Capitulo 8
Buenas tardes-noches atodas las personitas que seguís ahí. Digo tardes-noches porqueahora mismo son las 21:31 del Viernes. Mañana voy a salir con unosamigos a comer y comprar cosas al centro. Yo tengo que comprar doscómics de Marvel: Dinastía de M y Vengadores Desunidos. Son losúltimos que me faltan en la colección de eventos de Civil War, elpreludio, lo que dio los primeros pasos hacía ello, así que lostengo que tener sí o sí.
En realidad, si megusta el dibujo y tengo dinero encima, me compraría cualquier que megustara. Así fue como me compré el de Lobezno el viejo Logan. Loleí por internet y la historia me parece increíble y el dibujotambién. Quien adore a los superhéroes le dolerá mucho esahistoria, pero es que si se piensa seriamente, podría ocurrir en eluniverso actual de los cómics, el 616.
Creo que dejaré decascar ya y os dejaré con la historia. Disfrutadla.
CAPITULO8
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El camino de vuelta desde Manhattan a Brooklyn caminando le sirvió aSteve para despejarse un poco y arrepentirse de haber vuelto a salircorriendo de esa forma, sabiendo que tendría que haber mantenido lacalma y hablar con el señor Stark como si nada, con la mismaligereza con la que lo habían estado haciendo y como se habíamostrado este.
Sin embargo, cuando este habia mencionado que con el cuerpo yrostro que poseía, tendría que usarlo más, viendo como observabasu cuerpo aun desnudo, habia vuelto a sentir ese ligero cosquilleopor la espalda y se habia dicho que tenia que poner toda la distanciaposible entre los dos lo antes posible.
Habría desconcertado a Tony, pero era todo lo que había podidohacer en esos momentos.
Soltó un suspiro mientras llegaba a casa, subiendo por lasescaleras, ignorando el destartalado ascensor que dejaría defuncionar de un momento a otro, cuando se dio cuenta de que habia dosfiguras ante su puerta.
Por un momento, temió que se tratara de Stark y suguardaespaldas, que hubiera ido a buscarlo a pedirle explicaciones ensu coche y que por eso hubiera llegado antes que él a su casa. Perosus latidos volvieron a las pulsaciones normales cuando se dio cuentade que una de las figuras era Sam. Y la otra....
-¡Bucky!- exclamó, notando como una sonrisa empezaba a abrirsepaso en su rostro.
-Menos mal. Aun te acuerdas de mi nombre. Con el tiempo quellevaba sin verte, temía que ya no pudieras reconocerme- comentó elmoreno.
Pero Steve no dijo nada más.
Solo avanzó hacia este y le dio un abrazo que amenazó conpartirle alguna que otra costilla, aún sonriendo.
-Tranquilo,grandullón. Quiero seguir entero- le comentó Bucky,tratando de tomar aire a través de aquel abrazo.
-¿Ha pasado algo?- le preguntó Sam, un poco sorprendido por elrecibimiento que su amigo le habia dado a Bucky.
Sabia que hacia mucho tiempo que no se veían. Pero.....¿eranecesario que lo abrazara de esa manera?
Steve finalmente soltó a Bucky y se volvió hacía Sam, aúnsonriendo y bastante animado.
-Os tengo que contar cosas. Pero entremos en casa. Mi madre tambiéntiene que escucharlo.
Y los amigos, obedientemente, siguieron a Rogers al interior delpiso, donde parecía que la madre de este acababa de llegar, ya queseguía usando sus ropas de enfermera.
-Vaya- comentó la mujer al verlos entrar.-Ayer no conseguí verte yhoy vienes hasta con compañía.
-Sarah- la saludó Bucky, acercándose a esta y dándole un abrazo.
-Hola, cariño. Que alegría verte. A pasado mucho tiempo desde laultima vez que estuviste por aquí.
-Bueno.....he estado un poco liado. Pero tu hijo tampoco ha estadoquieto.
-Hola, Sam-le saludó la mujer a este cuando Bucky la soltó.
-Hola, señora Rogers.
-Oh. Ya te he dicho muchas veces que no tienes que ser tan formal.
-Pero el chico nos he salido así. No podemos hacer nada- comentóBucky como si nada, haciendo reír a la madre de Steve.
Antes de que Sam pudiera replicar algo a eso, Rogers se decidió aintervenir, sabiendo que, si los seguía dejando hablar, lo másseguro sería que Sam acabara enfadándose y se montara una buena.
-Necesito que os sentéis para que os cuente las buenas nuevas- lespidió, indicándoles las sillas de la cocina.
