Capitulo 34


Hooooola a todos losMarvelitos que estáis aquí conmigo, compartiendo esta historia, enun punto cuanto menos diremos que.....interesante.


Porque.....todosrecordáis lo que estaba pasando entre Sam y Bucky en el capituloanterior, ¿verdad? A mí, desde luego, no se me ha olvidado. ¿Cómose podría, cuando el pobre Bucky a estado luchando por Sam contraviento y marea, haciendo todo lo posible por conquistarlo o que sefijara en él de algún modo?


Si existiera el premioal esfuerzo en la categoría de ''personaje masculino de fanfic'',sin dudar, se lo tendría que dar a este Bucky. Lo único que le hafaltado por hacer fue cubrirse el cuerpo de nata, ponerse ante Sam ydecirle <<Empieza a comerme por donde quieras>>. Pero deeso ya se encargó Chris Evans en una película. Sí, he dicho ChrisEvans con nata por el cuerpo. Sabéis de qué hablo.


En serio, creo que esaescena con el plátano metido por el......No, no supero esa película.Y, sobretodo, ese pelo negro. Está claro que el color de pelo que lepega a Chris es el rubio o, como mucho, el castaño claro.


Pero.....¿cómo heacabado hablando del pelo de Chris, cuando yo estaba hablando de otracosa? Pues fácilmente. Estoy escribiendo el capitulo anterior y esteel mismo día y aún tengo muchísimo sueño. Así que os dejo ya conel capitulo. Disfrutadlo.


CAPITULO 34


..............................


Ante el sonido de la puerta cerrándose, Sam se volvió hacia Buckycon alarma, como si realmente acabara de darse cuenta de que estabaencerrado en aquel cuarto con él.


-No pongas esa cara de susto. Parece como si te fuera a haceralgo malo- le reprendió el castaño, haciendo un débil puchero.


Pero Sam no podía evitarlo.


Después de rechazar a este por x y i, después de todo lo que lehabía dicho, del modo en el que se había comportado con él,después de conseguir que se largara de su casa, descubría que, enrealidad, no había querido que se fuera.


Esa era una especie de revelación para él, una cosa quetardaría en digerir.


Y, sin embargo, tras robarle nuevos besos, Bucky prácticamentele había obligado a entrar en su propia habitación y se habíaencerrado a ambos dentro, para hacer solo Dios sabría qué.


-No puedo poner otra cara- le replicó Sam.-Es la cara que tengo.


-Bueno.....pero, si tan incomodo te resulta hacer esto, ¿por quéno cierras los ojos y me dejas hacer a mi? Deja esto en mis manos.


Bucky parecía estar seguro de lo que decía, luciendo unasonrisa. Pero lo único que conseguía con eso era que Sam sepreguntara, cada vez más nervioso, qué era lo que este estabapensando en hacerle.


-Pero.....¿qué vas a hacer?- acabó murmurando.


No quería lucir de aquel modo, como si fuera alguna especie dechiquillo asustado. Nunca había sido así y odiaba lucir de ese modoahora, pero no podía hacer otra cosa en esos momentos.


-Tú solo cierras los ojos y fiate de mi-le dijo el castaño,totalmente calmado.


¡¿No había comprendido ya que solo diciéndole eso no letranquilizaba en absoluto?!


Aun así, cuando Bucky sujetó sus manos entre las suyas,mirándole, pidiéndole que le hiciera caso en silencio, a Sam nopareció quedarle de otra más que asentir y hacer lo que este lehabía pedido.


Después de todo, si hacia algo que no le convencía o no legustaba, siempre podía darle una paliza. Mira. Ya le había visto unpunto bueno a eso de salir con un hombre.


Cerró los ojos, a pesar de que era lo que menos deseaba hacer enel mundo, y esperó a que este hiciera algo, cualquier cosa.


Sin embargo, tras permanecer así un rato, frunció el ceño alsolo sentir sus manos entre las de Bucky.


-¿Qué estás esperando?- le susurró el mapache.


Y, de algún extraño modo, aquel susurro hizo que seestremeciera.


