𝗼𝗻𝗲. the magic baby

𝟬𝟬𝟭. ┊໒ ⸼۰𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗢𝗡𝗘 ──

── 𝗍𝗁𝖾 𝗆𝖺𝗀𝗂𝖼 𝖻𝖺𝖻𝗒 . •˖*☄️

(¡voten y comenten!)

Nixie Marshall... quizás ni siquiera era Marshall su verdadero apellido. A estas alturas, ni siquiera sabía quién era en realidad. La chica que se reflejaba en el espejo de la ventana del autobús ya no le resultaba familiar, solo un eco lejano de lo que alguna vez fue. Lo único que sabía con certeza era que no había vuelta atrás, y Mystic Falls no era su hogar. No más. Había dejado atrás a Damon Salvatore, las promesas vacías y ese amor tóxico que la consumía lentamente. ¿Pero realmente era él la raíz de su partida? Las cosas en el pueblo se estaban complicando demasiado, y con cada día que pasaba, el peso de los secretos le quitaba la capacidad de respirar.

No había nadie que pudiera entenderlo. Nadie salvo su hermana Malia, y Caroline Forbes. Ah, Caroline, su mejor amiga, siempre tan positiva, tan cegada por su deseo de normalidad, que hasta tenía planeado un baby shower si Nixie no hubiera escapado antes. Tal vez, para los ojos de todos, parecía una simple chica que cometió un error. La típica historia: embarazada, sola y demasiado avergonzada para enfrentar su pasado. Pero ese era solo un fragmento de la verdad.

¿Dónde comenzar?

Quizá debería haber prestado atención al viejo refrán: "Si el hijo del diablo se cruza en tu camino, corre lo más rápido que puedas."

Ese día fue el peor de su vida, pero también el que la liberó. Una pelea con Damon, su escape al bar y la botella de whisky que desaparecía en sus manos, como si ahogar su dolor pudiera borrar la realidad. Pero la noche empeoró. Klaus Mikaelson apareció. No fue una coincidencia. Nunca lo es con él. Nixie, en su confusión, se dejó llevar por el veneno en sus venas y lo próximo que supo fue que había cruzado una línea que nunca debió cruzar.

Fue ese encuentro lo que finalmente la impulsó a irse. Abandonó a Malia y Caroline, dejando una carta para su hermana y pidiendo el favor más grande de su vida a su amiga. Sin explicaciones, sin despedidas cara a cara. Solo un vacío en su lugar. Las semanas siguientes fueron un torbellino de pasos inciertos, de preguntas que no tenían respuestas claras. Pasó de ciudad en ciudad, buscando pistas sobre su pasado. Sus propios orígenes. Nada tenía sentido hasta que una pista, una fuente confiable, le dio un nombre que encendió un nuevo temor en su interior: New Orleans.

No estaba exactamente en la ciudad, aún no. Estaba en los pantanos que la rodeaban, un lugar más seguro para desaparecer entre la niebla y los ecos de las criaturas que susurraban en la oscuridad. El aire olía a humedad, a misterio, y mientras caminaba, el peso de la soledad se hacía más denso. Pero antes de que pudiera avanzar más en su investigación, su celular vibró, iluminando la pantalla con un nombre que no esperaba ver: Caroline Forbes. Sabía que no era su amiga quien estaba llamando, sino alguien más. Malia.

Podría haber ignorado la llamada, como lo hizo las últimas veinte veces. Pero algo en su interior se quebró, un anhelo, una culpa. No podía seguir haciéndolo.

─ Malia, cariño, hola.

La voz de su hermana sonaba pequeña, frágil. El apodo que usaba, "Nixie Wincy", resonó como una burla de lo que alguna vez fue su inocencia. Las lágrimas que había intentado reprimir desde que se fue comenzaron a arremolinarse en su garganta.

─ Perdón por no contestar, estuve muy ocupada en mi viaje.

