Capitulo 75
Buenas a todos losMarvelitos a un nuevo capitulo de esta historia.
Para aquellos que ospreocupasteis por lo que comenté en el anterior capitulo, ya meencuentro mucho mejor, solo esperando que la calma dure mucho tiempo(aunque no suele ser el caso) y ya estoy con más ánimos. Es eso oestar hundida en un pozo de depresión. Y como yo me aburriríademasiado dentro de un pozo, sin nada que hacer, me he puesto enmarcha y hoy he escrito dos capítulos, este y el siguiente, asíque, al menos, tendréis historia para esta semana y la que vienegarantizada. ¡¡¡Bien!!!
Como siga alargando lacosa, al final vais a tener que adoptarme en vuestra familia o algo,porque vamos a llevar tanto tiempo juntos que es que ya sería partede ella (y cambiar de familia tampoco me vendría nada mal)
En este capitulo, comoviene siendo ya la fuerza de la costumbre, tendremos a dos parejas.Una de ellas es, de nuevo, el Clintasha, porque tengo que avanzarmucho con ellos como para poder ponerlos a la misma altura que losdemás. Así que, para aquellos que estabais tan contentos con suaparición aquí (que me pillo de sorpresa hasta a mí) pues yasabéis. Vais a poder disfrutar de ellos un ratito más.
Decir que hasta yo meacabé riendo casi al final de la escena, ya me diréis vosotros cuálfue vuestra reacción con lo que ocurre, ¿sí?
¿Y quiénes son losotros? ¿Quién podrían ser a estas alturas? Sinceramente, creo quemi cerebro lo echa a suertes cada vez que tengo que buscar lasparejas y saber de quién hablar en cada ocasión, porque ni yo mismasé quiénes son cuando empiezo a escribir. Menos mal que uso elmóvil para escribir los fics y luego los paso, porque así puedodeciros quiénes son.
Sí, son ellos, losinimitables WinterFalcon!!!! *Gritos de fans modo on en mi cabeza*.
Tenía la impresión deque contaba cosas de ellos, pero solo por encima, así que aquívamos a ver qué ocurre entre estos dos cuando por fin les llevan alpiso el sofá y la cama que han comprado. Sí, gente. Un piso vacío,solo con ellos dos, y una cama. Creo que no voy a tener que añadirmucho más, ¿verdad?
Pero, como siento que,como siga hablando, os acabo destripando el capitulo, será mejor quedeje de darle a la sin hueso y os deje con el capitulo. Como siempre,disfrutadlo y seguiremos hablando al final.
CAPITULO 75
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Por la mañana temprano, Natasha caminaba por la empresa, haciendoresonar sus tacones altos, mientras se dirigía hacia el despacho deClint, con la agenda del grupo ya bien organizada entre las manos,queriendo darle esa información.
Después de todo, este, como el jefe de la discográfica de caraal resto del mundo, tendría que saber dónde estaban sus grupos y loque estaban haciendo.
Para cuando llegó al despacho, este se encontraba de espaldas,buscando algo en la librería que tenía justo detrás de su mesa.
-¿Sete ha perdido algo?- comentó.
El susto de Barton no fue pequeño, pues se irguió en el acto yvolvió la cabeza hacia ella como un rayo.
-Dios, Natasha. ¿Nunca has pensado en ponerte un cascabel o algoasí?
-¿Es un nuevo juego sexual?- replicó ella a su vez, dejando laagenda del grupo para las próximas semanas encima de la mesa.
-Ya me gustaría a mí- comentó Clint por lo bajo, echando manoa los papeles.-¿Ya has formado su agenda para las próximas semanas?
-Sabes que soy buena en mi trabajo- fue lo que esta le respondió,erguida, sacando pecho y con ambas manos descansando en el regazo.
Si se quería profesionalidad, se sabía que había que contarcon ella.
-No lo dudo- comentó Clint, señalando los papeles, dejandoestos sobre la mesa.-Lo organizaré con el resto de grupos. Cuandoencuentre esas carpetas- afirmó, volviéndose de nuevo hacia lalibrería de su espalda.
