Capítulo 8

—¡Estoy harta ya! —grité, mientras huía de los sirvientes que intentaban ponerme un vestido super pomposo de tonos azules.

   Corría por las estancias del castillo en pijama sin importarme chocarme con otras personas. No iba a permitir que me pusieran esa cosa, no era una muñeca. Pero, para mi desgracia, en el momento en el que miré hacia atrás para ver si se encontraban lejos los sirvientes, me choqué con un cuerpo que me atrapó entre sus brazos.

—¿Puedo saber a dónde va? —murmuré unas palabras malsonantes no muy dignas y alcé mi mirada para encontrarme con los malditos ojos de Arthur.

   No me digné a hablarle, simplemente me quedé callada con el ceño fruncido y volví a mirar a los sirvientes que ya venían más relajados hacia nosotros, a pesar de que seguían caminando a un paso apresurado.

—¿Me vas a seguir sin hablar? —sus palabras estaban cargadas grandes cantidades de molestia y dolor. Pero, aun así, no le respondí.

   Ya habíapasado casi una semana desde que Arthur me había besado utilizando algún tipode magia para que me fuera a dormir, y en toda semana lo había estado evitandotodo lo posible o ignorándolo. ¿Por qué? Ni yo lo sé realmente, pero por alguna razón seguía molesta con él y, además, me encontraba demasiado incómoda a su lado. De repente, mi corazón late muy rápido, me irrito con solo ver su hipócrita sonrisa, mi cuerpo se tensa al oír su voz en un tono dulce y amable... Horrible.

—Gracias por detenerla príncipe Arthur —dijo, una de las sirvientes, haciendo una reverencia.

—De nada, pero ¿podrían decirme el por qué mi esposa está huyendo de un grupo de sirvientes por el castillo y en pijama? —preguntó, con cierta molestia encubierta.

—La princesa (T/N) no deseaba ponerse el vestido confeccionado por el diseñador Feliks y por ello terminó huyendo —dijo, con temor por la reacción del rubio.

—Ya veo... ¿Me dejaríais verlo? —preguntó, con una radiante sonrisa en el rostro, y me soltó dejándome libre.

—Por supuesto, príncipe Arthur —asintió una de las jóvenes y todos se fueron caminando en un paso relajado dejándome atrás.

«Mi oportunidad». Pensé, a la vez que esbozaba una sutil sonrisa en el rostro.

   Un paso para atrás... Otro paso para atrás... Y cuando ya estaban algo lejos me fui corriendo por el camino contrario, para buscar un lugar en el que esconderme durante el tiempo que haga falta. Bajé por las escaleras secundarias y me fui metiendo por los pasillos secundarios en los que no había gente sin saber muy bien por donde iba.

—¡Ay! —grité al caerme al suelo tras chocarme con alguien. Luego elevé el rostro para ver con quien me había chocado pues, ni siquiera, le había visto venir—. Qué demonios... —extrañamente, no había nadie. Miré a los lados en busca de aquella persona, pero no había absolutamente solamente estaba yo. En eso, un pequeño trozo de papel cayó en mis manos.

«Te espero en la habitación.
Att: tu asombroso libro mágico»

Releí el mensajevarias veces para entenderlo, ¿me había chocado con el libro? ¿O qué demonios?Me levanté del suelo y fui rumbo a donde estaba la habitación del libro, aunqueclaro, siempre siendo lo más discreta posible para que nadie me viera. 

•~•~•

—¡Ya llegué! —dije, al entrar al cuarto mágico.

   Hoy lahabitación era un hermoso jardín de rosas de diferentes colores: rojos, rosas,negras, blancas, e incluso azules. En el centro, entre los arbustos, seencontraba una pequeña mesa de jardín blanca. Pero por alguna extraña razón ellibro no se encontraba en la mesa y se encontraban tres sillas alrededor de lamesa, cuando normalmente solo hay una para mí.

   Caminé hasta allí buscando al libro por si se encontraba en alguna parte del lugar, pero no, no se encontraba por ningún lado. Al final, me senté en una de las sillas y me quedé mirando aburrida al reloj de la mesa. Parecía que el tiempo transcurría más lento aquí que en el mundo exterior.

