Capítulo 4
Caminaba feliz por los pasillos del palacio, todavía con el pijama puesto. Por fin los sirvientes habían dejado de perseguirme para que me pusiera el vestido que Arthur había elegido para mi, por lo que era libre de caminar por donde quisiera y como quisiera.
—Voy a ganar esta batalla —canturreé mientras miraba los pasillos por los que no había pasado, pero me paré en uno que no recordaba que estuviera ahí-. No creo que nadie se de cuenta. -con una sonrisa seguí por aquel pasillo hasta llegar a la única puerta de este.
La puerta era alta y de una madera oscura y bastante sucia, parecía que no se había limpiado en años. Abrí la puerta con cuidado para no hacer ruido. A lo mejor no se me estaba permitido entrar o algún sirviente que me buscaba podría encontrarme.
Al abrirla solo pude percibir el olor a humedad y a viejo que reinaba en aquel oscuro lugar. Con las manos busqué un interruptor que encendiera la luz, pero nada, no había ninguno.
Pero aún así entré dentro de la habitación, con la luz que entraba por la puerta si la abría del todo podría iluminarme algo.
—¡Wuaa! —grité algo asustada tapándome los ojos por la repentina luz que inundó la sala. Inmediatamente me tapé la boca esperando que nadie me oyera.
Saqué la cabeza por la puerta para ver si alguien venía pero no vi a nadie... Pero escuché la voz de Arthur llamando a alguien por lo que cerré la puerta despacio para no hacer ningún ruido, cosa que conseguí.
—Bien, bien... ¿Qué encontraré por aquí? —pregunté en alto para mi misma mientras comenzaba a caminar por la sala.
Era una gran sala azul con una lámpara de araña colgando del techo y con únicamente un largo sofá verde azulado amueblando la sala. Miré por los lados, y nada, no había nada más salvo unos cuadros de gatos.
—Pues vaya rollo, pensé que al menos tendría algo interesante... —murmuré decepcionada dando media vuelta para salir de allí, pero en eso sentí como algo se movía detrás mía.
Temerosa giré mi torso esperando no encontrarme ningún monstruo o peor a Arthur, o peor aún mi padre enfadado. Pero para mi sorpresa la sala había cambiado...
Ahora tenía un pequeño sillón del mismo color que el anterior sofá y una mesita de té con un libro y lo que parecía un té.
—¿Cambia? —pregunté sorprendida y caminé hasta la mesita observando el libro—. Bienvenida princesa (T/N)... —leí algo asustada.
Con temor pero con curiosidad a su vez decidí seguir leyendo el libro y me senté en aquel sillón, bastante cómodo debo decir.
A su vez degustaba aquel delicioso té perfectamente hecho.
«Bienvenida princesa (T/N). Me alegra que decidiera leer mis páginas». Ponía en la primera página del libro, pero no ponía nada más hasta un momento después que el siguiente párrafo empezó a aparecer.
«Como puedes comprobar soy un libro mágico. Un libro mágico que sabe todos los secretos de este mundo»
—¿Libro mágico? ¿Todos los secretos del mundo? Esto debe ser broma de Arthur... —fruncí el ceño observando lo que escribía el libro.
«No es ninguna broma y menos de Arthur, el desconoce mi paradero». Abrí los ojos sorprendida, ¿cómo no iba a saber Arthur de la existencia de este libro.
—¿Por qué no? —pregunté esperando respuesta del libro.
«Es un secreto que no puedo relevar». Solté un bufido y miré a donde estaba la puerta observando que nadie mirara.
—Entonces preguntaré otra cosa, ¿por qué yo si puedo saber que estás aquí?
«Por qué eres la elegida... Pero no puedo decir más detalles hasta que llegue el momento»
—¡¿Qué?! ¡¿Y me voy a quedar sin saberlo?!
«Si»
—Que asco. —gruñí y seguido bebí un poco de té para calmarme un poco.
«Por ahora solo debes saber que no le debes contar a nadie la existencia de esta sala y de mi»
—¿La sala tampoco? ¿Por qué? —pregunté pero volvió a escribir que era secreto—. Ugh, muy bien. Guardaré el secreto...
