Jugamos

Advertencia: Lectura para mayores de 18 años en adelante, contiene situaciones de tema erótico y sexual, imágenes eróticas. Lenguaje ofensivo y vulgar.

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Capítulo V: Jugamos

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La mañana siguiente había despertado Mabel sintiendo un calor agradable en su cuerpo, a pesar de estar en el mes de diciembre el frío no la calaba completamente de su cuerpo. Ella se acurruco en esa zona donde provenía ese calor, escuchando un suspiro fuerte y como una mano subía y bajaba por su cabello. Ella abrió grande sus ojos por el repentino sonido que lo primero que vio fue una cabellera rubia, tan brillante como el sol y dorada. Después visualizo el rostro del mayor, su orbe ámbar entrecerrado mirándola fijamente y una sonrisa que se asomaba sus dientes y parte de sus colmillos, siendo tan atractivo.

La pequeña se desperezo de su sueño y soltó un pequeño chillido antes de empujarlo e irse para atrás cayendo por el borde de la cama. Escucho una risa por parte del rubio antes de que él se asomara y viera a la adolescente hecha un lío de colores rosados en su rostro.

- Vaya cuando te dije que te pusieras cómoda para dormir, me refería a que usaras pantalones o un short. – Viendo las bragas azules de la chica. – Me gusta el contraste.

- ¡Pervertido! – Sentencio la menor para después cubrirse con el dobladillo del camisón.

- ¿Me extrañaste?, admítelo pequeña me extrañaste. – Canturreo con un tono alegre.

- Bill, ¿Cuándo volviste? – Pregunto de forma preocupada, reincorporándose y subiendo a la cama donde él estaba. - ¿Estuviste bien?, ¿No te hirieron?, ¿Por qué hueles alcohol y perfume de mujer?

- Eso no se pregunta. – Tomándola de los hombros y empujándola al colchón. – Sabes que, haré un sándwich. – Menciono. – Pondré mayonesa aquí. – Pasando sus dedos por su barriga. – Pondremos tomate y queso. – Colocando un almohada encima de la pequeña. - Y unos cuantos Doritos encima y después el pan. – Colocando las mantas y otra almohada. - ¡Listo! Eres un delicioso sándwich. – Escuchando las risas de la castaña.

- Bill estás loco, jajaja no soy un sándwich. – Removiéndose entre las mantas y almohadas.

- Para mí lo eres. – Sonriendo.

- Bill – Le llamo. - ¿Has dormido?

- ¿Quieres hacer sentadillas?

- No.

- Entonces mejor desayunemos.

- ¿A las 10 de la mañana? – Viendo el reloj al darse cuenta que había dormido casi la mitad de la mañana.

- Es perfecto. – La saco de la cama de un tirón.

- Okey, estas muy enérgico. – Dijo la pequeña recuperando el equilibrio por el movimiento brusco.

- Vamos Estrella fugaz, necesitamos aprender cosas el día de hoy. – Dijo el rubio mientras la empujaba fuera de la habitación.

Mabel vio que había comprado comida preparada, algo que era extraño de él. Ya que era difícil para el rubio leer el menú del pizarrón. Pero no quiso interrogarlo prefirió comer lo que le sirvió, pero por alguna rara razón él estaba de buen humor.

Aunque había momentos en que mientras desayunaba Bill no le quitaba la vista de encima, como si su temor fuera a desaparecer en ese instante frente a sus ojos.

Terminando de desayunar ella se dedicó a limpiar un poco el apartamento mientras que él tomaba un baño. Mabel se acercó limpiar un poco los estantes observando que Bill había dejado los sobre amarillos de sus trabajos. Quiso revisar un poco pero ninguna venia información, solo fotografías. Volvió a dejarlo en su lugar, antes de dirigirse a tomar la planta que Bill cuidaba siempre.

La coloco en la ventana viendo que los rayos de sol estaban agradables, rego la planta y froto las hojas brillosas.

- Phill... ¿Crees que Bill tuvo una noche difícil? – Dijo por medio de un susurro bajo. – Ha estado actuando raro.

- Nadie es raro, Mabel. – Menciono Bill frunciendo el ceño. – Maldita sea, es horrible sentir ese malestar nuevamente. – El efecto de la droga había pasado muy rápido.

