La verdad es que esto era algo que esperaba, no era que los hot dog que Kusanagi Shoichi hiciera fueran, si no que era una comida aún muy pesada para Hana y su delicada salud; aún así se arriesgó a llevarla para cumplir su pequeño capricho…

Y sólo terminó discutiendo con los antiguos compañeros de su amor muerto, asustando a su pequeña y frágil hija, que ahora estaba llorando mientras vomitaba a ratos aquel alimento junto a algunos pétalos de sakura.

Ryoken acarició suavemente la pequeña espalda de Hana al escuchar y ver como volvía a vomitar lo poco del hot dog que debía quedar en su estómago, tal vez sí debió esperar un poco más para llevarla a conocer a esos hipócritas.