Malia habló sobre su día en la escuela, las risas crueles de los otros niños, las palabras que la herían como cuchillos. "Dijeron que me abandonaste, como hicieron mis padres", confesó, su voz quebrándose, cada palabra un golpe que derrumbaba las defensas de Nixie. El nudo en su garganta se hizo insoportable.

─ Tú no me abandonarías, ¿verdad?

─ No respondió Nixie inmediatamente, secándose una lágrima que no pudo contener ─. Pero por ahora debo estar fuera, ¿sí? No es para siempre.

─ ¿Por qué? ─la voz de Malia era un susurro cargado de miedo.

Nixie dudó por un segundo, buscando las palabras adecuadas para una mentira que pudiera sostener el poco optimismo que quedaba en su hermana. No podía decirle la verdad, no podía revelarle el caos que había desatado con Klaus.

─ Porque... gané una beca. Una que no podía rechazar. Pero volveré, Lía, lo prometo.

La emoción en la voz de Malia la rompió aún más. Era mentira, todo era mentira. Pero Malia no lo sabría, al menos no ahora. Ella era demasiado joven para comprender la verdad, para saber que la oscuridad que acechaba en las sombras estaba más cerca de lo que imaginaba.

─ ¿Te puedo visitar en tus vacaciones? ─preguntó Malia con una chispa de esperanza que la destrozó aún más.

─ No por ahora, pero pronto. Muy pronto...

Antes de que pudiera seguir con su promesa vacía, algo cambió. Una figura emergió de la nada frente a ella, como si la oscuridad la hubiera engendrado. Una mujer alta y de mirada fría, con una presencia tan poderosa que hizo que los cabellos de Nixie se erizaran.

─ ¿Eres Nixie Marshall? ─preguntó la mujer, pero su tono indicaba que ya conocía la respuesta.

Nixie sintió su corazón acelerarse. Miró rápidamente a su alrededor, buscando una salida, cualquier camino que la llevara lejos de allí. Cortó la llamada y guardó su celular, alzando la barbilla en un intento de parecer más fuerte de lo que se sentía.

─ No ─dijo, tratando de ocultar el miedo en su voz ─. Pero... ¿por qué la buscas?

La mujer sonrió, una sonrisa tan afilada como una navaja.

─ Claro que eres tú.

Antes de que Nixie pudiera moverse, un chasquido resonó en el aire, y un dolor punzante se clavó en su cabeza. El dolor aumentaba con cada segundo, envolviendo su mente en una niebla impenetrable. Su cuerpo se debilitó, cayendo al suelo mientras la visión se oscurecía.

─ Maldita bruja... ─fue lo último que susurró antes de ser consumida por la oscuridad.





















Nixie despertó lentamente, su cabeza palpitaba con el eco del dolor. Lo último que recordaba era el rostro frío y distante de una mujer, una bruja, que la había secuestrado sin previo aviso. Ahora, tras lo que parecían días enteros de estar en una especie de trance, lo tenía todo más claro. Esa bruja y sus "amigas" la mantenían atrapada en ese lugar lúgubre, dándole un título irónico: Problema . Un título que, aunque parecía una burla, reflejaba perfectamente lo que ella representaba para ellas.

El lugar donde estaba recluida no era más que una prisión disfrazada de escondite. Aunque la trataban como a una reclusa, con comidas regulares y pinchazos tres veces al día, parecía que querían mantenerla viva por alguna razón. Algo que no entendía completamente, pero que al menos le daba cierta tranquilidad: no podía matarla. ¿Pero por qué? Esa era la pregunta que le rondaba la cabeza. Sabía que algo más grande se estaba moviendo en las sombras, pero aún no tenía todas las piezas para resolver el rompecabezas.

Su humor, por supuesto, era de los peores. Y no mejoró cuando una de las brujas entró abruptamente en la habitación.

─ Tienes visitas, lobita. ─dijo la mujer con una sonrisa maliciosa, mientras la tomaba bruscamente del brazo y la empujaba hacia la puerta como si fuera un objeto sin valor.

