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«El centro comercial, un buen lugar para comprar cualquier cosa que desees sin siquiera necesitarlo en esta mísera vida»
Eso pensaba el bonito Cross, no le gustaba mucho estar en grandes cantidades de gente ya que le incomodaba un poco, pero sí que le gustaban los gentíos de locos... El caso era que esa vez sí necesitaba comprar muchas cosas, debía ponerse manos a la obra para regresar a tiempo a su consulta con los pacientes, sí que era puntual cuando se trataba de ellos. Compras aquí y compras por allá, por todas partes buscando lo mejor pero que fuese cauteloso. Terminó cargado de bolsas grandes y pesadas con las que apenas y podía avanzar sin tropezar.
Por unos segundos su mirada se paseó por una tienda, dentro de ella se encontraba una señora que aparentaba tener una edad algo avanzada junto a un niño de al menos 10 años, la mujer movía los brazos en el aire a la vez que su boca la abría y cerraba dramáticamente como si explicase una situación de suma importancia, de repente señaló al niño quien miró directamente al dedo señalador, por la experiencia de Cross supo que este tenía miedo. El antes mencionado no tardó en caminar en dirección a esa tienda, con cada paso su velocidad aumentaba. La señora de nuevo regreso a sus anteriores movimientos de brazos exagerados, la Cruz en ningún momento despegó la vista de los ojos del pequeño, paró su caminar cuando notó algo diferente dentro de ellos, era su primer momento de rebelión. Cross sonrió con gracia, pues adoraba ver momentos como esos. El niño gritó algo que fue ignorado por la cruz vigilante, sin embargo la señora sí que lo había escuchado y su actitud tan solo empeoró, sus labios se estiraron y sus cejas se arquearon formando un rostro de completa burla tóxica, el niño quedó helado ante la mirada penetradora de la mujer, resignado bajó la cabeza mientras unas pequeñas gotas se escurrieron entre sus mejillas, las demás presentes se unieron a las carcajadas de la vieja aumentando su ego. Allí Cross tuvo la necesidad de intervenir.
Habían muchas personas rodeando al pequeño, pero estaba completamente solo a merced de cualquiera, la vieja se adentró aún más a la tienda perdiéndose entre los montones de mercancía antes de que Cross llegara, el niño permanecía quieto en su lugar, alzó su mirada cuando un dulce se posó frente a sus rotos ojos. No cruzaron palabras en ningún momento, tan solo bastó una palmada en el hombro y una sonrisa cálida para fortalecer una parte de su pequeña alma... ¡Bingo! Al fin una buena idea se pasó en la mente de Cross quien alegre revoloteó el cabello del niño despeinándolo.
Corrió con todas sus bolsas hasta el estacionamiento, ni bien había llegado ya había arrojado todo en la parte trasera de su coche.
─ ¡Eso es lo que necesita! Cross eres un estúpido genio –se alagaba a si mismo durante su camino– tal vez tenga avances de esta manera.
Mientras tanto el psiquiátrico se mantenía en completo silencio, unos cuantos susurros acompañados de risillas y el sonido de pies arrastrándose podían escucharse dificultosamente. La tranquilidad fue interrumpida en cuento la Cruz con patas llegó carcajeando y corriendo por los pasillos, uno de los pocos que no se sorprendieron fue Lust que soltó una risilla ante el comportamiento infantil de su amigo, aunque si le extraño que llevara bolsas consigo. Cross llegó a la sala donde se suponía seria la reunión diaria con sus pacientes, para su suerte estaban ya allí Dust y Blue, ya saben, el burro por delante. Ambos parecían tener una guerra de miradas.
─ ¡Dust Dust Duuust!
─ ¿¡Que carajos quieres?!
─ ¡Maldición Dust, ese lenguaje es malo pero me gusta!
─ Ya tiene quien lo vigile, yo me largo
─ ¡Mira lo que he traído para ti! –dijo mientras le arrojaba los montones de bolsas– Es hora de que te quites esos trapos que llamas ropa. ¡Anda, deja que te la quite!
Hubieron forcejeos, golpes e insultos durante unos largos minutos mientras Cross intentaba quitar la ropa raída del contrario, no quería mironearlo, tenía una pura intención de verlo en la ropa que había elegido con tanto esmero tratando de captar un estilo tranquilo que combinara con él, pero claro que era malpensado por el polvo que no tardo en sentirse aprisionado ante la mirada penetrante de Cross al tenerlo semi-desnudo frente a él. Tomó tembloroso las ropas nuevas que le habían regalado y como pudo se las puso aun sintiendo dos cuencas mirarlo. Ambos esqueletos pensaban completamente diferente. Uno tenía su mente tranquila y libre de perversiones, más el otro tenía sus pensamientos chocando entre si completamente turbios.
─ No te quedan mal, tengo gran gusto ¿cierto?
─ Me voy –dijo tomando las demás bolsas– adiós.
─ ¿Eh? Espera la reunión
─ Prefiero comer tierra antes de seguir aquí –su voz se escuchaba algo rota, lo suficientemente perceptible para Cross–
─ Dust –apoyó su mano en el hombro contrario– ¿te incomodé? –la mirada sarcástica que recibió le permitió seguir hablando– ¡hey lo siento! somos hombres así que no creí que... pues eso.
"Deberías golpearlo Sans... si... eso le enseñara"
─ Chico –insistió Cross apoyando su otra mano en el mismo hombro–
"Vamos ¿qué esperas? obedece"
─ Perdido en la luna de nuevo
"Te estas tardando ¡¡Ya hazlo!!"
─ Sí que es seguido –de inmediato saco del bolsillo de su bata una pequeña libreta en la que apunto todo lo que observaba–
─ Dame eso –dijo arrebatando la libreta enojado– maldita libreta te odio, siempre te lleva ni que fueras su pareja.
Y así, maldiciendo de todas las formas posibles a la pobre libreta se retiró de la habitación mientras que otros pacientes iban llegando puntualmente. Dust era una persona predecible a la vista de Cross. Una sonrisa se formó en los dientes del de cicatriz, sin darse cuenta, más que buscar compañía buscaba diversión.
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