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Capítulo 31:
Padres, ellos serían padres. Los desorbitados ojos de Yoongi recayeron en la figura de Jimin, quien estaba tan sorprendido como él por la noticia.
¿En verdad era eso posible? ¿El que ellos pudieran procrear una nueva vida siendo diferentes?
—¿Él va a estar bien? —preguntó Yoongi cayendo en cuenta de que justamente por esas mismas diferencias, Jimin podría estar en riesgo.
Sunny le brindó una sonrisa suave y una mirada comprensiva, quería burlarse tanto de aquella faceta de su siempre irritable alfa, pero no iba a hacerlo en un momento tan especial como ese.
—El cachorro está entrando en su segundo mes, y por lo que pude sentir, se está desarrollando como un cachorro de lobo. Si eso es así, es probable que los síntomas de Jimin sean mas fuertes debido a eso.
—¿Eso que significa? ¿están en peligro?
—No, no lo estarán. Los cuerpos gestantes se amoldan a las necesidades de los bebés, por lo que el cuerpo y el metabolismo de Jimin se irán ajustando a esas necesidades para mantener seguro a ambos. Además, para eso estoy yo —aseguró sonriendo en dirección a Jimin—. Me encargaré personalmente de tus cuidados y del cachorro, así que no tienen nada de qué preocuparse.
Todavía mudo por el shock, Jimin solo pudo asentir con un movimiento de su cabeza. Su agudeza e ingenio se habían ahogado en alguna parte de su cabeza. La cual estaba muy ocupada repitiendo una y otra vez un único pensamiento.
Él estaba en la espera de un cachorro suyo y de su machote.
De manera inconsciente, sus temblorosas manos viajaron a su vientre, lugar donde proporcionó suaves caricias circulares.
—¿Y qué pasará con las náuseas? En serio las odio. —Jimin no evitó poner cara de asco ante el recuerdo del sabor amargo que le dejaba los reflujos de las náuseas en sus delicadas papilas gustativas, sin mencionar la horrible sensación de hormigueo en su estómago.
—Voy a darte unas hierbas medicinales para que las hagas en té. Tres tazas al día, media hora antes de cada comida. Parecen muchas, pero ya que llevas a la estirpe de Yoongi... te aseguro que tendrás un apetito voraz —rió Sunny—. ¡Ay! Esto me trae tantos recuerdos de cuando atendí el embarazo de la mamá de Yoongi. Ella era tan dulce y enojona al mismo tiempo, tenías que verla Jiminnie, toda pequeña y gruñona con una gran panza. Y eso no es todo, como fui yo quien la asistió en el parto, fui de las primeras en verlo a él; tan pequeño, tan regordete, rosa y feo ¡Ay Jiminnie, no te das una idea de lo tierno que era!
—¡Ya! —exclamó Yoongi—. Es suficiente, no necesitamos hablar de eso —escupió con amargura poniéndose de pie de un salto, dispuesto a echar a Sunny de su casa.
—¡Espera! —Lo detuvo Jimin recobrando su personalidad juguetona—. ¡Yo necesito saber de eso! Sunny nuna ¿sí le diste sus nalgadas? —preguntó entretenido con una enorme sonrisa en su cara.
—¡Y qué nalgadas! -exclamó ella aprovechando el momento para poder burlarse de Yoongi—. Este muchacho, no lloró por nada del mundo. Pensamos que había algo malo con él, pero resulta ser que el sinvergüenza solo tenía el sueño pesado.
—Yo no recuerdo nada de eso, y si no me acuerdo, digo que no pasó —aseveró Yoongi en un lamentable intento por salvaguardar la poca dignidad que tenía en esos momentos—. En cuanto a ti Sunny nuna, nos encantaría seguir escuchándote, pero ¿no es hora de ir a tomar tu pastilla? —El alfa la cazó de los hombros y la sacó a puros empujones del dormitorio y de su casa—. Nos alegró mucho tu visita, es una pena que no puedas quedarte más tiempo. Ten cuidado de camino a casa, abrígate bien ¡Nos vemos! —Se despidió él con la más hipócrita de sus sonrisas, la cual se borró en el mismo instante que le cerró la puerta, esa mujer se las iba a pagar, no sabía cómo, ni cuando ni dónde, solo sabía que lo haría.
Tras soltar un suspiro desde lo más profundo de su existencia, Yoongi regresó a su habitación junto a Jimin, quien le esperaba con una de esas típicas sonrisas suyas que nunca traían nada bueno para su salud mental.
—Así que nuna golpeó tu paliducho y perezoso trasero ¿eh? —Se burló apenas hicieron contacto visual.
No obstante, por esa única vez, el alfa no le siguió el juego, limitándose a cerrar la puerta y deshacerse de su ropa quedando únicamente en su bóxer blanco.
Curioso por esa nueva actitud suya, Jimin siguió cada uno de sus movimientos, desde la parte en donde corría las sábanas y las mantas deslizándose al interior de la cama, hasta el momento en donde lo tuvo encaramado sobre él buscando su calor y su dulce aroma a frutos silvestres.
—Vamos a ser padres ¿te das cuenta de eso? —preguntó el lobo sin despegarse un ápice del cuello de su pareja, quien le entregaba tiernas caricias por todas partes aprovechando que lo tenía piel con piel.
Yoongi ronroneó gustoso al sentir los dedos de Jimin enterrarse en su cabello, y la sensación de su otra mano deslizándose por su espalda descubierta.