El título lobita le revolvía el estómago. Y el trato violento que recibía de las brujas solo hacía que sus ganas de arrancarles la cabeza crecieran con cada día que pasaba. Resistió el impulso de atacarla justo en ese momento, recordándose que era mejor esperar el momento oportuno.

─ Puedo caminar sola. ─gruñó entre dientes, sacudiendo con fuerza el brazo hasta que la bruja la soltó.

Si no lo hubiera hecho, Nixie se imaginaba fácilmente un escenario donde la mataba con sus propias manos, y luego hacía una sopa con los restos para invitar a las demás brujas. Claro, una pequeña fantasía que la mantenía cuerda en medio de su desesperación. Sí, definitivamente estaba de muy mal humor.

Pero su mal humor alcanzó otro nivel cuando lo vio. Elías Mikaelson. Alto, impecablemente vestido, y con esa mirada que parecía traspasarte el alma. Nixie lo había visto antes. Claro que lo había visto. Había algo en él que le resultaba extrañamente familiar, como si lo conociera desde hace años. Pero eso no tenía sentido. No había tenido contacto con vampiros antes... mucho menos con los Originales.

─ Nos volvemos a encontrar, Elijah. ─dijo con una sonrisa sarcástica, mientras él se acercaba con esa elegancia característica.

Elijah la observó con la misma mirada confusa que había tenido la primera vez que se encontraron. Algo en esa situación no cuadraba para ninguno de los dos, pero ninguno lo admitió en voz alta.

─ Danos un momento a solas, por favor. ─dijo Elijah a una de las brujas, su voz calmada pero autoritaria.

La bruja accedió sin dudarlo, y en pocos segundos, la habitación se vació, dejándolos solos.

Nixie observó la cripta con desprecio, la sensación claustrofóbica de estar allí le grababa a una película de terror barata. Se dejó caer en una de las bancas de piedra, cruzando las piernas sin importarle si se veía maleducada. Miró a Elijah, esperando que él fuera el primero en hablar.

─ Entonces... ─Elijah aclaró su garganta antes de continuar ─, ¿te tienen aquí en contra de tu voluntad?

Nixie soltó una carcajada sarcástica.

─ No, claro que no ─dijo, sonriendo de forma exagerada ─. Vine aquí voluntariamente, porque, ya sabes, me encanta ser el conejillo de indias de las brujas... excepto los miércoles, esos días voy al spa.

El sarcasmo en su voz era tan denso que casi podía cortarse con un cuchillo. Pero Elijah, con esa calma inquebrantable, solo la miró fijamente, analizándola. Intentar parecía descifrar algo más allá de las palabras, como si pudiera ver a través de ella.

─ Estaba hablando con mi hermana menor —continuó Nixie, cuando se dio cuenta de que Elijah no sabía qué decir ─, cuando una de esas brujas apareció e hizo ¡pum! ... Luego me sometieron a esas pruebas extrañas de bruja. Y lo peor de todo... no entiendo cómo pasó esto. Los vampiros no pueden procrear. ─hizo una pausa cuando vio la mirada de Elijah, que parecía preguntarle si había estado con alguien más ─. No, no estuve con otro hombre ─aseguró rápidamente ─. Solo estuve con Klaus... y luego pasó esto.

Nixie señaló su vientre, donde ahora sabía que crecía una vida que nunca pensó posible.

Elijah la observó con sorpresa, pero no dejó que su expresión cambiara demasiado.

─ Te creo ─dijo finalmente, con una calma que solo él podía mantener ─. Pero volviendo a lo que dijiste... si supieras más sobre la historia de mi hermano, tal vez entenderías cómo todo esto es posible.

Elijah dio un paso más cerca de ella, sus ojos fijos en los de Nixie, mientras extendía lentamente las manos hacia ella.

─ Si me lo permites, puedo mostrarte.

Nixie retrocedió instintivamente, levantando una mano para detenerlo.

