Capítulo Once.
Los meses pasaban y las chicas estaban cada vez peor, varias ya habian renunciado a todo y se habían ido a la escuela femenina de regreso.
La pelirroja no se quedaba atrás, ella era la peor. Las bromas no habían parado ni un solo día y otra más iba a ser el colmo.
Pero no digamos muchos de los chicos, que el jefe, él pelirrojo, estaba golpeando sin parar su bolsa de boxeo enojado. Las chicas no se iban y eso los enojaba, habían hechos sus bromas más horribles e inaguantables, pero aún, seguían firmes..
O al menos así actuaban, ya que por dentro las quejas no paraban y le rogaban a la pelirroja, qué terminen este juego de bromas inaguantables e se vayan de ahí.
Pero claro esta, se negaba. No solo por su orgullo, y ganas de ver derrotados a esos chicos que tantos las molestan, ¿por qué? Por lo mal que las trataban y todas esas bromas, además, no quería decepcionar a la directora y ni una sola chica más podía irse, eso significaba; fracasar.
Y ella, odiaba el fracaso igual qué el pelirrojo, que cada vez que golpeaba a esa bolsa de boxeo, se imaginaba que era un golpe directo a él por imbécil por no lograr que esas "niñas ricas" se vayan.
Si, los prejuicios reinaban los insultos, e apodos para irritarlas que les ponían a esas chicas que solo, querían no decepcionar a su directora pero a la vez, irse lo más pronto posible de ahí.
-¡Brick, se me ocurrió una ideaza! - gritó un azabache, él cuál de un salto se subió a él sofá. Mientras con su cara feliz y a la vez macabra, le iba a explicar que tramaba.
-¿Qué otra idea que pueda fracasar se te ocurre? - Preguntó el pelirrojo con su tono tan enojado y fuerte, que les puso los pelos de punta a este. Se notaba a kilómetros, que este estaba irritado y enojadisimo por haber "fracasado."- Habla. - exigió.
- Mande a Boomer, Blitz y pendejos a provocar a los de la escuela que siempre nos intenta ganar y terminan con uno o varios huesos rotos.
-¿the furious demon city? - Preguntó sin parar de golpear a la bolsa de boxeó pero mirándolo con cierto interés en sus ojos, en su mente se creaba la ilusión y esperanza de que tal vez, esta vez la idea que tenía su hermanó en mente podría funcionar.
-Obvio, los imbéciles que se creen que pueden ganarlos. Tienen fama de que golpean hasta volverlos sus esclavos a las escuelas más pequeñas masculinas. - Se burló al principio, pero luego, al hablar de la supuesta fama de aquélla escuela se enojó, odiaba eso de por ser más fuerte convertir a los que no les buscan pelea y son más pequeñas, está bien, lo admitía. Ellos peleaban y todo, pero nunca con escuelas más pequeñas, que no los buscaban, y sobré todo, no los convertían en sus esclavos. - Como sea, ahora, están provocándolos y cuándo vengan ellos y toda la escuela, todos estaremos aquí esperándolos para matarlos y que ellas, se asusten tanto que se vayan por miedo a que sus caritas, su ropita, y su cabellito se dañen.
-El plan peeeerrrfecto hermano.¡Vamos! - Gritó dejando de golpear a la bolsa, y correr con su hermano hacía la entrada de la escuela.
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