Capítulo 06: Una Pequeña Lección y Unión Familiar

Pov Nadie:

Luego de que regresaran nuevamente al castillo con los cuatro atacantes a cuestas, las Reinas decidieron encargarse de ellos después, no querían perder el tiempo que podían invertir con su familia, interrogando a aquellos «asesinos» de pacotilla; así que ordenaron que los encerraran luego de haber informado lo que habían intentado hacer, sabiendo que los Cazadores querrían darles una buena bienvenida luego de escuchar que habían intentado lastimar a la familia Frost, todos les eran incondicionalmente leales a sus Reinas y Princesas, y harían pagar a cualquiera que se atreviera a tocarles siquiera un pelo; solo los Cazadores serían un buen primer incentivo para que los cuatro intrusos hablaran pero si no funcionaba, entonces las cuatro Frost se podrían divertir un poco durante el interrogatorio.

Después de que los Cazadores se llevarán a los nuevos prisioneros, la familia real entró en el castillo y se dirigieron a la biblioteca, pasando el resto de la tarde allí, leyendo, pintando, merendaron y cenaron allí, simplemente pasando un rato en familia; sin embargo por más que Freya, Sara y Snow quisieran mantener a Evie distraída, era casi imposible que ésta no pensara en Mal y en lo que había pasado, además de que no podían evitar que los pensamientos de la menor fueran a ello, por más que quisieran que ella estuviera bien, sabían que ella debía de tener sus propias experiencias, ya sean buenas o malas, dulces o amargas, no importaba qué ellas estarían allí para la peliazul.

Cuando se despidieron para ir a sus respectivas habitaciones, las mayores de la familia notaron que la menor estaba decaída y metida en sus pensamientos, por más brillante que fuera su sonrisa en sus ojos se reflejaba la tristeza y el dolor que intentaba ocultar; les dolía verla así pero no podían quitarle esos sentimientos así como así; por lo que se despidieron de ella y dejaron que al menos esa noche procesara sus pensamientos y sentimientos a solas, era algo que necesitaba y si no lo hacía sería peor para ella.

A la mañana siguiente muy contrario a lo habitual, Evie se despertó tarde y por ende no bajó a desayunar, eran casi las once de la mañana y normalmente todas desayunaban a las ocho; intuyendo que posiblemente aquello pasaría, la menor le había pedido la noche anterior a uno de los Cazadores que custodiaba su puerta que le informara a su familia que lo más probable es que no asistiría al desayuno, por lo que la familia tuvo que comer sin el miembro más joven, la cual solo tomó una pequeña porción y tan pronto terminó se fue a buscar a su hermana mayor luego de que le informaran que estaba entrenando con algunos Cazadores, mientras que sus madres recién habían ido a interrogar a los atacantes del día anterior, si Snow no estaba allí con ellas era porque las Reinas se encargarían ellas solas.

Tan pronto como la peliazul llegó al patio de entrenamiento vio a su hermana luchar con dos Cazadores, una mujer y un hombre, también habían algunos otros viendo el entrenamiento y entre ellos estaba Eric; desde que la chica supo que éste tenía un enamoramiento en su madre Sara, traía unas grandes ganas de enfrentarse a él y hacerlo morder el polvo, quería probar qué tan bueno era realmente y hoy lo haría, quería desestresarse un poco y lo usaría a él como saco de boxeo por un rato.

Evie: «Hey, Cazador. Combate cuerpo a cuerpo, solos tú y yo, ahora» habló con un tono indiferente, señalando a Eric con su dedo mientras se iba acercando al semicírculo que habían formado, llamando la atención de todos los presentes, quienes la voltearon a ver algo sorprendidos, pero el más sorprendido era el susodicho, el cual no se esperaba que ella quisiera entrenar con él.

Eric: «Con mucho gusto, Princesa» comentó con un tono algo forzado, haciendo una pequeña inclinación de cabeza a modo de saludo, apretando la mandíbula al ver al fruto de la unión de su amada Sara con la Reina de Hielo acercándose a él, intentando contener su disgusto y molestia por su presencia.