¿Era porque todo estaba silencioso y eso hacia que la voz deBucky pareciera resonar aun más o era por el hecho de que este habíaapretado sus manos un poco más cuando habia hecho aquella pregunta?


No tenía ni la más mínima idea. Lo único que sabía era quehabía conseguido sacarle una reacción del modo más simple.


-¿Esto es un juego?-le preguntó Sam, poco dispuesto a hacerexperimentos raros.


-No es un juego. Solo estoy haciendo que te acostumbres a mi.


-¿Acostumbrarme? ¿Cómo? ¿Susurrando cosas?


-Ha funcionado,¿no?


Bueno.....no podía decirle que no, pues habría notado mejor queél mismo como había temblado ante una tontería como aquella.


-Bien. Si ya no vas a poner más pega, yo seguiré trabajando- leindicó este.


Sam estuvo a punto de soltar un bufido, aun con los ojoscerrados, pero entonces fue cuando empezó a notar como los dedos deBucky empezaban a moverse sobre sus manos, haciéndole sentirpequeñas cosquillas, que iban subiendo poco a poco por su brazohasta llegar a su pecho.


Era la tontería más grande que había hecho nunca y, sinembargo, no terminaba de sacarle reacciones una tras otra, haciendoque se pusiera aun más nervioso.


-Tranquilo-le susurró Bucky de nuevo, viendo como Sam volvía a fruncir el ceñocon disgusto.-Dejate en mis manos.


-Eso es lo que más temo- susurró este de vuelta.


¿Tan difícil era de comprender que, para él, solo hacer lo queestaban haciendo en aquellos momentos ya era una especie de esfuerzosobre humano? Se había pasado toda la vida teniendo el control sobrelas cosas, dirigiendo incluso a su hermano mayor cuando veía queeste hacia algo mal.


Alguien con la clase de carácter que poseía no podía dejarseen manos de alguien más con la mayor de las tranquilidades. Seríaimposible.


-Bueno......incluso aunque estés nervioso ahora, ya me encargaréde tranquilizarte- afirmó Bucky, como si pudiera leerle elpensamiento.


Tal vez podía hacerlo. A lo mejor, era uno de los superpoderesque este parecía poseer sobre él.


Las caricias por sus manos continuaron, alterando su sangre,haciendo que su respiración se hiciera aun más trabajosa, casi comosi cada pasada tocara un fino cable dentro de él, tensándolo.


No entendía lo que este estaba haciendo, pero, desde luego,parecía funcionar de algún modo mágico.


Antes de que se diera cuenta, había dejado de temblar ante lascaricias de sus dedos sobre sus manos y, cuando Bucky fue conscientede ello, fue alzando las manos por sus brazos, acariciando estos dearriba a bajo una y otra vez, esperando obtener el mismo resultado.


-¿Dónde has aprendido a hacer eso?- le preguntó Sam en unsusurro, aun sin abrir los ojos.


De ese modo, todo se sentía mas cómodo. Seguramente, por esoeste le había dicho que los cerrara.


-Supongo que son cosas que he oido aquí y allá. Suponía que nome sería fácil acercarme a ti, así que procuré aprender todo loque fuera que ayudara a la relajación.


-¿Eso quiere decir que acabaras dándome un masaje?- comentóSam, riéndose.


Podía imaginarlo casi como si estuviera pasando en ese momento.


-Es posible. Pero seria sin ropa puesta- le respondió elcastaño.


La imagen que se había hecho dentro de su mente cambió con esaspalabras y Sam se vió en la obligación de carraspear para aclararsela garganta.


No estaba preparado para escuchar esas cosas con esa calma.


Las caricias siguieron subiendo y, cuando las manos de estellegaron a su cuello, Bucky se inclinó sobre él, sorprendiéndolecon un fugaz beso.


-¿Eso a qué viene?- se quejó el halcón gruñón.


Había estado tan concentrado en otra cosa que no se habíaesperado para nada ese gesto.


-A nada. Es solo que me ha apetecido.


-Idiota- susurró Sam.


Pero no pudo evitar que su tono, así como sus nervios, leindicaran a este que no estaba de verdad enfadado con él.