«Muchas gracias. Pero antes de que se vaya, pues Arthur la está buscando, quiero que sepa unas cosas de esta habitación. Esta habitación puede crear todos los objetos, alimentos y espacios que desee o piense, pero solo los suyos»
—Aja... Así que si yo pienso en un restaurante de lujo, ¿esta sala se transforma en uno? —el libro escribió una respuesta afirmativa y una emoción infinita creció en mi—. ¡Esto es alucinante!
«Explicaré más en otra ocasión. Ahora debe irse, Arthur le busca y esta furioso»
—Gracias libro ahora voy, pero antes de nada... Si quiero ropa y la habitación me la da... ¿Seguirá existiendo fuera de la sala? —pregunté al ver que seguía en pijama.
Quería enfadar y molestar a Arthur, pero como que no quiero arriesgar mi vida. Tengo cerebro por algo.
«Si»
—¡Guay! —me puse a imaginar la ropa que quería vestir en aquel momento.
Unos pantalones largos (c/f), con camisa blanca, chaqueta azul marino y unos zapatos negros. Y tal como el libro dijo en segundos de pensarlo ya estaba vestida con aquel traje e incluso me había arreglado el pelo en una coleta.
—Ooh... Que bien me lo voy a pasar aquí —susurré con una permanente sonrisa en el rostro—. ¡Adiós libro! —sin más dejé el libro en la mesita y salí corriendo de la sala y del pasillo oyendo un ruido extraño al pasar por ellos. Había desaparecido el pasillo.
—¡¿Dónde se supone que estabas?! —me giré para ver al dueño de aquellos irritantes gritos.
Allí estaba Arthur corriendo hasta mi con un aspecto de enfado total. Agh, ¿por qué no me quedé en aquella sala con el libro?
—Fui... Fui a dar un paseo, ¿por? ¿Acaso tampoco se me permite pasear? —pregunté molesta. Con solo verle y recordar su comportamiento me irritaba y molestaba.
—Cállate y ven conmigo. —sin esperarlo, él, me agarró de la mano con fuerza y me llevó prácticamente corriendo por el palacio bajo las curiosas miradas de los sirvientes.
—¡¿A dónde vamos?! —grité, pero sin evitar que me llevara hasta donde el quería.
—A un lugar. —contestó, cortando la conversación.
—Agh... Capitán Obvio me salva de nuevo... —dije con sarcasmo y burla, pero este no me hizo ni caso ante mis palabras.
Me siguió llevando en silencio a aquel lugar, a pesar de todas las preguntas y comentarios que hacía, agarrándome la mano con fuerza.
Al cabo de unos cinco minutos de recorrer el palacio y subir infinitas escaleras, por fin llegamos a nuestro destino tal y como anunció Arthur.
—Llegamos —dijo, soltando mi mano como si nada.
—¿Qué es esto? —pregunté. Aunque era muy obvio que era. Era un precioso balcón desde el que se podía ver todo el bello jardín.
—Grábate esta imagen en la cabeza. Si no ves el jardín desde aquí es prácticamente imposible no perderse cuando se entre en él. —dijo con los brazos cruzados al lado de las escaleras.
Yo, en cambio, caminé hasta la barandilla observando alucinada la increíble vista. Desde aquí podía observar todas las zonas del jardín, incluso veía a los criados y jardineros andando por allí y descansando. Era fabuloso.
—Es enorme... —dije para mi misma sin dejar de mirar, ya estaba anocheciendo y hacía que la vista fuera más hermosa... Espera... ¿Anocheciendo?—. Arthur, ¿puedo preguntarte algo? —cuestioné dejando de observar el jardín por mirar a los ojos verdes que me miraban fijamente.
—Of course, pero como sea una pregunta estúpida te tiro de la barandilla. —dijo con su rostro serio, pero a la vez sereno.
—¿Cuánto tiempo estuve paseando? —dije, usando la excusa que había dicho para ocultar lo de la habitación.
—Pues... No se, nuestro último encuentro fue en el jardín a las 12 de la mañana... Unas 6 o 7 horas, ¿por? —preguntó sin entenderlo.
