Notas + Prólogo

Cosas que debéis saber:

-(t/n): tu nombre
-(t/a): tus apellidos o apellido
-(c/o): color de ojos
-(c/c): color del cabello
-(c/f): color favorito
-(co/f): comida favorita

Y nada más, disfrutar la historia (*´∇`*)

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La dulce princesita del Reino de Tréboles jugaba en los jardines del palacio con una espada de madera.

–¡Muere monstruo!– golpeaba el aire moviendo su arma con fuerza.

La joven de 4 años siempre jugaba sola porque debido a su posición como princesa no podía salir del palacio.

Se cansó rápido de tanto zarandear la espada y decidió observar las flores del jardín y colocarse algunas en su cabello (c/c).

–Mirala, siempre está jugando con la espada... No es nada como un princesa debe ser...– las sirvientas siempre murmuraban los mismo.

Ella nunca era como una princesa a los ojos de los demás. Pero su madre Elizabeta siempre le decía que no le hiciera caso a los demás, que si ella se consideraba una princesa con eso llegaba.

Su madre, la reina, siempre le decía que ella jugaba también con las espadas y que todavía lo seguía haciendo y aún así era una de las reinas más queridas en la historia del reino.

La pequeña (t/n) se adentró al interior del bosque de palacio. Cuando se aburría iba allí a buscar alguna aventura, ya sea imaginaria o real.

–Mey, no deberíamos estar aquí...– se escuchaba la voz de un niño a lo lejos y eso creó curiosidad a la de pelo (c/c).

Con sigilo atravesaba los arbustos hasta llegar a un lugar donde pudiera ver a esa persona.
–Deberíamos volver...– estaba tapado por una capa negra pero por la altura y la voz parecía tener la misma edad de la princesa.

Más curiosa por saber como era esa nueva persona que encontró se acercó aún más pero para su mala suerte pisó una rama llamando la atención del extraño.
–¡¿Quien anda allí?!– se dio la vuelta alterado, pero gracias a eso ella pudo verle la cara al niño.

Tenía un pelo rubio, aunque no sabía si largo o corto por la capucha, unas grandes cejas y unos hermosos grandes ojos verdes.

–¿Quien eres?– preguntó la niña desde el arbusto.

–N-No tengo porque decírtelo...–

–Tienes unos ojos muy bonitos.– se había levantado y acercado al niño para verle bien la cara.

Sus palabras causaron un leve sonrojo en las mejillas del intruso y se tapó la cara con la capucha.

–¿Q-Quien eres?– destapó un poco su cara dejando ver un ojo con un brillo que expresaba curiosidad.

–Tu no me contestaste antes, ¿por qué debería hacerlo yo?– él frunció el ceño molesto.

–Debo irme.– se dio la vuelta preparado para irse, pero se quedó ahí quieto mirando a los lados.

–¿No sabes como volver?– la pregunta de (t/n) tensó al joven rubio.

–¿Tu sabes?– volvió a darse la vuelta para observar esos brillantes ojos (c/o).

–Si que se, vivo aquí.– abrió de par en par sus ojos esmeraldas.

–¿Vives en el bosque?–

–No. Yo vivo en el palacio y este es el bosque del jardín.– abrió más sus ojos.

–¿Eres una sirvienta o hija de sirvienta?–

–No, yo soy la princesa.–

–Y yo soy el príncipe del reino de Espadas.– decía algo molesto.  

–Que si lo soy.– infló sus mofletes molesta –A que no te enseño como salir.– amenazó.

–Pues no me enseñes, no necesito tu ayuda.– y se fue dejando a (t/n) sola en el bosque.

Decidió seguir al chico, ya que no siempre podía estar con niños de su edad que parecieran buenas personas.

Daban vueltas sin rumbo fijo por el bosque y el tiempo pasaba rápido, tanto que ya casi era hora de cenar.

–<<Seguramente estén buscándome por palacio por no aparecer a la comida.>>– pensaba la pequeña.

–¡Podrías dejar de seguirme!– la paciencia del niño ya no soportaba más las cancioncillas que tarareaba.

–No, porque si te pierdes no tendrías a nadie para ayudarte.– la sinceridad de la niña le sorprendió.

Él decidió dejar el tema y seguir andando mientras unos seres que (t/n) no podía ver le hablaban al oído.

–Arthur, no debería ser brusca con ella. Es la única que te puede ayudar a volver al palacio.– una hadita de pelo negro largo, vestido rosa pastel y unas alas brillantes era quien le acompañaba.

–No pienso confiar en ella.– murmurba muy muy bajito.

–Ya es de noche, si no vuelve rápido todos se preocuparan.– el niño se paró en seco pensando en su hermano pequeño Alfred, que le había dejado solo allí.

–Tch... Tu ganas Mey, le pediré ayuda.– se giró para hablar con la sospechosa niña pero no había nadie.

–Bu.– un soplo de aire en el oído de Arthur causó que se estremeciera por completo y el miedo se apoderara de él.

–¡¡AAAAH!!– chilló dejándose la voz, haciendo reír fuertemente a la de ojos (c/o).

–Jajajajajaja. ¿Que quieres que te saque de aquí?–

–S-Si, por favor...– dijo avergonzado.

–Lo haré, pero si me prometes volver a jugar.– la niña no quería no volver a ver al de ojos esmeralda.

El se quedó pensativo si aceptar la propuesta pero no le quedaba otra que aceptar.

–E-Está bien, volveré el lunes que viene...– a (t/n) se le iluminó la cara, podría tener un amigo al fin.

–¡Vivaaaa!– daba saltitos de alegría.

Con eso ella cumplió su misión y le llevó fuera de los territorios del palacio.

Los días pasaban y ella esperaba a que fuera lunes y poder volver a ver a su nuevo amigo.

Al fin ese esperado día llegó y Arthur llegó. Se pasaron el día jugando por el bosque y hablando de hadas del bosque y monstruos, pero nunca dijeron sus nombres.

Las semanas pasaban y Arthur venía más a menudo a verla aunque de vez en cuando con algunas heridas.

Pero esos días llegaron a su fin. Tres meses después de que se conocieran, el día en que habían quedado en el lugar de siempre él nunca llegó.

El corazón de la joven princesa sufrió mucho por la pérdida de su único amigo y lo esperaba cada lunes todo el día en su escondite esperando que volviera.

Pero unos 6 meses después ella debió empezar las clases sobre modales y todo lo que necesitaba una princesa saber, pero sin abandonar su amor por las espadas y monstruos.

Ya solo iba un día al mes a aquel lugar y así durante años ella siguió esperando al que consideraba su primer amigo y puede que su primer amor.

Ahora la joven tenía 18 años y se había vuelto toda una bella dama respetable y educada. De buen cuerpo, aspecto y lo más importante de buen corazón y mente.

Y el día de su cumpleaños le dieron la noticia que debía casarse con el príncipe del reino de Espadas, aunque ella no quisiera debía hacerlo por el reino.

Y ese 23 de abril ella fue a conocer a su futuro marido.

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