—Te dije que ya estaba aquí. —me giré al oír una voz a mis espaldas.

—¡Cállate, Peter! —oí otra voz y me levanté de mi sitio.

   ¿Qué carajos ocurría aquí? ¿Cómo había más personas aquí? Me preguntaba continuamente mientras buscaba a los dueños de aquellas voces. En cierta forma se me hacían familiares...

—Las voces que oí en mi habitación... —murmuré, sorprendiéndome ante mi brillante deducción.

—¡Buenos días, Schön! —exclamó un joven de cabellos platinos que aparecía por detrás de los rosales con una gran sonrisa en el rostro y junto un niño, que a decir verdad se parecía mucho a Arthur.

Hello, princess (T/N)! —saludó, el niño, y se acercó corriendo a mí hasta terminar abrazándome con fuerza.

—¿Quiénes sois vosotros? —pregunté, apartando al niño de mí.

—Me dueles, Schön. No creo que no recuerdes al asombroso yo —comentó, haciéndose el dolido; pero, al ver que no me contestaba siguió hablando—. Le traje el desayuno al príncipe Arthur el día que se despertó de su de su desmayo.

—¡¿Eh?! ¡¿Fuiste a verla sin mí?! Me parece fatal... —el niño, infló los mofletes, molesto, y volvió a abrazarme por mucho que lo intentase apartar.

—Vale, muy bien. ¿Pero qué haces aquí con ese niño? —cuestioné, ya dejando de intentar apartar al irritante niño. Era una maldita lapa.

—Cierto, no nos hemos presentado —carraspeó un poco y esbozó una enorme sonrisa llena de orgullo—. Soy Gilbert Beilschmidt, uno de los Jokers y el ser más asombroso del mundo.

—¡Yo soy Peter, el otro Joker! Un gusto, desu yo~ —dijo, el rubio abrazándose aún más.

   Me quedé en silencio alternando mi mirada en cada uno sin creerme lo que me decían. Durante toda mi vida me habían contado sobre los Jokers, unos seres todopoderosos que mantenían el orden en nuestro mundo... Pero esa historia era solo una leyendo no nada real, o al menos no comprobado con pruebas empíricas.

Schön —me llamó, Gilbert, con su rostro muy cerca del mío y me sonrojé involuntariamente por ello—. Te quedaste mirando a la nada durante un rato. ¿Acaso mi asombrosidad te sorprendió? —rodé los ojos, solo eso ya me lo hacía una persona irritante.

—¿No nos crees? —preguntó, Peter, deshaciendo el abrazo. Yo solo negué con la cabeza—. Hmmm... ¡Te lo mostraré de otra forma! —exclamó, divertido.

   Le miré desconfiada cuando él y el otro comenzaron a dar unos cuantos pasos hacia atrás. De repente, un montón de brillos los comenzaron a rodear y a juntarse en una gran esfera, para después estallar iluminando todo el lugar. Yo, luego simplemente cerré mis parpados en aquel mismo instante por la cegadora luz.

—Yapuedes abrir los ojos princesa (T/N) —me dijo Peter.    

   Abrí los ojos lentamente intentando acostumbrarme a la luz, pero en el momento en el que vislumbré el paisaje, los abrí de golpe para deleitarme con el hermoso paisaje que tenía enfrente.

   A diferencia del pequeño jardín de rosas, este era un inmenso campo de diferentes flores de vistosos colores. El cielo era completamente azul sin ninguna nube que lo tapara. El viento soplaba, pero una forma débil que hacía mecer suavemente las bellas flores.

—Asombroso, ¿verdad? —habló, Gilbert colocándose a mi lado junto con el otro Joker—. ¿Ahora nos crees?

—Bueno, como para no creeros con esto —dije entre risas y los miré directamente—. Pero ¿qué hacéis aquí? ¿No lo comprendo bien? ¿Dónde está el libro...? —mi voz se fue apagando mientras decía mis preguntas.

