𝘁𝗵𝗿𝗲𝗲. always and forever

𝟬𝟬𝟯. ┊໒ ⸼۰𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗧𝗛𝗥𝗘𝗘 ──

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Nixie miró cómo Klaus quemó aquellos cuerpos. Sabía que vivía en un hogar de locos, pero al menos, de una forma retorcida, sentía que esto era como un hogar. Se cuidaban entre ellos aunque se odiasen. Era algo que le parecía completamente increíble.

Había recorrido esta casa casi en su totalidad. Este lugar era como estar en un maldito museo, entre más investigaba, más cosas descubría. Le resultaba casi increíble la historia de la familia original y todo lo que hicieron. Quizá estaba loca, porque una persona normal hubiera huido muy lejos de aquí. Las memorias de Elijah eran su parte favorita. Las palabras de un original que solo quería cuidar el legado de su familia.

Sin embargo, su momento de paz y lectura activa fue interrumpido por la pelea de Klaus y Rebekah. Esos dos originales peleaban hasta por quién respiró más que el otro.

─ No puedo creer que te deshicieras de esos vampiros sin mí ─se quejó Rebekah, con un tono de absoluta indignación, lo cual hizo que Nixie se levantara del sofá en donde se encontraba. Se encaminó a la sala, que era donde ambos se estaban discutiendo ─, ya sabes que me gusta incendiar cosas.

─ ¿Acaso se suponía que los dejara en el jardín hasta que se pudrieran? ─contraatacó su hermano ─. Además, era mi responsabilidad. Ellos atacaron a la indefensa mujer embarazada que tendrá a mi hijo.

─ Ow, me conmueve tu nuevo sentimiento de amor paternal hacia la licántropa que hornea tu pastelito híbrido en su horno. ─soltó con sarcasmo.

¿En serio? ¿Se referirá a mi vientre como "horno"?, pensó Nixie.

─ Pues la licántropa en cuestión quiere saber qué plan tienen. ─pidió ella, saliendo de su escondite.

Quería ser parte de esto. Le resultaba extraño que todos hablaran de ella a sus espaldas, haciendo planes malvados sin que ella se enterara.

─ Bueno, eso depende de a cuál te refieras, cariño ─contestó Klaus, con una sonrisa arrogante en su rostro ─. Mi plan para la dominación global o el plan de Rebekah de buscar el amor en un mundo muy... muy cruel.

Y como si fuera algo de todos los días, Rebekah tomó un bolígrafo y lo tiró hacia su hermano, como una flecha. Klaus, usando sus reflejos sobrenaturales, lo atrapó y lo lanzó al suelo. Esto era algo normal para ellos dos. La verdad, para este mundo, Nixie ya no se sorprendía.

─ Saben a qué plan me refiero. El plan para rescatar a Elijah. Uno de los dos originales que me cae bien.

Klaus no pudo evitar mirarla cuando dijo eso. Algo en él se encendió, retrocedió en el tiempo. Casi mil años atrás.

─ Lo siento, Rebekah, claramente el otro original soy yo.

Él tenía que hacerlo. Tenía que recitar aquellas líneas y esperar que Nixie hiciera su parte. Esto tenía que tener sentido para él.

─ Sigue soñando, Mikaelson.

Lo hizo. Ella lo dijo.

Rebekah se dio cuenta de lo que Klaus intentaba hacer. Lo que intentaba probar. Negó levemente con la cabeza, rodando los ojos. Esperaría que luego de mil años él fuera más inteligente, pero no lo era. Cometería ese error una y otra vez.

─ En serio. Quiero saber del plan. Elijah tiene que volver, se lo debes, porque ahora está en posesión de tu enemigo mortal después de que lo apuñalaras por la espalda. ─recriminó.

─ Por el frente, si queremos ser más específicos. ─respondió él con gracia.

Estaba siendo muy molesto.

─ Quiero estar dentro del plan. Estoy embarazada, no soy inútil.

─ Sí, hay un plan. Primero te diremos tu parte ─habló Klaus, empezando a caminar hacia el estudio, así que Nixie lo siguió ─. Tú, Leigh, te quedas aquí, segura con mi hijo.

─ Nuestro hijo, y mi nombre es Nixie. ─interrumpió.

