▬ CAPÍTULO SEGUNDO

❛ fatui ❜

⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀Snezhnaya era una tierra donde el cruel frío reinaba, no sería difícil creer que su gente también lo era. Muchas veces se suele juzgar a la gente de una nación por el atributo por el que se le conoce; por dar un ejemplo, en Mondstadt, la nación del viento, se suele decir que su gente es libre y de carácter relajado; a Liyue, ciudad de la piedra, los contratos y la mora, se le atribuye una población con personas de voluntades fuertes y ojo para los grandes negocios. Siguiendo este patrón, era natural que a la helada Snezhnaya se le atribuyera gente con corazón frívolo como el de su sagrada arconte. Sin embargo, había muchas formas de negar ese hecho.

⠀⠀⠀⠀⠀Si la gente del gélido imperio podía vivir en esas condiciones, entonces significa que hay una llama ferviente en ellos anhelando algo. Una tierra donde se encuentra la más pura escarcha y las ventiscas desprovistas de calor no era amigable para la supervivencia, pero aun así, eso no fue un limitante para que el pueblo de la arconte cryo pudiera expandirse, incluso, en medio de la miseria.

⠀⠀⠀⠀⠀¿Qué otra prueba se ha de necesitar para dar a ver la ferviente voluntad que se esconde bajo la fría capa protectora de hielo?

⠀⠀⠀⠀⠀La misma Illya había sido testigo de ello. Dentro de la organización se encontraba con un abanico muy amplio de gente; algunos eran egoístas, malhumorados y de moralidad dudosa, otros un poco más calmados y devotos por su nación, pero todos compartían una voluntad misteriosa que los hizo abandonar quiénes eran para enlistarse ahí. Sus compañeros de iniciación —a los cuales había olvidado en su mayoría— eran jóvenes con aspiraciones de ascender, ganar reputación y dinero, trabajar cercanamente con un miembro de Los Once o el simple hecho de servir de alguna forma a los propósitos de la Zarina. Escuchó una variedad de historias anhelantes en esos primeros días, las cuales fueron pisoteadas con el pasar del tiempo... Así mismo, antes de tener la fortuna de anclarse a un buen consultorio y trabajaba como equipo médico de algún campamento de exploración, pudo apreciar el fuerte compañerismo que en algunos casos se llegaba a formar entre ellos, a tal punto en el que se preocupaban por la supervivencia del otro en momentos de crisis, recordándose el juramento que hicieron al entrar a Fatui.

⠀⠀⠀⠀⠀Illya no podría olvidar esos momentos cargados de desesperación cuando en sus manos tenía un cuerpo moribundo en pésimas condiciones y con baja esperanza de vida que dependía de ella, junto con sus compañeros suplicando para que hiciera un buen trabajo para salvarlo y dejarlo estable. De esta manera, Illya apreció las voluntades de vivir en cada cuerpo insalvable que pudo volver a levantar.

⠀⠀⠀⠀⠀Ser médico le dio ese sentido de ver quién tenía las llamas de la voluntad y quién no. En situaciones de ese estilo, ella podía ver lo mejor y lo peor de la gente.

⠀⠀⠀⠀⠀Era curioso cómo la organización prefería actuar. Siendo apenas una recluta, se le dio una revisión muy pobre y breve sobre conocimientos médicos antes de arrojarla al infernal campo de batalla. El primer golpe de suerte que Illya obtuvo se presentó cuando le asignaron un batallón más veterano que a la mayoría de médicos que aspiraban a avanzar en la organización. Gracias a ello fue que poco a poco ganó recomendaciones al ir cambiando cada cierto tiempo de batallones hasta llegar a donde estaba. Unas cuantas súplicas y favores a cambio de vidas le ayudó mucho a ir escalando entre sus propósitos.

⠀⠀⠀⠀⠀En palabras sencillas, Fatui dejaba que el campo de batalla decidiera quiénes eran capaces de quedarse y quiénes no.

⠀⠀⠀⠀⠀Illya no mentiría, el refuerzo de conocimientos que obtuvo por haber tenido que prestar servicio en situaciones tan deplorables no tenía precio. Sus manos tomaron mucha más precisión y su mente más creatividad a la hora de resolver con los nulos suministros que poseía. Sanar en un consultorio, en cambio, era algo rápido y cómodo sin importar el tipo de herida que encontrara en el proceso. Además, algunos sargentos iban a agradecerle por su servicio previo y ver su proceso como enfermera, aunque muchos se extrañaban por verla quedarse en ese puesto cuando podía seguir subiendo.

