TRES

Caminaban en silencio, ignorando por completo las tonterías del que lo seguía. Iba pensando en todo lo ocurrido hacía dos días. No sabe por qué, solo se le vino a la cabeza la duda y de ahí no ha salido. Está enfrascado. Recuerda las pocas veces que lo ha visto en batalla y solo huye, niñato.

Al final se decidió, y ya harto, volteo a su compañero, haciendolo parar en seco.

— ¿Tobi, en serio, eres tonto o te haces?

Tobi volteo a todos lados para luego mirar a su senpai y señalarse a si mismo con el índice.

— ¿Me dice a mi?

— No hay ningún otro Tobi aparte de ti, tonto, hmn. No se por que estoy tratando de razonar contigo.

— ¡No se ponga así — Hacía un pequeño berrinche —, le van a salir arrugas! Además, ¿a qué viene tal pregunta? ¿Acaso piensa que tengo retraso mental?

— Pues es lo que parece, hmn.

Otro berrinche.

— ¡Es que si le digo la verdad no me va a creer! — empezó a relatar emocionado— Cuando yo era un niño — parlotear — yo ganaba muchos concursos de inteligencia, fuerza — Hacia muchos novimientos corporales mientras hablaba — , y yo siempre ganaba, si.

Deidara lo mira con cara hastiada.

— No te creo nada, eres tan inútil que no matas ni una mosca.

— Le dije que no me creería.

— Ni si quiera sé por qué estás en Akatsuki, si pareces solo un niño. Un niño en el cuerpo de un adulto.

Obito se siente divertido, se pregunta si su compañero realmente piensa eso de él y piensa sobre lo divertido que es volver a reír con su sempai. El realmente estaba muerto antes de esto.

— Yo también tengo habilidades, si

— ¿Algo como lo del otro día? — Preguntó refiriéndose al incidente de la cabaña y el pelinegro asintió un poco entusiasmado, divertido. — Entonces muéstrame, quiero ver qué puedes hacer.

Obito se detuvo de su caminata. Está pensando si esto es buena idea o ya fue muy lejos. Sabe que Deidara no lo obligaría. Es una extraña complicidad que se tienen, comprensión. Aún así sabe que empieza a quemar en el fondo de su garganta cada que tiene que mentirle a su compañero. No se dió cuenta en que momento el niño se volvió tan importante.

Al final se decide a contarle un poco de su verdad.

Deidara había estado de pie, inmóvil e impasible a solo unos pasos de él, esperando paciente una respuesta. Mirándolo. Es entretenido tratar de decifrar al hombre tras la máscara.

— Venga conmigo — Lo tomó suavemente de la mano, sintiendo el calor traspasar la tela de sus guantes. Deidara lo siguió.

Se salieron del camino para adentrarse un poco en el bosque, lejos de cualquiera que pudiera ver. Cuando Obito considero que era seguro, se detuvo. Recargado en un árbol, se dejó caer para sentarse en el suelo, indicándole a Deidara que hiciera lo mismo.

— ¿Enserio quiere ver? — Aún estaba algo inseguro.

Deidara solo lo miró. Esos enormes ojos azules que lo penetraban y trataban de decifrarlo. Obito sabe que eso está tratando de hacer justo ahora. A pesar de que sabe que no puede ver bajo su máscara es como si lo hiciera, es como si pudiera ver cada parte de su alma, y en parte eso es aliviante.

Suspira — Bien, voy a mostrarle — entonces, levanta su mano —. Deme los cinco.

— ¿Estás jugando conmigo?.

— Lo digo en serio, confíe en mí.

Deidara se resignó, realmente tenía curiosidad por el otro, quería tratar de conocerlo más, y aunque no lo admita está emocionado de esto.

Al momento de chocar los cinco, ¡Su mano pasó de largo! Era como si no estuviese ahí, se sobresaltó.

— T-Tobi, tu mano.

El otro no respondió nada, Deidara volvió a intentarlo y nada, no lo podía tocar, así que con más cautela intento tocar su mano. Lo vio con curiosidad y asombro como atravesaba la otra; ¿Cómo lo hacía? Se preguntaba.

— ¿Qué es esto? — Estaba maravillado.

— Magia.

— No soy estúpido, tobi, hmn. Sé que es alguna clase de jutsu, solo quisiera saber más.

—Una vez más, ponga su mano en la mía.

No dijo nada y solo lo hizo, esperando atravesarlo. Pero no lo golpeó, solo trato de posar su mano sobre la del otro suavemente,  como si buscará encajarla con el de él.
Sin embargo, al momento de hacerlo pudo sentir la tela fría de su guante chocando contra la piel de su mano desnuda, y por alguna razón, todo resultaba tan natural.

Nadie dijo nada, todo era tan tranquilo. Ambos observaban la diferencia de tamaños entre sus manos.

Obito miente si dice que no siente el corazón en la garganta, está realmente sonrojado. Por su parte, Deidara no puede decir que no está avergonzado, pero más que eso, lo que siente es calma e intriga.

Entonces ese sentimiento cálido se empieza a apoderar de su corazón otra vez, y poco a poco empieza a cerrar sus dedos sobre la otra mano. Dei se tensó un poco, pero a los segundos al fin pudo relajarse. Entonces su mano también comenzó a cerrarse sobre la otra. Y sin notarlo, ahora entrelazaban sus dedos. Sus manos aún en alto. Ambos mirandolas fija y mágicamente.

Saben que la máscara está de por medio, pero sus rostros aún así comienzan a acercarse un poco.

— Tobi. — Había aparecido de la nada, saliendo de la tierra. Habló sin importarle en lo más mínimo lo que sea que hubieran estado haciendo los otros o lo que haya interrumpido.

Al sonido de esa voz Deidara se apartó rápidamente, como un impulso. Obito volteó, molesto.

— Debemos hablar Tobi, es importante.

— ¿No podría ser luego? — No pudo controlarlo, un poco de esa voz áspera se colo entre su actuación.

Deidara solo apartaba la mirada, avergonzado. Preguntandose que diablos quería ahora Zetsu.

"El de dos caras" sin responder al enmascarado simplemente desapareció por dónde vino, viendo ultimadamente el ligero reflejo rojo amenazante.

Al ya no notar su presencia, por fin sintió la tensión deshaciendose sobre sus hombros y la ira roja salir de sus ojos. Al fin podía respirar.

Deidara solo se puso en pie, dispuesto a seguir el camino sin tener que mencionar nada.

— ¡Sempai, espéreme!

Ya se empezaba a poner nublado el cielo, ocultando el sol entre las grisaseas nubes y ellos ya iban camino a lo que se podría decir era su hogar. Iban en silencio. Vaya día.





[RESUBIENDO]
𝓮𝓭𝓲𝓽𝓪𝓭𝓸 𝔂 𝓶𝓮𝓳𝓸𝓻𝓪𝓭𝓸

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