—Y qué padres vamos a ser machote —confirmó el zorro con diversión, apenas seguía digiriendo que dentro suyo había una nueva vida formándose, y que, para su buena o mala suerte, compartía la carga genética de ambos—. Tengo el presentimiento de que los dioses no se dan cuenta del terriblemente peligroso material genético que hemos manejado.
—Todavía no nació y ya se que será un dolor de cabeza igual que tú.
—Somos un mal necesario para este mundo machote, vive con ello.
Yoongi suspiró profundo, no iba a negar que estaba aterrado, toda aquella situación era muy nueva para él. Apenas había asimilado lo que sentía por Jimin y lo fuerte que se estaba volviendo su lazo.
La llegada del bebé lo golpeó duro, y más en esos momentos en donde una posible batalla podría llevarse a cabo, una batalla que no estaba seguro de poder ganar, una batalla en donde seguramente muchas vidas se perderían, sin embargo, también se sentía inmensamente feliz, jamás había creído vivir algo así de grande, pero ahí estaba él, acariciando el vientre todavía plano de Jimin.
Su mirada se suavizó al recaer en esa zona que con el tiempo iba a crecer, esa zona que, durante los próximos meses, sería el hogar de su cachorro.
—Prometo que los voy a cuidar a ambos, que voy a mantenerlos a salvo pase lo que pase —murmuró enterrando su rostro en aquella zona dejando suaves roses con sus labios.
Una sonrisa ladina se formó en la cara de Yoongi tras sentir como la piel de Jimin se erizaba bajo su tacto.
—Machote ¿cuántas probabilidades hay de qué cachorro se traume si tenemos sexo? —cuestionó Jimin dejándose caer por completo en la cama, dejando todo su cuerpo a merced del lobo feroz que lo observaba con los ojos brillantes de un depredador.
—Mmm, yo creo que estará muy a favor de que lo hagamos, después de todo lo haremos para celebrar su llegada —opinó abriendo las piernas de Jimin con su rodilla y así poder subírsele encima apoyando uno de sus antebrazos al lado de su cabeza mientras que con el otro brazo tomaba una de sus piernas para que le rodeara la cadera.
El contacto entre sus bocas fue inmediato, iniciando de esa forma un beso profundo y demandante por ambas partes. Jimin gimió encantado por el torrente de sensaciones que barrieron su cuerpo como un río sin control.
Quizás era idea suya, pero todas sus terminaciones nerviosas parecían más sensibles que antes. Los vellos de su cuerpo se enchinaban con mucho más rapidez, y el calor familiar llegó en grandes y fuertes oleadas.
Todo iba viento en popa. Su machote estaba encima suyo brindándole las atenciones que exigía, los besos y caricias eran calientes y muy íntimas, los roses sensuales de sus cuerpos iban en perfecta sincronía con sus jadeos y gemidos, no obstante...
—¿Qué? ¿de qué te estás riendo? —preguntó un desconcertado Yoongi por el repentino ataque de risa que poseyó a Jimin de un segundo a otro.
—L-lo s-si-siento —respondió Jimin con esfuerzo—, es que de pronto... —Un nuevo ataque de risa llegó cortando sus palabras—. Ay, perdón, es que se me vino algo a la cabeza y es... ¡tan divertido! —Su cuerpo se retorció sobre si mismo lo que el cuerpo de su machote sobre él y la presión que este ejercía sobre el colchón a sus espaldas, se lo permitieron.
El alfa encaró una de sus cejas, esperando, con apenas una mísera gota de paciencia, a que el zorro superara su ataque de risa o prosiguiera a contarle ese pensamiento tan divertido que tuvo.
Sin aliento y con la respiración agitada, Jimin fue capaz de explicarle que fue lo que cruzó por su cabeza. Una vez que terminó su explicación, Yoongi debió imaginar que, la idea de él golpeando a su hijo con su miembro mientras hacían el amor, fue para Jimin, algo digno para morirse de la risa.
—Y pensar que así todo estúpido y mata pasiones te quiero —bufó Yoongi con la idea de dejarlo todo así, sin embargo, el fuerte agarre que Jimin ejerció sobre el al rodearlo por sus caderas y cuello detuvieron todo intento de moverse.
—Te juro por todos los dioses Min Yoongi, que, si no me haces el amor por lo menos hasta que el sol salga, jodidamente vas a estar en muy serios problemas.
Fue en ese momento que Yoongi aprendió dos cosas nuevas.
La primera fue que, al parecer, Jimin se vería esclavo de humor típico de los cambiaformas gestantes. La segunda era intentar explicarle a Jimin que no había manera sobre la tierra que volviera a sentir deseo alguno de cumplirle en la cama si cada vez que lo hicieran, se imaginara a sí mismo perforando el cráneo de su hijo con su pene.
Y eso, abría otro mundo nuevo de probabilidades. La primera era que Jimin se enojara con él por decirle algo como eso, siendo más que probable que, en consecuencia, él lo mandara a dormir en el sofá lo que restaba del embarazo.
La otra, era que Jimin podría llegar a tomarlo con mucho humor como anteriormente, pudiendo recompensarlo con mucho buen sexo hasta el día del parto por hacerlo reír.
Posibilidades había muchas, demasiadas, y todas y cada unas acarreaban con sus pro y sus contra. Saber a cuál le atinaría era como un juego de azar, y ciertamente Yoongi no estaba en condiciones para jugar, él en verdad temía por su integridad, Jimin en cinta no estaba siendo ninguna broma y debía de andarse con mucho cuidado.
Que los dioses se apiaden de él, porque a partir de ahora iba a necesitar toda la ayuda posible para poder sobrevivir a eso.
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