   Poco a poco mi mente iba atando cabos. Jokers... Magia... Libro mágico... Podían cambiar el paisaje del lugar... Ellos eran ese maldito libro mágico que le había pedido retener a Arthur una de las noches para que durmiera y no se fuera a trabajar.

—Parece que ya ataste cabos Schön —comentó, Gilbert—. Entonces, eso nos agilizará las cosas.

—¿Qué cosas? —pregunté confusa por la repentina seriedad en los rostros de los Jokers.

—Necesitamos que nos hagas otro favor —dijo, Peter, agachando la mirada algo tristón.

—No pienso volver a evitar que Arthur se despierte en mitad de la noche —comenté, ganándome una risa por parte del albino.

Nein, nein, esta vez es algo diferente. Tiene que ver con tu reunión con los reyes de Diamantes —avisó, sentándose en una silla que de repente apareció de la nada al igual que otras dos sillas y una mesita con unas tazas de té.

—¿Reunión? —dije, confusa, y me senté en mi silla correspondiente.

—¿Ya te olvidaste desu yo? —preguntó, Peter, tomando una de las galletitas que había en la mesita—. Estabas huyendo hace un momento para no ponerte aquel vestido para la reunión de hoy con los reyes de Diamantes —la galleta que tenía entre mis dedos cayó sobre la mesa.

   Se me había olvidado completamente aquel pequeño e importante detalle. Además, de que había dejado a Arthur y a las sirvientas con el vestido mientras yo me escaqueaba de aquello.

—No te preocupes, el tiempo pasa más lento aquí —dijo, Gilbert, y tomó un sorbo a su té—. La cuestión es que te tenemos que pedir un favor.

—¿Cuál? ¿Y por qué yo? —pregunté, esta vez sí, comiendo la galleta que se me había caído.

—Bueno, hay cosas que aún no te podemos contar, sería peligroso —comentó, Peter, con una sutil sonrisa.

—¿Peligroso?

—Así es, Schön. Pero al menos esas te las podemos responder —afirmó, el albino—. Como bien sabrás por la historia sobre los Jokers, mantenemos este mundo en paz. Pero, para conseguir eso nosotros tenemos una habilidad: vemos el peor de los futuros posibles.

—Cuando algo malo va a suceder, nosotros los Jokers, vemos el desenlace de esa cuestión y debemos hacer todo lo posible por evitar que eso ocurra —continuó hablando Peter—. Pero para ello necesitamos ayuda de la persona más indicada para eso.

—¿Y esa soy yo? —Gilbert asintió y tomó otro sorbo del té—. ¿Pero por qué yo? ¿Qué es lo que va a suceder? —pregunté, algo angustiada.

—Eso todavía no te lo podemos decir, sino podrías cometer actos irreversibles y que llevarían al mundo a la devastación —dijo, Gilbert, completamente serio, sin brillo alguno en sus ojos rojos.

—¡A lo que veníamos desu yo! —exclamó, Peter, dejando su taza en la mesa con algo de fuerza—. Necesitamos que tomes una cosa del castillo del Reino de Diamantes —anunció, con total tranquilidad.

—¿Robar? Ah, no, eso sí que no —me negué rotundamente a la vez que negaba con la cabeza—. No pienso robar nada y menos a los reyes, ¡podría causar una guerra! —exclamé, ahora sí, completamente nerviosa.

—Necesitamos que lo hagas, si no lo haces si podría causar una completa guerra —fruncí el ceño y me crucé de brazos ante aquellas palabras. No me gustaba nada la idea—. Por favor, confía en nosotros.

—Por favor... —suplicó, Peter, poniendo ojos de cachorrito. Y... Ugh... Era una cosa tan linda en esos momentos que no me pude negar. ¡Era una fusión mini de Arthur y Alfred!

—Está bien... —murmuré desviando la mirada de los otros dos.

—¡Guay! —exclamaron los dos a la vez.

—Necesitamosque cojas un libro mágico en el que se esconden grandes hechizos de magia negra.Se sitúa en alguna parte de la biblioteca real. Su tapa es dorada con el títuloen letras antiguas —informó, Gilbert, pasándole una pequeña imagen de él paraque lo viera—. Es de vital importancia que nos lo traigas, podría caer en muymalas manos si no lo evitamos. 