─ Manos donde pueda verlas. ─advirtió con un tono amenazante, aunque sabía perfectamente que no era rival para él. Elijah, después de todo, era el más cuerdo de los hermanos Mikaelson, pero aún así, no confiaba completamente en él.

Elijah levantó ambas manos en un gesto pacífico.

─ Relájate ─dijo con esa calma inquebrantable que parecía caracterizarlo ─. Si abres tu mente, puedo enseñarte lo que necesitas saber.

Nixie lo pensó por un momento. Había algo en Elijah que inspiraba una leve sensación de confianza, pero seguía siendo un vampiro Original. Sin embargo, las preguntas sin respuesta en su mente eran demasiadas, y necesitaba claridad.

─ Está bien. ─accedió, cerrando los ojos y tratando de relajarse.

Poco a poco, sintió las manos de Elijah posarse en sus sienes. Y de repente, una serie de imágenes comenzó a fluir en su mente. Al principio, borrosas, pero poco a poco se volvieron más nítidas.

─ En el principio ─comenzó a narrar Elijah ─, nuestra familia era humana, hace mil años. Aunque nuestra madre practicaba la magia oscura, éramos solo una familia común, tratando de sobrevivir en un mundo difícil. Y, de alguna manera, éramos felices.

Las imágenes en su mente mostraban a una familia unida, riendo y viviendo en paz. Pero luego, todo cambió.

─ Hasta que una noche, nuestro hermano menor fue asesinado por la mayor amenaza de nuestro pueblo.

La imagen de Klaus apareció, llorando mientras sostenía el cuerpo sin vida de su hermano, con tres grandes rasguños en el pecho.

─ Hombres que podían transformarse en lobos durante la luna llena. Mi madre, devastada, decidió usar la magia para protegernos... y así nacieron los vampiros Originales.

Nixie observaba cada escena en su mente como si estuviera allí, viviendo cada momento. Sabía que algo más grande se estaba revelando, algo que cambiaría todo lo que creía saber sobre Klaus... y sobre ella misma.

─ Niklaus no solo era un vampiro... ─dijo Elijah, mientras las imágenes mostraban a Klaus transformándose, sus huesos rompiéndose de manera aterradora.

─ Era también un licántropo, como yo. ─completó Nixie, abriendo los ojos de golpe cuando Elijah apartó sus manos.

─ Exactamente ─respondió Elijah ─. Y ahora tú también llevas esa maldición.

Nixie sintió un escalofrío recorrer su espalda. Las piezas comenzaban a encajar, pero aún quedaban muchas preguntas sin responder. Sin embargo, antes de que pudiera procesarlo por completo, una de las brujas entró bruscamente en la habitación, interrumpiendo la conversación.

─ Necesitamos tu ayuda. ─dijo la bruja, mirando a Elijah con una expresión de urgencia.

Elijah la miró con desconfianza, sus ojos se estrecharon.

─ ¿Qué es lo que quieres exactamente? ─preguntó, su tono frío y calculador.

─ Queremos expulsar a Marcel y sus vampiros de la ciudad ─explicó la bruja ─. Klaus es la clave. Marcel lo admira, confía en él. No preverá la traición.

Nixie cruzó los brazos, incómoda con todo lo que estaba ocurriendo. No tenía ni idea de qué hacer, pero una cosa era clara: estaban jugando con fuerzas más grandes de lo que podían manejar. Y ella estaba en medio de todo.

Elijah soltó un suspiro profundo, su expresión más oscura de lo habitual.

─ Como seguramente saben, a mi hermano Niklaus no le gusta que le digan qué hacer. 

Nixie soltó una pequeña risa, lo que provocó que Elijah y los demás la miraran.

─ Bueno ─dijo ella ─, creo que Niklaus puede hacer una excepción.