Snow: «No te contengas, Cazador. Porque mi hermana no lo hará» habló con burla mientras miraba al rubio completamente divertida, ya sabiendo que su hermana lo haría tragar tierra sin ningún tipo de contemplación ni piedad. Ya era hora que bajaran al rubio de su nube y ¿Quién mejor que la mismísima prueba viviente del amor entre Freya y Sara?

Eric: «No lo haré, su alteza» murmuró entre dientes con una pequeña y forzada sonrisa, moviendo su cabeza de un lado a otro haciendo sonar su cuello y luego hizo sonar su espalda, «preparándose» para el enfrentamiento, todo mientras Evie rodaba los ojos y negaba ligeramente, esperando que él terminara con su «preparación», sabiendo que estaba intentando intimidarla pero en vez de eso solo la fastidiaba.

Cuando Eric terminó su pequeño acto, él y la Princesa se colocaron en el centro del nuevo semicírculo que los espectadores habían hecho para los nuevos contrincantes; Evie miró a su hermana y ésta le articulo un "Acabalo, Copito", luego le guiñó un ojo y se sentó en un banco de madera que le acercaron, tomó un poco de agua y se secó el sudor con un paño, fijando su vista en la peliazul y el rubio, los cuales habían comenzado a rondarse; no se quitaban la mirada de encima ni por un segundo, esperando que el otro atacara pero ninguno daba señales de que lo haría y mientras Evie esperaba pacientemente, manteniendo sus manos juntas en su espalda, Eric por su parte estaba comenzando a impacientarse cada vez mas y cuando la chica simplemente se detuvo y bostezo, él se lanzó contra ella, pero su ataque fue esquivado y en cambio recibió un empujón, aquello paso unas dos veces más hasta que en el ultimo termino tropezando y cayó al piso arrodillado justo frente a Snow White nada menos, ésta lo miró con burla y aquello lo hizo enojar, se puso de pie rápidamente y se giró para volver al combate.

Evie: «Acabemos con esto, Cazador» dijo con indiferencia, colocándose en una postura básica de combate, haciéndole señas con su mano dominante al hombre para que fuera a por ella, y éste así lo hizo, comenzando entonces el combate. Con cada momento que pasaba la chica era la que más atinaba los golpes y no eran nada suaves, realmente se estaba descargando con él.

¿?: «Vamos, Eric. La Princesa te está dando una paliza ¿Te has vuelto viejo? Así no sirves para proteger a la familia real» se escuchó decir a uno de los espectadores con tono jovial, haciendo reír a los demás a carcajadas porque estaba diciendo una realidad; el rubio se veía desaliñado, golpeado y sucio, mientras que la Princesa seguía igual que al inicio, apenas había recibido algunos golpes que si bien tenían fuerza detrás, no habían sido muchos y nada por lo que preocuparse.

Eric: «Ríndete o esto no terminará bien para ti» comentó con su voz agitada y pesada, manteniendo su agarre firme en la cabeza y cuello de la menor por detrás, ella se había «descuidado» y él aprovechó; todos los espectadores a excepción de Snow habían dado un paso adelante con nerviosismo al ver cómo el rubio tenía agarrado a la menor de las hermanas, dispuestos a detenerlo antes de que cometiera una locura, pero todos se detuvieron cuando Snow levantó su mano y los hizo detenerse.

Evie en todo momento se mantuvo tranquila, incluso cuando Eric mantenía un firme agarre en su cuello, obstruyendo un poco sus vías respiratorias pero no es la primera vez que se encontraba en aquella posición, el tiempo en la Isla le enseñó muchas cosas, tanto buenas como malas, pero sobre todo le enseñó a defenderse, era algo que todos necesitaban para poder sobrevivir allí. La peliazul movió su cabeza hacia el hombre y en un movimiento rápido puso su mano derecha en el brazo que tenía alrededor de su cuello mientras que con la otra golpeaba la ingle del rubio con fuerza unas tres veces, provocando que él se encorvara un poco por el dolor y que aflojara su agarre en ella; Evie tomó la muñeca de él con fuerza y alejó el brazo de su cuello, luego con su codo golpeó la nariz del Cazador, rompiéndola en el proceso y haciendo que la soltara por fin; rápidamente ella se giró, lo tomó de la cabeza y le dio un rodillazo en la cara, haciéndolo caer al piso estrepitosamente mientras se agarraba la nariz ahora rota y sangrante.

