Capítulo 6

Mi cabeza dolía a horrores y no era capaz de mover ni una sola parte de mi cuerpo, no lo sentía prácticamente.

Recordé el momento en el que me desmayé, la conversación con Alfred, lo que sucedió aquella noche y el grito de Arthur cuando me desmayé.

-Está sucediendo... -dijo una voz que nunca había oído antes por detrás mía.

Quería girarme y abrir los ojos para saber quien era, no me gustaba esta situación pero mi cuerpo seguía sin responder.

-Creí que si hacía eso, esto no ocurriría... ¿Qué hacemos ahora? -dijo otra voz que tampoco conocía, que parecía bastante infantil.

-No lo sé, debemos ver que pasará en un futuro para decidir que hacer -dijo la primera voz de forma seria.

-Okay... Es hora de irnos -dijo la voz más joven y chasqueó los dedos.

De repente mi cuerpo se sentía más ligero y libre, además de que el dolor de cabeza había desaparecido, por lo que volví a intentar abrir los ojos y moverme. Y lo conseguí gracias al cielo.

Observé la habitación buscando las personas que había oído hablar, pero nadie se encontraba aquí, ni siquiera las ventanas estaban abiertas.

-«Serán imaginaciones mías...» -pensé mientras me erguía para sentarme en la cama.

Pero la puerta se abrió de golpe con tres personas detrás de esta: Arthur, Alfred y Yao. El primero se le veía agitado y enfadado; el segundo estaba más preocupado que molesto; y el tercero estaba nervioso.

-¡¿Qué haces levantándote?! -gritó Arthur mientras se acercaba a mi a grandes pasos-. ¡Vuelve a tumbarte! Estás débil todavía, debes descansar. -me agarró de los hombros y me volvió a tumbar en la cama.

-Arthur, no seas tan bruto... Tú mismo has dicho que esta débil -pidió Alfred en voz baja y suave, cosa que me extrañó.

-Ya me encuentro mejor... -musité algo nerviosa por el comportamiento de esos tres-. Solo ha sido un pequeño desmayo, no es para tanto. -volví a levantarme con cuidado bajo la molesta mirada de Arthur y las afligidas miradas de Yao y Arthur.

-Princesa (T/N)... Lleva desmayada dos horas... -informó Yao intentando no sonar muy preocupado.

-«¡¿Dos horas?!» -pensé intentando no mostrar mi asombro.

-¿Alguna vez te había pasado algo así? -preguntó Arthur con el ceño fruncido. Se había levantado de la cama y caminaba nervioso por la habitación.

-No... Pero no creo que sea algo grave -sonreí intentado aliviar a todos cosa que no conseguí o eso parecía.

-Yao, Alfred, dejadme a solas con (T/N). Debo hablar con ella -los dos mencionados se miraron dudosos pero al final accedieron y se despidieron de mi antes de cerrar la puerta.

-¿Qué quieres decirme? -pregunté de forma seca, aunque no era del todo mi intención.

Sabía que en estos momentos nuestra relación no es la más cercana pero él se había preocupado por mi, lo mínimo que podía hacer es agradecerle. Pero con su mal carácter es difícil hacerlo.

-¿Por qué te has desmayado? -preguntó molesto... ¡¿Qué tipo de pregunta era esa?!

-Y yo que sé -dije sin ponerle importancia.

-Puede que fuera estrés, mala condición física, una insolación, bajón de azúcar... -murmuraba caminando de un lado a otro, irritaba solo verlo.

-O puede que ninguna de esas razones -contesté otra vez de forma seca y me levanté por completo de la cama bajo la afilada y amenazante mirada de Arthur-. Solo fue un desmayo, ya está.

-Vuelve a tumbarte -ordenó de forma arisca quieto frente mi a una distancia prudente.

—No quiero —contesté caminando despreocupada hacia el baño—. Me encuentro perfectamente, no necesito descansar más —él bufó y se fue con el ceño fruncido a la puerta de salida.

—¡No vuelvo a preocuparme por ti, idiota! —gritó, dando un portazo dejándome sola.