—Ah, no nada... Es que me había parecido menos tiempo y el ver que ya estaba anocheciendo pues me sorprendió. —sonreí levemente rascando mi nuca nerviosa.
No me lo podía creer del todo, para mi solo habían pasado unos minutos los que estuve en la sala con el libro mágico... Debería preguntarle la próxima vez sobre eso.
—¿(T/N)? ¿(T/N)? —me llamó extrañado Arthur sacándome de mis pensamientos.
—Ah, perdón... ¿Qué decías? —dije algo desorientada.
—¿Has comido algo? —preguntó fingiendo no estar preocupado, no sabe mentir.
Me quedé pensando un rato, y técnicamente solo me tomé un té y nada más. Aunque solo hubieran sido unos sorbos.
—Solo tomé un té, ¿por? ¿Acaso tú, el que dejó claro que no me soportaba, está preocupado por mi? —sonreí burlona cruzando mis brazos.
—¡Claro que no estoy preocupado por ti! —gritó con un leve sonrojo en las mejillas—. Es solo que si has estado paseando todo el rato no creo que te pararas a tomar algo... —murmuró lo suficientemente alto para que lo oyera.
—Ya veo... Pues me alegro que no te preocupes por mi —dije mientras comenzaba a caminar de nuevo hasta la barandilla—. Así podré salir más a menudo. —canturreé feliz.
—Tch... Haz lo que quieras pero avisa antes de hacerlo porque hay cuestiones como princesa del reino de Espadas. —rodé los ojos y le hice un gesto con la mano restándole importancia a aquel comentario.
Seguí mirando el jardín olvidando e ignorando todas las palabras y gritos que me echaba el príncipe cejón.
—Volvamos abajo, ya me aprendí el jardín —informé girándome, pero al hacerlo ya no había nadie allí—. Que bien, se fue dejándome sola... —murmuré soltando un suspiro.
Con pesadez fui bajando todas las escaleras y recorriendo todos los pasillos, aunque había tantos que de vez en cuando me iba por el equivocado y tenía que volver sobre mis pasos para continuar el camino. Y así estuve como media hora caminando por el pasillo hasta que llegué al vestíbulo completamente cansada.
—¡Princesa (T/N)! —miré hasta aquella voz, que le pertenecía a Yao, y le vi corriendo hasta mi muy agitado.
¿Por qué hoy todos vienen hacia mi corriendo?
—¿Qué pasó? —pregunté al verle tan agitado.
—El príncipe Alfred... El príncipe Alfred... —empezó a decir más agitado.
—Cálmate Yao. Respira profundamente y luego habla. —hizo lo que le dije sobre unas tres veces.
—El príncipe Alfred ha desaparecido... Después de que usted y él estuvieran en el jardín nadie más le volvió a ver. —mi cuerpo se tensó entero.
No lo conocía desde hace mucho tiempo, solo un par de días, pero aún así supuse que eso no sería normal viniendo de él.
—¿Por dónde habéis buscado? —pregunté observando a los criados que seguían corriendo por el palacio.
—El jardín, el palacio entero, las cuadras, el sótano... Todos los lugares posibles aru~. —llevé la mano a mi barbilla pensativa intentando averiguar donde podría estar.
—¿Y si salió del palacio? Es decir, que se fuera a la ciudad. —sugerí. La verdad, yo también hacia eso cuando tenía oportunidad.
—Eso es imposible aru... Hay muchos guardias vigilando... —murmuró preocupado con la mirada gacha.
—Los guardias no son invencibles —dije, sin querer preocupando más al Jota—. No te preocupes. Manda guardias camuflados por la ciudad para que busquen a Alfred, yo buscaré por el castillo. —Yao asintió y salió corriendo, seguro que para darle la orden a los guardias.
Yo salí corriendo para salir al jardín, pero al hacerlo vi el pasillo que me llevaba a la habitación del libro abierto.
Me quedé pensando un momento en si debía entrar o no. Al final decidí que si. Era un libro mágico y una sala mágica, algo debería saber, aunque el paso del tiempo era algo de lo que preocuparse.
Corrí a la sala encontrándome con la sala rodeada de flores con una hermosa silla y mesa de jardín. Caminé hasta ella encontrándome con el libro y una taza de té con galletas.