─ Primero, en tu identificación dice Leigh. Y segundo ─Klaus continuó ─. Marcel no es mi enemigo mortal. Es mi amigo, aunque no sabe que lo voy a sabotear en su dominio sobre la comunidad sobrenatural del Barrio Francés. Pero aún así es mi amigo. Tercero, le clavé una daga a Elijah para ganar la confianza de Marcel. Si yo hubiera sabido que pondría a mi hermano en manos de una asquerosa bruja adolescente, seguro hubiera considerado otra de mis opciones. Y cuarto ─miró a su hermana ─ ¿Quieres decirle?

─ El plan que quieres escuchar es que Klaus simplemente le pida a Marcel que devuelva a Elijah.

─ Genial ─sonrió con falsedad ─. Ahora, el plan real. Porque no creo que solo eso sea su genial plan.

─ Oh por favor ─exclamó Rebekah ─. Klaus podría ser una excusa miserable para un hermano, pero no hay ninguno que sea más diabólico que él.

Cuando giré a ver al nombrado, él sonrió. ─ Ese solo es el plan "A", cariño. Siempre hay un plan "B".

─ Primero, deja de decirme cariño.

─ Bien, Leigh.

─ Nixie.

─ Con nada se te tiene feliz, ¿verdad?

─ Dejemos esto, está claro que si seguimos podemos durar el resto de mi vida. Ahora, ¿cuál es el plan "B"?

Luego de una pausa dramática, él soltó: ─ Guerra.





















Ya era de noche, y el silencio reinaba en la mansión. Nyx, aprovechando que la habían dejado sola, decidió salir a investigar los alrededores. La opulencia y el aire sofocante dentro de la casa la estaban asfixiando, o tal vez eran sus hormonas, que parecían empeñadas en desordenar todo su cuerpo y mente. Se dirigió hacia la piscina, donde el aire fresco le brindaba cierto alivio.

No podía quedarse quieta, la inquietud era parte de su naturaleza. Había pasado tanto tiempo siguiendo pistas sobre su familia que su cuerpo parecía haberse acostumbrado a moverse, a estar alerta. Ahora, atrapada en esa jaula de lujo, la falta de acción comenzaba a desesperarla.

Sola, sacó su teléfono y llamó a la única persona que podía entenderla sin juzgarla: Hayley.

─ Estoy encerrada en esta mansión ─le contó Nyx, dejándose caer en una tumbona junto a la piscina─. Es enorme, bonita y todo lo que quieras, pero es como un castillo encantado, y yo soy la princesa aburrida. Al menos Klaus se encargó de que tenga hielos.

─ No estarás comiendo solo hielos, ¿verdad? ─interrogó Hayley con ese tono de preocupación tan suyo, ese que siempre usaba cuando se trataba de Nyx.

─ Claro que no ─negó Nyx con un suspiro─. Los Mikaelson me dejaron una despensa llena de comida. Así que de hambre no me voy a morir. Tal vez de aburrimiento... o de otra cosa...

─ Tú no morirás ─declaró Hayley con firmeza.

─ Nada en esta vida es seguro. ─Nyx intentó sonar indiferente, pero su voz dejó entrever una pizca de miedo que ni siquiera ella quería admitir.

Se escuchó un suspiro al otro lado de la línea, seguido de una pequeña voz que Nyx reconoció al instante.

─ ¿Esa era Malia? ─preguntó, refiriéndose a su hermana menor, y recordando con cariño sus travesuras.

─ Sí, vine a visitarla un rato. Tu padre salió de la ciudad, y tu madre la dejó sola. ─Hayley parecía cansada al hablar, pero su voz se suavizó al mencionar a la niña.

─ ¿Cómo está ella? ─Nyx preguntó, preocupada por lo que implicaba la ausencia de sus padres adoptivos.

─ Bien, pero algo extraña... ─respondió Hayley. Sin embargo, Nyx dejó de escuchar cuando un movimiento en la oscuridad llamó su atención.

Desde las sombras emergió una figura. Un lobo. Sus ojos amarillos brillaban con intensidad bajo la tenue luz de la luna, y la miraba fijamente.

─ Te llamo más tarde ─dijo Nyx con urgencia, colgando sin esperar respuesta. Sabía que Hayley la regañaría después, pero su atención estaba completamente puesta en el animal.

Nyx dio un paso hacia el lobo, intrigada. Desde que activó su maldición, algunos animales ya no le temían como antes, y ella sentía una conexión inexplicable con ellos. Estiró una mano con cautela, pero justo cuando estaba a punto de acercarse más, una voz la sobresaltó.

─ Se supone que no debes estar aquí.

Nyx dio un brinco, llevándose la mano al pecho al sentir su corazón desbocado. Al voltear, se encontró con una mujer de cabello oscuro que la miraba con una expresión serena pero firme. Su rostro le resultaba vagamente familiar.

