Capitulo 4
Buuuuuuuuenas a todaslas personitas que estéis ya ahí, leyendo esta recién iniciadahistoria. No me preguntéis porque tengo la manía de llamarospersonitas, porque ni yo misma lo sé. Pero cuando inicio loscapítulos con alegría, suelo llamaros así, así que no os lotoméis a mal.
Como os dije al finaldel capitulo anterior, este capitulo inicia con Sam y Bucky entrandode manera más profunda en la historia, así que, aquellos que notoleren esta pareja mucho (en mi historia anterior había gente queno les gustaba la pareja de Wanda y Visión. Ya me creo que no osguste cualquiera de las otras parejas que pueda hacer) solo tenéisque saltaros la historia por este capitulo. Es posible que lasparejas se mezclen con la historia principal (aún no lo sé) pero sino queréis saber de ellos en concreto, no os obligaré a leerlo.
Y.......creo que ahoramismo no tengo que decir mucho más, así que os dejo con lahistoria.
CAPITULO 4
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-¡Ey, Steve, tío! ¡Que soy yo! ¡Bucky!¡Ya he vuelto!
Aquella condenada voz estaba resonando por todo su condenadopiso, incluso cuando había tratado de ignorarla.
Hasta sus padres y hermanos se habían ido a cenar fuera paradejarle tranquilidad para estudiar, sabiendo que se irritaba cuandono podia concentrarse debido a otros.
Y, sin embargo, allí estaba aquel condenado tipo.
Lo conocía bien. Era un antiguo amigo de Steve, más antiguo queél mismo. Por lo que tenía entendido, hasta sus madres habían sidomejores amigas antes de que ellos nacieran, así que ya habíanestado destinados a ser amigos incluso antes de nacer.
Por lo que sabía, la familia de Bucky se había tenido que mudar,pero él y Steve habían seguido en contacto. Se mandabancorrespondencia casi diariamente, incluso teniendo internet parapoder hablar, Steve iba a su casa cuando podía y Bucky había venidoa aquí en más de una ocasión.
Pero, a pesar de ello, de tener un buen amigo en común, siemprehabía habido algo en Bucky que nunca le habia terminado de gustar.No sabía qué era exactamente, pero siempre habia logrado sacarlo desus casillas, incluso cuando este nunca lo habia pretendido.
-¡Eh!- le gritó, abriendo la puerta de golpe, comprobando queBucky había pensado tirarla a bajo si no abría.-Steve no estáaquí. Deja de aporrear la puerta.
-¿No está aquí?- repitió este, ignorando a propósito la caraenfadada de Sam.-Ya he ido a su casa y allí tampoco estaba.¿Dóndese ha metido?
-Tenía una actuación hoy con su grupo.
-¿Por fin han tenido un golpe de suerte?- preguntó Bucky,haciendo que Sam viera como se le iluminaba la cara al decir eso.
-No, tarugo. Tenían una fiesta en la que actuar. Volverá tarde.
-Oh- murmuró este, agachando la cabeza un momento hacia elsuelo.-¿Puedo esperarle aquí?
-No- fue todo lo que dijo Sam, tratando de cerrar la puerta.
Pero Bucky era más rápido y, al parecer, más fuerte que él,ya que solo tuvo que apoyar la mano en la puerta para impedirlecerrar.
-Venga, Sam. No seas así. Somos amigos.
Aquella afirmación dejó a este sin palabras.
¿Amigos? ¿En qué momento de su historia habían parecido algocercano a ser amigos? Si había sido así en algún momento, lo habiaolvidado.
Antes de que se le ocurriera algo que decir, este ya se habíacolado dentro de su casa y contemplaba el salón con curioso interés.
-Esto no ha cambiado nada- comentó.
-¿Y porqué iba a cambiar?- le dijo este a su vez, cerrando lapuerta con mala gana, sabiendo que ya no habría modo de echarle.