Así que eso era lo que había estado haciendo, buscando archivosde la empresa en aquella maraña que tenía allí organizada.
-Nunca fuiste muy ordenado- comentó Natasha, viendo el agobioque estaba empezando a carcomerse a este.
-Bueno... por lo general, siempre encuentro las cosas, así queno hay que preocuparse. Daré con esos papeles y... ya está.
-Por si quieres saberlo, también te lo he mandado por email,para que te resultara más fácil tener acceso a ellos y que no se teperdieran.
-Siempre tan diligente, Nat- comentó este, aún con la vistaclavada en las hileras e hileras de papeles que tenía allí, a penasorganizadas.
Si este tenía un secretario o alguien que se encargara de llevaren orden sus asuntos, no lo parecía.
Natasha se dio la vuelta para salir de allí y volver a sutrabajo, dejando a este con su problema de organización, cuandoBarton se volvió hacia ella.
-Quería hacerte una pregunta.
Esta se detuvo y volvió la cabeza hacia él.
-Tú me dirás.
-¿Qué te pareció la cena?- le preguntó Clint, dirigiéndoleuna pequeña sonrisa.
Esta lo observó con atención, pensando seriamente quéresponderle.
Sabíaque este esperaría algún tipo de respuesta positiva, algo que solodaría alas a sus ya fundadas esperanzas de tener algo con ella.Pero, por otro lado, tampoco pensaba mentirle para que la dejara enpaz.
-A pesar se lo que creía, me lo pase bien- admitió.-Tienes esaextraña cualidad de hacerme sonreír, incluso aunque no quiera.
-Sí, bueno... Es uno de mis encantos ocultos- comentó este,encogiéndose de hombros, como si quisiera restar importancia a esehecho.
Sin embargo, la sonrisa de anuncio que se formó en sus labiosante sus palabras desmintió la calma que quería transmitir.
-En algún momento, harás muy feliz a una chica- comentó ella.
Sabía que a este le molestaba que nombrara a otra supuesta mujercon la que debería estar. Pero su armadura, esa muralla impenetrableque se había forjado a su alrededor durante años, la invitaba adecir todo aquel tipo de cosas precisamente por ello, porque sabíaque era algo que podría molestarle y, por ende, alejarlo de ella.
Clint suspiró, apoyando las manos en su mesa, y alzó la cabezahacia ella.
-¿Estamos de nuevo con eso?- comentó.
-Yo no he dejado ese tema en ningún momento- fue la respuestaque le regaló ella.
-Sabes que no voy a desaparecer así como así de tu vida. Y quetampoco voy a dejar de insistir.
-¿Sabes que eso podría considerarse acoso sexual?-comentó Nat,como de pasada.
Estaba claro que no le denunciaría de verdad, pero no estaba de másque estuviera informado sobre el tema.
-Supongo que se podría, siempre y cuando tú no te sintierasalagada por ello- le replicó Clint a su vez, haciendo que estapareciera indignarse.
-¿Cómo dices?- murmuró Natasha.
-Ya me has oído. Por mucho que trates de mantenerme alejado,siempre vuelves a hablar conmigo, siempre estás cerca. Hasta acabasde admitir que te hago reír. Y eso, viniendo de ti, es un granalago.
-¿Por qué demonios te muestras tan seguro solo en este tipo desituaciones?- comentó esta, volviéndose hacia la mesa, dando unospasos hacia esta.
-Porque solo puedo mostrarme confiado cuando sé al cien por ciende que llevo razón.
-Eso podría volverte algo irritante- comentó ella.
-Vamos, Nat. Los dos sabemos de sobra que, si de verdad meconsideraras irritante, me habrías dado una paliza hace mucho. Séde lo que eres capaz.
-Ydeberías tenerlo en cuenta cuando sueltas semejantes cosas con esatranquilidad- le dijo esta a su vez, apoyando también sus manos enla mesa, inclinándose hacia él.-¿Te crees tan irresistible que note diría que te fueras a paseo en cualquier momento?
-No, lo que sé es que, si de verdad pensaras eso, ya me habríasgolpeado la cabeza contra la mesa. En lugar de eso, aquí estamos losdos, hablando tranquilamente sobre el tema.
