Capítulo II
Lo primero que hizo fue desayunar un buen sándwich de pernil, algo pesado para su frágil estómago, pero que le dio ánimos para el nuevo día.
Después se dirigió a la "Academia Lee", el pomposo nombre del lugar que regularizaba estudios, muy confiado en no ser reconocido, por su traje holgado, entró y buscó a alguien que lo orientara.
Era un lugar pequeño, pero limpio y acogedor, en el recibidor no había nadie, pero había un cartelito sobre el escritorio rezaba "Se necesita asistente", por un momento fantaseó con la idea de convertirse en uno, pero la desechó de inmediato: jamás lo aceptarían.
Sintió voces en la habitación del lado, la puerta estaba entreabierta, y al asomarse pudo ver la sala con al menos veinte estudiantes de variadas edades que miraban concentrados al profesor mientras tomaban notas.
— Entonces, así se saca el porcentaje, esto nos sirve para darnos cuenta de cuánto deben pagarnos si trabajamos por comisión. ¿Alguna duda? — dijo el profesor, rápidamente los chicos negaron con la cabeza y el hombre giró hacia el pizarrón para escribir ejercicios.
En ese momento, sus ojos se encontraron con los de Jisung, él reprimió un chillido de espanto ¡Era el pelinegro del hotel, el que había visto su rostro!
El profesor le sonrió a Jisung, reconociendo después de unos segundos al tímido chico que le robó el turno en el baño. ¿Por qué andaría tan cubierto? Tal vez guardaba algún secreto, pero la pregunta importante ¿Qué estaría haciendo en su academia?
— ¿Puedo ayudarlo en algo, joven? — le preguntó. Jisung retrocedió sin responder, se dio vuelta y salió corriendo.
Él lo había reconocido, sin duda, sabía quién era, lo denunciaría, lo entregaría, vendería sus órganos al mercado negro.
Caminó por varias horas por el centro de la ciudad, mirando a cada rato hacia atrás, temerosa de encontrarse con policías que lo obligaran a volver a su antigua vida inútil, pero después de casi 15 minutos, Jisung se tranquilizó y logró reflexionar.
— Tal vez no sepa quién soy yo, aunque sepa que soy un chico, soy solo un chico común y corriente ¿No? — se dijo —. Él es el profesor de esa escuela, necesito ir ahí, quiero aprender, no me queda otra que hablar con él y pedirle ayuda, me arriesgaré.
Volvió lentamente a la academia.
Las clases de la mañana ya habían terminado, y el profesor pelinegro estaba en el recibidor, comiéndose alegremente su almuerzo con las piernas sobre la mesa.
Al entrar Jisung, las bajó precipitadamente, cayéndose de la silla en el proceso.
— No creí que viniera nadie, lo siento — dijo él.
— Es mi culpa, por entrar sin avisar — respondió Jisung, mirando al suelo, intentando no enrojecer demasiado.
— Permíteme presentarme — el joven se limpió la mano en una servilleta y se la ofreció — soy Lee Minho, profesor de esta escuela. ¿En qué puedo ayudarle?
Jisung tomó tímidamente la enorme mano del joven.
— Mi nombre es... Jisung, Jisung Kim.
— Gusto en conocerte, Jisung Kim, por un momento pensé que te presentarías con un nombre de delincuente, digo por como este vestido.
— ¿Me veo como delincuente? — Jisung se rio y no sabía por qué, sólo que ese azabache le daba confianza —. No importa, lo que pasa es que necesito terminar mi educación, quiero ir a la universidad y en esta academia se ofrece regularización de clases... ¿Cuánto se paga?
— La academia es gratuita, bueno, cada uno paga lo que pueda para ayudar a pagar el arriendo del local, y la existencia del profesor — se señaló a sí mismo — Lo que no es mucho, pues el local es barato y el profesor tiene tendencias estoicas.
— Un buen precio, si me preguntan a mí — dijo Jisumg, sonriendo y Minho sonrió a su vez.
Ambos se quedaron en silencio un momento, hasta que él pareció volver en sí y cambió el tono de voz por uno más serio.
— ¿Cuál es tu nivel de educación?
— ¿Cómo? — Jisung no había oído bien la pregunta, también se hallaba un poco en las nubes.
— ¿A qué año de educación llegaste?
— Ah... — Jisung se mordió los labios un momento intentando concentrar sus pensamientos. ¿En qué año estaba cuando decidió dejar sus estudios?
Mientras, Minho lo observaba, meditando, no parecía un chico de las calles como quería aparentar, menos alguien que trabaja en el burdel de al lado, Minho podía reconocerlas fácilmente por la forma de hablar, tampoco un ladrón.
Por su apariencia cuando lo vio sin capucha, parecía un chico rico, pero a Minho no le entraba en la cabeza que un joven rico se vistiera con ropa tan holgada solo para estudiar en una academia de regularización, a menos que en su casa le prohibieran los estudios, por supuesto, creyó dar con la clave y de inmediato sintió ganas de ayudar al valiente joven.