Su mera presencia lo ponía nervioso y no saber porqué leocurría eso era lo que le irritaba. Bucky siempre habia actuado comosi no se diera cuenta de ello, pero, cuando habían estado los tresjuntos, tanto Sam como él hablaban para Steve. Incluso cuandopluralizaban, siempre era mirando a su amigo en común.
-No sé. Han pasado unos cuantos años desde que estuve aquí. Yahas podido modernizar la casa un poquito.
-La casa está perfectamente como esta- se quejó Sam,dirigiéndose hacia la mesa de la cocina, donde tenía todos susapuntes.
Bucky echó un vistazo a sus papeles en cuanto estuvo losuficientemente cerca, pero Sam no le invitó a sentarse ni leofreció nada para beber.
-¿Para policía?-preguntó Bucky.
-¿Qué haces aquí?- le preguntó Sam a su vez, notando como subarómetro de irritabilidad iba en aumento.
-Venía a ver si Steve estaba aquí.
-¿Y una vez que has visto que no estaba?
-He decidido quedarme con mi otro amigo.
¿Seria demasiado cruel reírse de esas palabras?
-¿Amigos? ¿Desde cuando hemos sido amigos, Bucky?
-Bueno....si tengo que recordártelo yo, es que tanto estudiar teha afectado de alguna manera- comentó este, con una enorme sonrisaen la cara mientras se sentaba a su lado.
Sam optó por ignorarlo, pero Bucky apoyó su cabeza en una manoy se dedicó a mirarlo fijamente, haciendo que apretara los puños,tratando de hacer el mayor esfuerzo posible por ignorarlo. Aunque eradifícil, ya que este parecía que podia permanecer así todo eltiempo del mundo.
-¿Quieres algo?- le soltó Sam después de cansarse de su pesadamirada, sin levantar la vista de los libros.
-No. Solo es que me aburro.
-Pues vete a tu casa- le espetó.
-Sabes que no tengo casa aquí. Vine a pasar unos días con Stevey me he encontrado solo en su rellano. Su madre tampoco parecíahaber vuelto de trabajar.
Sam suspiró, sabiendo que no iba a conseguir concentrarse enestudiar si él estaba a su lado, así que cerró los libros y seechó hacia atrás en su silla, echándole un vistazo a este.
-Y, si has venido para quedarte con Steve, ¿donde están tusmaletas?
-Se las deje al conserje de su edificio. Me conoce desde haceaños, así que me ha dejado guardarlas en uno de sus armarios cuandohe dicho que iba a mirar si estaba por aquí.
-Pues haberte quedado allí- le soltó el malhumorado rapado.
Aunque Bucky no pareció tomarse a mal sus palabras. Solo hizocomo que no las habia oido.
-Podría quedarme en tu casa- comentó este se repente, echandoun nuevo vistazo a su alrededor.-Si Steve esta ocupado trabajando....
-¡Ni de coña!- le soltó Sam.-Además, tengo que estudiar. Túserías un estorbo.
-Estoy en el ejercito- le recordó este.-Podría ayudarte con tusestudios. Desde luego, ser policía tiene que ser más fácil queestar en el ejercito.
-No- fue la rotunda respuesta de Sam.
Pero en ese momento la puerta principal de la casa se abrió yentraron los padres y hermanos de Sam.
La señora Wilson entró en la casa la primera y pareciósorprenderse de ver allí a Bucky, sobretodo porque su hijo no lehabia dicho en ningún momento que este fuera a venir.
-¡Bucky! ¡Cuanto tiempo, hijo! ¿Cómo es que estas poraquí?-le preguntó, acercándose hasta este y dándole un abrazo queel, hasta entonces, desaparecido joven no tuvo problemas enresponder.
-He venido a visitar a la vieja pandilla y me he encontrado queSteve esta trabajando y que tu hijo esta tan metido en los estudiosque ni siquiera quiere ayudar a un viejo amigo- se quejó este,haciendo un leve puchero.
En el acto, la madre de Sam se volvio hacia él.
-¿Eso es verdad, jovencito? ¿Así es como yo te crié?
