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Capítulo 21:
El alfa sintió un deja vú una vez que atravesó la habitación y Jimin se abalanzó sobre él en un fogoso beso en el cual descargaba todas las emociones que sentía en ese preciso instante; ansia, deseo, el instinto primitivo de querer a su pareja allí con él.
De acuerdo, si bien el alfa había entendido que sería "castigado", por su cabeza no había cruzado ese tipo de castigo, más bien se había permitido pensar, y con justa razón, que Jimin se desquitaría con él de otras formas menos amigables para su salud mental. No obstante, la sorpresa, o cualquier cosa que no estuviese relacionada a corresponder las exigentes caricias, se deslizó fuera de su cabeza dejándola completamente en blanco, sus ojos y se entregó con la misma demanda de su mate.
—Si este será el plan cada vez que me porte mal, debería hacerlo más seguido —susurró en el oído de Jimin tras romper el beso.
Por supuesto que, algo como eso no fue del agrado del zorro, quien con un gruñido lo acercó a su cara tomándolo por su cabello.
—Intenta traer otro aroma a esta casa, y te arranco los testículos de un mordisco.
Lejos de sentirse realmente amenazado, Yoongi se dedicó a contemplar los hermosos ojos de Jimin, en la penumbra de la habitación, sus ojos naranja dorado hacían un precioso contraste. Eran mágicos, atrevidos y poseían una carga espiritual demoledora. Sonrió, los instintos de pertenencia de Jimin estaban a flor de piel, podía sentirlo en cada toque y en cada mirada. Sus manos, grandes y venosas se deslizaban a su antojo por la silueta para nada frágil de su compañero, no dejando pasar nada por alto.
Jimin los guió hasta la cama en donde ambos cuerpo cayeron con todo su peso sobre ella, la temperatura fue elevándose a pasos agigantados y sus aromas explotaron con intensidad en el pequeño espacio.
Exigente como nunca, Jimin tomó el rostro de Yoongi entre sus manos y atropelló sus labios en un beso desordenado y profundo. Sus lenguas se atropellaban, y se deslizaban en la boca ajena para reclamar por su propiedad, dientes pinchaban la sensible carne de sus labios y los gemidos eran como su música personal.
Abandonando los labios de Jimin, Yoongi comenzó a repartir besos y lamidas a lo largo de su cuello, saboreando la tibieza y el dulzor de los frutos silvestres. Pequeñas mordidas pinchaban la sensible piel, arrancando varios suspiros por parte del zorro, quien se regocijaba por las atenciones que su pareja le estaba dando.
—A lo largo de todos mis años de vida, jamás pensé mucho en esto de los mate, ni en el apareamiento, ni en una vida compartida. No había tiempo para eso de todos modos y me limité a dejar esas cosas en un segundo plano, después de todo, tarde o temprano ocurriría de todos modos. Pero ahora, mi cabeza y mis instintos no dejan de trabajar, todo en mi ruega por marcar tu cuello, todo en mi ruega porque me aceptes como tuyo.
Jimin gimió con fuerza a causa de sus palabras susurradas con esas notas graves que le ponía los vellos de la nuca en punta y hacía que los dedos de sus manos se retorcieran. Ese lobo remilgado se las estaba ingeniando para tocar todos los botones correctos en él.
—Tú...tú puedes dejar todas las marcas que quieras machote, así que no te atrevas a parar. —Fue la temblorosa respuesta de Jimin, sus manos inquietas buscaban un punto de apoyo hasta que se enredaron en el cuello de Yoongi.
—No tenía planeado hacerlo —decretó.
Una de sus poderosas manos se escabulló entre sus acalorados cuerpos hasta llegar al miembro de Jimin, el cual palpitaba dolorosamente entre sus vientres.
Yoongi ronroneó lleno de satisfacción al ser plenamente conocedor de que el estado actual de Jimin era gracias a él. Saber que era el causante del desastre que gemía en su regazo alimentaba muy bien su ego.
Totalmente entregados como estaban, sintieron que la ropa ya estaba estorbando, por lo que con movimientos torpes y ansiosos se deshicieron de ella. Una vez estando completamente desnudos, Yoongi se separó para poder apreciar la vista completa del cuerpo que tenía debajo suyo.
—Déjame verte, déjame ver lo precioso que eres.
Un pelaje rojo como el fuego brotó de la piel de Jimin; su vientre, cuello y quijada se llenó de un pelaje blanco como la nieve, y su nariz se ensanchó unos milímetros adoptando un tono negro como el carbón.
A ojos del alfa, su mate era el ser más hermoso que jamás había visto nunca. Él era fuego y pasión hechos carne. Sus yemas tocaban su brillante y suave pelaje con una delicadeza tal, que daba la sensación de que temía romperlo, aunque era obvio que algo así no sería posible.
