Capítulo 06: Una Pequeña Lección y Unión Familiar: Parte 02 (02-01-2024)

Pov Nadie:

La Reina de Hielo sonrió al ver el semblante oscuro de la Reina Cazadora, ya sabiendo lo mucho que se divertiría sacando información; con un movimiento de su mano dominante arrastró la silla fuera de la celda donde estaban, dejándola en la que estaba enfrente y que ya estaba abierta con un guardia afuera; Sara le dio un guiño y salió de allí, entrando en la otra celda para comenzar con su interrogatorio.

—¿Qué es lo que le hará? —preguntó el hombre de estatura media y calvo, con tono entre asustado e histérico, volteando a ver a la Reina luego de que la esposa de esta se fuera con su compañero encadenado; él junto con el otro hombre que se encontraba a su izquierda habían sido los que intentaron matar a las dos gobernantes, mientras que los otros dos bocazas habían sido los que intentaron acabar con las Princesas.

Oh, sólo lo hará hablar, nada más respondió tranquilamente y como si nada, encogiéndose de hombros cuando de repente se escuchó un grito desgarrador proveniente de la celda que tenían en frente; ella solo sonrió oscuramente mientras que los tres hombres apenas escucharon el grito se estremecieron y se comenzaron a mover intentando huir, pero obviamente no tuvieron éxito.

Ustedes y sus malditos engendros tuvieron suerte de que no las matamos ¡Malditas perras! habló el hombre alto de repente luego de que se escuchara otro grito, mirando a la Reina de Hielo con odio pero el miedo era el más notorio; escupió en dirección a la mujer pero para su desgracia y debido a que no había ingerido agua en las últimas horas, su escupitajo solo terminó cayendo en su propio pantalón.

Parecía que la adrenalina le estaba dando unos momentos de valentía, pero aquello no le duró mucho puesto que tan solo unos segundos después él mismo terminó soltando un grito cuando un carámbano de hielo es incrusto en su hombro izquierdo y seguido de este lo que parecía ser una daga de hielo en su hombro derecho; lo primero había lanzado por Freya y el segundo había sido lanzado por la propia Sara desde la otra celda, cosa que sorprendió a los tres hombres pero también los asustó, sobre todo al que había sido herido por ambos objetos de hielo.

Vuelve a llamar engendros a mis hijas y serás el primero en morir sin ningún tipo de contemplación amenazó con un tono completamente serio y oscuro la Reina Freya, habiéndose acercado al hombre con su característica espada de hielo en mano, colocando la punta más que afilada en el cuello del tipo, provocando que este pegara lo más posible su cabeza a la pared en un intento de evitar el filo de la espada, pero igualmente terminó recibiendo un corte en dicha área y luego un corte desde el borde de su lóbulo hasta su nariz.

La Reina envainó su espada y desencadenó al hombre sin ningún cuidado, pero a pesar de que ahora estaba "libre" no se pudo mover en lo absoluto, puesto que la daga y el carámbano estaban incrustados en la pared y él estaba inmovilizado, pero a pesar de las heridas que ahora tenía, todavía podía mover sus manos, lo que significaba que ningún nervio había Sido dañado, cosa que solo confirmaba más para ellos el hecho de que las Reinas sabían perfectamente cómo hacer daño sin llegar a perjudicar a la víctima o matarla, ellas sabían cómo conseguir lo que querían; algo que también notaron fue que las heridas no estaban sangrando, en cambio por unos segundos salió una especie de vapor de éstas y el hombre se estremeció y gritó de dolor, la herida estaba siendo cauterizada muy probablemente para evitar que perdiera sangre antes de tiempo.

De repente la mujer hizo un movimiento con su mano y los dos objetos de hielo salieron del cuerpo del hombre, el carámbano se derritió pero la daga quedó suspendida en el aire, se acercó al intento de asesino y lo agarró del cuello, levantándolo del suelo como si nada, a pesar de que él era más alto y un poco más ancho que ella; sin ningún problema lo arrastró hacia la entrada de la celda y lo aventó a la otra celda, segundos después la daga voló siguiendo el mismo camino por el que vino y al instante se escuchó un grito de completo dolor.