—Está bien, haré todo lo que esté en mi mano para coger ese libro.

—Nos alegramos de que nos ayudes desu yo —dijo, Peter, dándome un suave beso en la mejilla como agradecimiento—. Será mejor que te marches ya, Arthur te espera —asentí y me fui de la habitación.

Esto sería una tarea sería difícil.

•~•~•

—¡Al fin apareces! —me gritó, Arthur, cuando entré en la habitación. Tampoco había pasado tanto tiempo, creo—. Hemos estado hablando con el diseñador para que te hiciera unos ropajes más acordes a tus gustos —comentó, haciéndole señas a los sirvientes para que salieran de la habitación.

—Oh, ya veo. Gracias Arthur —agradecí, sonriéndole un poco y me adentré más en la habitación—. Y entonces, ¿cómo va a ser? —pregunté, sentándome en uno de los lados de la cama dándole la espalda a mi esposo.

—Algo menospomposo, y seguramente sean un traje y no un vestido. Realmente no lo sé, tododepende del diseñador —dijo, yéndose al armario a mirar la ropa. 

—Ah... Bien... —comenté, en un intento de que no quedara la habitación en silencio. Pero, igualmente eso sucedió. Había un muy incómodo silencio.

—Voy a darme una ducha —dije, y teniendo el silencio como respuesta me fui al baño.

Me comencé a desvestir y dejé que el agua que caía de la alcachofa de la ducha se tornara caliente. Después de estar durante un rato duchándome un gran estruendo se oyó en la habitación y, sin previo aviso, Arthur entró en el cuarto de baño y puso el pestillo para que la persona que estaba al otro lado no pasara.

   Cuando el otro sujeto (quien parecía ser Alfred) se fue entre gritos, Arthur suspiró aliviado y se dio una vuelta para recargar su espalda en la puerta. En ese momento fue en el que me vio dentro de la ducha tapándome solo con una toalla que acababa de coger. ¿Por qué me tenía que suceder esto?

—Y-Yo... Yo... L-Lo siento... —murmuró muy abochornado y se tapó el rostro con sus manos evitando mirarme—. No tuve en cuenta que te estabas duchando, no era mi intención verte en esta situación... —se intentaba excusar con la voz temblorosa.

—Solo deja que me termine de duchar, por favor —pedí, intentando no sonar muy fría o molesta, mas, creo que no los conseguí

—Claro —rápidamentey evitando todo el rato el mirarme, quitó el pestillo de la puerta y salió delbaño volviendo a disculparse. Realmente tenía una suerte terrible.   

   Al cabo de unos diez minutos salí del baño, vestida con otro pijama que había encontrado, y me dirigí al escritorio en el que se encontraba Arthur mirando algunos papeles.

—Y bien, ¿qué pasó para que entraras de esa forma en el baño? —pregunté, ganando la atención de Arthur y un sonrojo por su parte.

—Alfred se enteró que no venía con nosotros al Reino de Diamantes y me estaba amenazando con un bate para que le llevara —explicó, agachando la cabeza, agotado, y dejando los papeles sobre la mesa—. No sé qué voy a hacer con él...

—¿Pero por qué quiere tantas ganas de ir al Reino de Diamantes como para intentar pegarte con un bate? —pregunté, curiosa. No creía que Alfred fuera capaz de tal cosa por un simple viaje político.

—Porque la persona que le gusta está allí —comentó, como si fuera algo normal y nada importante—. Realmente no tiene solución ese niño...

   Mientrasél seguía quejándose por eso, yo me quedé pensando. ¿Cómo es que Arthur sabíaeso? ¿No era acaso un secreto?

•~•~•~•~•~•~•~•~•
Hello! Publiqué justo cuando tocaba, me siento orgullosa de mi misma :')
Y, bueno, ya se ha revelado un poquito de la trama... Jsjsjsjsjsjs.

Espero que os gustara el capítulo.
Ciaooooooo~~~~~(*'▽'*)♪

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top