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GRACE MIRABA con nerviosismo el segundo piso de su casa, hace un par de horas su madre había entrando en labor de parto y la partera de la manada estaba ayudandola a tener a su próximo hijo.

Su padre también se encontraba en la habitación esperando la llegada de su primer hijo hombre.

— ¿Por qué tardan tanto? — Pregunta la adolescente a nadie en general, aunque tenía a su hermana menor a un lado.

— ¿Y yo que voy a saber? — Cuestiono su hermana — Llevan horas ahí dentro, parece que esa bestia no quiere venir a este horrible mundo.

Tan tierna como siempre.

Cuando Kenzie termino de decir eso, nuestro padre le dió un golpe en la cabeza, lo que provocó una mueca de mi parte, pero aún así detuve a mi hermana tomando su mano, se por experiencia que se pondrá peor si le contesta y no necesitamos más tensión.

— Señor Wood — Llamo la partera — ¿Podría venir un momento?

Nuestro padre se apresuró a ir a la habitación donde estaba mamá y la puerta se cerró, dejándonos en la intriga.

— ¿Crees que a mamá le haya pasado algo?

Pregunté mirando a mi hermana, la cuál seguía de brazos cruzados y el ceño fruncido.

— Ojalá y si — soltó molesta y le di un golpe en el brazo.

— ¡Mack! No digas eso, es mamá de la que estamos hablando, joder — Murmuró molesta.

— Esa mujer ni es digna de llamarse nuestra madre — Murmuró la pelinegra.

La mire con tristeza y negue con la cabeza. Sabía que tenía razón, pero eran nuestros padres y por lógica deberían querernos, así sea un poco.

— Se lo que piensas — Dice Mackenzie — Deja de engañarte, Grace, esos idiotas llamados nuestros padres no son capaces de amar y lo sabes perfectamente, deja de crearte historias en tu cabeza.

Abrió mi boca para contestarle a mi hermana, aunque me había dejado sin palabras, pero un grito lleno de dolor llegó a nosotras.

Vuelvo mi mirada hacia arriba y la partera sale de la habitación con una mirada de lastima.

— Lo siento, chicas, pero su madre no resistió el parto — Dice la partera cuando estaba delante de nosotras.

— ¿Y nuestro hermano?

— Está con su padre, el pidió que lo dejara solo.

Mi corazón empezar a latir con furia y corro escaleras arriba, sin importar nada. Al llegar a la habitación, mi padre tenía una almohada sobre el rostro de mi hermano.

— Déjalo — Digo empujandolo.

Al tomarlo de sorpresa, logré tumbarlo al suelo y le quite la almohada de la cabeza a mi hermano.

Su respiración era lenta pero aún estaba vivo.

— Maldita bastarda — Grita mi padre y me da un puñetazo en la cara, para luego jalarme del cabello.

Suelto una queja pero siento como libera mi cabello cuando Mackenzie se abalanza sobre nuestro padre. Los dos cayeron al suelo y yo quedé un poco desubicada por el golpe.

Una irá recorrió todo mi cuerpo al ver cómo nuestro padre golpeaba el estómago de mi hermana menor y tomo unas tijeras encima de la mesita de noche, supongo que para algo las usaron en el parto.

Estrelló mi puño en la cara de mi padre con todas las fuerzas que tenía.

— ¡No vuelvas a tocarla! — Grito enojada.

— ¿Quien te crees? — Dice con burla nuestro padre — Por favor, Grace, no quieras hacerte el heroe ahora, nunca lo fuiste y nunca lo serás, incontables veces dejaste que golpeara a Mackenzie sin rechistar, está vez no será la diferencia.

Esas palabras hicieron que mi mandíbula se tensara y me atravesé entre los dos, ponendome delante de Mackenzie.

— ¿Quieres ir primero? — Pregunto con burla — Creí que te gustaba esperar hasta el final.

— El que irá primero serás tu — Digo con el ceño fruncido — Y será la última vez — Suelto con odio.

Empuñó las tijeras con fuerza y las clavo en su estómago, haciéndolo pegar un grito. Aprovecho la distracción y le doy un golpe en sus partes bajas, haciéndolo arrodillar y sacándole las tijeras del estómago.

