Capítulo 1.

—¿De verdad tenemos que volver a irnos? —pregunto—. Le estaba cogiendo mucho cariño a este sitio. Incluso había hecho una amiga.

Alan me mira y suspira.

—No se cuantas veces te lo he dicho, pero creo que no es bueno que te relaciones ni entables amistades. Así es más fácil irnos.

Hago una mueca enfadada con los labios, no me puedo creer que espere que sea una marginada antisocial toda mi vida. Puedo entender que lo haga para que no sufra, pero prefiero sentir un poco de tristeza cada vez que nos mudemos a no ser capaz de sentir nada y ser una desconocida allí dónde voy.

—Si tu lo dices... —le paso otra de las cajas en las que están mis cosas y él la sube a la furgoneta—.Por cierto, ¿ya le dijiste a Vaylin qué nos vamos?

Pone una mueca extraña con los labios y doy por sentado que se le ha olvidado totalmente avisarla. Siempre sucede lo mismo; los vampcats dan señales de vida por la zona en donde estamos, Alan se pone super paranoico, me hace ayudarle a empaquetar todo super deprisa y se le olvida que Vaylen es la que nos sustenta trabajando para no levantar sospechas y no la llama al trabajo para avisarle que nos vamos.

—¿Quieres que la llame? —se de sobras que su respuesta va a ser sí, pero si no pregunto, él no me va a pedir que lo haga.

Me mira con cara de cachorro, la misma que le pone a Vaylin cuando quiere algo, y asiente lentamente. Teniendo en cuenta que mide un metro noventa tirando a dos y llega a los cien kilos perfectamente, Alan no parece un chico tierno en absoluto, y eso que con sus doscientos años de vida como licántropo sigue aparentando veinticinco.

Suspiro y me alejo de él para entrar en la pequeña casa en la que estábamos viviendo hasta ahora. Mi teléfono móvil está en la mesa del salón, lo agarro y busco a Vaylin en los contactos. Sólo necesito dos pitidos antes de que ella responda, se oye bastante jaleo al otro lado de la línea pero no le doy importancia.

—Espero que tengas una buena razón para llamarme —es lo primero que dice—. La tienda está hoy hasta los topes y como mi jefe me vea con el móvil me va a despedir.

¡Genial! Me ha dejado fácil el darle la noticia. Le respondo rápidamente, no quiero que me cuelgue.

—Pues eso es perfecto, si no te despide vas a tener que renunciar. Alan dice que nos vamos.

Aunque sigue oyéndose ruido al otro lado de la línea Vaylin está en completo silencio. Realmente empiezo a preocuparme, no me gusta que Vaylin se enfade, da mucho miedo, sobretodo porque su magia se sale un poco de control.

—Lo voy a matar —dice por fin ella en un gruñido—. Lo voy a transformar en un maldito sapo verde y viscoso... O mejor, en una cucaracha, ¡sí! Eso suena mejor, lo transformaré en una cucaracha y luego lo pisotearé hasta que no queden ni los restos. Tal vez podría...

Cuelgo antes de seguir oyendo todo lo que va a hacer con Alan. Doy por sentado que seguramente está viniendo hacia aquí. Hay veces en las que me pregunto que he hecho para merecer una familia así, luego recuerdo todo lo que han hecho por mí y se me pasa. Realmente Vaylin y Alan son mis padres adoptivos, aunque no lo parece porque hay veces en las que me tratan más como una amiga. Cuando cumplí los doce años, me explicaron que no eran mis padres biológicos y me dieron a conocer todos los detalles de mi vida que creyeron importantes. Como por ejemplo que mi madre era un hechicera dentro de los vampcats, una raza creada por la unión de los hombres gato y los vampiros debido al odio que estos dos sentían hacia los licántropos, y que mi padre era uno de estos últimos. Obviamente su amor fue uno prohibido y yo fui fruto de él, provocando que ahora los vampcats quieran reclamarme como una de los suyos y evitar que despierte la otra mitad de mi naturaleza, además de, por lo que se ve, ser lo suficiente poderosa como para querer utilizarme.

—¡Melody! -el grito de Alan me trae de vuelta a la realidad—. ¿¡Has llamado ya a Vaylin!?

—¡Sí! —grito de vuelta. Y por desgracia viene con intenciones asesinas hacia ti, quiero agregar, pero al final me lo callo.

Vuelvo a salir de la casa, pero esta vez lo hago con el móvil guardado en el bolsillo del pantalón.

—Y bien... ¿Qué tal? ¿Qué te dijo? —pregunta Alan nada más llegar a su lado, esta acabando de guardar la última caja.

—Ehh... —sinceramente no se si es bueno que le diga textualmente todo lo que ella ha dicho, al fin y al cabo ellos llevan una extraña relación amorosa, si se le puede llamar así—. Que venía hacia aquí y tenía un par de cosas que tratar contigo.

Él asiente y nos quedamos un rato pensativos, mirando los dos hacia la nada, esperando a que llegue Vaylin, quien no se hace de rogar. Cinco minutos más tarde se oye el sonido de sus zapatos de tacón aparecer por la calle. Alan es el primero en levantar la mirada y pone una sonrisa estúpida en los labios, sin saber la que se le viene encima. Yo la miro pero me preparo para irme, estar en medio del camino de Vaylin cuando está enfadada es una muy mala idea.

—Creo que iré a revisar todas las habitaciones, por si acaso —digo antes de correr dentro de la casa de nuevo.

El grito de Vaylin diciendo "Alan" es lo último que oigo antes de perderme dentro de la casa.