-Mamá, quiere quedarse en casa- trató de defenderse este.
-¿Y qué problema tendrías con eso?- le dijo su madre.-Buckyviene muy pocas veces al año.
-Tengo que concentrarme en estudiar y con el en casa sera un pococomplicado.
-Más complicado es para él venir hasta aquí y darse cuenta delos amigos tan desconsiderados que tiene.
Otra vez la palabra "amigos". Y ahora, encima, saliendode boca de su madre, con Bucky asintiendo a su lado.
¿Alguien podía explicarle cuando Bucky y él se habían comportadocomo si fueran verdaderos amigos? Porque no conseguía recordarlo.
-¿Y qué quieres que haga, mamá?- le preguntó Sam a esta.
Sabia que era inútil discutir, que, si ella quería algo, lo ibaa conseguir, así que era mejor rendirse sin luchar, ya que seria unesfuerzo en balde.
-Que le hubieras ofrecido un sitio en tu propio cuarto, egoísta.Eso es lo que hacen los amigos. Bucky siempre ha sido muy bueno yresponsable, así que seguro que no te va a molestar de ningún modo.
Sam sintió ganas de gritar, de decir que eso era imposible. Que,ni por todo el oro del mundo, iba a permitir que James Buchanan(Bucky) Barnes compartiera el mismo espacio vital que él. Pero conla mirada tajante de su madre sobre él, supo que tenia que tener laboca bien cerrada y hacer lo que ella le habia dicho. Si no, iba aocurrir exactamente lo mismo, añadiendo una buena bronca de su madreen el proceso.
Ella siempre conseguía hacerle sentir como si aún tuviera 6 años.
-Está bien. Le haré un hueco en mi cuarto- aceptó, de malagana, sabiendo que no tenia de otra, dirigiéndole una mirada mortalal recién llegado.
No sirvió de mucho. Este simplemente le ignoró.
Al instante, Bucky sonrió y abrazó a su madre, haciendo queesta se riera, como si él ni siquiera estuviera en el cuarto. Sushermanos se habían ido a sus propios cuartos cuando habían visto asu madre enfadada. Su hermano mayor, Gideon, ya sabía lo que podíaocurrir allí. Y su hermana pequeña, Sarah, siempre procuraba estarlejos cuando la ira se desataba para evitar acabar salpicada por algoen cualquier momento. La señora Wilson era temible estando enfadada.
El padre de Sam, Paul, solo fue a la cocina tan calmado como siestuvieran hablando de la agradable noche que hacía fuera, y tomóuna cerveza, echándole un vistazo a su hijo, indicándole que no seiba a librar de aquello de ninguna de las maneras, compartiendo esaclase de mirada paternal que le indicaba que sabía por lo que estabapasando.
-¡Gracias, señora Wilson! ¡Voy ahora mismo a por mis cosas!-soltó Bucky, sonriendo ampliamente, aún hablando con DarleneWilson.
-Bien. Corre antes de que se te haga más tarde. Las calles porla noche son peligrosas. Nueva York no es la ciudad más segura delmundo.
Bucky solo asintió y se dirigió hacía la puerta sin perder tiempo,despidiéndose de los presentes con un gesto de la mano de lospresentes, antes de abandonar el piso, dejando a Sam y a sus padresobservando la puerta desde la cocina.
¡Un momento! ¡Que alguien echara el freno en aquel mismoinstante! ¡¿Por qué nadie le daba las gracias a él, que era elque había acabado aceptando tener a Bucky en su cuarto, compartiendocon este su preciado espacio vital?! ¡Estaba rodeado dedesagradecidos por todas partes! ¡¿Qué clase de familia tenía,que no tomaban en cuenta su opinión?!
Sin embargo, no dijo nada cuando vio como Bucky salía de casa,de camino a recoger sus cosas, a pesar de sentirse traicionado portodos en aquellos momentos.
Después de todo, tenia la atenta mirada de su madre encima, por sise le ocurría abrir la boca para soltar alguna queja, lista parasoltarle alguna de las suyas y que no se le ocurriera volver aseparar los labios.