─ ¿Quién eres? ─preguntó Nyx, todavía recuperándose del susto.

─ Lo lamento mucho, no tenía intención de asustarte ─se disculpó la mujer─. Mi nombre es Sabine. Nos conocimos antes. Soy amiga de Sophie.

Nyx la señaló con una mueca de reconocimiento.

─ Así que eres una de las brujas.

─ Sí. Sophie me pidió que te hiciera compañía mientras los demás están fuera. ─Sabine dirigió su mirada hacia el lobo, que seguía allí, observándolas─. ¿Sabías que lo atraes?

Nyx negó con la cabeza, intrigada.

─ El niño que llevas es mitad lobo, mitad vampiro. Tú y Klaus hicieron algo especial.

Nyx sonrió levemente, aunque sus pensamientos la llevaron a otro lugar.

─ Suenas igual que Elijah ─murmuró─. Él cree que este bebé nos convertirá en una gran familia feliz... pero él ya no está aquí, y ni siquiera sé qué es ─añadió, señalando su vientre.

Sabine pareció analizarla durante unos segundos antes de hablar.

─ ¿Sabes? Puedo hacer algo al respecto si quieres.

Aquello llamó la completa atención de Nyx. Su mirada se llenó de curiosidad y una pizca de esperanza.

─ ¿Qué cosa?

─ Podría decirte si es niño o niña.

Nyx la miró con escepticismo.

─ Creí que no podían hacer magia aquí.

─ No es magia, solo un viejo truco que me enseñó mi abuela ─explicó Sabine, con una sonrisa tranquila─. Vamos. Debes tener curiosidad.

Claro que tenía curiosidad. Desde el momento en que decidió quedarse con el bebé, su mente no había dejado de imaginar posibilidades, nombres, colores para la habitación... La idea de ser madre primeriza la emocionaba y la aterraba a partes iguales.

─ Está bien ─dijo finalmente─. Hazlo.

Sabine asintió y comenzó a prepararse, mientras Nyx observaba con el corazón latiendo a toda velocidad. ¿Podría realmente descubrir el misterio que tanto la intrigaba?

Nyx estaba acostada sobre la fría mesada de la cocina, siguiendo las instrucciones de Sabine al pie de la letra. La bruja, con una seriedad casi ritual, sostenía un péndulo que oscilaba sobre su vientre. Según explicaba, este era un antiguo truco de abuelas para adivinar el sexo del bebé, aunque Nyx no sabía si confiar en eso o simplemente dejarse llevar por la curiosidad y la emoción del momento.

La emoción, sin embargo, no venía sola. Estaba acompañada por un nerviosismo que le hacía tamborilear los dedos contra la superficie de mármol, aunque intentaba mantener la compostura.

─ Creo que se trata de una niña ─anunció Sabine de repente, y Nyx no pudo contener una amplia sonrisa. Sus ojos brillaron de pura felicidad mientras una risa nerviosa escapaba de sus labios.

─ No, espera ─interrumpió Sabine, inclinándose un poco más sobre el péndulo.

La sonrisa de Nyx vaciló. ─ ¿Esperar qué? ─preguntó, su tono cargado de confusión─. No me digas que es varón... es decir, lo voy a querer igual, pero tener una mini-copia de Klaus... Si es así, aquí misma caigo muerta.

Sabine soltó una risa ligera, aunque no apartó la mirada del péndulo, que ahora parecía tambalearse de una manera extraña. Nyx observó a la bruja con más atención, notando que algo en su postura había cambiado.

De un momento a otro, Sabine dejó caer el péndulo, que chocó contra la superficie con un ruido seco. Nyx se incorporó ligeramente, alarmada. La bruja parecía congelada en su lugar, pero su cuerpo comenzó a temblar de una forma espeluznante, como si un escalofrío la recorriera desde dentro.

─ ¡Sabine! ─exclamó Nyx, extendiendo una mano hacia ella, pero la bruja no respondió.

Un sonido gutural salió de la garganta de Sabine, seguido de un jadeo áspero. Parecía ahogarse con su propia saliva, sus ojos desorbitados mirando al vacío. Sus labios comenzaron a moverse rápidamente, pronunciando palabras en un idioma que Nyx no podía reconocer. Era algo... casi incomprensible, como si una fuerza ajena hablara a través de ella.

El aire de la cocina pareció volverse más pesado, y Nyx sintió un escalofrío recorrerle la columna.