La madre de Steve nunca había quitado la silla que había sido de supadre de allí, como si hubiera querido que, de alguna forma, semantuviera su imagen presente incluso después de su fallecimiento.Steve ocupó esa silla mientras Sam y su madre se sentaban y Buckytraía una silla del salón.
-¿Qué ha pasado?- preguntó la señora Rogers en cuanto sesentó.-¿Cómo fue la fiesta?
-Fue excelente. Mucha gente nos halagó y pareció que les gustamos.
-¡Pero eso es genial, tío!- exclamó Sam, dándole un golpeamistoso en el hombro.
-Pero eso no es lo mejor del todo- les indicó.
-¿Quieres contarles de una vez, y no dar tantos rodeos?- le reprochóBucky.
-¡Eso!- exclamó su madre.-Me tienes muerta de curiosidad desdeayer.
-¡El señor Tony Stark va a financiar a nuestra banda!- exclamó,soltando la bomba sin más.
Se hizo un curioso instante de silencio donde los presentes semiraron entre ellos. Pero, tras esos instantes de calma, explotó laemoción y los tres empezaron a hablar a la vez, felicitándole yhaciéndole preguntas al mismo tiempo.
-¿Estamos hablando del mismo Tony Stark que yo creo?- se hizo oírsu madre.
-¿Qué otro Tony Stark puede ser?- dijo Sam.-¿Cómo has conseguidosemejante milagro?
-Estaba claro que teníais talento. Solo faltaba alguien que loviera- comentó Bucky.
-¿Y tú qué sabes?- le espetó Sam.-¿Cuando le has oído túcantar?
-Steve me ha enviado videos de sus ensayos- le soltó este a su vez.
-Oh, Dios mío- comentó la madre de Steve, llevándose las manos alrostro, emocionada.-Eso es una oportunidad enorme.
Steve tuvo que levantarse e ir a abrazar a su madre, viendo como lamujer había empezado a llorar.
-Mamá, no es algo para que llores- le dijo este, riéndose.
Sam le tendió un pañuelo.
-Son lágrimas de felicidad- le indicó esta.-Además, lloro siquiero. Haber si ahora tengo que pedir permiso.
Los chicos no pudieron evitar reírse ante ese comentario.
Al menos, no hasta que el móvil de la señora Rogers empezó asonar.
Esta lo sacó del bolsillo de su uniforme y puso mala cara al leer elmensaje que le habían enviado.
-Tengo que volver al hospital ya. Hay varias urgencias.
-Pensaba que habías terminado tu turno- le dijo su hijo.
-No. Solo había venido a casa a cambiarme. Esta ciudad no descansanunca.
Y, sin más, los chicos tuvieron que despedirse de la señora Rogersmientras esta abandonaba el piso.
-Tu madre nunca para- le comentó Bucky.
-Le gusta su trabajo, aunque a veces sea tan esclavista- comentóRogers.
-La de veces que le hablé dicho que aprovechara eso para traerchicas a casa- comentó Sam.
-Steve nunca ha sido de esos tíos de una sola noche- le dijo Bucky aeste.
-Yo no he dicho que solo las traiga una noche.
Pero, viendo como iba el tema, Steve prefirió intervenir y volver altema que los ocupaba.
-¿Podemos hablar del hecho de que mi banda tiene esta oportunidad?
-Lo cual hace que no tenga sentido- le soltó Sam, volviéndose hacíaél.
-¿El qué no tiene sentido?- preguntó Steve, extrañado.
-La cara que traías cuando llegabas a casa.
-Eso es verdad- le secundó Bucky.-Parecía que el médico te hubieradado una mala noticia.
Steve recordó lo sucedido en el gimnasio, en ese ring, lo que habíaacabado haciendo en las duchas y como había huido de Stark cuandoeste había entrado en los vestuarios. Y notó cierto calorsubiéndole a la cara, obligándole a llevarse una mano al rostropara tratar de ocultar la expresión de su cara.
-Oh, oh- comentó Sam al verlo hacer aquello.-Ha pasado algo gordo.
-¿Cómo de gordo?- preguntó Bucky.
-Lo suficiente para que el serio y tranquilo Steve Rogers se sonroje.
-¿Hay alguna chica que no conozca?- comentó Bucky, haciendo lapregunta al aire.
-O, a lo mejor, ha ocurrido algo con las explosivas mujeres que vayanal gimnasio de mi padre.
Steve siguió en silencio, tratando de controlarse.
¿En serio tenía que haber perdido la calmada delante de sus amigos?Ahora ninguno de los dos pararía de preguntar hasta que lograranaveriguar qué era lo que le había ocurrido.
-Oíd. ¿En algún momento, sin pretenderlo, os ha pasadoque......que os habéis animado sin querer?
Sam frunció el ceño ante esa pregunta y Bucky miró de Steve a Samrespectivamente, como si estuviera preguntándose si había escuchadobien la pregunta.