Caminé rápido hasta él encontrándome una nota encima de él.
«No estoy disponible ahora. Pero le informaré de que el príncipe Alfred está en una cita romántica, volverá en media hora. Por favor no le diga a nadie esto o sospecharían de donde sacó la información.
Ahora disfrute el té con galletas en este bello jardín. He modificado el tiempo para que pase al mismo tiempo que en su mundo. En la mesita hay un reloj que marca el tiempo de su mundo.
Disfrute y no se preocupe de nada.
No salgas hasta dentro de media hora, se lo aviso.
Hazme caso, disfrute del té con tranquilidad.
Se despide tu libro favorito.»
Suspiré y miré el reloj de la mesa. Es verdad que daba la hora real y que transcurría a tiempo normal. Me quedé un rato pensativa si confiar o no en el libro, pero si antes tenía razón, ¿por qué ahora no la tendría?
Me senté en la silla y comencé a tomarme el té con las galletas relajándome. Estar allí me tranquilizaba y me quitaba todas las preocupaciones; era como si nada en el mundo me importara.
Siguió el paso de tiempo hasta que el reloj pitó avisando que ya había pasado una media hora, por lo que me levanté y salí de la sala pasando por el pasillo asegurándome de que este desaparecía.
—¡Alfred! —en eso vi pasar por delante mía a un Arthur totalmente cabreado. Incluso me da a pensar de que se pasa la vida enfadado menos cuando finge ser un caballero frente los invitados.
Luego giré mi cabeza hasta la puerta principal en la que se encontraba Alfred algo sonrojado y con una boba sonrisa en el rostro. Parece que si es verdad y estaba en una cita romántica.
—¡¿Se puede saber a donde fuiste?! ¡Has preocupado a todo el palacio! ¡Te han buscado por cada rincón del palacio y de la ciudad! ¡¿Eres imbécil o qué?! —gritó con la vena del cuello hinchada intimidando a su hermano pequeño.
—Eeh... Mmm... Yo... Pues... —murmuraba nervioso todavía con el rostro algo rojo.
—¡Maldito imbécil subnormal! ¡Es la última vez que haces esto! ¡¿Me oyes?! —gritó de nuevo pero esta vez le comenzó a tirar del pelo como castigo y desahogo.
Me comenzó a molestar aquella acción cuando vi que por los ojos de Alfred comenzaban a salir pequeñas lágrimas por los tirones de pelo.
—¡Alfred! —grité y corrí hasta pegar un salto para que él me cogiera en el aire terminando en un abrazo, cosa que hizo—. Me tenías preocupada. —dije limpiándole las lágrimas y sonriéndole dulcemente.
—Lo siento (T/N)... —musitó observando de reojo a Arthur, que parecía más enojado que antes.
—No pasa nada. Yo a tu edad hacía lo mismo —dije soltando una carcajada, cosa que le hizo sonreír como hace normalmente—. Venga va. Vente conmigo y me cuentas que hiciste. Dejemos al malhumorado cejón tranquilizarse. —dije mirando con desprecio a Arthur.
—Okay! —exclamó feliz dejándome en el suelo y comenzamos a caminar alegres como si nada hubiera pasado—. Pero primero cenemos algo, me muero de hambre... —me dijo haciendo un puchero.
—Vale, yo también me muero de hambre. Solo he tomado un té desde el desayuno. —comenté sin fijarme que Arthur se encontraba caminando detrás nuestra con los puños apretados y con ganas de darle una buena paliza a Alfred.
•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•
Hello!!!! Se que el final quedó un poco repentino uvu
Espero que os gustara el capítulo y, ya aviso, las cuestiones del libro se irán viendo a lo largo de los capítulos. Aunque preguntéis ahora no diré nada o arruinaré la historia XD
Solo diré que es importante.
Ahora me despido con una gran sonrisa. Y dejando aquí la imagen de lo que será la portada de la historia (hecha por mi).
Un poco cutre lo se uvu Pero la he hecho con cariño y amor.
Bueno...
Ciaoooo~~~~(*'▽'*)♪
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top