⠀⠀⠀⠀⠀Fatui era una organización fría y despiadada que explotaba las capacidades de sus integrantes, a fin de cuentas. Sin embargo, Illya no se quejaría en lo absoluto. Después de tantas situaciones vividas, después de casi perder la fe en sí misma, había logrado un puesto cómodo e ideal para ella. Ascendió tras muchos viajes a un consultorio que se ubicaba en su fría tierra natal; su doctor adjunto, y por ende su superior, estaba en una larga misión que la dejaba a ella a cargo; cada vez que entraba Tartaglia solo ella podía hablar con él, solo ella podía tocarlo para sanarlo, solo ella podía ver su estado vulnerable, solo ella podía regañarlo por sus descuidos, solo ella podía aconsejarlo y recetarle medicamentos..., solo ella podía disfrutar de verlo. Era perfecto.

⠀⠀⠀⠀⠀En el corazón lleno de vida de Illya permanecía tatuado con fuego ardiente la noche nevada donde una risa que rozaba el sadismo y el fino corte húmedo quebraron su respiración acortada.

⠀⠀⠀⠀⠀“No fue nada, ¿verdad?”. Fueron las palabras que marcaron el crepúsculo con la que comenzó a tener un objetivo en mente.

⠀⠀⠀⠀⠀Esa noche particularmente fría y agotadora tenía un historial complicado. Su pueblo natal se hallaba en lo más recóndito de Snezhnaya, el cual sobrevivía con el comercio que mantenía en la capital con los Fatui y de las actividades agropecuarias; sin embargo, al estar tan cercano a una de las fronteras más conflictivas del reino cryo, no tardó en ser invadida por un grupo bélico que intentaba infiltrarse desde un punto vulnerable.

⠀⠀⠀⠀⠀No era de extrañar que el saqueo y el abuso se instalara en su pueblo.

⠀⠀⠀⠀⠀Robaban suministros, se instalaron en las pocas casas grandes que había tras sacar a las familias que vivían ahí y obligaron a los habitantes del pueblo a trabajar para ellos mediante amenazas.

⠀⠀⠀⠀⠀El padre de Illya, uno de los doctores principales del pueblo y quien la estaba introduciendo al mundo de la medicina, se vio sometido a trabajar para los forasteros. Illya aprendió bastante durante esos años, pues mucha gente solía enfermarse por distintos motivos —exceso de trabajo, el frío, problemas digestivos y otra gran variedad de exponentes—, como también lastimarse intentando escapar, revelarse o informar de la situación a algún fatui o por razones más simples como herramientas de trabajo o tener la desgracia de ser lastimado por los saqueadores. Fueron un montón de casos que su talentoso padre le ayudó a aprender a tratar de manera eficiente. Había asistido a su padre en cirugías y uno que otro parto, adquiriendo conocimiento y algo de la práctica necesaria para ser de utilidad... Aunque claro, sería en Fatui donde realmente explotaría hacia nuevos límites su talento.

⠀⠀⠀⠀⠀Ese proceso de aprendizaje duró su buen tiempo. Su vida no era precisamente difícil porque el que ambos miembros de la pequeña familia fueran médicos los mantuvo a salvo..., al menos hasta el final. Puede que hayan tardado en actuar, pero naturalmente Fatui se había enterado de lo que pasaba en el pueblo. Según tenía entendido, había sido retrasado para adquirir los nombres y planes de esa agrupación, dándole una falsa esperanza de estar triunfando antes de exterminarlos.

⠀⠀⠀⠀⠀Fatui intervino sin dudar en recurrir a la violencia, creando un caos que desestabilizó el pueblo. Solo fue cuestión de un día, hallando su clímax durante la noche. Comenzó con los campamentos enemigos de los alrededores, avanzando caóticamente hasta el pueblo. En medio del desorden causado por el miedo y la desinformación, el bando enemigo se dispuso a retirarse, pero no sin antes llevarse a esos miembros que fueron de utilidad. Fue una cacería dentro de una cacería, algo demasiado espeluznante que dejó severas consecuencias.