—Yo también quiero verte —exigió Jimin y Yoongi no se lo negó.
El pelaje negro de lobo, cubrió cada músculo de Yoongi, y reemplazó su cabello rubio por el mismo color, y sus ojos de ónix pasaron a ser dorado líquido.
Ambos, en su forma semi humana eran tan hermosos como en su forma animal completa. Jimin se sentó como pudo, aun teniendo a su gran machote sentado entre sus piernas para poder acariciarlo, sus manos picaban agradable al contacto con el suave pelaje negro.
—¿Puedes sentirlo machote? ¿puedes sentir lo que nos está pasando?
No se lo que sea, es la primera vez que me siento de esta manera, pero me gusta.
Sus ojos chocaron con miradas dulces y hasta podría decirse cariñosas, Yoongi frotó su mejilla contra la palma de la mano de Jimin aceptando y dándolo todo a partes iguales.
—A mi también me gusta lo que nos está pasando. —Yoongi confesó en un susurro confidencial antes de volver a unir sus bocas.
Sin embargo, ese beso fue muy diferente a todos los anteriores, ese tenía un matiz y un sabor distinto. Jimin se dejó llevar y llevó a Yoongi consigo.
Sus cuerpos se amoldaban a la perfección y se movían a la par del otro en una perfecta armonía, se ondulaban con pasión y dedicación creando roses exquisitos que los llevaban al cielo con cada movimiento. El calor del momento y los sentimientos que surgían hacían ebullición en sus sistemas, quemando sus pensamientos y dejando sus mentes completamente fritas.
Los dedos curiosos de Yoongi viajaron por la tersa espalda del zorro hasta llegar a su zona sensible e introducir dos de ellos para comenzar a estimularlo. Ante tal intromisión, Jimin se aferró a su cuello con fuerza, con su respiración irregular se preguntó a sí mismo cuánto más podría aguantar. Y justo cuando pensó que sería su fin, Yoongi lo despojó de tan maravillosas sensaciones para luego sumergirse en su interior de una sola estocada.
¿Era posible ver estrellas tras los párpados? Se preguntó Jimin, porque eso era justo lo que pudo ver luego de que sus ojos se cerraran de forma involuntaria debido a la ola de placer que lo arrastró hacia lo más profundo, y en lugar de luchar contra esa sensación se dejó llevar por ella y se envolvió por la maravillosa sensación que le otorgaba.
La cama comenzó a crujir, pero ninguno le dio importancia, nada era más relevante que lo que estaba sucediendo en esos momentos. Yoongi se obligó a sujetarse del cabecero de la cama para mayor estabilidad en sus movimientos, mientras que con la otra sujetaba la cintura de Jimin contra su propia pelvis.
—M-ma-machote, ven aquí —suplicó Jimin arañando su pecho.
Yoongi se soltó y dejó que el calor de su pareja lo envolviera como una segunda piel. Su nariz estaba pegada al cuello de Jimin donde depositaba besos húmedos y lentos, y donde gruñó con fuerza cuando sus dedos se aferraron a su cabello y ejercieron presión.
Abrumado por todas las sensaciones que recorrían su cuerpo, en un gesto tierno, Jimin besaba la sonrojada mejilla de Yoongi, quien levantó su cabeza para poder besarlo otra vez.
—No...no aguanto más... —jadeó Jimin sin aire cuando un intenso cosquilleo en su parte baja.
Iba a correrse y que los dioses se apiaden de él, aquello sería intenso. Yoongi no se hizo esperar y aumentó el ritmo de sus estocadas, él también estaba cerca.
Uno, dos, tres... Al llegar al cuarto golpe, el cuerpo de Jimin se retorció con violencia debajo del suyo. Su orgasmo lo arrolló con tanta fuerza que con él se llevó a Yoongi.
Cuando sus orgasmos estuvieron en su punto más alto, los dientes de Yoongi picaron en necesidad, se pasó su lengua por ellos y luego los clavó en la unión del cuello y hombro de Jimin para dejar su marca.
Jimin gimió alto y agudo cuando un segundo orgasmo lo avasalló tras la mordida. Por los dioses, todo estaba siendo tan intenso que sintió que perdería la cabeza en cualquier segundo. El alfa colapsó contra él, sus respiraciones eran tan erráticas que, con cada bocanada de aire, sus torsos se atropellaban entre sí con fuerza. Estaban sudados y cansados, pero satisfechos, y eso se podía ver en las enormes y temblorosas sonrisas en sus perlados rostros, pero su unión todavía no terminaba, aún faltaba algo.
—Hazlo —jadeó Yoongi sintiendo como los dientes de Jimin pinchaban la zona en donde iría su marca.
—Machote impaciente —sonrió Jimin segundos antes de morderlo. Ahora ese machote era suyo en todos los sentidos posibles.
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