Encogí los hombros restándole importancia y me metí en la bañera para darme un baño relajante después de quitarme la ropa. Al terminar me enrollé una toalla por el cuerpo y salí del baño para vestirme.

Una vez en el armario comencé a escoger la ropa, la cual la mayoría era o azul o verde, y me quité la toalla para comenzar a vestirme. Total estaba sola.

Pero en eso oí un montón de gritos y de repente alguien entró en la habitación cerrando la puerta a toda velocidad asustado.

—¡Alfred, abre la puerta! —oí el gritó de Arthur por el otro lado de la puerta y me tapé con lo primero que vi, es decir, la toalla por ver que Alfred me miraba desesperado en ese momento.

—¡Little girl! ¡Ayúdame! —gritó aguantando en la puerta evitando que mi esposo entrara.

—Eeeh.. Aaah... —murmuraba nerviosa por la situación por la que estaba y por no saber que hacer para ayudarle—. ¡Pon esta llave en la cerradura y no la quites de ahí! —grité lanzándole mi llave del cuarto.

Él me hizo caso y al hacerlo Arthur seguía gritando pero ya no podía abrir la puerta por estar cerrada y no podía abrirla con su llave porque la mía seguía puesta.

—¡Cuando salgas te estrangularé! —gritó como último dejando después un silencio sepulcral.

—Gracias (T/N), me has salvado el pellejo —agradeció girándose para verme pero este se puso rojo como un tomate al verme y yo por inercia me tapé más con la toalla—. Yo... Eeeh... Me doy la vuelta... —murmuró e hizo lo que dijo.

Decidí no decirle nada y me vestí a toda prisa con el rostro también rojo. Una vez hecho le di un pequeño aviso para que se diera la vuelta.

—Lo siento por eso... —musitó avergonzado una vez estábamos los dos sentados en los sillones de la habitación.

—No pasa nada, solo olvidémoslos —dije y él asintió—. Y dime, ¿qué pasó para que Arthur estuviera tan enfadado?

—Se enteró de que te ayudé a entrar a la habitación del sótano... —soltó un suspiro agachando la cabeza.

—Aaaah... Lo siento entonces, fue mi culpa —me disculpé con un tono de voz suave.

—¡N-No te disculpes! Yo se lo solté sin querer mientras me burlaba de él —dijo con una sonrisa nerviosa en el rostro.

—Bueno... —dije en un susurro por no saber que más decir y todo quedó de nuevo en silencio—. C-Creo que ya puedes salir... —avisé pues ya no se oía nada al otro lado de la puerta.

—S-Si, claro. Mejor me voy —se levantó del sillón de un salto y caminó a la puerta—. Ah si, ten cuidado con tu salud. No quiero que te vuelvas a desmayar —sonreí dulcemente ante aquello y me despedí de él volviendo a quedar sola.

¿Por qué Arthur no podía ser tan lindo como Alfred? Así llevaría mejor la convivencia y la verdad, si de verdad Arthur fuera mi primer amor preferiría que se hubiera vuelto como Alfred y no como es ahora.

—Iré a ver a Yao... —me dije a mi misma.

Me dirigí al despacho del Jack, Yao, sin prestar atención a lo que me rodeaba pues no quería distraerme con algo y posponer la charla con Yao. Pues él era quien me diría mis tareas como Reina de Espadas se supone al menos.

Al llegar peté con suavidad la puerta morada del despacho del Jack recibiendo como respuesta un: «Adelante aru».

—Buenas tardes. Vengo a que se me informe de mis tareas como Reina —informé sentándome en una de las sillas de en frente del escritorio del Jack.

—Claro, le informaré de todo. Aunque seguramente sepa la mayoría de los datos sobre las tareas de la reina. —sonrió y sacó un pequeño libro azul de un cajón.

—Bueno... La verdad es que me saltaba esas clases... —murmuré algo avergonzada.

Esas clases me aburrían mucho y siempre me escapaba al bosque a jugar. Además esas clases caían en lunes, el peor día de la semana, y era cuando iba a reunirme con él y... Ugh...