-¿A ti te parece que esto es hablar tranquilamente del tema?- sequejó esta.
-No están oyendo nuestros gritos toda la empresa, así que sí,es una conversación tranquila.
-A veces, también tienes la cualidad de irritarme- afirmó Nat.
-Bueno... no pueden ser perfectos todos los aspectos de unapareja.
-No somos una pareja.
-De momento, no- comentó Clint, dirigiéndole una sonrisa demedio lado que la irritó aún más.
-Debería haberte mandado al diablo cuando tuve ocasión- murmuróNatasha.
-Te habría gustado, ¿verdad? Aunque creo que ya es tarde paraeso.
-¿Por qué?
-Por esto.
Aprovechando que ambos estaban inclinados el uno hacia el otro enla mesa, Clint alzó una mano y rodeó la nuca de Natasha con ellasin problemas.
Antes de que la pelirroja supiera exactamente lo que estabaocurriendo, Barton la inclinó más hacia él y la besó.
No fue un beso exigente, no le estaba demandando nada. Solo erauna caricia de labio sobre labio, como si estuviera tratando de quese conocieran a un nuevo nivel, como si estuviera probando hastadónde estaba dispuesta a llegar ella. Sería el tipo de beso quepegaría en una película romántica, cuando los dos protagonista seencuentran, jadeando, bajo la lluvia porque ambos han salidocorriendo para buscar al otro.
O, al menos, para ella, se sintió de ese modo. Era de esos besosque parecen acariciar todo el cuerpo, el que trata de decirte algosin palabras, solo con sensaciones, ese tipo de beso que hacia quesintieras deseos de alzar un pie y hacia explotar el nido demariposas que todo el mundo parecía tener escondido en el estomago.
Y, sin embargo, a pesar de todo eso, cuando Clint se separólentamente, queriendo procesar su reacción, esta le cogió la cabezay se la aplastó contra la mesa.
-¡Ay,ay, ay! Cuidado, Nat. Soy un hombre delicado- comentóeste, tratando, a pesar de todo, de no moverse de donde esta le habíaclavado.
-¡Pero, ¿es que acaso estás loco?!- le gritó esta, con lacara más roja que el cabello, tratando de alejar la vergüenza queeste le había hecho sentir.
Ella no era una mujer vergonzosa. Había hecho cosas con susamantes que avergonzarían al más experto y experimentado, pero, aúnasí, este, con aquella clase de beso, parecía haberla llevado devuelta a sus catorce años, cuando había dado su primer beso aalguien que le gustaba.
Y a Natasha no le gustaba que tuvieran semejante poder sobreella.
-¡Estamos en la empresa, los dos estamos trabajando! ¡¿Cómose te ocurre hacer una tontería como esa?!
-No sé. Me pareció un buen momento. Yo estaba cerca, túestabas cerca... Ya sabes- comentó Clint, con las manos sobre lamesa y aún tratando de no moverse.
Sentía la mano de Nat en el cabello, tratando de mantenerlo allíinmovilizado, lo que significaba que la había desestabilizado porcompleto.
Era un muy buen primer paso.
-¡Ni se te ocurra volver a hacer algo parecido si aún quieresconservar la cabeza sobre los hombros!- le siguió gritando esta.
-La próxima vez, debo pedirte permiso. Entendido- afirmó este,manteniéndose tranquilo.
-¡¿Cómo que permiso?! ¡Ni siquiera se te ocurra volver aacercarte a mí con esas intenciones!- gritó esta.
-Entonces....¿cómo voy a volver a besarte?
-¡Es que no vas a volver a hacerlo!- exclamó Nat, apretando sucabeza más fuerte momentos antes de soltarlo y salir pitando de lasala.
Clint se incorporó solo a tiempo de ver como esta desaparecíarápidamente por el pasillo, haciendo que una sonrisa de medio ladose formara en su cara.
Nohabía conseguido una declaración por parte de esta, pero ya habíatenido un beso. Pasitos de bebe. Lentos peroseguros.
