—¿Pañalera? ¿Con los pañales, la ropa de cambio, toallitas húmedas, los biberones, el babero, los juguetes y el termo con la comida de Yusaku?

—Aquí.

—¿Los bolsos con el bloqueador, las toallas, la ropa de cambió y las sandalias? —Roboppi terminó de envolver los obentos que tenían su almuerzo y el de su esposo, que claramente había olvidado poner las botellas de bloqueador infantil que habían comprado para su salida— Ai…

—¡Listo!

—Perfecto.

El de cabellos celestes con mechones rosas coloco los obentos en un bolso aparte antes de tomar a su hijo de casi un año de edad que estaba sentado en su silla, jugando y mordiendo su juguete especial para encías, para colocarlo en su cochecito para el viaje a la playa que harían aprovechando las vacaciones de Ai.

—Podríamos comprarle un balde y una pala a Yusaku, así se entretendría más en la playa.

—Boppi, estoy seguro que de hacerlo… Yusaku encontrará el modo de usarlos para arrojarme arena a la cara.

—¿No crees que exageras, Ai? Yusaku aún es un bebé y los bebés no tienen maldad en su corazón… —Ai iba a contradecir a su pareja por su pensamiento tan idealista, justo en el momento en su hijo de ojos verdes le arrojó su juguete, obviamente en cuanto el mayor de flequillo morado con rosa se quejó adolorido el infante comenzó a reírse mientras aplaudía emocionado por el dolor de su progenitor.

Tal vez… sólo tal vez, Ai tenía razón y Yusaku si encontraría el modo de lanzarle arena en la cara sólo por hacerlo sufrir.