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Las clases ya habían terminado, todos ya estaban en sus casas haciendo lo que a uno le plazca en la vida.

Astrid se ejercitaba en su habitación, los lunes y los fin de semana eran los únicos días que no tenía entrenamiento con el equipo de oa universidad, pero ella no quería dejar de estar en forma.

Tormenta estaba a su lado, siempre estaba ahí para cuidarla, en especial cuando la rubia hace ejercicio. Los perros no son estúpidos, ellos tienen un razonamiento y se dan cuenta de varias cosas. Para Tormenta, una de ellas, era el problema que la menor de los Hofferson tenía en sus rodillas, así que cuando veía que este se ejercitaba, siempre estaba al pendiente por si la necesitaba.

Pero lo que ambas no se dieron cuenta, era de que cierto castaño veía a Astrid tras su puerta entreabierta, tenía una boba sonrisa en la cara, se sentía afortunado de haberla conocido y feliz por haberse expuesto un poco, como antes, y darse una oportunidad con ella.

Se veia tan linda con su top deportido y sus leggins, con una cola alta agarrando su cabello y haciendo un trote sin moverse de su sitio, mientras levantaba las rodillas.

Grave error.

Primero le falló su rodilla derecha, se detuvo de inmediato al sentir el horrible dolor punzante en su rodilla, mandó sus manos a esa zona para hacer presión, imaginando que el dolor pasaría. Luego su rodilla izquierda también empezó a entumecerse, asi que optó por sentarse en el suelo y tratar de relajar sus piernas.

Su mejor amiga, al ver esto, se acercó de inmediato con precupación, olió sus rodillas y luego comenzó a dar pequeñas lamidas en su rostro.

-¡Ah, Tormenta!- rió Hofferson separándola un poco y soltarse el cabello con intensiones de volver a amarrárselo, pues la perrita le había bajado su cola- Tranquila, nena, estoy bien.- le dijo para calmarla, pues ella aún estaba algo inquieta por su dueña.

-¿Estás segura?- otra voz se escuchó dentro de su habitación, una voz, la cual fue reconocible para la rubia, asi que giró su cabeza con una sonrisa para ver a su novio pasar.

-¿Nunca te enseñaron a tocar la puerta, Haddock?- le preguntó ella en broma.

-Lo siento, pero la puerta estaba abierta, solo te vi unos momentos, hasta que pasó esto.- se excusó- ¿En serio estás bien?- volvió a preguntar acercándose preocupado.

-No es nada, son sólo mis malditas rodillas.- reapondió ella con pesadez.

El ojiverde se agachó para poder masajear ambas rodillas con cuidado, ese gesto hizo suspirar a Astrid.

-¿Esto es muy seguido?- volvió a preguntar el chico.

-Sí, pero ningún doctor ha dado con un diagnóstico establecido o algo así.- la ojiazul torció los labios.

-No deberías exigirte tanto.- le comentó él.

Astrid resopló.

-Esta es mi pasión, Hiccup, es parte esencial de mi vida y desde muy chiquita me he exigido al máximo para ser la mejor.- respondió sin muchos ánimos- Y no es por querer ser creída ni egocentrista. Solo que me criaron así y me gusta hacer bien lo que hago, se podría decir que me denominan perfeccionista.- aclaró rápidamente.

-Mjm... Eres muy fuerte, Astrid.- la admiró maravillado.

-Gracias, Babe.- agradeció llevando una de sus manos a su cabello castaño para acariciarlo y quedarse un par de segundos mirándose a los ojos.

-¿Qué te parece si te das una ducha y te pones sex... Linda para ir a cenar?- se autocorrigó con velocidad mientras se alejaba de ella.

Era más que obvio que, Haddock no solo sentía atracción sentimental hacia Hofferson, sino que también ella lo atraía sexualmente. Y mucho.

Pero él la respetaba suficiente como para no sobrepasarse con ella o decir comentarios como lo haría con cualquier otra chica, para no hacerla sentir incómoda.

Además, verla de esta forma con su top ajustado, sus leggins como si fueran una segunda piel y sudor cubriendo parte de su frente su abdomen. Eso no ayudaba mucho.

-Oh, ¿era para eso el mensaje que me mandaste en la universidad?- preguntó la chica notando su error y que de inmeiato puso distancia con ella.

