𝐼𝑉
A lo largo de mi vida he perdido amistades, por diferentes razones, pero, a su vez, he ganado otras amistades. Todos estos cambios en mi vida, me han enseñado y formando quien soy ahora, o eso quiero creer.
Actualmente conservó seis amigas, cada una con una enorme carrera profesional. Barbie es la única que está siempre conmigo y bueno yo, el día de su boda estoy aquí con ella.
Finalmente, y luego de años de pasarla mal en el amor, una de mis mejores amigas lo encontró. Un joven soldado llamado Rodrigo. Lo conoció cuando ella era cadete, eran compañeros y fue el único que estuvo allí para decirle que no se rinda.
Y aquí estoy, con mi vestido acampanado rosa pastel, el que escogió Barbie para sus damas de honor, tomando champagne y mirando a mis sobrinos jugar con Federico.
Era un día precioso, perfecto para una boda, parecía el final de una comedia romántica.
Pero, no era la única que se encontraba sentada en esta mesa de manteles finos. Estaban también mis otras cinco amigas, Leticia, que trabaja en centros de salud mental en Israel. Oriana, que trabaja como productora en un importante canal de televisión. Eliana, que trabaja como modelo. Sara, que es asesora financiera y, por último, Ariana, que es chef, trabaja en el hotel Hilton de Buenos Aires. Hoy, estamos todas aquí y me siento de la peor manera, siento que mi vida está en pausa tanto en el amor como profesionalmente.
-Vene, ¿Me escuchaste?- Me llamo la atención Sara.
-No, disculpa estaba en otro mundo.- Me disculpe con un sutil movimiento de cabeza negando.- ¿Me decías?
-¿Cómo estas en tu trabajo?
-Bien, gracias por preguntar.- Mis amigas, a excepción de Barbie, no sabían que ya no trabajaba para la agencia.
-Miente.- Interrumpió Barbie, en lo que dejaba su copa en la mesa y acomodaba su pulposo vestido para sentarse. - Ya no trabaja en la agencia.
-¿Qué?- Preguntaron casi a unísono.
-¿Tienes algo mejor? Dime que sí, porque ese Camilo...
-No.- Interrumpí a Ariana.- Tengo tres empleos, uno en una cafetería, otro como cajera y los sábados estoy de niñera.
-Eso no puede ser, estuviste años estudiando. Desde que saliste de la secundaria, siempre fuiste alguien brillante. No es justo para ti. - Comentó, algo consternada, Leticia.
-No pude conseguir algo mejor y al enterarme del embarazo ya no me interesaba el trabajo que fuese, necesitaba dinero para poder cuidar de Federico. De hecho, les mentí. Federico no es producto de una simple noche, Camilo es el padre.
-¿Camilo?- preguntó sorprendida Eliana.
-Pues si. - Mire a Barbie la cual, con una mirada amenazante me invitó a contar la verdad.- él y yo tuvimos una relación en secreto.- Estoy segura que después de esto, Barbie iba a querer asesinarme pero es mi historia y no quiero que me tengan lastima ni mucho menos. El día que esté lista la contare, y este día, el día de la boda de mi mejor amiga no era el lugar adecuado para esa charla. Era su día, no el mío.
Pero la pregunta aquí es, ¿Cuándo será el mío?
-Hace cinco meses...- Comenzó a hablar Leti. - Hace cinco meses, comencé a trabajar en un centro de atención para personas especiales. - No sabía a donde quería llegar diciéndome eso, no me ayudaba en lo absoluto. - Y hace una semana despidieron a una de las enfermeras. Quizás...
-¿Qué? No- Sabia que me iba a ofrecer. - Primero, no tengo experiencia ni conocimientos para la enfermería y segundo jamás llevaría a Federico a Israel. No, lo siento Leti, admiro tu trabajo, eres mi heroína, pero...
No pude continuar porque me hizo callar con un chillido.
-Típico tuyo, hablas sin que termine. La enfermera a la cual despidieron tampoco tenía experiencia en ello, ella lo que hacía era la parte de entretenimiento. Era la que organizaba salidas, fiestas y juegos para los ancianos y niños. En eso, estoy segura que tienes experiencia. Y segundo, no es en Israel, me fui a Corea del Sur, porque mi marido consiguió un empleo en la Universidad de Seúl. Así, que ya sabes, si aceptas el trabajo te vendría bien. Piénsalo, no me respondas ahora, consúltalo con la almohada. Pero es una gran oportunidad.