Dejándose caer en el sofá mientras veía a la castaña con un rostro confundido.

- Trae ese maletín y saca las armas. – Dijo. – Una lección rápida de limpieza. – Menciono con tono frío.

Vio como la chica se movía de forma nerviosa un momento, pero después recupero la compostura viéndola más decidida cuando saco las armas del maletín y traía el equipo de limpieza.

Él le instruyo cada paso para desarmar y retirar con sumo cuidado los residuos de pólvora y hollín. Poco a poco sentía que recobraba sus sentidos y que la droga restante que aun permanecía en su cuerpo iba disipándose y eliminándose. Una baja rápida endorfinas y adrenalina se había ido de su cuerpo, estando un poco deprimido.

Noto que Mabel batallaba para volver armar la pistola, la corredera se había trabado y si ella seguía tirando de seguro se volaría la mano o parte del dedo.

- Déjame a mí eso. – Quitándole el arma de sus manos, para destrabarla. – Hay que lubricar o tendrás problemas en cargar las balas.

- Okey – Dijo ella tomando una munición.

- Y deja de decir "Okey", recuerda que quiero algo afirmativo. – Entregándole el arma.

- Entendido. – Dijo ella agachando la cabeza en señal de tristeza.

- Continúa con lo siguiente.

- Sí. – Tomando los cuchillos.

- Mabel. – Le hablo. – Perdón pero... fue una noche estresante. Y no quería actuar de esa forma grosera contigo.

- Lo sé. – Dijo ella sintiendo las lágrimas recorrer por sus mejillas, intentando ocultarlas con los mechones de su cabello castaño. – Entiendo...

- Ven aquí. – La tomo de la cintura atrayéndola a sentarse en su regazo antes de verla que ocultaba su rostro en su pecho y rompía a llorar. – Shh... fui un idiota. – Palmeando suavemente su espalda.

A veces olvidaba que Mabel aún era una niña pequeña a la cual le arrebataron su infancia desde muy temprano, quien vivió el asesinato de su familia. Por mucho que ella quiera actuar como una persona madura o fría para cobrar venganza a sus enemigos, ella todavía era una pequeña niña inocente.

Abrazo el cuerpo de ella hasta que se cansara de llorar, no era tan bueno para consolar. Pero de repente vio a la menor respirar de forma calmada y frotar sus ojos.

- Mejor.

- Sí. – Dijo ella recostando su cabeza en su hombro.

En ese momento ella se reincorporo y vio a Bill antes de hablar y sugerirle la propuesta más tonta.

- Bill, no hacemos más que trabajar todo el tiempo. En estos últimos meses. – Dijo ella. – Estoy cansada y tú siempre estas molesto.

- No estoy molesto.

- Te da arranques de enojo y actúas raro. – Menciono. – Necesitamos un descanso, así que... quiero jugar.

- ¿jugar?

- Juguemos a algo – Dijo en un tono un poco contenta y emocionada, mientras mostraba una mirada brillosa de sus orbes avellanas.

- ¿Cómo qué? – Dijo con algo de intriga.

- Yo sé de un juego sensacional. – Sonriendo. – Te hace pensar y te ayuda a la falta de memoria. Es lo que nos hace falta. – Jugando con sus dedos tímidamente.

- De acuerdo... juguemos – Sonriendo a medias.

- ¡Sí! – Ella salió de su agarre y corrió hacia la habitación mientras tarareaba una canción.

Bill se quedó un poco desconcertado en ver el arranque de felicidad de la pequeña, hace un momento la tenía triste y ahora le mostraba una sonrisa de alegría. Minutos después salió la pequeña con un poco de maquillaje fuerte en su rostro y la ropa que una vez le trajo (esos brasieres de copa grande y vestidos). Ella estaba cantando una canción popular, el cual no reconocía de quien era.

- Like a virgin, woow. – Entonando la letra y dando un baile. –Touched for the very firts time~ - haciendo una posee. – ¡Like a viiiiiirgin! – Extendiendo sus brazos. - ¿Quién soy?