Evie: «No me subestimes, Cazador» comentó con un tono indiferente y mordaz, acercándose a él para luego arrodillarse junto a su cabeza «No te quiero ver cerca de mi madre, o te ira peor» murmuró para que solo el hombre herido la escuchara, dándole unas «palmaditas» en la cara, luego se puso de pie y se alejó del rubio.

Snow: «Muy bien hecho, Copito. Estuviste increíble...Llévenlo para que limpie su desastre» felicitó con una gran sonrisa orgullosa en su rostro, dándole un abrazo y un beso en la frente a la menor cuando esta se acerco a ella, luego paso su brazo izquierdo sobre los hombros de la peliazul y la acercó a ella, diciendo aquello último mientras miraba con desprecio al rubio aun tendido en el suelo, viendo como dos de los espectadores terminaban de felicitar a su hermana e iban a ayudar al hombre a ponerse de pie.

Mientras todo aquello sucedía con las hermanas Frost, las matriarcas de la familia se encontraban en la celda donde se encontraban los cuatro hombres que las atacaron el día anterior. Estos se encontraban encadenados a la pared y sentados en el suelo uno junto al otro; estaban algo desarreglados y golpeados puesto que habían sido recibidos por algunos Cazadores, los cuales les habían dado la bienvenida cuando llegaron más temprano ese día, pero tuvieron cuidado de no dejarles daños graves. Aquellos patéticos intentos de asesinos no merecían morir tan pronto, se necesitaban respuestas para que las Reinas supieran quien o quienes de sus enemigos estaban conspirando actualmente contra ellas, para así poder encargarse lo antes posible de ellos y evitar mayores molestias. No iban a arriesgar a su familia, menos ahora que estaba creciendo nuevamente.

Freya: «Esperamos que la bienvenida resultara acogedora para ustedes» comentó con un tono ligeramente jovial, pasando su fría mirada por cada uno de los hombres, los cuales se veían asustados por más que lo intentaban ocultar. Tal parece que ellos habían pensado que podrían matar a la familia Frost fácilmente, pero habían sido descubiertos y ahora estaban encerrados, nada de aquello era parte del plan que tenían y si llegaban a escapar de allí, lo más probable es que quien los contrató los vaya a matar por no haber cumplido con su misión.

¿?: «Déjennos ir ahora mismo y las dejaremos en paz» exigió el hombre más alto entre los cuatro, utilizando un tono de voz «autoritario», engañándose de que las Reinas le harían caso y los soltarían así de fácil, hasta sus compañeros sabían que eso no pasaría.

Sara: «Realmente no están en posición de estar exigiendo nada, por si no se han dado cuenta» comentó luego de haberse reído ante la exigencia del hombre, señalando a los ahora prisioneros encadenados, virando los ojos con fastidio al verlos forcejear intentando liberarse de las ataduras, pero eso sería imposible, de paso que eran del acero más fuerte que existía, también estaban encantadas.

¿?: «Esperen a que nos liberemos, acabaremos con ustedes y luego con sus engendros» amenazó envalentonado el segundo más alto, pero su arrogancia lo llevó a recibir un fuerte golpe a puño cerrado en la mejilla derecha por parte de la pelirroja, provocando que se le cayera un diente y escupiera sangre, él se quejaba de dolor mientras que la mujer que lo acababa de golpear se alejaba de él como si nada, limpiándose los nudillos con un paño húmedo que su esposa le había tendido.

Sara: «Claro, porque su estúpido intento de asesinarnos les funcionó tan bien...Patéticos, ni para matar a alguien sirven» dijo aquello primero con tono sarcástico, mirando fijamente a cada uno de ellos por unos segundos, ya sopesando lo que les haría para hacerlos hablar. Finalmente terminó de hablar con hastío, si hubiera sido ella, sus víctimas ni siquiera habrían sabido de donde fueron atacados ni por quién, y hubiera acabado rápido, todo lo contrario a los «asesinos» que les habían mandado.

