[15]
Un insistente sonido fue lo que despertó a Dust de su larga siesta, el aumento de medicación tan drástico sí que le había pegado algo fuerte. Trató de pararse de un salto, pero un mareo le obligó a tomar asiento en la cama, frotó sus brazos buscando calentarse un poco, sí que hacía frio. Miró a ambos lados, sin razón alguna, solo quería distraerse con algo más, topó con la ventana, afuera llovía a cantaros. Se puso las pantuflas que le había obsequiado Cross y caminó por los largos pasillos llenos de locos.
Se dio cuenta del tiempo que había dormido cuando pasó por la cafetería, ya estaban sirviendo los desayunos y el apenas despertaba. No tenía necesidad de comer pero hacerlo de vez en cuando no hacía mal a nadie, además, con su ropa puesta nadie podía notar su magia actuar y mucho menos sus órganos. Hacer fila no le molestó, esperó pacientemente hasta que le sirvieron su plato de comida, trató de guardar su cara de asco al ver a la cocinera: una araña gigante morada, apenas recibió su plato se retiró rápidamente a su esquina, pero claro que no faltó que le molestaran de nuevo.
─ Con esa ropa te congelaras Dust.
Una cucharada de la avena estaba a punto de recibir, logro detenerla, pero no pudo con el jugo que le arrojó con la mano restante. Logró mojar a ambos –Blue y Frisk–.
─ Eso no lo vi venir –sacó un pañuelo de sus tantos bolsillos– es maduro lo que haces.
No recibió respuesta.
─ Debes acompañarnos con el médico general –hablo esta vez Frisk– ahora mismo si es posible.
Dust a lo lejos pudo escuchar la voz de su "hermano", trató de concentrarse para escucharlo pero simplemente no podía, su cabeza dolía, dejó su plato en la mesa y regreso de nuevo a su habitación ignorando a ambos enfermeros. A mitad del camino paro su andar y volteó la vista atrás encontrándose con los dos antes mencionados, suspiró intranquilo y regresó entre sus mismos pasos hasta quedar entre los auxiliares quienes intercambiaron miradas y al instante Blue esposó las muñecas de Dust detrás de su espalda.
─ Perdón, es necesario –dijo Blue para ambos– enserio.
─ Claro –respondió– lo sé.
Sin decir mas, los tres tomaron rumbo sin decir palabra alguna, no era necesario y hasta podría ser que sobrara dentro de la situación. Muchos ojos curiosos miraban a Dust causándole unos pequeños tic's por todo su cuerpo, en especial sus manos, además de la pesadez con la que a veces podía llegar a mirar Frisk, se anotaba mentalmente la actitud del contrario con la intención de luego comentarla con Cross. Nada de lo que pasaba a los alrededores era muy lindo para el polvoriento, todos los pasillos que recorrieron le marearon y perdieron al igual que la primera vez, con la diferencia que esta vez caminaba.
Para cuando estuvieron en la recepción se detuvieron a espera de indicaciones de la coneja, igual de aguada a como recordaban los tres. Al cabo de unos minutos salió un esqueleto desconocido de la "habitación" que fue pasado de largo por la vista de Dust, solo logró ver su par de pupilas moradas con forma de corazón. Recibieron un gesto con las manos por parte de la coneja indicando que podían pasar, y así hicieron. Al entrar, una silla vacía esperaba al loco, paciente a que se sentara sobre ella.
— Toma asiento –dijo Cross– me alegra que vinieras rápido, hay mucho más trabajo por hacer para mí. Empecemos.
— Buenos días –comentó Dust–.
— Buenas noches –respondió Cross removiéndose en su asiento– Haha, ¿dormiste bien?
— Con tanto sedante, dormí como roca.
— Seh, bueno, dime Dusty, que fecha tenemos hoy, y consérvalo en tu cabeza
— Hoy es martes 30... o 31.
— 30. Bien. Ahora, ¿no te estas refrigerando con esa ropa? Creí haberte dado algo para este tiempo.
— Lo olvidé.
Dust se encogió de hombros. La X revisó entre los cajones que tenía en su escritorio, cuando encontró lo que buscaba se levantó de su lugar y se lo extendió al esqueleto, una sudadera que no fue mal recibida.
— Verás Dusty, necesito que seas lo más honesto que puedas al responder lo que te preguntaré ahora. Ya sabes, para saber de tu estado actual y todo eso, no te revolveré más pues ya sé que lo detestas.
— ... Bien
Cross suspiró e hizo una pequeña pausa dejando en completo silencio la "habitación", luego prosiguió:
— Aun después de tomar tu medicación, ¿escuchas voces?
Dust callo por unos segundos, no tenía la ayuda de su "hermano".
— ¿Son más de una? ¿todas te hablan ahora mismo?
— ...Si –contestó al fin sorprendiendo a la X– de echo...ni siquiera tomo toda la medicación.
— Eso es un gran problema chico. ¿Por qué? Si se puede saber.
— Las cosas empeoran cuando lo hago. No me gusta lo que pasa después de la hora feliz.
— Explícate mejor.
De nuevo el silencio se alargó más de lo que todos quisieran dentro de la "habitación".
— No es solo el golpe que da la verdad, eso de saber que estas loco, si no que hay más cosas que me remarcan que lo estoy. ¿Se me entiende? Digo, son como personas en mi cabeza, son las mismas siempre, solo que diferentes y me confunden, cambian mucho de humor. Algunas ríen mientras que otras sollozan o me asustan. A veces hablan entre sí. Y... hablan de una historia.
— Entiendo –mintió– debe haber una que reconozcas... tal vez.
— Si. Una que nunca cierra el pico.
— ¿Qué es lo que te dice?
— Con el tiempo se aprende a ignorarlo con facilidad. Como cuando se camina en un parque y se ignora el griterío de los niños de fondo.
— Si si. A lo que escucho salir de tu boca, sabes muy bien de tu condición, ¿o me equivoco?
— Es la peor parte de la hora feliz, todos están tristes y conscientes de su realidad. Quienquiera que le llamo así, tiene un asco de humor.
— Lo sé. Eso es todo por hoy, ya pueden retirarse todos –dijo Cross haciendo gestos con su mano– pero antes, Dusty ¿Qué fecha tenemos hoy?
— Martes 30. Gracias, me quedare con la sudadera y adiós "Crossy".
— Excelente –sonrió– ya adiós.
«Larguémonos de aquí» escuchó a lo lejos Dust, y con gusto obedeció.
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