Ella les dijo que no era la piadosa entre nosotras ¿No? Así que será mejor que le recen a los Dioses por algún tipo de misericordia habló con una voz serena, fría y oscura, volteando a ver a los otros dos hombres por sobre su hombro antes de cerrar la puerta y girarse hacia ellos lentamente, sus ojos azules comenzaron a brillar de un blanco espeluznante para ellos, y de sus labios entreabiertos comenzó a salir una especie de aire frío, poco a poco el lugar se comenzó a poner en bajo cero y se puso tenue la luz . Pero yo tengo mis propios métodos de interrogatorio y no soy indulgente.

En la celda de enfrente la Reina Cazadora estaba en pleno proceso de interrogatorio/tortura con los dos intentos de asesinos que habían creído prudente el intentar hacerles daño a sus preciadas hijas; claro que ella sabía perfectamente que sus niñas eran más que capaces de defenderse sin ayuda, después de todo les habían dado una paliza a esos mismos dos hombres sin necesidad de utilizar siquiera sus poderes, pero tanto para ella como para su amada esposa, sus hijas eran lo más preciado que tenían junto con él bebe que venía e camino. Para ellas su familia en crecimiento era lo más valioso e importante en el mundo, por sus hijos y por la otra eran capaces de destruir cualquier cosa, lugar y a quien se atreviera a hacerles daño.

La pelirroja tenía una mesa pequeña pero un poco larga con diferentes herramientas de hielo completamente afiladas sobre esta, todas y cada una de ellas creadas específicamente por ella misma, le gustaba mucho usarlas en ocasiones como estas, pero su favorita era la daga, ya que junto con la espada de su esposa estaban ligadas a ellas y tenían semejanzas entre sí; si bien cuando sacaba su lado más oscuro a jugar le gustaba ser un poco desastrosa, no le gustaba que sus herramientas estuvieran tanto tiempo llenas con la sangre de sus ¿víctimas? No quería que el filo se fuera a dañar con la asquerosa sangre de ninguno de ellos.

¿Aún no quieren hablar sobre quien los envió a matarnos? preguntó con tono sereno, colocando de nuevo y cuidadosamente en la mesa el kunai que había estado limpiando tranquilamente; por unos segundos estuvo pasando su dedo índice derecho por las armas hasta elegir y tomar un sai, lo hizo girar entre sus dedos y solo miro sobre su hombro hacia los hombres, los cuales estaban encadenados de pies y manos a unas vigas de hierro colocadas en equis en el centro de la celda, una frente a la otra.

¡No te vamos a decir nada! ... ¡Maldita zorra! gritó lo primero con enojo el hombre de cabello completamente negro y el más alto, forcejeando con las ataduras que tenía pero era en vano, además de que con el forcejeo solo se clavaba más y más las púas que tenían las vigas de hierro, luego soltó un grito cuando Sara sin contemplación lanzo el sai hacia él y lo atino en su muslo izquierdo, tan solo con haberlo lanzado por sobre su hombro sin siquiera ver, puesto que había regresado su mirada a la mesa.

Para ser unos asesinos mediocres, son buenos para no dar información, eso es bueno lo admito, pero ahora no quiero que estén de leales a quienes los enviaron siguió hablando ahora girándose hacia ellos, teniendo esta vez un cuchillo de combate, pasando su dedo medio por la parte plana de la hoja mientras caminaba alrededor de los dos hombres atados; se colocó enfrente del otro y pasó el cuchillo por su camisa, cortándola al instante y dejando un recorrido por su torso de sangre, debido al filo del arma . Después de todo, ellos están cómodos en sus hogares, mientras ustedes están encerrados conmigo y sus amigos con mi esposa.