─ ¿Qué demonios está pasando? ─murmuró para sí misma, su corazón latiendo con fuerza mientras retrocedía un poco.

Sabine, con los ojos aún fijos en la nada, comenzó a repetir una misma frase una y otra vez, su voz cada vez más fuerte. Era como un cántico oscuro que llenaba el espacio con una energía ominosa.

─ ¡Sabine, detente! ─gritó Nyx, ahora completamente incorporada. Pero sus palabras no parecían llegar a la bruja, cuyo cuerpo temblaba más violentamente.

La escena era aterradora, como si la cocina se hubiera transformado en un lugar fuera del tiempo y el espacio. Nyx sintió que debía hacer algo, pero sus pies parecían anclados al suelo, y su mente giraba sin encontrar una solución.

De repente, Sabine dejó de moverse. Su cuerpo quedó inmóvil, como si todo el aire hubiera abandonado sus pulmones. Cayó hacia adelante, apoyando las manos sobre la mesada mientras jadeaba con fuerza, como si acabara de escapar de un ahogamiento.

Nyx la miró, su respiración agitada mientras trataba de procesar lo que acababa de suceder.

─ ¿Qué fue eso? ─preguntó con voz temblorosa, aunque su tono tenía un matiz de exigencia.

Sabine levantó la cabeza lentamente, su rostro pálido y bañado en sudor.

─ Algo... algo está cerca ─murmuró, su voz débil y quebrada─. Hay algo oscuro que te rodea, Nyx. Algo que no pertenece ni a este mundo ni al próximo.

Las palabras de Sabine hicieron que un escalofrío aún más profundo recorriera el cuerpo de Nyx. La bruja tomó el péndulo del suelo con manos temblorosas y lo apretó con fuerza, como si fuera una especie de protección.

─ ¿Qué significa eso? ─insistió Nyx, con los nervios a flor de piel─. ¿Qué es lo que viene?

Sabine no respondió de inmediato. Su mirada se clavó en el vientre de Nyx, y una sombra de preocupación cruzó por su rostro.

─ No lo sé con certeza ─admitió finalmente, su voz apenas un susurro─. Pero sea lo que sea... no viene por ti.

Nyx se quedó helada ante aquellas palabras, su mente dando vueltas mientras el miedo y la incertidumbre se apoderaban de ella.

¿Quién o qué era el verdadero objetivo? Y, más importante aún, qué haría para enfrentarlo.





















Nyx dejó de teclear en el ordenador cuando Klaus entró en la habitación. La sonrisa que apareció en su rostro fue inevitable, aunque no por verlo a él exactamente, sino por lo que llevaba en las manos: un tazón lleno de hielos que parecía un manjar caído del cielo. Se acercó con paso tranquilo, su mirada fija en ella mientras le ofrecía el recipiente como si estuviera entregándole un trofeo.

─ Gracias ─murmuró Nyx, tomando el tazón con cuidado y dejando que el frío aliviara la incomodidad que llevaba sintiendo durante horas.

Klaus se cruzó de brazos, su expresión altiva adornada con una pizca de falsa culpa.

─ Ahora me siento mal por darte los hielos antes de las buenas noticias. No creo que puedas estar más feliz que ahora ─dijo con un tono teatral, ladeando la cabeza.

Nyx alzó una ceja, su curiosidad encendida al instante. ─ ¿De qué se trata?

Klaus dejó que el suspenso se alargara unos segundos antes de soltar la bomba con una sonrisa satisfecha.

─ Que Elijah volverá con nosotros.

La reacción de Nyx fue instantánea. Su sonrisa se ensanchó hasta el punto de doler, como si toda la habitación se iluminara con una energía renovada.

─ Aunque dudo que le hayas dicho: "Por favor, ¿me devuelves a mi hermano?"

Klaus arqueó una ceja, claramente intrigado por su comentario. Con un movimiento fluido, se sentó en el borde del escritorio, inclinándose hacia ella con una mirada inquisitiva.

─ Apenas lo conoces y ya lo extrañas. ¿Qué tiene mi hermano que siempre inspira semejante admiración inmediata?

Nyx soltó una carcajada breve, incapaz de contenerse.

─ ¿Eso que siento en tus palabras son... celos? ─levanto una ceja, jugando con la provocación en su tono.

Pero Klaus no se unió a la diversión. Su rostro seguía serio, sus ojos clavados en los de ella con intensidad.