- Ahmm... - Entrecerrando la mirada y tratando de pensar quien era, pero entre esa vestimenta no hacía más que lanzar una carcajada y tratar de rendirse. – No sé.

- Okey... - Dijo decepcionada con la cabeza agachada. Volvió a la habitación y se puso un nuevo conjunto.

Bill le gustaba este juego pues veía a la adolescente cambiar de apariencia mientras que intentaba adivinar el personaje. De un momento a otro la vio con el mismo maquillaje solo que con un vestido de holanes altos y de color blanco.

- Happy Birthday to you. – Entonando una voz suave. – Happy Birthday, Mr... Presidente~

- No sé quién es. – Viendo su vestido. – ¿Acaso son las naranjas que traje? –Señalando su pecho.

- Deja de mirar ahí. – Dándole un golpecito.

- Te ves bonita. – Sacando un pañuelo para limpiar su rostro. – No uses maquillaje, eres bonita para usar eso.

- Tienes que adivinar. – Picando su frente y apartando el pañuelo. – Espera aquí.

Salió de su agarre para correr a la habitación y buscar otro conjunto. Tomo unos pantalones suyos, tirantes, su camiseta blanca, un gorro, se recogió el pelo y se pintó un bigote. Tomo el armazón de la ventana y lo uso de bastón. En cuanto salió trato de imitar a Charles Chaplin haciendo unos cuantos pasitos y abriendo sus ojos de forma sorpresiva.

Bill solo la miraba de forma pensativa antes de levantar un dedo y abriendo su boca en forma de "O" estaba a punto de decir quién era... pero al final se cruzó de brazos y bajo la mirada de forma apenada.

- ....no – Dijo Bill un poco confundido.

- Vamos, el bigote, ¡EL BIGOTE! – Señalándose el rostro.

- No, sigo sin saber. – Agachando la cabeza.

Mabel estaba que quería reventar y darse por vencida en este juego. Tomo su último vestuario una camiseta negra, un cinturón y un pedazo de cartón que uso como sombrero. Corrió a la sala y empezó a cantar como si fuera un musical "I'm singing in the rain" mientras usaba la bomba de agua para rociar hacia arriba y simular una ligera lluvia.

El rubio miro maravillado y con su orbe abierto mientras embozaba una sonrisa, mientras aplaudía de la emoción al saber de quien se trataba.

- I'm singing in the rain – Canto Mabel dando un baile. – Just singin' in the rain. What a glorious feeling... I'm happy again.

- ¡Gene! – Grito el rubio parchado. - ¡Gene Kelly!

- ¡Al fin! – Dijo levantando sus manos en forma de plegaria.

- Es una buena película. – Menciono.

- Bien, ahora te toca a ti. – Tirando del brazo del sujeto. – Cámbiate y haz tu mejor interpretación para que pueda adivinar.

- ¿Adivinar qué?

- Lo que sea. – Empujándolo todo lo posible dentro de la habitación.

Ella se sentó en el sofá esperando a que Bill se cambiara, mientras se terminaba de limpiar el rostro. Minutos más tarde salió el rubio con una cobija encima cubriendo la mitad de su rostro, con dos cuernitos en la cabeza, una sudadera negra y pantalones negros. Mostrándose ante un porte elegante y serio.

- Yo no voy a asesinarte. Pero quiero que me hagas un favor. Quiero que le hables a tus amigos de mí. – Diciendo con una voz profunda.

- Mmm... ¿Es del nuevo comic de ese tipo rojo? – Dijo la pequeña. – Ese que llaman ¿Hellboy?

- No. – Tomando otra pose más cerca de Mabel. – El muérdago puede ser mortal si lo comes...

- ¿Eh? – Colocando una expresión de no saber nada.

- Vamos tienes que saberlo. – Dijo Bill frunciendo el ceño. - ¡Tu mataste a mis padres!

- Mm... no lo sé.

- No ves la capa. – Levantando el pedazo de tela.

- Ya sé eres... ¡un vampiro! – Dijo la pequeña.

- No. – Dijo serio. – Soy Batman.

Dijo quitándose la cobija de encima, para retirarse a la habitación todo decepcionado.

- ¡Bill! Ya sabía que eras Batman, estaba por decirlo. – Dijo la pequeña. – Lo tenía en la punta de la lengua.