En cualquier momento nos vendrán a buscar y todos ustedes morirán, destruirán todo esto hasta los cimientos afirmó/amenazó a pesar de la posibilidad de que en cualquier segundo la mujer podría apuñalarlo y acabar con su vida, mordiendo el interior de su mejilla en un intento de sofocar sus chillidos por el escozor que le daba el corte del cuchillo en su abdomen y pecho, pero solo duró unos segundos hasta que Sara clavo un poco más el cuchillo en su pectoral derecho y lo giró lentamente mientras se reía más que divertida por lo que el hombre decía.

¿No creen que eso es muy fantasioso de vuestra parte? se burló con sorna mientras miraba al hombre castaño y luego al pelinegro, luego levantó su mano izquierda y la golpeó contra el pecho del castaño varias veces, provocando que su cuerpo se clavara en las púas y esta vez sí gritara, cosa que la hizo sonreír oscuramente; le divertía mucho que esos estúpidos creyeran que los podrían sacar de allí tan fácilmente, si es que acaso los echaban de menos . Desde que están aquí en ningún momento se vio movimiento de un ataque. A ustedes ya los dieron por perdidos, si no es que por muertos.

La Reina pelirroja limpio la sangre del hombre con la propia ropa de él, luego se separó un poco y lo comenzó a detallar detenidamente, sopesando por donde iba a comenzar para hacerlo hablar, cuando se decidió con el mismo cuchillo lo marcó con una equis, iba a comenzar por el pectoral izquierdo y de allí a la pelvis; con un movimiento de su mano otro cuchillo igual se elevó y se colocó al mismo nivel que el cuchillo que tenía en su mano en el pecho del pelinegro, sus ojos comenzaron a brillar y la diversión comenzó. Poco a poco y tomándose su tiempo, fue pasando el cuchillo por el borde del pectoral del hombre, ejerciendo un poco más de la fuerza necesaria pero sin llegar a perforar del todo la carne interna, ella solo quería la piel, en el segundo en que ella comenzó con la tortura, el otro cuchillo fue haciendo lo mismo en el otro asesino, provocando que ambos comenzaran a gritar a todo pulmón del dolor que sentían.

Si no mueren aquí y de casualidad llegasen a escapar ¿Cuánto creen que van a durar cuando regresen con sus amos y se enteren que no lograron su cometido? habló con burla mientras seguía pasando con suma lentitud el cuchillo por el hombre, bajando poco a poco por su abdomen en una línea diagonal hacia la izquierda, mientras el cuchillo que se movía solo, copiando sus movimientos como si fuera un espejo, bajando en diagonal hacia la derecha.

Mientras los prisioneros eran torturados poco a poco pero de forma dolorosa por la Reina Cazadora, los gritos no cesaban por lo que la mujer se alejó y regresó a la mesa, cogió el paño con el que había estado limpiando sus herramientas de la sangre de ambos prisioneros; lo cortó en dos partes con su daga favorita, se acercó primero al pelinegro y sin cuidado introdujo un trozo del paño en su boca, provocando que se atragantara y tuviera arcadas por la sangre, hizo la misma acción con el castaño y ya con ambos silenciados prosiguió a desollarlos lentamente, riéndose por las quejas amortiguadas.

Siguió con aquella tortura hasta terminar de quitar el trozo de piel del torso de los dos hombres, de vez en cuando les estuvo preguntando acerca de quién o quiénes los habían contratado para atacar a su familia, y a pesar de lo que aparentaban de que eran leales a sus jefes, comenzaron a hablar luego de que ella les quitara los paños, o más bien los hiciera escupirlos luego de darles un puñetazo con un puño de acero, quizás tirándoles algunos dientes pero ¿A quién le importaba?

Ellos le comenzaron a contar que habían sido contratados por otros hombres, que los habían encontrado en un pueblo lejano luego de terminar un trabajo y les dijeron que otros hombres querían contratarlos para un asesinato junto a otros dos asesinos a sueldo como ellos, nunca se dijeron nombres ni nada, solo les pagaron una parte y les informaron que la otra parte se la entregarían una vez finalizado el trabajo y que fueran confirmadas las muertes de las gobernantes; pero que si les habían especificado que solo debían matar a las Princesas y a la Reina de Hielo, que de ser preciso no le tocaran ni un pelo a ella pero que si era necesario solo la lastimaran un poco, también que si así lo querían podían divertirse con las tres mujeres mientras dejaban que ella viera todo.

