La oscuridad era su nueva amiga y casi única compañía que tenía ahora, además de su "hermano" Papyrus con el que hablaba cada día, cada noche, no importaba que estuviera o no estuviera haciendo, siempre estaba a su lado. Había llegado de la nada hasta el, era alguien que lo ayudaba en aquellos momentos en los que el hilo de su cordura se apretujaba y estiraba como lombriz, le ayudaba a salir de aquel trance que la soledad le había ocasionado.

Estaba tan sumido en sus pensamientos que no había notado la presencia de dos hombres detrás de él, vestidos de blanco... aprovechando esto, uno lo tomo por debajo de sus brazos y lo alzo con facilidad, pues era considerablemente alto, mientras el otro se apresuró a tomarlo con fuerza de sus piernas, a empujones y jaloneos lograron sacarlo de su casa y lo encerraron entre estas cuatro paredes blancas y un techo. Nadie llegaba a verlo, solo Papyrus seguía allí, con el, por el resto de su vida.

¿O tal vez no?