-Más te vale portarte bien con él- le advirtió, después deque la puerta llevara un rato cerrada, volviéndose hacía él.
-Mamá, ya no tenemos cinco años- se quejó este, viendo queseguía tratándolo como si fuera un niño pequeño al que tuvieraque controlar continuamente, como si fuera a meterse en algún líosi le quitaba los ojos de encima.
-Me da igual lo que digas o lo que protestes. Me cae muy bienBucky, así que espero que lo trates bien el tiempo que este aquí.¿Teha quedado claro? Si se queja por cualquier cosa de tucomportamiento, tú y yo tendremos una buena charla, jovencito.
Y, a regañadientes, a Sam no le quedó de otra más que asentir,viendo como su padre sonreía por detrás de su cerveza. Lo másseguro era que le divirtiera ver que, a pesar de los años, su esposaera capaz de poner firmes a sus hijos en el momento que ellaquisiera, siendo el modelo a seguir que tendrían que tener algunosmilitares.
Bucky se había aprovechado del hecho de que le caía muy bien a sumadre para colarse en su casa, eso había quedado claro. Siempre sehabía mostrado encantador con ella en las ocasiones en las que habíaestado allí con Steve, ayudándola a recoger la mesa y cosas así.El típico comportamiento que a las madres les encantaba y que luegoles decían a sus hijos que porqué no podían ser así de educados,delante de sus amigos. Pero Sam dudaba que solo quisiera quedarseallí porque Steve aún no había llegado a su casa e iba a tenertrabajo. Él también tenía que estudiar y eso le había importadomuy poco.
¿Qué motivos escondería el moreno para querer quedarse allí?¿Acaso.....le estaba buscando algún mando militar y por eso queríaesconderse donde nadie le buscaría? ¡Dios! Su mente estaba volandodemasiado en aquellos momentos.
-Creo que no te va a quedar de otra que aceptar que ese chico sequede aquí, te guste más o menos- le soltó su padre, dándole ungolpe en el hombro y sujetándole, aún sonriendo un poco, con sucerveza en la otra mano, tratando de parecer comprensivo al mismotiempo que parecía que se estaba burlando de él.-Si tu madre hadecidido que seas un ángel con ese chico, lo vas a tener que hacer.
-¿Y crees que es normal que tu mujer se comporte de esa manera contu propio hijo? ¿Qué meta en su casa a alguien que a penas conocede haberlo visto unas cuantas veces por casa, creyendo que su hijo yél son amigos? A mi no me parece normal.
-Te diré un secreto, Sam. Desde que me casé con tu madre, jamás mehe metido en ninguna de las decisiones que ha tomado firmemente. Esel único modo de continuar con vida- le respondió este,dirigiéndole una sonrisa aún más amplia mientras salía delcuarto.
Se dio cuenta en ese momento de que todos se habían ido a suspropias habitaciones, descansando después de la cena familiar, y lehabían dejado allí a él, para que esperara el regreso de Bucky yle abriera la puerta.
Soltó un bufido molesto, queriendo que lo oyeran, dejando claro suindignación.
Sin embargo, a regañadientes, esperó allí sentado, controlando elreloj mientras finjia que seguía estudiando, a que volviera Bucky.
Después de todo, su madre tenía razón. Las calles eran muypeligrosas por la noche. Todo lo peorcito de la ciudad se ponía enmarcha en cuanto caía la noche y no era un trayecto pequeño irdesde Harlem a Brooklyn, sabiendo perfectamente que Bucky iríacaminando de un lugar a otro, sabiendo que tampoco era un paseopequeño.
Podía encontrarse con bastantes cosas feas allí fuera, por muchoque este presumiera de estar trabajando para el ejercito. Sabía queBucky era capaz de dar buenas palizas, conocía su historia con Stevede haberla oído tantas veces. Pero enfrentarse a unos niños decolegio no era lo mismo que tener que hacer frente a alguna de lasbandas callejeras que pululaban por la ciudad, haciendo ver que laciudad era suya.