Escuchar aquello solo llevo a qué la pelirroja entrara en un frenesí y los comenzara a golpear sin piedad con el puño de acero, y cuando se cansó comenzó a cortarlos con su daga, la cual no solo los cortaba sino que también los quemaba con el hielo. Aquello continuó por un largo rato más hasta que la Reina tuvo suficiente, además de que no los podía matar aún, debían tener un juicio ante la corte, el audio de la confesión sería presentado a menos que ellos mismos quisieran confesar ante todos lo que le habían dicho a ella; los prisioneros se encontraban desmayados y ella se alejó, hizo entrar al guardia que estaba fuera de la celda y le ordenó que los quitará de allí, les hicieran los cuidados necesarios para que las heridas no se infectaran para evitar que murieran, así como también dijo que quería que limpiaran adecuadamente sus herramientas; antes de salir le dijo que no podían hacer nada en contra de ninguno de los hombres prisioneros a menos que ellas dieran orden, sabiendo perfectamente que si ella o Freya no les advertían eso, los Cazadores les darían una lección luego de haber escuchado todo aquello.

Sara salió de la celda y vio como otros dos Cazadores entraban a esa misma celda y otros dos a la de enfrente donde aún debía de seguir su esposa con los otros dos asesinos, de la celda podía ver salir y sentir el frío helado, ella estaba más que acostumbrada a él, y más si eran los poderes activos de su amada, pero esos prisioneros debían estar rezando por la muerte para dejar de estar ahí encerrados. Poco después vio salir a su esposa, la cual estaba saliendo de su trance mágico, sus ojos completamente blanquecinos poco a poco volvieron a ese azul que tanto amaba, y el vapor helado que salía de sus labios cesó de inmediato; pero tenía esa apariencia feroz y magnética que volvía loca a la Reina Cazadora, la cual miró de arriba abajo a su esposa con una mirada deseosa, cual depredador hambriento por su presa.

Te espero en nuestros aposentos en cinco minutos. No quiero ningún tipo de interrupciones, te quiero solo para mí, y quien se atreva a interrumpirnos lo voy a congelar habló con un tono lleno de lujuria pero también un poco amenazante, pasando lentamente su lengua por su labio inferior mientras miraba a su amada a los ojos, por más que en ese preciso momento se le quería lanzar encima para besarla y devorarla, estaba llena de sangre de los prisioneros y ella no iba a manchar la fina y exquisita piel de su esposa con esa asquerosa sangre, por lo que primero se iba a asear y luego si podría estar lista para estar a solas con la peliplateada.

Freya quedó sin habla al escuchar a su esposa decirle aquello, la forma en que la miró y en la que le habló, le hizo sentir un escalofrío pasar por su espalda, a pesar de que se había estado conteniendo de tener intimidad con la mujer que ama por temor a lastimarla de alguna manera, en ese mismo momento estaba afectada por la vista de ver a su esposa con aquella mirada feroz y oscura, con la sangre de los dos hombres que había estado interrogando en sus manos, brazos, cara y ropajes, tanto que en ese instante quería tomarla allí mismo pero antes de poder hacer algo, Sara comenzó a caminar lejos de ella, moviendo las caderas de aquella manera provocativa que sabía que volvía loca a la Reina de Hielo. La cual en cuanto perdió de vista a la otra mujer, siguió el mismo camino para salir de las mazmorras, en cuanto salió del lugar se encontró con sus hijas y con otros Cazadores, al parecer estaban platicando del entrenamiento que habían tenido ese día; normalmente ella se quedaría a platicar con sus hijas para saber cómo les había ido, pero en ese momento había una cosa más importante para ella.