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Almismo tiempo, en otra parte de la ciudad, Sam y Bucky habían vueltoal apartamento alquilado pues, tras hablar con los de la tienda demuebles, habían quedado con estos en que les traerían la cama y elsofá por la mañana temprano.
Así que, ambos, con unos cafés comprados en una tienda cercana,donde casi se podía contar como robo cuando les habían dicho elprecio por los dos, observaron como los transportistas dejaron elsofá allí donde les habían dicho y se ocupaban de montar la camaque habían elegido en lo que sería el dormitorio.
La cama iba por piezas, así que habían podido subirla por elascensor. Sin embargo, el sofá ya había sido tarea más difícil yhabían tenido que subirlo por el balcón.
Menos mal que todo aquello iba incluido en el precio.
Para cuando terminaron de montarlo todo, Bucky se empeñó endarles una propina y cerró la puerta con una sonrisa en los labios.
-Ya estamos formando nuestra casa- comentó, volviéndose haciaSam.
-Bueno... tenemos un sofá y una cama. Nos falta mucho trabajoque hacer aún.
-Pero de eso nos ocuparemos poco a poco- afirmó el castaño,acercándose hasta él y abrazándole por la espalda.-Es lo divertidode esto. Elegirlo todo entre los dos.
-Eso lo dices porque no nos recuerdas en la tienda de muebles,¿verdad? Tardamos casi cuatro horas en ponernos de acuerdo en dosmuebles. No quiero ni imaginar el infierno que nos espera para elresto.
-No pienses en eso ahora- susurró este, regalándole un beso enel cuello.
En el acto, la piel de Sam se erizó, pues este sabía de sobraque aquel era uno de sus puntos débiles.
-¿Qué estás haciendo?- le preguntó a Bucky.
-¿A ti qué te parece que estoy haciendo?- susurró este,siguiendo con los besos.
-Si me preguntas, yo diría que el idiota.
-Vamos, Sam. No te hagas el difícil. Y tenemos cama en nuestroapartamento.
-Te encanta decir eso, ¿verdad?- le soltó el halcón gruñón.
-¿El qué? ¿Nuestro apartamento?
-Sabes perfectamente de lo que te hablo.
-Cierto. Es casi como si ya estuviera dentro de tu cabeza- afirmóeste, llevando una de sus manos al interior de la camisa de Sam.
Este apretó los labios, sabiendo que las cosas se estabanponiendo peligrosas. Pero, aún así, no hizo nada por apartarlo.
-¿No te vas a quejar?- le preguntó Bucky.-¿Ni a gritarme opegarme?
-¿Es que esperas que lo haga?- le soltó Sam a su vez, tratandode girar la cabeza hacia él.
-La verdad es que ya me he acostumbrado tanto a esas cosas quehasta me pone- afirmó este sin ningún tapujo, solo haciendo que Samse pusiera nervioso.
Él nunca podría admitir algo como eso con semejante calma.
-Eres un pervertido. Eso es lo que eres- le soltó el halcóngruñón.
-Um, sí. Insultame más- murmuró Bucky, alzando la camisa deSam, tratando de quitársela.
-Nome va ese rollo- le replicó este.-Así que deja de tratar detransformar esto en 50 Sombras de lo que sea.
-Estás muy mono cuando intentas hacer una referencia y no tesale.
Comentó aquello dirigiendo sus manos hacia los pantalones deeste.
Como Sam se negó a alzar los brazos, le había dejado la camisapor la clavícula, dejando todo su pecho al aire. Y, ahora, de maneraininterrumpida, pensaba dirigirse a un nuevo objetivo.
-No puedes decirle a un tío... que está mono- murmuró este,bajando la vista, viendo como las manos de Bucky abrían la prenda yse internaban en esta.
Echó la cabeza hacia atrás sin remedio, hacia el hombro deeste, y trató de contener un gemido.
-Hace demasiado tiempo desde la última vez- murmuró el castaño,centrado en la tarea.-Ya echaba esto de menos.
Sam habría comentado algo si aún conservara la capacidad dehablar, pero Bucky se la había arrebatado en el mismo momento en elque había hecho desaparecer sus manos bajo su ropa. Un truco demagia que parecía gustarle mucho.