─ Y por eso te traje aquí ─explicó la bruja ─. Marcel sacó a los licántropos de la ciudad hace décadas. ¿Realmente piensas que le dará la bienvenida a un bebé híbrido en el vecindario? Convence a Klaus de ayudarnos, y nadie sabrá del nuevo miembro de la familia Original.

Eso es chantaje, pensó Nixie.

─ Me suena demasiado a un chantaje. ─habló Elijah, quien claramente se dio cuenta rápido de la intención de las brujas, claro, vivió más de mil años.

─ Como dije, estoy desesperada.

Una lucha de miradas ocurrió por unos segundos, y finalmente, el original hablo.

─ Bien, entonces...─incluso ahí lo pensó por unos segundos, Klaus es muy dificil de tratar, estaba más que claro ─. Tengo un trabajo a mi medida, ¿No?





















Nixie se removió en su asiento, mordiéndose el labio inferior con nerviosismo. No podía dejar de darle vueltas a su futuro, a la incertidumbre que pendía sobre su cabeza como una guillotina. Todo en su vida había cambiado tan rápido, que apenas lograba procesar lo que estaba sucediendo. Una parte de ella estaba aterrada, paralizada por el miedo que la invadía de pensar en ese pequeño ser que crecía en su interior, un hijo que había llegado como una bendición retorcida, una maldición disfrazada. Había momentos en los que casi podía olvidarse de que estaba embarazada, como si el miedo fuera tan abrumador que borraba todo lo demás. Pero luego, en la quietud de su mente, la realidad se filtraba. ¿Qué sería de ella ahora? ¿Qué pasaría con ese bebé cuando todo terminara?

El sonido de una voz familiar la sacudió de sus pensamientos, haciendo que diera un respingo. Esa voz...

─ No. Es imposible. ─negó Klaus de inmediato, su tono cargado de incredulidad y furia mientras se plantaba en medio de las brujas, con Elijah a su lado, una sombra imponente.

─ Me dije exactamente lo mismo. ─masculló Elijah, como si las palabras quemaran al salir de su boca.

Nixie tragó saliva y, sintiendo que el silencio la estaba aplastando, murmuró lo suficiente alto para ser escuchada:

─ Y créanme, yo también sigo procesándolo.

El ambiente se volvió pesado, denso como el aire antes de una tormenta. Klaus giró su mirada hacia ella, su ceño fruncido, sus ojos ardiendo con una furia tan cruda que Nixie sintió un escalofrío recorrer su espalda. Su respiración se volvió errática mientras intentaba no sucumbir a la presión de aquellos ojos, de esa rabia.

─ Es mentira. Ustedes mienten ─gritó Klaus, desbordado, su voz vibrando con un odio que parecía capaz de destruir todo a su paso ─. ¡Los vampiros no pueden procrear!

─ Pero los licántropos sí ─intervino Sophie, una de las brujas que había traído a Nixie allí, su voz suave pero implacable ─. La magia te hizo vampiro, Klaus, pero tú naciste licántropo. Eres el híbrido original, el primero de tu clase. Este embarazo... ─Sophie hizo una pausa dramática, como si las palabras fueran demasiado pesadas─, es una de las fisuras de la naturaleza.

Klaus estaba tan enfurecido que su cuerpo temblaba. Parecía a punto de explotar, de arrancarles la vida a todos en esa sala. El odio en su mirada no tenía límites, y cuando sus ojos volvieron a posarse en Nixie, ella sintió como si el suelo bajo sus pies se tambaleara.

─ ¡Has estado con alguien más! ─le espetó Klaus, acercándose con pasos agresivos, su dedo acusador señalándola como si ya hubiera sido condenada ─. ¡Admítelo!

Nixie apretó los puños, su corazón latiendo con fuerza en sus oídos. Elijah dio un paso adelante, colocándose entre ambos, protegiéndola de la furia incontrolable de su hermano. Pero Nixie no iba a dejarse intimidar. No ahora.