Empiezo a revisar todo por la planta baja, empezando por el salón y la cocina, luego voy a la planta de arriba dónde miro las habitaciones de cada uno. Encuentro unos auriculares debajo de mi cama, y justo cuando salgo hacia abajo mi teléfono empieza a sonar. La llamada entrante es de Luce, mi mejor amiga, aunque en realidad creo que es la única con la que tengo una amistad de verdad, teniendo en cuenta que es con la única que puedo tener una conversación de verdad sobre temas sobrenaturales.

Luce es una vampiresa nómada que viaja con su pareja, Samuel. Nos conocimos cuando yo tenía diez años y ella once porque Vaylin tuvo que tratar un tema con el nido de vampiros que habitaba en la ciudad donde viviamos en aquel entonces. La verdad es que coincidimos de casualidad y desde entonces hemos sido bastante unidas, aunque no nos veamos tan amenudo.

Le doy a coger la llamada y me llevo el móvil a la oreja.

—¿Si?

—Melody estoy tan contenta de hablar contigo, hace como dos meses que no nos vemos y tengo una genial, genialisima noticia que darte. ¿A que no la adivinas?

La efusividad de Luce no me sorprende, ella siempre está como si se hubiera tomado litros y litros de cafeína.

—No, no lo adivino, ¿puedes decírmelo por favor? No creo que me sorprenda nada viniendo de ti —respondo.

Y es verdad, después de todas las locuras que ha hecho, y en las que me ha incluido a veces, ya nada de lo que me dice me sorprende, por su cabeza puede pasar cualquier cosa.

—Bien pues allá voy, ¿estás lista? -hace un silencio dramático para intentar que me muestre más ansiosa. Lo consigue, pero no es como si me interesara enterarme pronto de que locura ha pensado esta vez—. ¡Samuel y yo vamos a casarnos!

El teléfono se me cae justo cuando ya voy por el último escalón y me tropiezo casi resbalándome por las escaleras, aunque consigo mantenerme de pie sin caerme.

No me lo puedo creer, tal vez si me ha pillado un poco por sorpresa. ¿Casarse? ¿De verdad ha dicho que va a casarse? Eso no me lo esperaba en absoluto. La verdad no esperaba que se fueran a casar, teniendo en cuenta que les une un vinculo de compañeros y que bueno, no sé yo si tendrán mucha gente a la que invitar, sobretodo teniendo en cuenta que sus creadores o están muertos o no se sabe nada de ellos desde hace años.

—¿Hola? ¿Mely sigues ahí? —la voz de Luce me hace agacharme para coger el teléfono móvil del suelo, es una suerte que tenga un oído bastante desarrollado, porque si no, no la habría oído y habría seguido divagando—. Oye Sam creo que Mely se ha llevado una impresión muy grande, ¿crees que estará bien?

—Estoy bien, tranquila —digo nada más recuperar el teléfono, y la voz—. Es simplemente que aún no me lo trago, ¿de verdad vais a casaros?

Ella suelta un sí emocionada, demasiado emocionada.

—Pero tranquila Mely, vamos a esperar un par de meses aún. Solo quería decírtelo y avisarte que serás mi dama de honor, ¿a qué es genial? Sí lo se, no hace falta que me respondas. La verdad es que se que no tiene mucho sentido llevar a cabo una ceremonia humana cuando nosotros ya somos compañeros pero me haria tantisima ilusión... Pues eso, tú no te preocupes, ya te enviaré una invitación cuando sepa la fecha exacta. ¡Te quiero! —ella hace un sonido de beso y me cuelga.

Me cuelga. Me cuelga y me deja con la palabra en la boca. ¿Pero qué narices le pasa? No puede soltar una noticia como esa y luego colgar sin dejar hablar a la otra persona. Guardo el teléfono enfurruñada y me dirijo fuera de la casa hasta la furgoneta, donde parece que Alan y Vaylin han terminado de discutir porque no los veo por ningún lado.

Cuando estoy al lado de la furgoneta me asomo por la ventana y, como me esperaba, ellos están allí dentro. Siempre terminan de la misma forma después de una discusión. Golpeo la ventana con fuerza y Vaylin se aleja de Alan rápidamente, separando sus labios de los de él.

—¿Es qué no teneis otro lugar donde daros el lote? —pregunto—. Cualquiera podría pasar y veros.

Alan desbloquea la furgoneta y Vaylin baja del coche rápidamente para dejarme echar su asiento hacia delante y poder entrar a la parte de atrás.

—Lo siento, tal vez nos olvidamos un poco de todo —dice Vaylin, yo me siento y me abrocho el cinturón, ella hace lo mismo después de poner el asiento bien—. Pero ha sido culpa de Alan, yo venía para echarle la bronca y él... Pues lo ha arruinado todo.

Alan arranca el coche y se gira indignado hacia Vaylin.

—Pues yo no lo siento en absoluto —comenta—. Y no me puedo creer que me eches toda la culpa a mi, tu has dejado que te besara. No es mi culpa que te distrajeras de tu "misión principal" al verme.

Vaylin gruñe pero no le responde, simplemente gira la cara mirando por la venta.

—Por cierto —digo tirándome un poco hacia delante—. ¿A dónde vamos esta vez?

—A un pueblo cerca de un bosque, se llama Lykos —responde Alan—. Es muy bonito, te gustará.

—Bien —me vuelto a recostar sobre el asiento.

Lykos allá vamos.

(...)

Primer capítulo, subido de nuevo porque he estado corrigiéndolo un poco.

Lu~

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