⠀⠀⠀⠀⠀El ocaso transcurría imperturbable frente a los gritos de pánico y el violento ataque de Los Fatui. Las horas avanzaban y en el frío crepúsculo, que llegó rápido debido a la época del año, Illya corría desesperada y cansada entre la espesura del bosque, tratando de huir de los dos hombres que planeaban llevársela.

⠀⠀⠀⠀⠀Jadeos, susurros del viento y pesadas pisadas era lo que oía la joven Dmitrieva al correr tan rápido como podía. Estaba agotada, pero se negaba a caer en manos de esa gente, adquiriendo lo suficiente para no rendirse y no ceder al temblor de sus piernas. No obstante, pese a sus esfuerzos, un empuje demasiado rápido para sus ojos fue lo que la hizo caer a la helada nieve, haciéndola entrar en un estado de pánico, considerándose acabada. Un pitido de aturdimiento llenó su cabeza junto con sus desesperados jadeos. No pudo reaccionar bien hasta que una risa penetró en sus oídos. Cuando quiso girarse y afrontar la realidad a la que le daba la espalda, dos sonidos pesados y sordos retumbaron duramente contra el suelo nevado. Lo que vio no eran los agresores, sino el motivo de su caída: un hombre joven de rostro apacible cuyos ojos eran un reflejo sincero de la fiera que se hallaba dentro.

⠀⠀⠀⠀⠀Esos ojos azules la miraban fijamente, analizándola como depredador a su presa durante segundos que la agitada Illya sintió como horas. Su mano fue extendida hacia ella tras retirar el guante ensangrentado mientras una peculiar e inefable sonrisa decoraba sutilmente sus labios.

⠀⠀⠀⠀⠀“No fue nada, ¿verdad?” fue la frase que él profirió al levantar a la aturdida muchacha. Su toque superfluo y cálido contrastaba con la temblorosa y fría mano de Illya. Los ojos de ella llegaron miedosamente hacia él, mirando su rostro pálido y varonil sin darse cuenta que le estaba apretando la mano por lo desconcertada que estaba. Se estaba aferrando a él mientras trataba de asimilar la situación entre jadeos temblorosos y llenos de dolor debido al frío. Su toque no desapareció por unos cuantos segundos hasta la llegada de otro fatui, quien la escoltó al refugio, alejándola del bosque y de la peligrosa arma humana que aniquiló a cada miembro del bando enemigo.

⠀⠀⠀⠀⠀Los días siguientes son confusos. Campamentos fatui se instalaron en el lugar para proteger al vulnerable pueblo en reconstrucción. Médicos fatui atendieron a los heridos mientras obreros reparaban los daños causados. Tener a los fatui ahí era como sentir que su diosa no los había abandonado.

⠀⠀⠀⠀⠀Las grandes reconstrucciones no tardaron mucho, permitiendo a los habitantes regresar poco a poco a sus actividades cotidianas previas a la opresión. Fue el renacer del pueblo.

⠀⠀⠀⠀⠀A Illya le costó un poco más adaptarse del todo; su joven mente seguía entumecida, analizando lo sucedido. Laboraba en el consultorio renovado de su padre, atendiendo de una manera mucho más pacífica durante ese largo período de tiempo. Los meses avanzaban y todo volvió a establecerse como antes, incluso la prosperidad comenzaba a dar frutos. Si algo caracterizaba al ser humano eran las ganas de sacar provecho a cada situación en la que tuvieran oportunidad; por ende, habiendo tenido conocimientos a causa de la horrible experiencia, usaron lo aprendido para generar más ingresos.

⠀⠀⠀⠀⠀Pronto la vida se volvió más animada, como si ningún incidente hubiera sucedido, incluso la economía había mejorado; sin embargo, Illya sentía que su mente se quedó atascada en aquella noche nevada. No importaba cuántos días, semanas y meses pasaran, en las noches, cuando se preparaba para ir a dormir, volvía a escuchar en su cabeza sus jadeos cansados y las palabras que le dedicó el fatui que la ayudó. Ella entraba en un estado de meditación mientras su consciencia caminaba entre las inciertas posibilidades de lo que hubiera pasado si el fatui no hubiese estado allí. A veces aquello sobrepasaba más allá de las noches como cuando veía un grupo fatui pasar, haciéndola divagar a la figura amenazante del joven que acabó con su suplicio.