Freya: «Realmente no quiero seguir perdiendo el tiempo con ustedes y ya que no han hablado hasta ahora, creo que nos tocara a nosotras hacerlos hablar....Mi amor ¿Quieres empezar tu?» habló con completo hastío y frialdad, acercándose al tipo que se había atrevido a llamar a sus hijas «engendros» y que por consecuencia recibió un golpe de su esposa, lo desencadenó y lo hizo ponerse de pie; él se quiso escapar pero ella lo detuvo tomándolo por la camisa con fuerza, luego lo tomó del cuello y lo hizo sentarse en una silla, encadenándolo a esta, luego lo giró hacia su esposa y le preguntó aquello con tono jovial, mirando a su amada con picardía.

Sara: «Oh...Por fin me voy a divertir un poco, y les aviso que tengo mucho estrés y frustración acumulados» habló con algo de diversión en su voz, mirando al hombre cual si fuera una presa y ella su depredador, su mirar volviéndose más oscuro con cada momento que pasaba, al pensar en lo que le haría para hacerlo hablar.

La Reina de Hielo sonrió al ver el semblante oscuro de la Reina Cazadora, ya sabiendo lo mucho que se divertiría sacando información; con un movimiento de su mano dominante arrastró la silla fuera de la celda donde estaban, dejándola en la que estaba enfrente y que ya estaba abierta con un guardia afuera; Sara le dio un guiño y salió de allí, entrando en la otra celda para comenzar con su interrogatorio.

Mientras tanto en el Páramo:

Después de la interrupción del Principito con aires de grandeza, la Reina y Protectora del Páramo había regresado a casa con su amada familia, feliz de poder seguir pasando tiempo con su Reina y sus Princesas, y ahora con el bebé que estaba por nacer, esta vez sin ningún tipo de interrupción, ya nada podría alejarla de su familia, habían pasado muchos años separadas y prefería aprovechar el mayor tiempo posible para estar junto a sus amores. Una vez que había aterrizado en el castillo fue directamente a encontrarse con su esposa embarazada y sus hijas, las cuales se encontraban esperándola en la habitación de la pareja, estaban acostadas en la alfombra frente a la chimenea, Aurora les contaba alguna historia, abrazándolas a ambas mientras estas recostadas en sus hombros le acariciaban el vientre con afecto, la escena la enterneció tanto que les tomó una foto, luego se unió a ellas y estuvieron allí el resto del día, comieron allí y simplemente convivieron en familia sin ninguna molestia más.

Al día siguiente luego del desayuno la Dark Phoenix Fae se fue a hacer sus rondas matutinas casi a regañadientes, puesto que Aurora le había dicho que debía hacer sus obligaciones y que mientras más rápido y bien las hiciera, podría regresar y seguir consintiéndola como quería, por lo que tuvo que ir a hacerlo, saliendo del comedor casi arrastrando los pies, provocando que su familia la mirara divertida mientras negaban ligeramente por sus ocurrencias, la gran y temida Reina del Mal no lucía nada feroz en ese momento, luciendo casi como un cachorro con su colita entre las patas. Aurora mientras tanto se tuvo que reunir en el salón del trono con algunos súbditos que buscaban su consejo o ayuda, Mal y Audrey estuvieron con ella en todo momento sentadas en sus propios tronos, aprendiendo un poco para cuando llegara su momento de gobernar.

En algunas ocasiones tuvieron que hacer uso de su magia (solo haciendo cambiar sus ojos) y amenazar un poco a algunos hombres que coqueteaban con su rubia madre, haciéndole propuestas aprovechando que Maléfica no estaba allí, pero ellas intervinieron cuando vieron a su mami muy incómoda por las cosas que le decían, aunque de resto ella manejaba la situación perfectamente, pero no podía negar que era divertido ver a aquellos hombres «fuertes» casi huir cobardemente cuando las chicas se levantaban y los miraban fijamente, amenazándolos con darlos de comer a Diaval convertido en dragón; cuando terminó la reunión las tres se fueron a la biblioteca privada a esperar a Maléfica.