-No te pongas tan gruñón. Solo ha sido un beso- afirmó Bucky.


-Pero no me lo esperaba.


-Pero eso no significa que no te haya gustado, ¿verdad?


¿Qué responder a eso? Nada. Por eso optó este. Prefirióguardar silencio porque no se le ocurría nada que decir.


Estaba en manos de el mapache y, al parecer, a cada nuevo momentoque pasaba, lo dejaba aun más sin palabras.


-¿Cada vez estás más nervioso o es cosa mía?- le susurróBucky, inclinándose sobre su oído para murmurar aquellas palabras.


No sabía cuando este se le había acercado tanto, pero aquellovolvió a hacer que se estremeciera de arriba a bajo.


Si esperaba que él le contestara algo a sus palabras, iba muydesencaminando. Entre otras cosas, porque no se sentía capaz decontestar. A penas tenía aliento mientras notaba como las manos deBucky habían bajado por su pecho y hacia intención de levantar sucamiseta.


Sam lanzó sus manos sobre las muñecas de este, deteniéndole.


Por muy cómodo que se hubiera sentido aquello, una cosa eranunas cuantas caricias y otra muy distinta que empezara a quitarleprendas de ropa.


Bucky lo miró, percatándose de que este seguía con los ojoscerrados, e, inclinándose sobre él, le besó en la frente, ya quela cabeza gacha de este le impedía llegar a sus labios.


-Tranquilo. Dejame hacer a mi- le susurró de nuevo, contra supiel.


Al principio, Sam no parecía confiar mucho en lo que le habíadicho, sus manos seguían estando sujetando sus muñecas, pero,después de unos cuantos titubeos, pareció pensárselo mejor y, pocoa poco, se vio capaz de soltarle.


Viendo que, a lo mejor, había ido demasiado rápido tratando dequitarle la ropa, Bucky optó por seguir con un poco más de calma.


En vez de levantar la camisa de este, como había hecho laprimera vez, metió las manos por debajo, solo subiéndole la prendamientras subía las manos por la piel del abdomen de Sam.


Las costillas de este se abrazaron a sus pulmones ante aquellacaricia, impidiéndole por completo respirar, notando como todo élestaba temblando de nuevo.


Bucky, por su parte, iba con cuidado, tratando de no asustar aeste.


Tenia la impresión de que se la estaba jugando con uncervatillo. Que, si hacia algún movimiento que no debía, esteecharía a correr y no volvería a dejar que se le acercara. O semovía con cuidado o el animal se asustaría.


Pero, ¿qué había con él?


Se había pasado tanto tiempo solo fantaseando con aquel instanteque, ahora que se estaba cumpliendo, sentía como si se fuera adescontrolar en cualquier momento. En cuanto menos se lo esperara,saltaría sobre Sam y adiós a aquella prueba de confianza.


Después de todo, Sam no era el único al que le estaba costandotrabajo respirar en aquellos momentos. La respiración de Bucky sehabía vuelto tan pesada que era como si jadeara con cada expiración.


A penas había tocado algo de la piel de este y, en lo único enlo que podía pensar era en lo bien que lucirían sus mordiscos sobreél, en como se vería sobre la cama que tenían a pocos pasos deellos.


¿Estaba perdiendo la cabeza? Seguramente, pero era todo porculpa de Sam. Si no le hubiera obligado a ir tan sumamente despacio,ya habrían avanzado en algo mucho antes y no se encontraría tantenso en aquellos momentos.


Cuando llegó al pecho de este, después de haber pasado lasmanos por su abdomen y sentir como se contraía y temblaba, fue unpoco malo y paso los dedos por sus pezones, pellizcando estos solopara disfrutar al sentir como se endurecían bajo sus manos.


-¡Eh!- le soltó Sam, soltando un jadeo cuando hizo aquello.-Tencuidado con lo que haces.


-Oh. Tengo todo el cuidado del mundo- le aseguró Bucky.