Se le hizo muy tierno el no querer apresurar las cosas y aguatarse su propio deseo del placer para aguardar por ella.

-Así es, Mi Lady.- respondió sonriendo de lado- Mejor ya te dejo para que puedas alistarte con calma.- dijo empezando a cerrar la puerta del cuarto, cierto siberiano entró como u  rayo a la habitación de la chica- ¡Chimuelo!- le regalo su dueño y Astrid reía.

Ambos canes se pusieron a jugar y corretear por la habitación, desordenándola un poco.

-Ay, Dioses... Como lo siento, Astrid.- se disculpó Haddock por el inusual comportamiento de su amigo.

-Hey, no te preocupes.- respondió ella viendo con alegría como Tormenta jugaba con Chimuelo- ¡Sólo míralos! Se agradan y la pasan bien.- comentó sonriendo.

Hiccup imitó su gesto.

-Tienes razón, pero deberían bajar al patio, están desordenando tu cuarto.- opinó señalando la habitación.

-Sí, tienes razón.- apoyó ella de inmediato- ¿Te los puedes llevar, por favor?- le pidió como si de una nilita se tratase.

-Claro, pequeña.- le respondió él con cariño. Después hizo un silbido haciendo que Chimuelo salga corriendo de la habitación siendo seguido por Tormentan, al asegurarse que ya no estén ahí, cerró la puerta detrás de sí mismo para dejar a su novia en paz.

Debía hacer una reserva.

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Hiccup y Astrid reían, mientras charlaban bajo las estrellas y la hermosa luna de aquella noche.

Claro que la más animada era la rubia, el chico a penas se iba soltando, 3 años de aparentar no tener ingún tipo de sentimientos no es fácil cambiarlo de unas semanas a otra.

Todo a su ritmo, ¿no es verdad?

Ya llevaban una hora y media en aquel lujoso y prestigioso lugar, ellos eran los únicos en la zona exclusiva de la terraza. Adornada con bellas luces y hermosas plantas, lo mejor de todo, era que tenía vista al magnífico y tranquilo mar de la costa de Berk.

Astrid estaba más que fascinada con la estadía en el restaurante. Era uno de los más bonitos que había visitado en todos sus 17 años y eso ya era mucho.

-Wow, Hiccup, este lugar es realmente hermoso.- halagó en medio de la charla desviando su vusta al mar- En serio, tú sí que sabes escoger muy bien un restaurante para una cita.- añadió divertida, lo cual hizo bufar con gracia al muchacho.

-Lo mejor para ti, Mi Lady.- habló él con dulzura viéndola.

Pero unos segundos después bajó du mirada. Esto no pasó desapercibido por su novia.

-¿Babe? ¿Pasó algo?- preguntó un tanto preocupada.

-No, lo siento.- respondió este de inmediato para no asustarla- Es solo que... Aquí venía mucho el antiguo Hiccup con sus amigos y familia.- añadió con pesar volteando a ver el océano.

Astrid tomó sus manos sobre la mesa ligrando que él la mirase a los ojos.

-Amo al nuevo Hiccup Haddock.- confesó con sinceridad y sentimiento.

El castaño la miró de igual manera por unis momentos, antes de soltar una de sus manos y llevarla a la parte trasera de su cuello para mirarla intensamente, haviendo que Astrid se perdiera entre sus ojos.

Estuvieron así varios segundos, hadta que él sonríe con gracia.

-¿Qué hay de mis otros Hiccups?- preguntó sarcástico, ganándose un golpe en el hombro por parte de ella.

-¡Serás!- Astrid rió, al igual que él.

Ella entendía que Hiccup no estaba listo para hablar abiertamente de su pasado y lo esperaría por 100 años si fuera necesario. Así como estaba segura que él también esperaría por ella.



















Hola hola, genteeeee!

Este es un capítulo para que vean un poco los principios de nuestro Hiccstrid... Antes que venga el drama... ¡Aún no me maten, porque sino, no habrá más historia y no sabrán que tengo planeado!

Jajaja... Ahora sí... Espero que les haya gustado el capítulo del día de hoy. ❇

Capítulo dedicado a MateoAlcocerTello, pues él fue quien me dio la idea de la cita. :D

Y les recomiendo el perfil de GOD-KAISER-HD-15, pasen a verlo y apoyénlo también.

¡Gracias por leer, nos leemos pronto! ♡











































A_Hiccstrid

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