Mis pequeñas, quisiera quedarme a platicar con ustedes pero tengo que ir con su madre antes de que quiera congelar todo el reino. Si quieren ver las grabaciones del interrogatorio, un Cazador debe de estar en este momento estudiándolas para cuando se haga la sentencia habló con un tono suave y cariñoso, pero un poco apresurado, habiéndose acercado a ambas para darles a cada una un beso en la frente como siempre hacía, acariciando sus mejillas con completa ternura, recibiendo luego de parte de ambas un beso en las mejillas, junto con una mirada llena de amor y un poco de diversión por su claro y notorio apuro.

No te preocupes madre, acabamos de ver a mami ir rumbo a sus aposentos / Será mejor que vayas ahora mismo, nosotras nos encargamos del resto el tiempo que sea necesario —la primera en hablar fue Evie, la cual señaló con su mentón hacia donde había ido su madre pelirroja, soltando una pequeña risita al recordar como varios Cazadores se habían deslizado por el suelo cuando se apartaron de la Reina para no estorbar en su camino. Luego lo hizo Snow, quien soltó una pequeña risita picara mientras movía sus cejas al mirar a su madre peliplateada, para después guiñarle un ojo, después de todo entre las dos hijas, ella era la que tenía más experiencia en ciertos ámbitos, además de que había notado mucho la tensión que recientemente habían estado teniendo sus madres, y algo le decía que su querida mami ya no iba a seguir con esa tensión o sino empezaría a caminar por las paredes.

La matriarca de la familia Frost solo soltó una pequeña risita y se despidió de sus hijas, no sin antes decirle a los Cazadores que su esposa y ella no debían ser molestadas por ningún motivo, y que en dado caso solo una o ambas de sus hijas podrían contactarlas, sabiendo que a ellas Sara no las querría congelar y obviamente por sus hijas ambas gobernantes dejarían cualquier cosa si era necesario; una vez todo arreglado se encaminó rápidamente a sus aposentos, aunque intentando no verse tan apresurada. Poco después llegó al ala donde estaban sus aposentos y los pasillos estaban completamente vacíos, confirmando que nadie las molestaría y tampoco escucharán lo que sucedería en la habitación privada de las Reinas, después de todo a ninguna le gustaba que otros escucharan a la otra en un momento intimo que solo era para ellas; sin esperar más la peliplateada entró a su habitación y cerró la puerta tras de sí con seguro, escaneo el lugar y no encontró a su esposa, lo que quería decir que estaba en el cuarto de baño privado así que rápidamente se encaminó hacia el lugar mientras se iba desabrochando sus vestiduras.

Justo cuando llegó al cuarto de baño dejó caer su vestimenta, quedando completamente desnuda en el lugar, dio un vistazo al cuarto de baño y no vio a su amada pero cuando noto movimiento en el gran jacuzzi que había en el fondo del lugar se acercó lentamente, en cuanto se acercó lo suficiente colocó sus manos en el borde y del agua lentamente emergió su amada, la pelirroja colocó sus manos en el espacio que dejo la peliplateada entre sus manos y salió lo suficiente para poder darle un beso en los labios, no sin antes haberse escurrido un poco la cara para poder besarla sin problemas. Sara no quiso perder más tiempo y comenzó a besar a Freya con absoluta pasión, casi sincronizadas ambas levantaron sus manos dominantes, la mayor coloco su mano en el cuello de la menor mientras ésta colocaba la suya en su nuca, adentrando sus dedos en el cabello platinado para luego tirar ligeramente de él, ambas soltaron un pequeño jadeo en los labios de la otra antes de seguir besándose con amor y pasión; unos segundos después Sara con ayuda de la mayor salió del jacuzzi y sin importar que aún estuviera mojada por el agua, Freya la acercó lo más posible a su cuerpo, bajando sus manos a las caderas de la pelirroja y sujetándola con algo de firmeza.