—Y-Ya veo aru~... —mantuvo su sonrisa aunque ahora algo más incómoda—. Entonces le explicaré todo.

—Si, por favor.

—Bien. Comenzaré por explicar la Energía. El Rey es el que usa la Energía y la Reina quien la aporta, como bien sabrás —asentí y él también asintió satisfecho—. La Energía es la fuente de poder del reino la cual se atribuye también con el nombre de “Magia” y el rey es el que suministra aquella Energía. Además es la que lo mantiene con vida prácticamente. —informó enseñándome un pequeño dibujo del libro que explicaba un poco la situación.

Carraspeó un poco y bebió agua para aclarar su garganta.

—Ahí es donde viene la misión importante de la Reina: ella aporta la Energía al rey a partir del contacto físico siempre y cuando ella lo permita activando su poder. Hasta ahí todo normal, la reina el contenedor de Energía y el rey el que manipula la Energía. Pero hay veces en que la reina puede estar con poca Energía pues no se recupera al instante por lo que el rey podría darle esta energía que solicita, aunque este acto ya no sería voluntario —volvió a beber un poco de agua y secó sus labios—. Otra cualidad de la Energía es que cada par de reyes de cada reino tienen una habilidad especial, pero esta cambia con el cambio de generaciones a pesar de que todas tienen que ver con los amuletos del reino, en este caso el reloj y la espada aru.

—Entonces... ¿Puedo usar poderes? —pregunté algo emocionada, no debí haberme perdido aquellas clases.

—Si aru. Pero eso gasta muchísima Energía, no es recomendable usarla cuando se quiera... Podría provocar la muerte, pues como ya dije la Energía es quien mantiene con vida vuestros cuerpos, no solo del rey sino también y sobretodo de la reina —comentó algo más serio pero de inmediato volvió a recuperar su sonrisa—. No te preocupes, esta situación solo ocurrió una vez en la guerra más cruel de la historia de los cuatro reinos. —explicó intentando aliviar el ambiente.

—Y... ¿De qué más se encarga la reina a parte de aportar Energía? —pregunté algo inquieta, ya me esperaba que la charla durara hasta la hora de dormir a este paso.

—Hace junto al rey las labores representativas y le ayuda con las cuestiones formales de papeleo, claramente. Confirma las leyes y las propone, aunque estas siempre pasan primero por una votación en el pueblo dependiendo de la ley. —aclaró dándome un papel con las normas a seguir y luego un grueso libro de lo que parecían ser las leyes vigentes en el reino.

—Ya veo... ¿Y eso es todo? —pregunté extrañada. La charla parecía más corta de lo que esperaba que fuera.

—Por ahora si aru~. Cuando vea indicado el momento le explicaré más cosas. Por ahora con esto llega aru —dijo y me hizo una seña para indicarme que ya me podía levantar—. Quédese con los libros y lealos tranquilamente —asentí y me despedí del Jack.

Volví a mi habitación dejando los libros en el escritorio. Suspiré y me tumbé en la cama tapándome los ojos con el antebrazo; me sentía muy cansada, como si hubiera perdido toda mi energía pero no la del poder ese.

—¿Te encuentras bien? —levanté mi brazo y me encontré con Arthur en la puerta apoyado en el marco de esta.

—¿No era que no te ibas a preocupar más de mi? —dije burlona y él solo frunció el ceño.

—No estoy preocupado por ti, lo que pasa es que es hora de comer y debes bajar —informó serio—, pero si te encuentras mal no tendrás hambre, por lo que iré a avisar de que quiten un plato —dijo, un poco intentando hacerlo sonar como una amenaza.

—Adelante, no tengo hambre —y era cierto, no tenía nada de hambre—. Puedes irte —vi como su rostro cambiaba de expresión mostrando cierta preocupación pero que intentó camuflar.

—Muy bien —cerró la puerta y me dejó sola.

Poco a poco me fui quedando dormida y no se si en brazos de Morfeo o no, porque estaba en una linda pesadilla.