La cual tan pronto como terminó de dar sus rondas matutinas por todo el reino regresó a su hogar junto a su fiel amigo Diaval, cuando aterrizaron en el castillo y el cuervo volvió a ser humano fueron informados del paradero de la Reina y las Princesas, por lo que ambos se dispusieron a ir a su encuentro, cuando llegaron luego de unos pocos minutos abrieron la puerta con cuidado y vieron la escena en la habitación; Aurora les estaba leyendo un libro a las Princesas, las cuales escuchaban atentamente como siempre, disfrutando de la dulce voz de su rubia madre, la cual siempre les transmitía paz, tranquilidad y su amor incondicional y maternal.

Maléfica apreciaba ver a su familia pasar tiempo junta después de todo el tiempo que habían tenido que pasar separadas, quince largos y dolorosos años; quince años de ella ocultándole a su hija mayor que tenía otra madre que la amaba mucho, tuvo que ocultarle eso porque no quería que tuviera falsas esperanzas y que al final tuviera un corazón roto porque no podían salir de la Isla y estar con Aurora; pero a pesar de que hizo lo posible porque a Mal no le faltara nunca nada y mucho menos amor, obviamente le hacía falta su otra madre y el amor que solo Aurora podría darle.

Por otra parte, a pesar de que Audrey estaba en el mismo castillo que Aurora, era muy poco lo que estuvieron juntas, Phillip e Ingrith siempre habían procurado mantenerlas separadas, excepto los dos primeros años de vida de la Princesa y cuando tenían que fingir ser la familia perfecta; Audrey creció sin tener el verdadero amor de una madre porque no dejaban que Aurora estuviera con su hija, provocando que la niña creciera mimada y creída, pero aun cuando se sentía sola y anhelaba el calor y amor de su progenitora, junto con los intentos de su «padre» y «abuela», la niña nunca sintió rencor u odio por la rubia menor, ella no era ciega ni tonta, siempre mantenían a «La Bella Durmiente» encerrada en su habitación, siendo custodiada por guardias las veinticuatro horas del día, también había llegado a escuchar las atrocidades que Phillip le hacía e incluso había visto los moretones.

Audrey sentía un vacío en su pecho no solo por estar lejos de la mujer que le dio la vida y que la amaba incondicionalmente a pesar de tener que estar alejada de ella, sino que a pesar de no saber que tenía otra madre y una hermana mayor, sentía que algo importante le faltaba pero ese vacío se llenó cuando salió la verdad a la luz y su familia pudo estar completa y junta por fin. Quince años habían sido suficientes, la Reina del Mal no volvería a permitir que separaran a su familia otra vez, no le va a importar destruir todo por el bien de su creciente familia.

¿?: «Miren quién ha regresado... ¿Todo bien, mi amor?» se le escuchó decir a la Reina rubia luego de haberse dado cuenta de la presencia de su esposa y Diaval en el umbral de la puerta, la mujer mayor parecía estar metida con sus pensamientos y cuando escucho la voz de su amada volvió a la realidad, entrando por fin en la biblioteca y acercándose a su familia, dejando un beso en las frentes de sus niñas y uno en los labios de su esposa, acariciando su vientre con ternura; cuando se sentó junto a ella en el sofá, esta le hizo aquella pregunta mirándola a los ojos.

Maléfica: «Si, todo está bien en el reino, nada fuera de orden» respondió tranquilamente mientras le daba una pequeña sonrisa, antes de dejar un beso en sus labios y luego inclinarse para darles un beso en la frente a sus amadas hijas, las cuales se sonrojaron ligeramente y le sonrieron con algo de pena, pero en la cara se les notaba que les encantaban aquellos gestos de su progenitora mayor.