Después de un rato más de besos, la pareja se encaminó a la recamara, Sara fue ma primera en subir a la cama, recostándose en el centro de ésta y contra las almohadas que estaban contra la cabecera; en cuanto se acomodó miró fijamente a la mayor y le hizo una seña de "Ven aquí" con su dedo índice izquierdo, mientras que con su mano derecha comenzaba a hacer un recorrido lento y sensual desde su cuello, pasando por su pecho y bajando por su abdomen, clavando un poco sus uñas en este, provocandose a si misma un ligero estremecimiento para despues arquear un poco la espalda para provocar a su esposa.

Freya se había quedado parada frente a la cama admirando la escena que le estaba dando su esposa y compañera, pasando de vez en cuando su lengua por su labio inferior mientras disfrutaba de aquello, siguió viendo hasta que aquella mano pecaminosa siguió bajando por la pelvis hasta llegar a la feminidad de su amada, la Reina de Hielo se subió a la cama para ver más de cerca aquello, viendo como aquellos dedos pasaban lascivamente por aquel lugar que solo ella había tenido el placer de conocer; apenas con una sola caricia, los dedos medio y anular quedaron brillantes por la humedad que se encontraba allí, lo cual le hizo agua a la boca a la mayor entre ambas, la pelirroja sabía aquello y quiso jugar con su esposa acercando su mano a su propia boca pero antes de siquiera rozar sus labios, una mano suave pero firme la detuvo al tomarla por la muñeca.

—Sabes que me encantan tus provocaciones, mi amor, pero ahora me toca a mí —dijo con tono un poco bajo y ronco mientras miraba a la menor con completo deseo y amor, llevo la mano de su esposa a sus labios y de forma lenta paso su lengua por aquellos dedos brillantes para segundos después adentrarlos en su propia boca y chuparlos de forma lenta y provocativa, dándole de vez en cuando algunas lamidas con su lengua, soltando pequeños gemidos por el sabor en su boca, provocando que las vibraciones las sintiera la otra en sus dedos y que luego fuera a parar a su bajo vientre.

Cuando se aseguró de no dejar rastro de la humedad de su amada en los dedos de la misma, los soltó lentamente y sopló ligeramente su aliento helado para secarlos, viendo como Sara se estremecía un poco y movía sus caderas en busca de algún tipo de liberación o al menos fricción, pero no consiguió ninguna puesto que Freya no había acercado su pierna lo suficiente a su feminidad, lo cual la frustro un poco y sabía perfectamente que la mayor también lo sabía pero no dijo nada. La peliplateada relamió sus labios ante la vista de aquella hermosa mujer acostada en la cama completamente desnuda, dispuesta con todo gusto y preparada para ella; aquella vista simplemente era su perdición y ahora se maldecía por haberse negado a ella desde que se enteró del embarazo, claro que aún estaba temerosa de llegar a lastimar a su compañera y al bebé, pero ya estaban en un punto de no retorno y sabía que ambas querían, anhelaban y deseaban volver a estar juntas de aquella manera tan íntima y suya, por lo que dejó sus nervios a un lado y se dejó llevar por sus deseos.

Se acomodó entre las piernas de la pelirroja y se acercó a besarla nuevamente, pero ya no había inhibición alguna, ambas se entregaron al momento y dejaron salir la frustración, lujuria y deseo, pero sobre todo el amor que se tenían; ninguna perdió el tiempo y mordieron, chuparon, lamieron y besaron los labios de la otra a su antojo, no sabían decir quien profundizó el beso pero sólo sabían que estaban en una batalla por el dominio de beso, el cual terminó ganando la mayor, quien luego rompió el beso y comenzó un descenso desde sus labios, por su cuello y hombros hasta llegar al valle de sus pechos, dejando un rastro de besos húmedos, mordidas, chupetones y lamidas a su paso. En cuanto llegó a su destino no perdió el tiempo y tomó el pezón derecho en su boca, comenzando a chupar y lamer con avidez a la vez que con su mano derecha le daba su debida atención al pezón desatendido; luego de que Sara soltara aquel pequeño quejido que le decía que había tenido un espasmo placentero, cambió al pezón izquierdo y le dio la misma atención hasta escuchar el mismo pequeño quejido.