•~•in the dream•~•

—¡Arthur! —exclamaba yo entre una gran multitud mientras veía a mi esposo ensangrentado en el balcón real desde donde se daban los discursos.

Todo el pueblo miraba horrorizado y llorando la escena, pero aún así me detenían para que no fuera junto él.

—El rey corre peligro —dijeron al unísono dos personas que tenía a mis lados. ¿Acaso no era obvio que Arthur corría peligro?

De alguna forma conseguí escapar de aquellos dos y a pesar de ser acosada por la multitud para no ir conseguía librarme de ellos hasta llegar a donde estaba Arthur.

Las lágrimas caían por mi rostro y acariciaba el suyo temblorosa llenando mis manos de sangre.

—Debes darle tu energía —decía un chico que no reconocía—. Es la única manera de que viva —asentí y fui juntando mis labios poco a poco con los de Arthur para darle mi Energía pero él dejó de respirar justo cuando uní nuestros labios.

—Gané —dijo un hombre que se encontraba de pie frente a mi pero antes de alcanzar ver su rostro caí en un sueño profundo.

•~•end of the dream•~•

—¡(T/N)! —desperté, agitada y sudorosa con el cuerpo temblante. El sueño había sido muy real.

Giré mi cabeza hasta donde provenía la voz y vi unos vidriosos ojos verdes que agarraban mi mano con fuerza.

—Arthur... —murmuré con la voz apagada.

Cada vez que él apretaba mi mano más mostrando su gran preocupación y cada vez me encontraba peor.

—(T/N)... Maldita sea Mey, date prisa... —pidió, suplicó, el rubio comenzando a temblar.

Mis ojos se abrieron un poco, o al menos lo intentaron, por la sorpresa de oír aquel nombre. Ese era el nombre de la supuesta pequeña hada de mi amigo.

Mi respiración estaba más y más agitada, y el calor me inundaba agobiándome cada vez más. Era insoportable, no podía más.

Sentía el cuerpo pesado y la mente vacía y sin energía, poco a poco ya ni podía abrir los ojos.

—(T/N) aguanta, todo saldrá bien... —murmuraba y me acariciaba la cara apartando los mechones que se me pegaban en ella por el sudor, cosa asquerosa la verdad.

—Está empeorando... —oí otra voz a mi lado, la cual identifiqué como la de Alfred—. Está sudando mucho, no sería mejor dejar que se refrescara —sugirió el ojiazul también con un tono preocupado.

—Si tiene fiebre hay que mantenerla caliente... —contrarrestó Arthur soltando mi mano.

—Entonces... ¿Qué hacemos? ¿A este paso podría morir? —indicó Alfred con miedo.

La puerta se abrió dejando ver a Yao agitado y sudoroso pero por haber corrido. Traía medicinas, agua fría, y muchas otras cosas para hacer que me recuperara.

—Gracias Yao —agradeció Arthur y dejó un paño frío sobre mi frente y colocó un termómetro en la boca el cual sacó al poco rato indicando que no tenía fiebre.

—¿Qué te pasa little girl? —preguntaba Alfred con voz rota indicando que estaba llorando.

En aquel momento yo ya no tenía los ojos abiertos, podía oír de forma lejana, pero podía oír. También sentía el movimiento de mi alrededor, pero no podía moverme.

—Rey Arthur, ¿ha probado a besarla? —preguntó Yao—. Transmitele su Energía, usted podrá recuperarla cuando ella se recupere plenamente —indicó.

—P-Puedo intentarlo... —murmuró y poco a poco se acercó a mis labios para besarme consiguiendo que fuera recuperando fuerzas.

Pero sentía escozor en la zona que indicaba mi marca de la realeza, a pesar de que fuera de la realeza de Tréboles. Aunque al poco rato desapareció y me quedé dormida.

•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•
Hello! No sé porque pero presiento que los capítulos son muy flojos :'v
Pero prometo que habrá acción más adelante, no lo dudeis.

Espero que os gustara igualmente y ya digo que todo se aclarará.

Ciaoooo~~~(*'▽'*)♪

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