Aurora: «Ayer se me olvido preguntarte sobre lo que paso con Phillip» habló nuevamente cuando Maléfica la volvió a mirar; queriendo saber si había pasado algo más, puesto que sabía que con él nada era tranquilo, y aunque la mayor lo intento ocultar, ella había notado el cambio, seguramente Phillip había dicho algo que la enfureció, pero no había querido decir nada ayer por cómo la estaban pasando con las chicas.

Maléfica: «No pasó nada, solo le di una pequeña lección al Principito de pacotilla, nada que no se pudiera manejar» respondió con serenidad, encogiéndose de hombros, restándole importancia al encuentro con el susodicho, apartando los pensamientos de todo lo que él había dicho acerca de sus amada Aurora.

Odiaba tanto que Phillip se regodeara por lo que le había hecho a alguien tan dulce como Aurora, pero si no lo había matado aun era por su esposa, la cual le dijo que no desperdiciara su tiempo con él, mucho menos que manchara sus manos con su asquerosa sangre, la Reina del Mal había aceptado no matarlo pero si él seguía así no dudaría en hacerlo y no necesitaba siquiera estar cerca para hacerlo.

Aurora: « ¿Me tengo que preocupar de esa «lección»?» preguntó con una de sus cejas levantadas, mirando en todo momento los ojos de su esposa para ver si le llegaba a mentir. Ella sabía que Maléfica no haría nada que ella le hubiera prohibido, pero su podía «divertirse» como decía la morena, podía hacerlo hasta un cierto límite, y ella debía cerciorarse que ese límite no se pasara.

Diaval: «Tranquila, Aurora. El Principito está ileso, solo un poco magullado y quizás con su orgullo herido porque no fue él quien engendró a Audrey» respondió con tono despreocupado, acercándose a las cuatro damas, negando ligeramente mientras soltaba una pequeña risita luego de haber terminado de hablar, colocando sus manos en los hombros de las chicas, inclinándose para dejar un beso en la frente de cada una con cariño.

Audrey: «Bueno, seguro empiezan a circular rumores cuando se sepa el embarazo de mami Aurora» dijo entre divertida y alegre, mirando a sus madres con sus ojos brillantes de felicidad. Un tercer embarazo de la Reina rubia daría mucho de qué hablar más porque pondría más peso sobre el rumor de que Phillip no podía engendrar ni con quien fue su esposa ni con ninguna de sus amantes. Todo aquello sería demasiado divertido de ver pero obviamente no opacaría la felicidad que la familia Moore tenía por el nuevo miembro de la familia.

Aurora: « ¡Sorpresa! Serás tío y padrino por tercera vez, Diaval» anunció con emoción luego de ver la expresión confundida del hombre, el cual miraba a Audrey como si le hubiera salido una segunda cabeza pero cuando la volteo a ver a ella y escuchó sus palabras, ahora parecía que se iba a desmayar ahí mismo, de no ser por sus ahijadas lo más probable es que ya estuviera desparramado en el suelo cual estrella de mar.

Diaval: « ¿C-cómo dices qué dijiste? ¿Es en serio? ¿Estás embarazada? Embarazada como ¿Ahora mismo?» preguntaba incrédulo, mirando de Aurora hacia Maléfica y nuevamente a Aurora, señalando su vientre el cual era acariciado por la mujer mayor con completo amor y cuidado. Ambas mujeres asintieron con grandes sonrisas en sus rostros, los cuales estaban más que iluminados por la felicidad.

Aurora: «Lo supe hace una semana más o menos, pero quería esperar a que estuviéramos todas juntas para dar la noticia. Además de que tenía que estar con cuidado porque sino Maléfica lo hubiera descubierto rápido y quería que fuera una sorpresa. Ya tengo tres meses y medio» contó con su voz alegre y sincera, volteando a ver a su esposa y dejando un pequeño y tímido beso en su mejilla, viendo como los ojos de la mayor reflejaban la emoción que sentía por la noticia. Ambas sonreían casi tontamente y la escena fue capturada por los tres espectadores, los cuales usaron sus respectivos teléfonos para tomar una foto, tomando por sorpresa a las matriarcas.