-Vamos, Sam. Ponle más iniciativa- comentó este, viendo como elhalcón gruñón solo trataba de mantenerse en silencio, dejándolehacer.
Había descubierto hacia demasiado que tratar de negarse a Buckysería inútil.
-¿Y qué se supone que quieres que haga?- replicó este,tratando de volver la cabeza hacia él y hablar con normalidad almismo tiempo.
La mano que aún se encontraba dentro de su ropa interior estabahaciendo mella en él y le costaba trabajo respirar.
Aunque no lo admitiera, también había sido un tiempo para Samdesde la última vez y, aunque no lo dijera, hasta lo había echadode menos.
-Vaya. Tan listo tan rápido. Realmente, has tenido que estaraguantándote todo este tiempo, centrándote en estudiar- comentóBucky, regalándole un nuevo beso en el cuello que le hizo temblar dearriba a abajo cuando puso más empeño dentro de su ropa,asegurándose de que, al menos, una parte de su cuerpo lo recordaba.
No podía atacarle por varios frentes. Eso era injusto.
En otra ocasión, Sam se habría hecho de respetar en un momentoasí, le habría gritado a Bucky o pegado de alguna manera. Pero noahora, no en aquella ocasión.
Aún tratando de no ponerse a gemir en voz alta, el castañoempezó a conducirlo hacia el dormitorio, casi totalmente falto demuebles.
En realidad, solo tenían el único que necesitaban.
Paracuando llegaron a este y Bucky cerró la puerta, más por costumbreque porque alguien fuera a poder verles, Sam colocó la mano en sunuca y lo atrajo para besarle.
Fue un gesto inesperado, pero bien recibido por parte delcastaño, que no pudo evitar sonreír al ver a este tan suelto.
-Ey- comentó cuando se apartaron para respirar.-¿Te heencendido más de lo que debería?
-Te recomiendo que cierres el pico- le dijo Sam.
Bucky estuvo tentado de decir algo más, cualquier cosa para vermás reacciones de este, pero Sam cortó eso con un nuevo beso, muchomás profundo que el anterior, más intenso.
Estaba claro que no estaba jugando ni de broma. Ambos habíanesperado poder encontrarse a solas, lejos de miradas indiscretas,para poder compartir un momento de intimidad.
Sam fue el primero en quitarle la camisa a este, que no tardó enrepetir el gesto con él, sin dejar de besarse, solo separándose eltiempo justo para poder respirar y desvestirse al mismo tiempo.
Las manos temblaban, casi como si fuera la primera vez que hacíanaquello, notando la urgencia, la necesidad que corría en el aire...
Bucky ni siquiera supo bien lo que estaba pasando hasta que Samle dio un empujón y se vio tumbado sobre su cama nueva.
Por un momento, se mostró sorprendido, era muy raro que elhalcón gruñón tomara semejante iniciativa, pero él no iba aprotestar si se iba a ver así de bien mientras tanto.
Sam, ya sin nada en la parte de arriba, con los pantalonesabiertos y pareciendo tan necesitado, con los ojos clavados en él,era una visión bastante tentadora como para cortarla.
Ambos deberían estar helados, no habían encendido lacalefacción del piso, pero, si era así, ninguno dio muestras deello.
Y a Bucky hasta le subió la temperatura cuando vio como Samechaba manos de sus pantalones y prácticamente se los quitó de untirón. No opuso ninguna resistencia a ello. A decir verdad, aquellose parecía tanto a uno de sus sueños eróticos que ni siquiera leestaba pareciendo real.
Y, teniendo en cuenta que ninguno de los dos hablaba, todo teníamás forma de sueño que de otra cosa.
Cuando vio como el halcón también se deshacía de sus propiasropas sin ningún problema y se subía a la cama sobre él, con laspiernas a ambos lados de sus caderas, Bucky sentía que la cabeza ibaa estallarle en cualquier momento por la emoción.
-Díme que esto es real- murmuró, colocando una mano sobre lacadera de Sam, queriendo ver si era tan tangible como parecía.
-No seas idiota- le respondió este.-¿En qué momento podríashaberte dormido?