-¿A qué viene esa pregunta?- le soltó Sam.
-Vosotros solo responded- les pidió Steve.
-No recuerdo que haya pasado algo como eso. Siempre que me he''animado'', como tú dices, es porque me han dado motivos paraello- le soltó Sam, totalmente convencido.
Eso hizo que Steve no se sintiera tranquilo en absoluto, pues elmotivo que él había tenido había sido una atracción hacía unhombre al que apenas conocía de nada, notando como sus pulsacionesaumentaban de volumen.
-Pues a mi y a otros tipos con los que he compartido barracones sínos ha pasado- soltó Bucky.
-¿En serio?- le soltó Sam antes de que Steve pudiera hablar.
-Por supuesto. Solo por el mero hecho de que no hayan podido teneralgún desahogo, ya hacía que estuvieran preparados en cualquiermomento. Y, durante las prácticas de combate, con la adrenalina,muchísimas veces.
-¿Verdad que sí?- soltó Steve.-La adrenalina puede hacer queocurran esas cosas, ¿verdad?
-Por supuesto. Por eso las prácticas de combate solían ser de caraal fin de semana, cuando nos dejaban salir al pueblo que teníamosjunto a la base. La mayoría de los chicos necesitaban eso si noquerían ir sobreexcitados toda la semana.
-¿Así que eso era normal?- le soltó Sam.-¿Ir empalmados por labase?
-Eramos un grupo de tíos encerrados en un pequeño espacio- le dijoBucky.-La testosterona nos salia por los poros. Y si juntas eso conla adrenalina, tendrás un tío preparado para lo que sea.
-¿Así que tú también estabas así?- le soltó Sam a Bucky, nopareciendo para nada contento.
-Depende. A veces era mejor contenerse. Ayudaba a la disciplina,controlar el cuerpo.
Wilson solo asintió débilmente, no mirando a Bucky con demasiadosbuenos ojos, pero acabó volviéndose hacía Steve, ya que habíasido él el que había soltado la rara pregunta.
-¿Se puede saber qué te ha pasado para preguntar eso?
-Bueno.....solo un pequeño incidente.
-¿Un pequeño incidente?- le preguntó Bucky.
-Eso no es lo importante- comentó Steve, tratando de restarimportancia a aquello, dirigiéndose al frigorífico que había juntoa la mesa para poder dar la espalda a sus amigos y que estos novieran la expresión de su cara.
Bucky y Sam compartieron una rápida mirada cuando hizo eso.
-¿Ha pasado algo en el gimnasio?- preguntó Sam.
-¿Te has venido arriba ante alguien que no debías?- le preguntóBucky a su vez.
-Ya he dicho que eso no tiene importancia- les soltó Steve, con lacabeza dentro del frigorífico.
En realidad, él desearía meterse dentro, por completo, y cerrar lapuerta, esperando que así se apaciguara el ardor que la vergüenzahabía despertado por todo su cuerpo.
Pero dudaba que su nevera pudiera albergarlo.
-Ya no está tu madre. Puedes hablar con confianza-le dijo Bucky,tratando de usar el tono de voz más comprensivo posible, como sipudiera contarle los mayores secretos del universo.
-Y como sigas manteniéndote en silencio, sin querer contarnos lo quesea que haya ocurrido, solo logras que nos imaginemos lo peor- lesoltó Sam también.
-¿Esa es tu idea de que nos diga lo que pasa?- le soltó Bucky aeste.
-¿Y qué? ¿Acaso es mentira? ¿No nos estamos imaginando las cosasmás locas ahora mismo porque él se niega a hablar?- le espetó estea su vez.
-Pero hay modos mejores de hablar para que él se sienta en confianzay quiera contárnoslo. ¿Siempre eras así, hablándole de esa maneratan directa?
-No sé. Dímelo tú. ¿No decías que lo sabias todo de mí hace unrato?- le soltó Sam.
Steve ya no sabía si meterse dentro del frigorífico o simplementecaminar muy despacio hasta salir del cuarto y dejar que aquellos dosresolvieron lo que tenían entre manos, viendo que, al parecer,parecían tener una conversación pendiente.
Fue el momento en el que Steve se dio cuenta de una cosa, volviéndosehacía ellos.
-Bucky, si estás en la ciudad, ¿dónde te estás quedando?
Los dos chicos volvieron la cabeza.
-¿No te lo había dicho?- le dijo el castaño.-Me estoy quedando encasa de Sam.
-El tío ha conseguido convencer a mi madre para que se meta en micuarto- soltó Sam, visiblemente molesto.
-¿Por qué no viniste aquí?- preguntó Steve.