Comenzó a golpear sus libros con un pobre bolígrafo, que no teníala culpa de nada, mientras su vista estaba clavada en el reloj quehabía en una de las paredes de la cocina, viendo como los minutospasaban lentamente. Incluso podría jurar que el ruido de la agujaque contaba los segundos se iba incrementando, haciéndose un ruidoinsoportable y ensordecedor.
Por un momento, se dijo si no habría sido mejor que le hubiera dichoa Bucky que le acompañaba, pero en el momento en el que el visitantehabía salido de su casa, él se encontraba lo suficientementeenfadado para no haber caído en ese detalle.
Por mucho que Bucky hubiera vivido allí antes y conociera el camino,las cosas en las calles, la forma de vivir que tenía la ciudad en lanoche había cambiado mucho desde que él era apenas un crío.
Bucky no dudaría en enfrentarse a alguien si intentaba atacarlo,incluso aunque estuviera en inferioridad de número y lo amenazarancon alguna arma.
Sam se tuvo que poner en pie para eliminar la imagen que habíaaparecido en su mente al pensar en ello; un Bucky tirado en el suelo,sangrante, moribundo, mientras uno de esos grupos callejeros, armadoshasta los dientes, lo veían morir lentamente, con un cuchilloensangrentado en las manos de alguno de ellos.
Se dijo que dejara de pensar desgracias, comprobando que no habíapasado tanto tiempo como le había parecido desde la ultima vez quehabía mirado el reloj y le dio por pensar si aquel viejo cacharroestaría funcionando bien.
Era posible que se le estuviera acabando las pilas y por esofuncionara más lento de lo normal, no marcando bien el tiempo.
También se dijo que dejara de ponerse en lo peor, así que se obligóa sentarse, concentrándose de nuevo en los libros que tenía sobrela mesa, tratando de tomar a puntos, concentrando su mente en otracosa.
Al fin y al cabo, si a Bucky le acababa pasando algo en el trayecto,solo sería culpa suya. Había sido él el que se había empeñado enir a su casa, en vez de hacer una simple llamada para preguntar siSteve estaba o no allí. Nadie le había mandado a hacerse todo elcamino hasta allí o convencer a la madre de Sam para que lepermitieran quedarse en la casa. Eso solo habían sido decisiones quehabía tomado él y solo él.
Sí, si algo le ocurría, solo sería culpa suya.
Y, aún a pesar de ello, de repetirse esas mismas palabras variasveces, Sam volvió a echar un vistazo al reloj, diciéndose si noestaba tardando ya demasiado en volver.
Era posible que no le hubiera ocurrido nada de camino de Harlem aBrooklyn, pero.....¿y si le había pasado algo de Brooklyn a Harlem?Llevando sus maletas con él, era un blanco claro para cualquierladrón que andara por las calles, queriendo tener sus cosas.
Y volvió a arrepentirse por no acompañarle.
Que no fueran amigos, no significaba que quisiera que le ocurrieranada malo. Sam nunca había sido de esos chicos que le deseara anadie ningún mal. Aunque también pensaba que había acabado siendoasí por su amistad con Steve. Rogers era tan noble que, al final,acababas siendo influenciado por él y eras incapaz de hacer ningunamaldad.
Volvió a ponerse en pie, mirando de mala manera aquel maldito relojque hacía que el tiempo pasara tan despacio, percatándose de que sucasa estaba por completo en silencio.
Eso solo podía significar una casa: toda su familia se encontraba yadurmiendo. La mayoría de ellos tenían sus propios televisores ensus cuartos, así que, a veces, incluso aunque fueran las tantas dela madrugada, podías escuchar el susurro del televisor en alguno delos cuartos. Y, sin embargo, en aquellos momentos, no se oía nada enabsoluto, ni el más mínimo ruido que pudiera distraer a Sam, aunquesolo fuera para acercarse al cuarto de alguno de sus hermanos yregañarlo por no estar durmiendo ya.