⠀⠀⠀⠀⠀«Fatui», «La Zarina» y «el joven pelirrojo» eran las cosas que repetía en sus pensamientos, en ese mismo orden y cada una con un grado de importancia diferente, como si estuviera encapsulada en ellos.

⠀⠀⠀⠀⠀No fue hasta otra noche nevada como la de sus recuerdos, cuando estaba sentada al lado de la ventana apreciando la inestable danza de los copos de helada escarcha al caer, que se permitió darle un fin y, a su vez, un nuevo inicio a los pensamientos insistentes que la perseguían. Meditó y meditó en el espacio frío de su habitación, aquel que la llama de la chimenea no lograba calentar. Sus ojos estaban fijos en la nieve de afuera cuando un susurro ciego a su consciencia salió de sus labios.

⠀⠀⠀⠀⠀«Me uniré a Los Fatui...»

⠀⠀⠀⠀⠀No fue una pregunta y tampoco fue una frase dicha entre la miseria de la duda. Como si fueran las palabras que estaban predilectas por las estrellas a ser dichas, cuando acabó de pronunciar, el calor que no llegaba a esa parte de la habitación se instaló a su lado. La nieve fría dejó de ser su enfoque y en su lugar, un pequeño objeto carmín que se posó a su lado fue lo que recibió su atención.

⠀⠀⠀⠀⠀Illya enmudeció, reconociendo la procedencia del objeto y el posible significado de este. Tímidamente, como si estuviera haciendo un peligroso trato con un ser superior, acercó sus manos para acoger a la manifestación de los deseos que debía abrazar.

⠀⠀⠀⠀⠀“Acepta los deseos que arden dentro de ti” fue lo que entendió Illya esa noche, comenzando la travesía más incierta de su vida.

⠀⠀⠀⠀⠀La enfermera fatui regresó de su selecta sesión de recuerdos tras mirar la visión que reposaba colgante en su cadera. Illya sonrió con suavidad para sí misma, asegurando su agarre en el pomo de la puerta; iba a cerrar el consultorio. De su bolsillo sacó las llaves, dispuesta a dar por finalizada su jornada.

⠀⠀⠀⠀⠀—¿Tan rápido cierras, Illya?

⠀⠀⠀⠀⠀La voz de su heraldo endulzó sus oídos. La dama giró al sonido de su voz, encontrando la varonil y encantadora figura de Tartaglia a su lado, sonriendo lleno de ese humor contagioso que parecía desprovisto de malicia. Era tan natural, tan cándido y lleno de un atractivo que sus ojos no podían dejar de apreciar.

⠀⠀⠀⠀⠀—Mi señor Nobile, es un placer verlo —saludó cortés, inclinando su cabeza con respeto—. ¿Me necesita para algo?

⠀⠀⠀⠀⠀El pelirrojo se mostró jocoso ante ella.

⠀⠀⠀⠀⠀—Tartaglia —le corrigió sin más antes de continuar—. Sentí que debía buscarte para que me revises una de las heridas que más me ha molestado, pero si estás cerrando...

⠀⠀⠀⠀⠀Los labios de Illya temblaron debajo de su máscara, casi indignada y temerosa por lo dicho. Su mano en ningún momento había dejado el pomo de la puerta, permitiendo que pudiera abrirla como respuesta inmediata.

⠀⠀⠀⠀⠀—Cómo se le ocurre, mi señor. Mientras sea yo quien esté aquí, este consultorio estará abierto para usted.

⠀⠀⠀⠀⠀Una respuesta formidable para su servidumbre en compañía del educado gesto de invitación que ella le demostró. El heraldo solo rio como bien acostumbrada a hacer, ingresando al consultorio que frecuentaba, sentándose en la muy conocida camilla. Él ya estaba más que adaptado al proceso y por ende, sin esperar que ella le indicara, comenzó a quitarse el abrigo con la finalidad de exponer su torso.

⠀⠀⠀⠀⠀Illya, por su parte, lo veía de reojo, aprovechando por completo la ventaja que le daba su máscara, disimulando con el trabajo que hacía al dejar el bolso con sus cosas a un lado.

⠀⠀⠀⠀⠀—¿Gusta de una revisión completa o prefiere que atienda la que necesita? —cuestionó, girándose para mirarlo de frente pese a que él no pudiera ver su rostro.