¿Cómo se vería sin esa ropa holgada? Se notaba que era bonito, quizás demasiado delgado, pero con unos ojos que hacían estremecer.
— Llegué hasta el primer semestre de segundo curso superior.
— Entonces te queda un año y medio, pero la regularización permite que lo terminemos rápido, en un año estarás listo.
— ¿Y podré ir a la Universidad?
— Siempre que puedas pagarla, claro.
— ¡Es magnífico! — los ojos de Jisung chispearon de felicidad y el corazón de Minho dio un vuelco, entonces, habló casi sin pensar.
— ¿Quieres ser el asistente de la academia? No puedo pagarte mucho, pero si te doy clases, estaríamos algo así como a mano.
Ups... demasiado tarde para callarse, seguramente a él no le interesaría algo así, trabajar junto a él era un sueño demasiado grande.
— ¡Me encantaría! — respondió Jisung — Pero... ¿No hay que tener experiencia para esas cosas?
— Sólo un poco, te enseñaré lo básico — respondió él, conteniendo las ganas de gritar de alegría — Lo único, tendrías que vestirte un poco más formal, definitivamente.
Jisung dudó, la vestimenta holgada le daba mucha seguridad, pero... la tentación de trabajar y ganarse su sustento era demasiado grande.
— Acepto — dijo sin pensarlo demasiado y se sonrojó intensamente.
Recordó que era la palabra que nunca había llegado a decir en la iglesia ¿Qué sería de Changbin?
Comparó mentalmente a Minho, que se afanaba buscando en el escritorio los materiales necesarios, con Changbin. Éste apuesto, con su cabello oscuro y fino, su piel perfecta, sus facciones delicadas... pero por alguna razón, encontraba muchísimo más atrayente a Minho, con su cabello oscuro, su piel de porcelana, sus labios gruesos, su hermosa sonrisa de conejo.
— Pero podrían reconocerme... — exclamó Jisung de repente, llevándose las manos a la cabeza.
Minho lo miró de un modo que lo hizo estremecer, después, él sonrió.
— Diremos que eres mi hermano, que vino desde Japón a ayudarme.
— Pero no nos parecemos en nada.
— Sutil manera que hallaste de llamarme feo, Jisung, pero se arreglará, el utilero del teatro comunitario es mi amigo y me prestará una peluca de color azabache, te verás de lo más parecida a mí, ahora vuelvo — y antes de que Jisung dijera algo, el joven había saltado sobre el escritorio para salir corriendo.
Él no tuvo tiempo de aburrirse antes de verlo volver, cansado y sudoroso, con una bolsa en la mano, sacó una bonita peluca oscura y se la puso en la cabeza, después de quitarle la capucha de su polera.
— Te vez igualito a mí — se burló él, mirándolo con aire crítico.
Jisung rio y se tocó la peluca, también se sentía cómodo con la peluca.
— Pues bien, hermano. ¿Cuáles serán mis deberes como asistente?
Minho le explicó cuáles eran sus deberes y para ser honestos, eran varios, quizás demasiados para un chico que no estaba acostumbrada a esforzarse, como despachar la correspondencia, escribir peticiones, archivar documentos, consultar disponibilidad de horarios, recibir pagos o donaciones.
Pasaron algunos días y gracias a la ayuda del pelinegro, Jisung se compró un par de trajes modestos y no dejaba de salir siempre con su peluca, andaba para todas partes con Minho y él la presentó a sus conocidos como su hermanito Jisung, de Japón, y todos lo trataron muy amablemente.
Salían juntos en la mañana, desayunaban en la academia y él comenzaba las clases mientras Jisung hacía el trabajo de oficina, después almorzaban juntos, mientras él le daba algunas lecciones de aritmética.
En la tarde, comenzaban otras clases y Jisung continuaba con lo suyo mientras estudiaba historia y literatura inglesa. Finalmente en la noche, cuando el último estudiante se había ido, repasaban biología y Jisung realizaba los exámenes correspondientes.
Minho fue el primer hombre con el que habló de sexo, era una parte de los contenidos del sexto año, y aunque Jisung sabía lo básico, no se creía capaz de discutirlo con nadie que no fuera su madre, o quizás, Seungmin, pero con Minho la discusión fluyó libremente, olvidándose de toda su vergüenza.
Minho también fue el primer hombre que lo llevó a un club de baile y le enseñó los bailes de moda y la pasó muy bien con él, aunque...
Aunque bailaron juntos sólo dos piezas, Minho parecía ser muy requerido por las chicas, era lógico, él era excesivamente atractivo, por eso Jisung no quiso bailar más que con él, y se sentó molesto en un rincón, pero no quiso decirle nada.
Él no notó la furia del menor, preocupado como estaba en admirar lo bonito que se veía con el traje nuevo que él le había regalado, además, él era un experto en ocultar sus sentimientos. Y esa fue la primera noche en que soñó con él.