─ ¡Oye, hijo del diablo! ─gritó, su voz llena de rabia ─. ¡Me secuestraron, me usaron como un maldito conejillo de indias porque creen que tengo un bebé mágico con tu sangre! ¿No crees que si hubiera una maldita posibilidad de que no fuera tuyo ya lo habría dicho para poder irme de aquí? ¡No seas idiota!

El silencio que siguió fue tan cortante que parecía que el aire mismo se había detenido. Sophie aprovechó la pausa para intervenir, su voz firme y sin titubeos.

─ Mi hermana dio su vida para realizar el hechizo que confirmó este embarazo. ─sus palabras hicieron que Nixie parpadeara, confundida ─. Gracias al sacrificio de Jane-Anne, controlamos la vida de esta chica y la de su bebé. Ella estará a salvo... o las asesinaremos. Entonces, Klaus, tú decides. Nos ayudas a derrotar a Marcel, o Nixie ─señaló el vientre de Nixie ─, no vivirá lo suficiente para calentar un biberón.

─ Espera, ¿qué...? ─Nixie balbuceó, su cabeza girando, incapaz de seguir el ritmo de la conversación.

Elijah, que hasta ese momento había permanecido impasible, dejó escapar un suspiro cansado.

─ Suficiente ─dijo, su tono más sombrío que nunca ─. Si quieren a Marcel muerto, lo mataré yo mismo.

─ No ─Sophie negó con firmeza, cruzando los brazos ─. No ahora. No podemos apresurarnos. Tenemos un plan, y hay reglas que deben seguirse.

Nixie apretó los dientes, su mente era un caos de pensamientos que luchaban por encontrar algún tipo de sentido. No podía morir, no así, no ahora. No sin respuestas. Tenía que encontrar a su hermana, tenía que entender su pasado, tenía que encontrar a alguien en quien confiar, alguien que pudiera amarla lo suficiente para que todo esto valiera la pena. No podía permitir que todo terminara sin haber vivido lo que realmente importaba.

─ ¿Cómo se atreven a darme órdenes? ─dijo finalmente, su voz quebrándose entre la furia y la desesperación ─. ¿Cómo se atreven a amenazarme, a usar lo que creen que es mi debilidad? ¡Esto es un engaño patético! No quiero oír más mentiras.

Klaus, con el rostro lleno de desprecio, hizo un gesto de desdén y giró para irse.

─ Niklaus. ─la voz de Elijah lo detuvo en seco, el peso de sus palabras clavándose en el aire ─. Escucha.

Pero Klaus no se volvió. Su voz era un susurro de veneno cuando habló.

─ Mátala. A ella y al bebé. No me importa.

Nixie sintió que el mundo se desplomaba sobre ella. Sus ojos se llenaron de lágrimas de rabia y dolor, pero no iba a dejar que Klaus la viera derrumbarse.

─ Sabes... lo único bueno de eso es que no tendré nada tuyo dentro de mí ─espetó, con la voz temblorosa pero firme ─. Estoy cansada de esto. Me largo.

Intentó moverse, pero las brujas la detuvieron, su mirada implacable.

─ Nadie tocará a la chica ─dijo Elijah, con una calma peligrosa ─. Yo me encargaré de esto.

Con un último vistazo hacia Nixie, Elijah se marchó, y ella, sin más opciones, regresó a su asiento. Cerró su chaqueta con manos temblorosas, sintiendo el frío a través de la tela, aunque no fuera el clima el que la hacía temblar.

─ ¿Al menos me dan mi teléfono? ─preguntó, su voz cargada de sarcasmo. Nadie respondió ─. ¿Agua? ¿Una galleta? ─miró a las brujas con una sonrisa amarga─ . No, claro que no. Y yo que pensaba que eran más divertidas.





















Nixie seguía caminando de un lado al otro, como si con ese simple movimiento pudiera hacer desaparecer el peso que sentía en el pecho. Sus manos temblaban, y a pesar de su esfuerzo por controlar su respiración, el miedo comenzaba a apoderarse de ella. A lo lejos, las brujas discutían entre sí. Podía sentir cómo su mirada ocasionalmente se desviaba hacia ella, como si estuvieran decidiendo su destino en ese mismo momento, como si su vida fuera un simple peón de un plan antiguo y malvado.