Diaval: «¿Tres meses y medio?...Ohh, ya se viene lo divertido, Maléfica» cuestiono pensativo, tomándose unos segundos antes de soltar una pequeña carcajada para después decir aquello último con un tono jovial, soltando nuevamente una carcajada al recordar los sucesos de hace diecinueve años.

Mal, Aud: « ¿Lo divertido?» preguntaron al unísono algo confundidas, mirando al hombre cuervo con curiosidad al ver que estaba casi en el suelo por la risa mientras que la Reina y Protectora del Páramo viraba los ojos con molestia al tiempo que Aurora intentaba ocultar su propia risita mientras le daba unas palmaditas en la mano a la Dark Phoenix Fae como consuelo.

Diaval: «Con el embarazo de Mal, Maléfica fue quien tuvo los síntomas, especialmente las náuseas; mareos, vómitos, dolores de espalda y otros más. Era muy gracioso ver a Aurora toda embarazada y radiante cual golden retriever, mientras al lado estaba Maléfica cual gato negro remojado con un cubo en las manos por los vómitos» contó entre risas, limpiándose las lágrimas que ahora corrían por sus mejillas por tanto reír. Sus ahijadas terminaron por unírsele en las risas al tener la imagen mental de lo que había dicho y más se rieron al ver a la mayor de sus madres «ocultar» su cara en el cuello de su Bestia y soltaba un pequeño quejido, mientras que la rubia la consolaba e intentaba no reírse también.

Aurora: «Pero no sabemos si esta vez también sea así. Con Audrey yo si tuve algunos síntomas, aunque no fueron tan fuertes, supongo que el té que tuve que tomar para ocultar lo avanzado de mi estado» habló con su voz suave y serena luego de haber controlado sus ganas de reírse también al recordar aquellas escenas. Ella suponía que quizás solo había podido pasar con el primer embarazo puesto que con el segundo ella si tuvo un poco más de síntomas, pero con este tercero podría ser un 50/50, se tendría que esperar a ver que terminaría pasando.

Maléfica: «En realidad si tuve los síntomas con el embarazo de Audrey, aunque claro no pensé que fuera por eso, pensé que era algún tipo de efecto por estar sin mi magia en la Isla, pero si me dieron y mucho más fuertes por estar "humana"» reveló luego de escuchar a su amada, volviendo a su posición anterior en el sofá, tomando un poco por sorpresa a la «Bella Durmiente» por lo que había dicho, ya que no sabía aquello, pensó que por la distancia y el no saber acerca del embarazo haría que la castaña no tuviera los síntomas, pero ahora cambiaba las cosas, entonces era muy probable que si los volviera a tener.

Aurora: «Ay mi amor, lo siento mucho, ojala y no tengas que volver a tenerlos ¿No hay algo que puedas tomar para evitarlo?» se lamentó genuinamente, mirando a la Dark Phoenix Fae con disculpa, preguntándole rápidamente, queriendo saber de alguna solución para evitar los síntomas, y si no había una pues ella misma la haría.

Maléfica: «Hey, no me importa cuán molestos sean los síntomas, Bestia. Mil veces elegiré pasar por ellos para que tú no tengas que hacerlo; has llevado a nuestras hermosas hijas por nueve meses, has pasado por partos naturales y ahora tendremos otro bebé. No me importa pasar por los molestos síntomas, tu eres quien lo tiene más difícil que yo» comenzó a hablar tan pronto como Aurora terminó, volviéndose hacia ella para que le prestara toda su atención, tomando una de sus manos en la suya mientras colocaba su otra mano en la mejilla de la rubia con delicadeza, acariciándola con lentitud mientras la miraba a los ojos y negaba ligeramente.

Ella no quería dejar de sentir los síntomas y malestares del embarazo de su esposa, quería que la menor estuviera lo más cómoda posible a pesar de las circunstancias, además de que la hacía sentir más involucrada en esta etapa tan hermosa, no quería que eso se detuviera y lo quería dejar en claro. Aurora ya tenía suficiente en su plato con estar llevando a su nuevo hijo en su vientre, cada día protegiéndolo allí dentro, asegurándose de comer bien para darle lo que necesitaba para que se desarrollara adecuadamente, todo eso y más era suficiente, si ella tenía que soportar lo «malo» del embarazo para que su amada no lo hiciera, lo hará gustosa mil veces.