⠀⠀⠀⠀⠀—Como prefieras. Aunque no me quejaría del cuidado extra —respondió señalando su torso vendado y lleno de cicatrices. Rasguños... al menos así era como él los llamaba despreocupadamente.

⠀⠀⠀⠀⠀Illya asintió, lavándose las manos antes y después de preparar cada utensilio necesario. La mujer se encaminó hacia él, llevando la bandeja de acero inoxidable para colocarla en el carrito auxiliar que estaba junto a él. Pidió permiso respetuosamente y al obtenerlo sus manos desnudas comenzaron a retirar el vendaje viejo que envolvía el torso de él.

⠀⠀⠀⠀⠀Observó el estado de todas. Algunas estaban en mejor estado que otras, pero todas iban en un proceso de recuperación estable. Aunque notaba que las curas de unas cuantas eran mucho más vagas a comparación de otras, usando técnicas de vendaje pobres que apenas sostenían bien.

⠀⠀⠀⠀⠀—No puedo ver tu rostro en esta ocasión, pero sé que tienes algo que decirme.

⠀⠀⠀⠀⠀Illya suspiró en una risa relajada, dándole la razón con tan sencillo gesto como ese.

⠀⠀⠀⠀⠀—Tengo muchas cosas que decirle, si me permite ser sincera. —Había un significado algo diferente en sus palabras—. ¿Cuál es la herida que más le molesta?

⠀⠀⠀⠀⠀Tartaglia se inclinó para mostrarle con exactitud la herida por la que reclamaba su atención. Esta se ubicaba en el inicio de las costillas, justo debajo de uno de sus pectorales. Illya se inclinó un poco, mirando la herida de cerca, notando la falta de algo de costra.

⠀⠀⠀⠀⠀—Hm... Déjeme tocar un poco.

⠀⠀⠀⠀⠀La joven enfermera aplicó alcohol en gel en sus manos antes de ponerse el nuevo par de guantes. De ese modo, sus manos entraron en contacto con la piel del heraldo. Revisó tramo por tramo, estirando un poco la piel para mirar por dentro de la herida.

⠀⠀⠀⠀⠀—Veo el problema. Imagino que le produce comezón e incomodidad, ¿no?

⠀⠀⠀⠀⠀—Justo en el clavo.

⠀⠀⠀⠀⠀—Por supuesto, tiene restos de piel muerta, costra y un poco más acumulándose allí. —Señaló con su dedo los bordes de la herida—. Voy a tener que regañarlo como su médico, señor Nobile. Esto es un claro indicio del pobre cuidado que le ha puesto.

⠀⠀⠀⠀⠀Si no se había infectado era por ese mínimo esfuerzo que ella podía apreciar.

⠀⠀⠀⠀⠀—Debe cuidarse más, mi señor. Si ha delegado su cuidado por alguna otra actividad, permítame recordarle que no podrá hacerla si no se cuida adecuadamente.

⠀⠀⠀⠀⠀—Te preocupas mucho, Illya —intervino amistosamente, mirando con atención la figura femenina de la enmascarada enfermera.

⠀⠀⠀⠀⠀—Naturalmente, es mi deber velar por mi heraldo.

⠀⠀⠀⠀⠀Bromeó ligeramente, tomando las pinzas para retirar aquello que incomodaba a Tartaglia. Fue cuidadosa al hurgar dentro de la herida, sacando los restos de costra y otros agentes que se hallaban dentro. Los fue colocando en la bandeja de residuos uno por uno hasta asegurarse de que estuviera limpia.

⠀⠀⠀⠀⠀—Muévete un poco.

⠀⠀⠀⠀⠀Le indicó, dando un paso hacia atrás para dejarle el espacio necesario. Así, sobre la misma camilla, Tartaglia se estiró para tentar la herida. Alzó los brazos, tensando sus bíceps y exponiendo la musculatura que componía su cincelado torso. Con cada estiramiento, sus músculos se movían para acoplarse a la nueva postura que adoptaba. Illya solo podía disfrutar de la vista escondida bajo la máscara que la salvaba de su vergüenza.

⠀⠀⠀⠀⠀—Ah, Illya —canturreó su nombre, bajando los brazos—. Definitivamente ya no molesta.