Con las manos casi llegando a sus hombros, consiguió sacarle lacamiseta a Sam antes de que este volviera a quejarse, ya que laprenda había estado subida hasta su cuello y había hecho que supiel se adaptara a la temperatura del cuarto y el calor de sus manos.


Tirando la prenda a un lado, echó un vistazo al cuerpo de Samque había dejado a la vista, obligándose a tragar saliva cuando viola parte superior de este sin ropa.


Había estado entrenando con él, le había hecho saltar sobrebancos y mil locuras más. Pero, a pesar de que no estaba tan fuertecomo él, había que admitir que no se quedaba muy atrás. Y, siendoimposible el poder contenerse, Bucky se inclinó hacia aquella pielexpuesta y lo besó en el hombro.


Sam tembló débilmente, pero ya no se quejó del gesto, lo quedemostró que estaban avanzando cada vez más.


-¿Quieres seguir con los ojos cerrados?- le susurró este, auncon los labios cerca de su hombro.


-S....sí. Lo prefiero- afirmó este.


Sam parecía estar dependiendo solo del hecho de que no le estabaviendo para hacer aquello. Si abría los ojos en esos momentos, adiósa toda la magia.


-Bien. Pues sigue así. Vas muy bien.


Colocando las manos de nuevo sobre él, Bucky ahora condujo estasde su abdomen hacia abajo, llegando bastante rápido al borde de suspantalones.


Sam se tensó en cuanto llego allí, pero tragó saliva y no sequejó ni hizo intención alguna de volver a pararlo, solo esperandoa ver que era lo que este iba a volver a hacer.


-¿Sigues nervioso?- le preguntó el castaño, abriendolentamente la cremallera de los vaqueros.


-Un....poco-admitió.


-No tienes porqué. No te voy a hacer nada que te haga daño- leaseguró Bucky.


Parecía necesario dejar eso claro cuando sus manos estaban tancerca de una zona tan delicada.


Si, en aquellos momentos, la confianza de Sam en él flaqueaba,adiós a todo lo que habían logrado.


El halcón gruñón no dijo nada más, pero siguió tensomientras sentía como este le abría los pantalones sin demasiadoesfuerzo.


Pero, a pesar de eso, Bucky no hizo la intención de bajárselos,solo acariciando sus piernas por encima de sus piernas, sobre latela, logrando que Sam volviera a fruncir el ceño.


-¿Qué haces?- le preguntó.


-Acariciarte. ¿No lo sientes?


-¿Por qué no haces que caían los pantalones?


-Porque aun no necesito que pase eso- aseguró elcastaño.-Además, tú mismo has dicho que querías tener lospantalones puestos.


Pero Sam se sintió raro al permanecer allí, con los pantalonesabiertos y sintiendo como le acariciaba por encima de la tela.


¿No sería más fácil si se los quitaba?


-¿Quieres que te los quite?- le susurró Bucky.


Una parte de Sam gritó un sonoro "No" ante aquellasugerencia, esa parte de él que aun se resistía. Pero otra parte deél estaba diciendo en aquellos momentos ''¿Por qué no?''.


-¿Estás dudando, Sam?- le volvió a preguntar el mapache.


Sam le dirigió una mirada cargada de rabia, sin poder evitar abrirlos ojos, más por el hecho de que le estuviera obligando a lucharcontra sí mismo que por otra cosa, pero, diciéndose que era inútilestar luchando, cuando una parte bien clara de él parecía estardeseándolo, cogió a Bucky por el cuello de su camiseta y lo empujóhacia él, besándolo.


Buckyse quedó tan sorprendido por el hecho de que fuera este el que habíainiciado el beso, que, en un primer momento, solo se quedó quieto,dejando que fuera Sam el que llevara el peso del beso. Pero, cuandose dio cuenta que todo lo que parecía poder hacer este era colocarsus labios juntos y nada más, tomó cartas en el asunto.


Aun sin romper el contacto de labio sobre labio, llevó una desus manos hacia la cremallera abierta de los pantalones abiertos deeste, haciendo que Sam jadeara de la impresión y permitiera queBucky pudiera entrar en su interior sin mayores dificultades.