Diaval: «Aww que tierna, mi señora. Quién diría que la gran Reina del Mal sería tan tierna» dijo entre enternecido y divertido, soltando pequeñas risitas mientras se apoyaba en el espaldar del sofá para no caerse al suelo. Claro que no podía desaprovechar de burlarse un poco de su señora y amiga, pero realmente le llenaba el corazón ver cómo era ella con su familia.

Maléfica: «En un perro...Agradece que no te convertí en un roedor...Y solo soy así con mi Bestia y mis pequeñas Bestias» murmuró con su voz algo sombría y seria, haciendo un gesto con su mano dominante hacia su amigo y mano derecha, convirtiéndolo efectivamente en un perro, y cuando el ahora can se vio transformado la miró indignado y le ladro en protesta, por lo que ella siguió hablando con tono «amenazador» sus ojos brillando en dorado por su magia, provocando que el can se estremeciera y escondiera su cola entre sus patas; pero luego dijo aquello último con su voz ahora cariñosa y sincera, mirando a su familia con todo su amor.

Aurora, Mal, Audrey: «¡Mas te vale!» espetaron al unísono y con tono «amenazante», para luego soltar unas risitas al tiempo que abrazaban a la Dark Phoenix Fae y le daban besos en las mejillas, provocando que ésta riera genuinamente feliz por el ataque de besos de su familia. Todo aquello bajo la atenta mirada del ahora convertido perro Diaval.

Diaval: «Me alegra tanto verlas juntas y felices otra vez, se merecen vivir sin problemas» pensaba para sí mismo mientras veía a la familia Moore convivir felices frente a él; le complacía ver como Maléfica luego de haber «odiado» a aquella rubia bebé que nunca se asustó por su presencia, se fue encariñando con ella, la protegió y cuidó mientras iba creciendo hasta que sin darse cuenta se enamoró de la dulce joven y posteriormente mujer en la que se convirtió su Bestia como la llamaba.

Él fue quien estuvo apoyándola cuando el Hada se comenzó a dar cuenta de sus sentimientos, verla batallar consigo misma y con lo que sentía luego de que se rompiera la maldición, para ella obviamente había sido un completo shock que ella pudiera romper la maldición, después de todo era una confirmación a sus propios sentimientos pero también podía ser una confirmación de los de Aurora; una de las razones de la mayor para no aceptar lo que sentía era la diferencia de edad, es veinte años mayor que Aurora, la había visto crecer, prácticamente la había criado, se sentía asqueada por así decirlo por haberse enamorado de la chica; tampoco se perdonaba por haberle lanzado la maldición durmiente, había besado a su padre por Dios y también lo había matado, había sido la causante de que fuera alejada de los suyos y que fuera «criada» por tres Hadas tontas que no sabían nada de los bebés humanos, pero el mayor impedimento es que no quería salir lastimada o lastimar a la humana.

Después de todo las uniones de los humanos eran diferentes a las criaturas mágicas, y mucho más diferente a las de su especie, mientras los humanos podían tener muchos amores en su vida, las Hadas no, sus uniones eran para siempre, solo tenían una pareja para toda su vida, por la eternidad o hasta el final de sus vidas; Maléfica temía estar con Aurora, unirse a ella y que luego esta quisiera dejarla por alguien más, le rompería el corazón pero sabía que aunque le doliera, jamás dejaría a su Bestia ser infeliz a su lado.

Fue muy duro e hizo falta que la propia Aurora le asegurara todos los días que solo la quería a ella, no fue algo fácil pero al final Maléfica se arriesgo y acepto sus sentimientos y se terminaron por unir, no solo en matrimonio, ellas unieron sus almas, sus corazones y sus mentes, ellas eran una ahora y siempre; incluso cuando fueron separadas y la rubia tuvo que casarse con Phillip a la fuerza, nada cambió entre ellas y sabían que nunca lo haría, su amor era eterno.

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