Sí, aquel era su Sam, ese hombre que siempre le dirigía malaspalabras, pero que, en realidad, le decía mucho más que eso, esehombre que se quería guardar todo para sí, pero que, en momentoscomo aquel, dejaba todo al descubierto.
-Sí, eres tú de verdad. Ni en mis sueños eres tan borde.
-Lo dices como si no supiera ser de otra manera- protestó este,no pareciendo demasiado contento con las palabras de este.
-¡No!- le dijo Bucky en el acto, incorporándose hasta quedarsentado, rodeándole con los brazos.-Yo te quiero así. No necesitoser celoso porque ya te encargas tú de mantener a los indeseableslejos.
Aquello hizo fruncir el ceño a Sam.
-¿Me estás diciendo que soy un borde?
-Bueno...- comentó el castaño.
Pero el dedo de este sobre sus labios le impidió decir nada más.
-Será mejor que cierres el pico antes de que estropees esto aúnmás.
Y, para asegurarse de que Bucky tenía el pico bien cerrado,volvió a besarle mientras se encargaba de apartar la última prendade ropa que había entre ambos.
Cuando sus pieles hicieron contacto, Bucky jadeó en la boca deeste. Y, cuando Sam se alzó y descendió sobre él, las manos delcastaño se clavaron en la piel de sus caderas, indicándole sinpalabras, fácilmente, lo que le producía.
Sam lo miró, observo los ojos cerrados de este, el modo en elque parecía totalmente perdido en las sensaciones, solo haciendo quetodo su cuerpo cosquilleara por dentro...
Por supuesto, jamás le hablaría de eso, de lo que le hacíasentir. Sería demasiado vergonzoso y dudaba siquiera de que laspalabras pudieran brotar.
Pero podía decírselo de aquella manera, besándose, recreándoseel uno en el otro.
Sam se aferró al rostro de este, profundizando sus besos,mientras no dejaba de moverse, al mismo tiempo que Bucky se veíaincapaz de soltarlo.
Era como si, de hacerlo, fuera a perderse en mitad de unatormenta.
Jadeó aún más fuerte, dándole igual lo que pudiera parecer,mientras Sam lo miraba y aumentaba el ritmo, acercándoles a ambos alborde. Y, cuando cayeron por el precipicio, el halcón gruñón alzóla vista al cielo y Bucky solo apoyó la cabeza contra él, ambostemblando, sin aire, envueltos en el otro.
Sí, ambos habían necesitado aquello, se habían necesitado eluno al otro. Y lo seguirían haciendo. En el futuro.
Findel capitulo 75
Sí,amigos y amigas Marvelitos (pues sé que hay hombres por aquí).Tenía que hacer este capitulo, tenía que hacer un nuevo encuentroentre estos dos porque, desde que los padres de Sam supieron queestaban juntos, el padre de este los ha tenido vigilados para que nohicieran nada que no debieran bajo su techo. Y, con el ir y venir degente que hay en esa casa, era imposible que tuvieran un momento depaz. Y ambos lo necesitaban y se lo merecían.
Losamantes de WinterFalcon deberíais estar más contentos por esto.
Y,por otro lado, tenemos el Clintasha. ¿Ahora entendéis porqué me heestado riendo con su parte? Esa reacción de Natasha ha sidodemasiado buena. Cuando me la he imaginado allí, con la mano deClint tras su nuca, a punto de alzar una pierna por el beso, y le hacogido la cabeza y se la ha estampado en la mesa por la vergüenza,me he reído lo que me he tenido que reír yo sola.
Esque ha sido demasiado bueno. Ese Barton no le teme a la muerte si seatreve a hacerle una jugada como esa a Romanoff, desde luego.
Bueno...en estos momentos, no tengo nada más que comentar, así que,evitando soltaros un rollo demasiado largo, me despido en este puntode vosotros, Marvelitos, para ponerme cuanto antes a repasar elsiguiente capitulo y prepararlo.
Comosiempre, ya lo sabéis más que de sobra, manteneos sanos y nosseguimos leyendo en el siguiente capitulo. Hasta pronto.
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