Bill tomo un labial rojo y se pintó una boca roja enorme.

- ¿Has bailado alguna vez con el diablo a la luz de la luna? – Tendiéndole una mano.

Mabel soltó una risa antes de verlo con la otra apariencia.

- Soy el primer artista del homicidio en activo del mundo – jugando con una navaja en su mano derecha.

- ¿Quién es? – Dijo curiosa con una sonrisa. – Bill te ves chistoso con la boca pintada.

- Vamos soy yo cariñito. – Aun siguiendo con su imitación.

- Me doy por vencida. – Retrocediendo.

Bill la tomo entre sus brazos para hacerle cosquillas.

- No puede ser que no reconozcas al Guasón. – Dijo un poco frustrado. – El enemigo de Batman.

- Lo siento, jajaja. – Aferrándose a sus antebrazos y soltando carcajadas. - ¡Bill me hare pipi, no sigas!

- Es que no puede ser que no hayas visto Batman y Batman el regreso. – Tumbándola a la cama para hacerle más cosquillas en sus pies.

- ¡NO! – Soltando más risas. - ¡No he visto una!

- Debiste verla en el cine.

- ¡Para! ¡Para! – Suplicando. – ¡Bill! – Llorando de la risa.

- Es tu castigo por fallar.

- No es justo, no he ido al cine. – Haciendo un puchero y colocando una mirada de tristeza.

- No has ido. – Deteniéndose. – Ni un mocoso se perdería una ida al cine.

- Pues... - Dijo ella mordiendo su labio y ladeando su rostro. – Sabes que olvídalo.

Bill vio como la pequeña se hacía rollito con las mantas y se colocaba en posición fetal. Lo que se suponía ser una mañana para animarse ambos, otra vez estaban volviendo a esos sentimientos negativos.

El rubio se acercó a ella y la abrazo de la cintura, apoyando su cabeza sobre su hombro.

- ¿No has ido al cine?

- .... – Ella se tapó más para que no viera su rostro.

- ¿Qué clase padre no llevaría una sola vez, aunque sea por accidente al cine a su hija?

- Justamente el padre que solo se dedica a traficar droga e golpear a sus hijos. – Dijo ella. – Mi padre... le gustaba golpearme hasta dejarme inconsciente y no despertar.

- Mabel.

- Estoy bien... él ya está muerto. – Dijo la pequeña. – No me hará daño, ya no tendré a quien proteger o recibir su dosis de golpes o quemaduras.

Bill jalo las mantas dejándola sin ninguna con la que pudiera cubrirse, la sujeto entre sus manos acostándola debajo suyo. Viendo su rostro cubierto de lágrimas y una mueca de tristeza en su hermosos rostro.

- Ese imbécil está muerto y tú estás conmigo. – Menciono. – No dejare que pierdas la oportunidad de ver una película. – Acariciando su rostro y limpiando sus lágrimas. – Tampoco te lastimare. – Viendo las cicatrices viejas que tenía en sus brazos y a los lados de su rostro. Líneas que tardarían en desvanecer con el paso del tiempo. Coloco un beso en cada marca de quemadura que tenía visible en sus brazos. – Todo estará bien, Estrella fugaz. Estás conmigo. – Dijo. – Acaso no dijiste que yo soy el responsable de tu vida.

- Más bien de mi cuidado. – Aclaro la pequeña viendo el pintalabios desparramarse en su piel. – Bill, tu rostro se vuelve de color rojo.

- Estoy cerca de ti.

- Se embarro el pintalabios.

- Oh, también eso. – Dijo - Entonces... ¿Salimos?

- ¿Me estas invitando?

- Sí.

- Comeremos palomitas. – Dijo.

- Sí.

- ¿Podemos tener dulces?

- Mm... también dulces. – Dijo el rubio con una sonrisa. – Todos los que quieras en este día.

- Bill. – Abrazándose de su cuello. – Gracias, muchas gracias.

- Te consentiré tanto en este día, pequeña. Que olvidaras la amargura. – Abrazando su cuerpo.

- Quisiera que durase para siempre – Mostrando una sonrisa.

- Yo también.

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Continua

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