-Gracias por la oferta Leti, pero no estoy segura de aceptarla. Pero gracias.
-Solo piénsalo.
-Seguro.- Y le regale una sonrisa para luego mi mirada dirigirse a Barbie a mi derecha, que me miraba negando con la cabeza, juzgándome. - ¿Y por qué no vinó...?- Quise hablar para cambiar el tema de conversación, pero antes de nombrar a mi amiga faltante, Barbie me interrumpió.
-No la invite. Sabes perfectamente que me pelee con ella luego de que se haya revolcado con mi padre. No voy a ser tan estúpida de invitar a la persona que arruino el matrimonio de mis padres.
Eso fue lo último que se habló de Jiji, como llamábamos a nuestra amiga, ese día. Y sí, mi pregunta fue algo tonta y hasta obvia. Pero quería desviar la conversación y para mi suerte salió bien. Pues, fue la movida perfecta para que mis amigas comenzaran a despilfarrar veneno, el cual, yo también participé.
Bien recuerdo ese año, recién nos graduabamos de la secundaria y Jiji estaba en idas y vueltas. No sabía que estudiar y mucho menos buscaba trabajo; pero, para nuestra sorpresa siempre estaba con ropa de marcas internacionales, marcas que en Argentina jamás encontraríamos, incluso un auto y un departamento en Belgrano fueron sus pequeños lujos. Nos dijo que tenía un sugar daddy. Nunca pensamos que ese sugar daddy sería el daddy real de una de nosotras.
Nos enteramos una noche que salimos de fiesta, la perdimos de vista y cuando la encontramos se estaba montando en el auto de Raúl, el padre de Barbie. Desde ese día nada fue igual entre nosotras.
***
-Yo creo que deberías aceptar. - Me aconsejo Barbie.
Ya habían pasado tres días desde su boda y me encontraba ayudándola con la mudanza, pues sus suegros le habían regalado una casa mucho más grande, hasta ese momento vivía en un departamento, bastante espacioso, pero querían un jardín para tener mascotas.
-No estoy segura, no hablamos de otra provincia, siquiera de un país limítrofe. Hablamos de la otra punta del mundo.
Barbie deja la caja que cargaba sobre la mesa del comedor y voltea con ambas manos en la cintura, posición que siempre tomaba para regañarme.
-Escúchame terca, esta es una oportunidad única. Estudiaste miles de idiomas, entre ellos el coreano, que, Dios, solo tu estudias ese idioma. Mírate. - Me toma de los hombros. - Eres una mujer preciosa y realizada, mereces algo mejor y claramente aquí no lo encontraras. Además, creo que es una puerta que se te abre para poder cumplir ese sueño de fantasía como tú lo llamas.
-¿Casarme con Harry Styles?
-No, tonta, hablo de viajar.
-Ya lo sé. - Me reí. - Pero, soy madre de un niño de casi tres años, ese sueño está muy lejos.
-Lejos está Corea, lejos de la ley argentina, lejos de tu pasado, lejos de Camilo, Venecia. Es un nuevo comienzo. Que tengas un bebé no significa que tu sueño esté terminado, es solo que las piezas del juego no se acomodaron como pensabas, pero veras que cual sea la jugada, podrás hacer jaque mate.
-¿Rodrigo te enseño ajedrez?
-Pues sí...
Suspiro en medio de una risa.
-Puede que tengas razón
-Puede no, tengo razón. - Voltea para volver a tomar la caja. - Como siempre reina. - Volteando sobre su hombro para mirarme.
Toda esa tarde me lleno de beneficios y me mostró miles de escuelas y el nivel académico coreano, las posibilidades para Federico y para mí. Los atractivos turísticos, los paisajes. Todo lo que pudiera para terminar de convencerme.
Luego de meditarlo y hablarlo con mi madre, que prácticamente fue la misma conversación que con Barbie, he tomado la decisión de irme a Corea, solo espero que sea la mejor, sobre todo para Federico.
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