-Ya vine aquí y no había nadie. Te busqué en casa de Sam y mecontó que estabas ocupado, así que decidí quedarme allí para nomolestarte.
-Pero para molestarme a mi sí que no tienes problemas, ¿verdad?- lesoltó Wilson.
Bucky solo le soltó una sonrisilla.
De repente, el móvil de Steve empezó a sonar, lo que hizo que eljoven saltara y los otros dos volvían la cabeza hacía él mientrasse llevaba una mano al bolsillo de los pantalones.
Sin embargo, cuando Steve vio el número y el nombre de quienaparecía en la pantalla, notó como, por un momento, la sangre se lecongelaba en las venas y luego empezaba a correr el doble de rápido,notando como se le subía a la cabeza y la impedía pensar conclaridad.
-¿No piensas cogerlo?- le preguntó Sam.
Viendo como él seguía paralizado en el lugar, fue Bucky quién sepuso en pie y, arrebatándole el móvil de las manos, mientras Stevecomenzaba a protestar, tomó la llamada por él.
-¿Diga?- preguntó este.-Teléfono de Steve Rogers.
-Si es su teléfono, ¿por qué no está cogiendo él la llamada?-soltó esa voz al otro lado, molesto al ver que no le atendía lapersona con la que quería hablar.
-Bueno.....dígame quién es y, a lo mejor, consigo que hable conusted.
A Steve se le abrieron los ojos como latos cuando escuchó a Buckyhablándole de aquella forma.
-Soy Tony Stark. Y pásame ya con Rogers o colgaré.
El castaño se tensó, ya que no había esperado aquello, ysimplemente le tendió el teléfono a este, esperando no haber metidoa Steve en un buen lío con su nuevo jefe.
-¿Sí?- murmuró Steve cuando tomó el teléfono.
-¿Estabas demasiado ocupado como para contestar tú?- le soltó esteen cuanto escuchó su voz.
-Bueno, no, pero.....
-Mira- le cortó Stark, pareciendo que quería tranquilizarse al otrolado de la línea.-Solo quería tratar unos asuntos de tu bandacontigo. ¿Podrías pasarte a última hora de la tarde por la TorreStark?
Eso dejó a este algo sorprendido.
Recordaba esa torre como una de las más grandes de la ciudad, con elapellido Stark bien visible y donde se decía que tenían los másgrandes avances en la tecnología del mundo.
-Pero.....¿no habrá problemas para que me dejen entrar?- murmuróapenas con un hilo de voz.
Si llegaba a ese lugar sin más, sin un pase o algo así, quedaba másque claro que no le dejarían avanzar más allá de la puertaprincipal y le pedirían amablemente que se marchara del lugar.
-¿Recuerdas que el edificio es mío?- le soltó Tony.-Tú solo dítu nombre y te dejaran pasar. Alguien te guiará al ascensor que tellevara a mi espacio privado. Si no estoy allí cuando llegas, soloespera. Trataré de llegar lo antes posible, cuando solucione unascosas en otras oficinas.
-De acuerdo- aceptó este.
Y, sin más, ambos cortaron la llamada.
-¿Qué pasa?- preguntó Sam, al ver la cara de su amigo.
-Nada. Solo que......he sido invitado a la Torre Stark.
Fin del capitulo 8
Aquí estamos, de nuevo, para variar, con un nuevo capitulo, en elque, de momento, solo estamos desarrollando los acontecimientos.Habrá capítulos así, que empujen a los personajes a actuar y quevayan contándonos detalles de sus vidas, de como son o de lo quepiensan. Tiene un nombre en el cine, pero ahora mismo no lo recuerdo.
También muchos habéis comentado que os sorprendió que hicieraque Steve fuera un cantante en esta historia, que lo habíais vistocomo un pintor o miembro de los militares y cosas similares. Pero, sirecordamos el Soldado de Invierno (y me refiero a la película) elpropio Rogers le dice a Romanoff, antes de que salte del avión albarco que iban a rescatar, que su idea de un buen sábado por lanoche, era quedar con su grupo de amigos para cantar. Así que ya noes solo que el actor Chris Evans cante, si no que el propio personajelo hace. A parte de pintar, nuestro capi canta.
Así que, en parte, ese también es el motivo por el que he hechoque Steve no sea policía o militar como he hecho que Sam y Buckysean. Steve tiene el suficiente talento como para que fuera lo quequisiera ser, pero he decidido quedarme con ese detalle antiguo de suvida, de lo que hacía antes de ser el Capitán América.
Creo que ahora mismo no tengo nada más que comentar, así quecreo que me voy a despedir de vosotros hasta el siguiente capitulo.Como siempre, manteneos sanos y nos seguimos leyendo.
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