Finalmente, agotada, Nixie se dejó caer contra la fría pared de piedra, apoyando la espalda con los hombros tensos, como si esa presión pudiera mantenerla de pie. Cerró los ojos, respirando hondo mientras intentaba calmarse, aunque sabía que ya no había nada que pudiera hacer. Resignarse. Esa era la palabra que rondaba por su mente, una y otra vez. Resignarse a morir. Después de todo, tarde o temprano eso sucedería. Y si su destino dependía de Klaus Mikaelson, quizás sería mejor que la mataran ahora. ¿Qué interés podría tener en un hijo que ni siquiera quería? ¿Qué podía importarle a alguien tan despiadado como él la vida de una mujer a la que apenas conocía?

Pero Elijah... Elijah era distinto. Con él tal vez hubiera una pequeña oportunidad, una frágil chispa de esperanza que se apagaba lentamente con cada segundo que pasaba. Aunque cuando lo vio aparecer a lo lejos, solo, esa chispa se extinguió por completo. Su rostro serio y la forma en que sus hombros parecían más pesados que antes le dejaron claro que las cosas habían terminado.

El silencio en la sala fue interrumpido solo por el sonido de los pasos de Elijah, quien se acercó a ellas con su característico porte inquebrantable. ─ No pude convencerlo, ─dijo con voz grave, sin rodeos, ─ y no estoy seguro de que yo pueda. Pero ahora que su aquelarre ha decidido desatar su ira, tengo una pregunta, ¿qué lo detiene de matarte, Sophie?

Sophie, sin inmutarse ante la amenaza velada, avanzó con calma hasta una mesa cercana, donde tomó una aguja fina. Nixie observó cada uno de sus movimientos con creciente inquietud, preguntándose qué iba a hacer. Pero lo que ocurrió a continuación fue lo que rompió el frágil control que tenía sobre sí misma. Sophie se pinchó el dedo, y de inmediato, un dolor agudo recorrió la mano de Nixie, arrancándole un chillido que resonó por toda la sala. Al mirar su propia mano, la vio ensangrentada, al igual que la de Sophie. El pánico la invadió, sintiendo como su respiración se aceleraba.

─ ¿Qué demonios está pasando? ─preguntó Nixie con horror, mirando a Sophie.

Sophie, con una calma escalofriante, alzó la mano herida y la observó un momento antes de responder, como si disfrutara del poder que tenía en ese instante. 

─ El hechizo que mi hermana hizo, el que lograron que la mataran, no solo confirmó tu embarazo. Nos conectó. A ti y a mí. ─dijo, con una sonrisa de satisfacción ─. Todo lo que me pase, te pasará a ti, Nixie. Así que, básicamente, tu vida ahora la controlo yo.

Elijah observaba en silencio, su mandíbula apretada y sus manos cerradas en puños a sus costados, tratando de mantener la compostura. Sabía que cualquier movimiento en falso podría desencadenar una tragedia. Mientras tanto, las palabras de Sophie seguían resonando en la mente de Nixie como un eco maldito.

─ Klaus puede que no se preocupe por su hijo ─continuó Sophie, clavando sus ojos en Elijah ─, pero está muy claro lo que significa para ti, Elijah. Si tengo que lastimar a Nixie, o peor, para asegurarme de que haces lo que te pido... lo haré. ─la amenaza en su voz era inconfundible, como una hoja afilada que se desliza lentamente por la piel.

─ Sí, sigan hablando como si yo no estuviera aquí. ─susurró Nixie con burla.

Elijah, sin embargo, no compartía su desesperación. Giró su cabeza lentamente hacia Sophie, su expresión imperturbable, casi divertida. ─ ¿Realmente te atreves a amenazar a un original? 