⠀⠀⠀⠀⠀La enfermera sonrió bajo la máscara, asintiendo un poco para indicarle que estaba bien. La manera en la que él adulaba su trabajo era suficiente para hacerle sentir bien.

⠀⠀⠀⠀⠀—Como puede ver, son cosas que pasan por no cuidar como se debe de las heridas —lo regañó, buscando en el carrito las cosas para desinfectar la herida.

⠀⠀⠀⠀⠀Tartaglia rio por el regaño hasta que sintió con pesar a Illya aplicando el yodo por la herida. Él se quejó en un gruñido muy ligero, sin inmutarse.

⠀⠀⠀⠀⠀El procedimiento continuó con cada herida del heraldo. Aplicó cremas cicatrizantes, colocó los apósitos adecuados para cada herida y vendó de manera apropiada las zonas que requerían vendaje.

⠀⠀⠀⠀⠀—Eso es todo —anunció ella una vez miró el impecable trabajo que hizo.

⠀⠀⠀⠀⠀Illya empujó el carrito cerca del fregadero para deshacerse de todos los residuos.

⠀⠀⠀⠀⠀—Eres la mejor, Illya. Ya no me molesta ninguna.

⠀⠀⠀⠀⠀La voz jocosa de Tartaglia resonó a sus espaldas mientras ella elaboraba algo en la pequeña encimera del fregadero. La enfermera escuchaba cómo su heraldo se recolocaba la ropa. Aunque le hubiera encantado ver, ella permaneció en lo suyo en completo silencio durante algo de tiempo.

⠀⠀⠀⠀⠀—Sabe que para mí es un completo honor atenderlo, mi señor —contestó, girándose para verlo otra vez, sosteniendo un frasco en sus manos—. Por favor, tenga esto. Me tomé el atrevimiento de prepararle un ungüento. Espero pueda ayudar a sanar más rápido y que le sirva como un incentivo para que se cuide mejor.

⠀⠀⠀⠀⠀El pelirrojo tomó de la femenina mano el envase, observándolo con inesperada seriedad por un instante.

⠀⠀⠀⠀⠀—Qué lindo detalle de tu parte, Illya —canturreó en un tono de voz bajo, manteniendo su filosa mirada en el objeto que se le fue dado—. Me aseguraré de darle buen uso. Si me funciona, vendré a molestarte seguido para obtener un poco más de esta pequeña maravilla.

⠀⠀⠀⠀⠀Illya juró que se sonrojó debajo de la máscara al escuchar la pequeña risa que rozaba la coquetería al final de su frase. Incluso sintió su corazón latir ansioso contra su pecho.

⠀⠀⠀⠀⠀—No se preocupe, mi señor. Prometo que servirá.

⠀⠀⠀⠀⠀Básicamente era una aceptación a verlo más veces en el consultorio. Si él quería que ella lo atendiera, con gusto lo haría.

⠀⠀⠀⠀⠀Al final, Illya despidió al miembro de Los Once, quedando en la acostumbrada soledad del consultorio. Recogió sus cosas como casi una hora atrás había hecho, mas en esta ocasión notó un detalle que antes no estaba. Caído en el suelo junto a la camilla, el guante de su amado heraldo se hallaba.

⠀⠀⠀⠀⠀La enfermera miró la puerta cerrada, dudando un momento. No había forma que él haya olvidado el guante sin darse cuenta, ¿no? Sonaba extraño para Illya, ella conocía bien a su superior; sabía que él era astuto y con un gran instinto, no era un heraldo por nada... Sin embargo, pese a lo extraño de la situación, no pasaría nada si lo guardaba por él, ¿no es así? Solo era tomarlo, colocarlo entre sus cosas y esperar a devolverlo. No iba a dejarlo en la oficina y tomar el riesgo de que alguien más lo encuentre.

⠀⠀⠀⠀⠀Entregárselo era otra excusa para una pobre enfermera como ella para hablarle al majestuoso heraldo de nuevo.

⠀⠀⠀⠀⠀Illya se agachó a recogerlo, tomándolo entre sus manos como si fuera un objeto de fina delicadeza y no simple tela. Rozó sus dígitos sobre el área de los dedos con suavidad, como si fuera la mano de él la que estaba tocando.

⠀⠀⠀⠀⠀—Señor Tartaglia. —Fue su suave susurro anhelante antes de resguardar el guante entre sus cosas.

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