─ Él fue amable conmigo ─explicó Nyx, su voz suave mientras mantenía la mirada─. De alguna manera te convenció para aceptar el trato de las brujas y salvarme la vida. Su forma de hablar, su actitud... es diferente. Agradable. No como los hombres que conocí antes.

Klaus apretó los labios, su semblante endureciéndose aún más. Sin una palabra, se levantó del escritorio y se giró hacia la puerta, claramente dispuesto a irse. Nyx lo miró, sus cejas fruncidas mientras la realización la golpeaba. Había dicho algo que lo había afectado más de lo esperado.

Se levantó de golpe y lo alcanzó antes de que cruzara la habitación, aferrándose a su brazo.

─ ¡Espera! ─exclamó. Klaus se detuvo, pero no la miró de inmediato, su postura rígida como si estuviera conteniendo algo ─. Klaus, yo no te odio, si eso es lo que piensas ─continuó, su voz ahora más firme─. De hecho, al contrario de lo que piensa todo el mundo, me agradas. Claro, no eres igual que Elijah, pero eso no significa que seas malo. Tú tienes tus propias cualidades, otras que yo admiro. Como ese asunto del "por siempre y para siempre".

Klaus se giró lentamente hacia ella, sus ojos buscando los suyos con una intensidad que la hizo sentir como si el aire se hubiera vuelto más denso. La distancia entre ambos se acortó hasta el punto de que podía sentir el calor de su cuerpo.

─ Por siempre y para siempre ─repitió con suavidad, dejando que las palabras se impregnaran en el aire. Levantó una mano y la posó en la mejilla de Nyx, su toque sorprendentemente delicado─. Ahora tú entras en esta ecuación. Eres parte de la familia Mikaelson...

Su voz se apagó de repente, como si hubiera llegado a un límite que no estaba dispuesto a cruzar. Apartó la mano con cuidado y dio un paso atrás, recuperando su habitual expresión impasible.

─ Deberías ir a descansar ─murmuró, su tono más frío─. ¿O quieres que te traiga hielo de la Antártida?

Nyx dejó escapar una risa suave, pero no podía permitir que este fuera el final de la conversación. Había algo más que necesitaba decirle, algo que no podía esperar.

─ De hecho, ¿puedo pedirte un favor? ─preguntó, su voz llena de incertidumbre.

Klaus ladeó la cabeza, su curiosidad despertada de nuevo. ─ Lo que quieras, amor.

Ella rodó los ojos, aunque una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. ─ Ignoraré que dijiste eso. Sé que estamos en medio de una guerra, pero... ¿podrías traer a mi hermana menor aquí?

Klaus frunció el ceño, claramente sorprendido. ─ ¿Tu hermana?

─ Sí ─asintió Nyx rápidamente─. Tiene ocho años y vive en Mystic Falls con nuestros padres adoptivos. Ellos no son... los mejores. Él es alcohólico y ella pasa la mayor parte del tiempo sola. Me sentiría mejor si estuviera conmigo.

Klaus suspiró profundamente, como si su paciencia estuviera siendo puesta a prueba.

─ Ahora no puedo, Nyx. Sabes los riesgos.

Ella frunció el ceño, pero no se dio por vencida. ─ Entonces... ¿puedo traer a una casi hermana?

Klaus la miró, intrigado pero precavido. ─ Explícate, lobita.

─ Hayley Marshall. Es dos años mayor que yo. Es una licántropa que me ayudó mucho desde que nos conocimos. Podría protegerme y, además, evitar que me muera de aburrimiento mientras Sophie me envía brujas locas que ni conozco.

Él la estudió con la mirada, sus ojos estrechándose con desconfianza. ─ ¿Es de confianza?

─ Sí, totalmente ─afirmó Nyx con convicción, su corazón acelerándose en su pecho mientras esperaba su respuesta.

Después de un momento que pareció eterno, Klaus asintió con lentitud.

─ Puedes traerla, Nyx. Pero si causa algún problema...

─ No los causará, lo prometo ─lo interrumpió ella, su alivio evidente en la amplia sonrisa que iluminó su rostro.

Klaus apartó la mirada y se dirigió hacia la puerta. Pero justo antes de cruzarla, Nyx lo llamó de nuevo.

─ Por cierto, hoy descubrí algo.

Él se detuvo y giró parcialmente la cabeza hacia ella, con una ceja alzada.

─ Creo que será niña.

Por un breve instante, la dureza de Klaus se desmoronó. Una pequeña sonrisa, fugaz pero genuina, curvó sus labios antes de que saliera de la habitación, dejando a Nyx con una sensación cálida y reconfortante que no pudo explicar.

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