Normalmente, se quejaría si se tratara de su hermano Gideon. Pormucho que este fuera el mayor de los dos, Sam siempre había tenidomás dotes de hermano mayor que él mismo y, con el tiempo,simplemente había sido lo más natural dejar a Sam al mando en lostemas relacionados con los hermanos, ya que siempre había destacadocomo el más responsable de ellos.
Pero, si hubiera sido su hermana la que hubiera estado despierta, loúnico que habría tenido que hacer hubiera sido entrar en su cuartoy decirle que apagara la televisión y se pusiera a dormir y Sarah lohabría hecho en el acto. En cierta manera, esta siempre le habíaadmirado y nunca le había desobedecido, incluso aunque no legustaran sus ordenes.
Frustrado con todo y con todos, apoyó los puños crispados encima dela mesa, agachando la cabeza, pensando en qué hacer en aquellosmomentos, cuando oyó como alguien tocaba muy flojo a la puerta, comosi temiera que la gente en el interior del piso estuviera yadurmiendo.
Sam se dirigió hacía allí como una flecha y sintió como volvía arespirar tranquilo cuando vio que se trataba de Bucky y no decualquier otro.
-¡¿Se puede saber por que has tardado tanto en volver?!- le soltó,sin poder contenerse.
-Tranquilo, hombre- le dijo este, entrando en el piso con susmaletas.-No sé si te acuerdas, pero hay un gran trecho de aquí aBrooklyn y me he tenido que quitar algunos pesados de encima.
-¿Han tratado de robarte?
-No lo sé. Les he dicho que era cinturón negro en karate y se leshan quitado las ganas de que les ayudara a llegar a algún sitio.Pero.... bueno......¿me llevas a tu habitación y me ayudas con lasmaletas o solo vas a estar ahí mirando?- le indicó este.
-Sígueme- le dijo Sam sin más, sin hacer intención de ayudarle conlas maletas.
Pero Bucky no se tomó a mal que Sam no hiciera ni la más mínimaintención de ayudarle. Estaba acostumbrado a que siempre secomportara de aquel modo con él y solo contempló aquella figura queavanzaba por delante con él con una sonrisa en los labios.
Findel capitulo 4
¡Porfin! ¡No sabéis el tiempo que tardé en escribir este capitulo!Pensé que no iba a poder escribir lo que tenía pensado para elcinco nunca. Escribí las dos primeras partes de la historia en mimóvil, como estoy cogiendo por costumbre, pensando que mis notasdarían para un capitulo entero, pero, cuando las he pasado a unarchivo de openoffice, me han aparecido 5 paginas apenas y odio loscapítulos tan cortos, así que he estado escribiendo hasta que mehan quedado 8 paginas.
Elcapitulo, en sus orígenes, iba a terminar en el momento en el queBucky salia de casa de los Wilson para buscar sus cosas y la madre deSam regañaba a este. No sé como leches lo he hecho para sacar todoel pringue que le he sacado. Pero lo he conseguido. Y, además, me haservido para poder hacer ver que Sam no es tan indiferente a Buckycomo él mismo piensa que es y que se preocupa muchísimo por él.
Enrealidad no había visto donde estaba cada barrio en Nueva York hastahace pocos días, así que no sabía que Harlem estaba cerca deManhattan y que Brooklyn estaba al cruzar uno de los puentes desdeManhattan hasta allí. Hell Kitchen queda al norte de Brooklyn yQueens está hacía el oeste, quedando como el barrio más alejado detodos. Pobre Spiderman. Es el marginado de todos los superhéroesdebido a su vivienda. No sé como llega a tiempo a los sitios, laverdad.
Pero,en fin. Espero que os haya gustado este inicio de la historia de Samy Bucky, sin que se me olvide que es un Stony en su centro, y quesigáis ahí mientras dure el fic. Como siempre, desearos que osmantengáis sanos y nos seguimos leyendo. Bye!!!!!! ^^
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