Volteó a ver a Mackenzie, la cuál me mira sorprendida.

— Agarra a nuestro hermano y vete — Digo empujándola a dónde estaba el recien nacido — Rápido, Mackenzie.

— No escaparán de mi nunca — Dice mi padre tratando de levantarse.

— Porque no huiremos — Digo volteando a verlo — Y no me quiero hacer el héroe, a los héroes no les gusta matar.

Me acerco a el, clavando ahora las tijeras en su cuello, aunque con las fuerzas que le quedan me da un golpe en el estómago.

— Te voy a matar — Dice sin aliento mi padre.

— Eso debiste hacerlo hace mucho tiempo, ahora es muy tarde — Digo sosteniendo mi estómago.

Agarro las tijeras de nuevo y esquivo el manotazo que lanza con las pocas fuerzas que le quedan.

— Pudimos hacer sido una familia feliz, pero tú y mamá lo arruinaron todo — Digo con resentimiento — Ojalá te pudras en el infierno.

Corto su garganta sin dejar que diga una palabra mas y veo como la sangre empieza a brotar en abundancia. Suelto las tijeras, haciendo que golpeen el suelo lleno de sangre, y tomo la almohada con la que estaba tratando de matar a nuestro hermano.

— Fuiste el peor de los padres — Murmuró y pongo la almohada en su cara.

Presiono la almohada por un largo rato hasta que se deja de mover, puedo sentir una corriente pasar por mi cuerpo y me estremezco.

La maldición fue rota.

Me levanto del suelo y veo el cuerpo de mi padre con desprecio, para luego pasar mi mirada a mi madre.

— Te juro que no dejaré que mi hermano pase lo que Kenzie y yo pasamos por culpa de ustedes — Digo mirandola, aunque ya no había nadie quien me escuchará.

Salgo de la habitación y me dirijo a mi habitación, allí me cambio de ropa y limpio la sangre de mis manos. Arreglo un bolso con suficiente ropa y voy a dónde mis padres tenían su dinero, allí agarro todo y salgo de la casa, soltando un suspiro.

Me acerco hasta donde está Mackenzie y tomo al recién nacido en mis brazos, el cuál se mueve incomodo pero no llora.

— Ahora estamos a salvó, Mack — Murmuró acariciando su cabello.

— ¿Que haremos con eso?— Pregunta señalando al bebé.

— Mack, esto es un bebé, y tendremos que quedarnos con el, es nuestro hermano — Respondo.

— Seremos unas niñas cuidando de un otro niño — Se queja — No podemos quedarnos con el, Gigi.

— No está a discusión, Mackenzie — Digo sentandome a su lado — Tu no te preocupes, yo me haré cargo de el, ya veré como haré, tu seguirás yendo a la escuela y yo buscaré un trabajo — Digo soltando un suspiro.

Bajo la mirada para ver al pequeño que duerme entre mis brazos, su respiración es tranquila.

— Solo es un bebé, Kenzie, el no tiene la culpa de nada, no quiero que viva lo que nosotras vivimos.

— Tenerlo con nosotras tampoco es lo mejor — Murmuró — Pero es tu decisión, era la mayor y te respetaré, lo prometo.

— Gracias por entenderlo, Kenzie.

— ¿Dónde viviremos? ¿Cómo nos mantendremos? Somos solo niñas, Grace.

— Tengo todo resultó, lo prometo, Kenzie — Le prometo — Por ahora iremos a un hotel.

Acomodo al niño en mis brazos y el bolso en mi hombro, me levanto y le hago una seña a mi hermana para que me siga.

— ¿Que nombre te gustaría ponerle al bebé? — Pregunto mirandola con una sonrisa .

— Bestia — Contesta.

— Mackenzie — La regaño.

La pelinegra rueda los ojos y se cruza se brazos, suelto un suspiro y niego con la cabeza, está niña nunca cambiará.

— Matías, me gusta ese nombre.

Una sonrisa se escabulle en mis labios al oírla hablar un rato después.

— Matias Wood, bienvenido al mundo — Murmuró.

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