bueno, me voy yendo -camina a la puerta -Nos vemos luego.
-Sí.
Suspiro una vez cierra la puerta. Dios. Que incomodo fue eso.
Arrojó la mochila a la cama y camino curioseando, este había sido mí cuarto desde bebe, en el espejo de la cómoda aún estaban los recortes de los casos que salían en el periódico y que John había resuelto. Siempre lo admire y sigo haciéndolo.
Juego con las llaves unos segundos. Las dejo encima de la cama y abro el cierre del bolso. Sabía que John no se quedaría, por lo que, la casa seria para mí sola la mayoría del tiempo.
No me tardo mucho guardar en el armario y en los cajones mí ropa, no sé porque la gente se queja, si en pocos minutos ya lo hiciste.
Aburrida, tomo las llaves, y salgo.
Bajo por la escalera y con un pie tras el otro y con la llave correcta abro la puerta.
El frío choca en mí rostro una vez salgo. Me giro y cierro con llave, está bien si John la deja sin seguridad, pero ahora vivo aquí y tendrá que aprender lo que es seguridad. No porque sea un pueblo tranquilo y el
sheriff, nadie va a saltarte.
Bajo del porche y camino con cuidado de no resbalarme como hace unos minutos, el frío se entre cala en mí abrigo, no recordaba mucho del pueblo. Pero prefería salir a morir de aburrimiento dentro de esa casa.
La nieve fresca estaba más acumulada en algunos rincones en cada casa del barrio, los niños parecían divertirse, haciendo ángeles de nieve, muñecos, y un grupo de pequeños jugaba a la guerra de bolas de nieve.
La nieve nunca fue mí gran amiga, pero a mis padres les encantaba, principalmente a mí madre.
Una niña con gorro rosado corría hacia mí, me esquiva, y antes que pueda entender. Siento que algo me golpea en la cara, fue fuerte pero suave, era nieve.
-Lo siento señora.
Bajo la mirada y frente mío estaba un niño parecido a la pequeña que acababa de esquivarme, si no tambien a la bola de nieve.
¡Esperen!; ¿¡Me dijo señora!?.
Aprieto los labios y fuerzo una sonrisa.
-No te preocupes.
-Por lo menos ese golpe la hizo más joven -una sonrisa burlona se le formo y antes que pudiera contraatacar a su comentario. Ya se había ido tras la niña.
Los niños de verdad que están perdiendo el respeto por los demás.
Me agarro el rostro; acariciando mis heladas mejillas para entrar en calor.
Me quedo mirando a los dos niños jugar con sus amigos. Pero algo me empuja y caigo de rodillas en el piso helado.
Auch, eso me dolió.
-¿Se encuentra bien señorita?
Me doy vuelta, quedándome sentada en la nieve, levanto la mirada y me topo con unos hermosos ojos azules, parpadeo perpleja, poco a poco esos ojos de zafiros se unieron a un rostro, que aparentaba ser más grande que yo. Era un chico.
Muy guapo.
Vestía un elegante saco negro abotonado, unos jeans del mismo color y unos zapatos perfectamente lustrados.
-Sí, estoy bien -solo que ahora creo que me volveré parapléjica- no fue nada grave.
Una sincera sonrisa se le forma en sus gruesos labios, su piel parecía estar ligeramente bronceada, y su cabello negro estaba hecho un desastre. Como si recién se hubiera levantado.
-Discúlpeme -extiende su mano.
-Descuide -acepto su ayuda y me levanto del suelo -Soy frecuente a -no toparme con chicos tan
guapos como voz- caerme siempre el primer día.
-Bueno eso me confirma que sos nueva -dice con una sonrisa.
--Si -digo con falso entusiasmo.
-Soy Sebastián Sand.
Wow. Me dijo su nombre. Relájate Tori. No seas tipo Marinnette.
-Tori.
-Es un placer -toma mí mano con delicadeza y deposita un beso cerca de los nudillos.
Las mejillas comenzaron arderme. Es la primera vez que un hombre me besa la mano. Ahora sé cómo se sentían las damas en la antigüedad.
-Igualmente -le devuelvo la sonrisa.
-Bueno, me voy o mí jefe me regañara -se inclina un poco. Haciendo una reverencia. Lo que me hizo sonrojar más -Fue un gusto conocerla. Espero nos volvamos a ver.
También.
-Tal vez.
Él me dedica una sonrisa y se voltea, dándome la espalda, y comienza a caminar en línea recta.
Sé que ahora estoy sonriendo como boba enamorada, pero él era como un sueño, era educado, amable, cariñoso.
Junto las dos manos y levanto la mirada hacia el cielo gris.
Por favor, por favor, si estas hay arriba, ayúdame a volver a ver a ese bombón de chocolate.
Sentía que miradas se ponían encima de mí, algo avergonzada, disimulo frotar mis manos para entrar en calor. Las guardo en los bolsillos de mí jeans y retrocedo en mí camino. Volviendo a mí nuevo hogar.
Por lo menos. No había sido un mal día del todo.
¡Primer capítulo!
Por favor no sean tan duros
¿Qué les pareció?
Fue el primero de muchos
Y tranquilos
Abra acción 😏🔥
Pero en su debido tiempo
Me despido mis chiquistriquis
Será asta la próxima
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