Continúo con su camino de descenso por el abdomen hasta llegar a la pelvis, fijó su mirada en su esposa mientras colocaba las piernas de ésta sobre sus hombros y teniendo toda la atención de la mujer en ella, bajó la cabeza y pasó de forma lenta la lengua por toda su húmeda intimidad, provocando un jadeo en la pelirroja, la cual al instante bajó su mano dominante al cabello platinado y lo agarró entre sus dedos, queriendo evitar que se moviera de aquel lugar, aunque Freya no tenía ni la más mínima intención de hacerlo, en cambio rodeo los muslos que estaban a cada lado de su cabeza y los separó un poco más para tener libre acceso a aquel monte de venus que la tenía adicta, apretando la piel entre sus manos con algo de fuerza mientras comenzaba a lamer el centro de su amada a su entero antojo.

Sara echó su cabeza hacia atrás en las almohadas y soltó ligeros gemidos y jadeos mientras apretaba el cabello y las sábanas al mismo tiempo, comenzando a mover de a poco sus caderas contra la mayor, quien la tenía firmemente agarrada de los muslos, sin dejar en ningún momento su tarea, lamiendo desde la entrada hasta el clítoris de la menor unas cuantas veces antes de tomarlo entre sus labios para comenzar a chuparlo y lamerlo, alternando entre hacerlo lento y luego rápido, aquello provocó que Sara soltara de vez en cuando algunos gemidos entrecortados y que se arqueara en la cama por el placer que estaba sintiendo por lo que estaba haciendo su esposa. La Reina de Hielo entonces soltó el muslo izquierdo de su agarre y llevó su mano ahora libre al centro de su esposa, rozando sus dedos medio y anular en la intimidad de esta para lubricarlos con la excitación natural que había allí y en cuanto estuvieron bien lubricados comenzó a provocar la entrada de la pelirroja por unos segundos hasta que esta le suplicó que dejara de jugar con un tono cargado de deseo, así que sin más adentró lentamente ambos dedos en el centro húmedo, sacando un fuerte gemido de su pareja.

Unos segundos después Freya comenzó a mover sus dedos dentro y fuera del interior cálido y húmedo de su amada, moviéndolos en círculos y acariciando las paredes internas, todo mientras seguía lamiendo y chupando el clítoris hinchado, deleitándose con los gemidos y jadeos que salían de los labios enrojecidos e hinchados no solo por los intensos besos que habían compartido anteriormente, sino también por Sara estar mordiéndose el labio inferior por el intenso placer que estaba sintiendo por la boca y mano de su amada. Freya volvió a ascender por aquel hermoso cuerpo que conocía tan bien y que nunca se cansaría de adorar y recorrer como si fuera la primera vez, dejando besos húmedos a su paso, susurrando palabras de amor contra la piel, mientras se colocaba bien sobre su amada, cubrió con las sábanas sus cuerpos; una vez estuvo cara a cara con la pelirroja, ésta pasó sus brazos por la espalda de la mayor y le rodeó la cintura con sus piernas, queriendo mantener sus cuerpos lo más cerca posible, suspirando entrecortadamente cuando sus pechos se presionaron juntos y se comenzaron a rozar entre sí cuando Freya empezó a mover sus caderas contra su propia mano y contra las caderas de Sara para generar más presión en los movimientos de sus dedos, se aseguró de mantener su peso en su brazo izquierdo, el cual estaba apoyado en la cama junto a la cabeza del amor de su vida, no queriendo dejar caer todo su peso en el cuerpo de la menor, pero sobre todo en el vientre de ésta para cuidar a su pequeño en camino, para ella la seguridad de su hijo y esposa eran lo primero.