Estaban ambos en el escritorio, era de noche, y de pronto Minho se lanzaba sobre él para besarlo, despertó con una sonrisa en los labios y aunque intentó volver a dormirse para soñar con lo mismo, no le resultó.
Jisung se había enterado por los periódicos del nacimiento de los trillizos de Seungmin, que ya tenían tres meses de vida, había mandado un regalo y una tarjeta de felicitación, también les había escrito a Jeongin y a su madre, haciéndoles saber que estaba feliz y no necesitaba nada.
No sentía ganas de volver a su antigua vida.
Todo mejoró aún más cuando Minho le pidió que hiciera clases especiales a unos pequeños hijos de alumnos de la escuela, que necesitaban ayuda para aprender a leer.
A Jisung le encantó la experiencia, se dio cuenta de lo reconfortante que era ayudar a los demás, especialmente ayudar a los niños. Éstos lo adoraban, por su paciencia y dulzura, él no sabía que muchas veces Minho dejaba de hacer lo que debía para mirarlo unos instantes, enamorado.
Hasta el fatídico día en que Minho lo invitó a almorzar al centro de Seúl.
Él iba un poco por delante de él, contándole una anécdota sobre un industrial que se enfureció cuando supo que él enseñaba economía a los obreros, el joven imitaba tan bien la voz del otro que Jisung se desternillaba de risa, hasta que una chica que salió de una oficina se abalanzó sobre él.
— ¡Minho! — dijo la chica, abrazándolo — ¿No quedamos en salir algún día? Nunca más me llamaste... — y a continuación estampó un enorme beso en la boca de Minho.
Éste era demasiado caballero como para empujarla, así que la abrazó para que no se cayera, pero cuando por fin pudo deshacerse de ella, vio como Jisung corría lo más rápido que sus piernas y sus zapatos le permitían.
Y quiso la suerte que Minho se tropezara con BangChan, que acababa de comprar en una farmacia.
BangChan sostuvo a Jisung para que no se cayera, lo miró sorprendido, sin poder soltarlo.
— ¿Jisung? ¿De verdad eres tú?
Jisung recuperó el equilibrio y se alejó de Chan unos pasos.
— No me delatarás ¿Verdad?
— Claro que no... oye, nos has tenido a todos muy preocupados.
— ¿Sí? — Jisung no le ponía mucha atención a lo que decía BangChan.
Aún estaba molesto, pensando en el beso de Minho con la desconocida, aunque ¿Qué derecho tenía él de molestarse? Minho ya era un adulto, podía hacer lo que se le antojara, además, sólo un tonto se fijaría en alguien como él, Jisung tenía mejor gusto, no en vano estuvo de novio con uno de los hombres más guapos de Seúl.
Se demoró un rato en darse cuenta de que BangChan le seguía hablando.
— ...miles de dólares, y aunque mucha gente llamó nadie dio una pista definitiva y claro, si te cambiaste el color del cabello...
No le interesaba lo que decía BangChan, eso pertenecía a su antigua vida. ¿Aún estarían besándose Minho y su horrible amiguita? Aunque eso tampoco le importaba.
— ...depresión postparto, me gustaría que fueras a verlo para animarlo.
Depresión postparto.
¿Qué le importaban las depresiones ajenas? Bastantes problemas tenían él, intentando que no le doliera el beso de Minho con esa ordinaria.
Pero... ¿Depresión postparto? ¿Seungmin?
— ¿Seungmin con depresión? — interrumpió Jisung a BangChan.
— Sí, no ha vuelto a ser el mismo, dice que no pasa nada, pero sus ojos no brillan como antes... abraza a los bebés, pero se cansa fácilmente de ellos, Seungmin no entiende lo que le pasa, y sufre. Quizás una visita tuya lo anime...
— Lo siento, Chan, pero aún no puedo volver, dile a Seungmin que le deseo lo mejor y que le escribiré pronto, creo que él se recuperará pronto, es tan fuerte y alegre por naturaleza.
— Tú tampoco te ves bien — observó BangChan — ¿Te pasa algo?
— Nada — mintió él.
De pronto Jisung vio a Minho en la esquina y una idea malévola cruzó por su mente. — Adiós, Chan, dale un beso a Seungmin de mi parte — y levantándose de puntillas le dio un beso en la mejilla a BangChan.
Minho, que ya lo había visto, se detuvo, confundido. ¿Acaso ése no era el famoso compositor de Seúl? ¿Sería algún novio de Jisung?
BangChan se frotó la mejilla sorprendido por audacia de Jisung, pero sin ver doble intención en el asunto, se despidieron amablemente y cada uno siguió su camino.
Minho no quiso preguntarle a Jisung por BangChan.
Jisung no quiso preguntarle a Minho por la desconocida.
BangChan seguía preocupado por la depresión de su esposo.
Y Changbin estaba eufórico, al fin, después de semanas de seguir a BangChan, había obtenido algo: una foto de Chan besándose con un pelinegro desconocido.
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