Sophie no titubeó. La determinación en su mirada era feroz, y la sonrisa que se dibujó en sus labios fue casi aterradora. 

─ No tengo nada que perder, Elijah. ─respondió con frialdad, sus ojos brillando con malicia ─. Y tú tienes hasta la medianoche para convencer a Klaus de que cambie de opinión. Si no lo haces, me aseguraré de que ella no viva lo suficiente como para calentar biberones.





















Las cosas de alguna manera habían salido bien; Elijah cumplió su parte, o al menos eso pensaba Nixie. La verdad es que ahora no le importaba qué trato hizo el Mikaelson para que la soltaran, lo que importaba es que ahora estaba libre, aunque no del todo, porque la habían traído a esta casa, que era tan grande que parecía una mansión.

Por lo visto, nadie había estado aquí en un rato, porque todo estaba lleno de polvo y muebles con sabanas que los cubrian.

─ ¿Te encuentras bien? ─preguntó Elijah cuando ella tosió luego de quitar una sabana.

─ Solo es un poco de polvo ─dijo ella con calma, no quería ser grosera, menos con él, que había sido bueno con ella hasta el momento ─. Este lugar es antiguo... muy antiguo diría yo.

─ Sí ─dijo, sonriendo levemente ─, debería servir para nuestros propósitos ─se acercó a medida que me iba explicando sus siguientes pasos ─, es un santuario para nuestros asuntos en la ciudad. Ahora tú eres la persona más importante en esta familia. Necesitas un buen hogar.

Ella asintió. Era raro estar aquí con Elijah, fuera de la mirada de todas las brujas. Así que ella no podía evitar entablar una conversación con él.

─ Sabes, pareces ser buena persona ─murmuré ─. ¿Serás buena persona?

─ No soy un santo, Leigh.

─ ¿Cómo sabes mi segundo nombre?

─ Lo recuerdo de Mystic Falls.

─ Prefiero Nixie.

─ Como quieras, Leigh.

La chica rodó los ojos; al parecer debía costumbrarse a que la llamaran así.

─ Bueno, te enseñaría a llamarme Nixie, pero supongo que ya estás muy viejo como para aprender algo.

─ Tienes sentido del humor.

─ Lo tengo.

Nixie miró alrededor, preguntándose si aquí es donde se quedaría. Sí era una buena idea hacerlo.

─ Leigh, ¿alguien te preguntó cómo te sientes?

─ ¿Sobre tener un bebé milagroso con el hijo del diablo? ─bufó divertida.

─ Sobre ser madre.

Ella lo pensó por unos segundos. Era cierto. Solo Caroline le había preguntado, pero Nixie no le respondió en ese momento. No quería hablar sobre el bebe como algo a lo que apreciara. Además, no tenía idea de cómo ser madre; nunca tuvo una figura materna, no una buena.

─ Siempre te protegeré, a ti y a tu hermana. ─prometió.

─ También sabes de Malia ─murmuró ─. ¿Y cómo sé que eso es verdad?

─ Porque el noble Elijah siempre mantiene su palabra.

─ ¿Está hecho? ─preguntó su hermano, mientras Nixie observaba a Klaus, que estaba apoyándose tranquilamente en una de las paredes.

─ En realidad, sí. Tu extraño trato salió bastante bien. Marcel estaba muy feliz de aceptar mi sangre ─empezó a explicar ─, como si hubiera aceptado mis más sentidas disculpas. Su hombre, Thierry, aún vive, y yo aún sigo siendo un invitado bienvenido en el Barrio Francés. Mi preocupación ahora es el aquelarre de brujas rebeldes.

─ Creo que son... honorables ─comentó Elijah ─. Ellas liberaron a Leigh. A pesar de que no han sido totalmente comunicativas, Marcel tiene algo que ellas obviamente necesitan...

Explicaba él, mientras la mirada de Klaus solo estaba clavada en Nixie.

─ No lo quieren muerto. Debe haber una razón para ello.

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