La mujer pelirroja entonces sintió como poco a poco todo el placer se hacía más intenso y se iba arremolinando en su bajo vientre, pasó sus uñas desde los hombros hasta la espalda baja de la mujer de tez más pálida, haciéndola estremecerse encima suyo y soltar un bajo gruñido, lo que la excitó aún más por lo que adentro los dedos de su mano izquierda en el cabello platinado, tirando un poco de él mientras acercaba sus rostros y tomando posesión de sus labios con absoluta pasión, moviendo sus caderas a la par de las embestidas que Freya le daba, sintiendo sus muslos comenzar a temblar contra las caderas de la mayor.

—Córrete para mí, mi amor. Déjame verte acabar en mis dedos —le murmuró con aquel tono bajo, algo ronco y lleno de deseo que tanto excitaba a la otra Reina y más al habérselo dicho al oído antes de bajar a su cuello para morder, lamer y chuparlo, dejando algunas marcas más mientras aceleraba el movimiento de su mano entre las piernas esbeltas, moviendo con más velocidad y un poco más de fuerza sus dedos dentro de su compañera, así como rozando el manojo de nervios de ésta con el borde de su palma.

Las palabras dichas, el placer y la intensidad de todo llevó a Sara al borde y terminó soltando un gemido alto y genuino en cuanto su orgasmo alcanzó su punto máximo, soltó su agarre en la mayor y arqueo su espalda en la cama mientras pasaba a apretar con fuerza las sábanas; Freya en cuanto la soltaron se arrodillo entre sus piernas sin dejar en ningún momento de mover sus dedos dentro y fuera de la otra mujer, bajó rápidamente su mano libre a la entrepierna completamente mojada, y con un ritmo acelerado se puso a frotar con sus dedos índice y medio el sensible clítoris, queriendo prolongar lo más posible el placer de su amada, logrando sacarle otro orgasmo unos segundos después del primero. Los aposentos reales de la pareja estaba llena de los gemidos altos de la Reina menor, acompañados de los sonidos húmedos y lascivos que provocaban los dedos largos y pálidos en su intimidad, el cuerpo le temblaba por los espasmos que le provocaban los orgasmos que ya había tenido, pero a pesar de ya haber tenido una primera liberación intensa y una un poco más suave, su cuerpo quería más, así que comenzó a suplicar entre gemidos.

—N-no p-pares... A-ahh... ¡S-si! Así... A-así, mi amor... ¡Aahh!—todas las sensaciones intensas que estaban recorriendo todo su cuerpo, terminó por llegar a la cúspide, arqueándose por completo en la cama, gritando en éxtasis sin ninguna inhibición, teniendo un orgasmo incluso más intenso que el primero, tanto así que acabó empapando la mano derecha, el regazo y pelvis de la Reina de Hielo, quien se quedó admirando con absoluta devoción, amor y lujuria la escena, bajando la intensidad de sus movimientos para evitar la sobre estimulación en la intimidad de la otra mujer.

—Me encanta ver cómo te dejas ir completamente sin contenerte, amor mío. Te ves tan hermosa al llegar al orgasmo —habló con una mirada suave y amorosa, retirando de forma lenta y cuidadosa los dedos del centro sensible y empapado de la pelirroja, provocando que ésta se estremeciera y que su piel se erizara, soltando un pequeño jadeo por el vacío en su interior.

La Reina Cazadora regresó su mirada a la peliplateada en cuanto volvió a escuchar su voz, sintiendo sus mejillas calentarse ante un posible sonrojo pero antes de que pudiera decir algo, su voz quedó atrapada en su garganta ante la escena frente a ella, Freya había acercado los dedos que anteriormente habían estado llevándola a ver las estrellas a la boca, los lamió de forma lenta y sensual mientras mantenía la mirada fija en la suya; una vez los fluidos de la pelirroja fueron limpiados de sus dedos, hizo lo mismo con los que había usado para frotar su clítoris y todo aquello lo hacía mientras soltaba pequeños gemidos de satisfacción por el exquisito néctar. Sara apenas se logró contener unos segundos más antes de sentarse en la cama y atraer a Freya a su regazo, cosa que ésta hizo gustosamente, relamiendo sus labios provocativamente.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top