Sam se aferró a los hombros de este, seguramente para deteneraquel asalto tan bestial de su cuerpo, pero, cuanto más permanecíala mano del mapache dentro de sus pantalones, menos fuerza parecíasentir, y solo pudo permanecer aferrado a él, dejando que este ledevorara por todos los medios de los que disponía.


Cuando se oyó a sí mismo soltar un jadeo, que nada tenía quever con el disgusto o la rabia, abrió los ojos de nuevo, sorprendidode sí mismo, viendo como Bucky le miraba a su vez, sonriendo.


Al parecer, se había tomado aquello como una pequeña victoriapersonal. Lo que parecía ser, en verdad.


Pero Sam odió ver aquella sonrisa y odió parecer el más débilde los dos. ¿Cómo era posible que estuviera perdiendo contra Buckyen una guerra de besos y caricias?


Indignado consigo mismo, tumbó a Bucky sobre la cama de abajo desu cuarto, haciendo que este pareciera sorprendido cuando se vio allítumbado, lo cual Sam disfrutó. Y, acercándose a él, se inclinósobre el castaño y volvió a besarlo, teniéndolo fácilmente a sudisposición.


Bucky no opuso resistencia alguna. En realidad, parecióencantado al ver como Sam por fin decidía soltarse un poco más,haciendo que abriera la boca para él y no se mostrara tan tímido nidisgustado como momentos antes.


Fuera lo que fuera que hubiera despertado, era bueno y lo iba aaprovechar.


Sin levantar las manos hacia Sam, dejó que fuera este el que semoviera como quisiera, el que tocara, el que llevara la voz cantante,aunque solo fuera por un rato, mientras él solo disfrutaba de lo queeste le hacia, dejando que hiciera su ropa a un lado cuando al propioSam le apeteció.


Cuando Bucky se vio sin camiseta y con los pantalones abiertos,luciendo bastante similar a Sam en aquellos instantes, estuvo a puntose volver a sonreír. Pero sabía que ese gesto parecía molestar aeste, así que se dejó tumbar del todo sobre la cama por estemientras Sam parecía querer permanecer arriba.


El castaño se lo hubiera permitido de haber habido espaciosuficiente, pero, con la litera encima, era imposible que aquellapostura pudiera realizarse sobre aquella cama.


Sabiendo que nadie iba a poder parar aquello llegados a esepunto, Bucky movió a Sam, sorprendiendo a este, tumbándolo a sulado y procurando que no se golpeara en la cabeza al moverle.


Si este hizo intención de hablar o protestar por quitarle supoder en esos instantes, Bucky no le dio la oportunidad de ello, yaque empezó a besarle, tomando el peso del momento. Si este habíatenido alguna queja que hacerle, se le olvidó rápidamente entre suslabios.


Metiendode nuevo la mano dentro de los pantalones de Sam, prendas que aunllevaban ambos, este pareció saltar y soltó un jadeo de protestaque él mismo detuvo con sus propios labios, mirando como laexpresión de Sam había cambiado desde que habían iniciado aquello.


¿De verdad estaba allí? ¿De verdad estaba haciendo aquello conSam? Bucky a penas se lo podía creer. Sobretodo, después de lo quehabía ocurrido, del modo en el que había tenido que irse de sucasa. Y, sin embargo, estaban allí, en su cama, con este en susmanos.


Con una opresión en el pecho debido a la emoción, Bucky volvióa inclinarse sobre él y volvió a besarlo, pero ahora de un modo mássuave, más simple, que incluso al mismo Sam pareció sorprender.


Que se cumpliera lo que siempre había querido era como un sueñohecho realidad y, de algún modo, había tenido la necesidad de darlelas gracias, de decirle que no se tomaba aquello como una broma, quesus sentimientos eran serios.


Aun con Sam bastante sorprendido, Bucky se deshizo de la ropa deambos, haciendo que este jadeara de la sorpresa, y, antes de que elhalcón gruñón consiguiera pararlo, siguió acariciando su cuerpo,besándolo, preparándolo para lo que iba a acabar pasando.


Fue difícil que este estuviera preparado, por mucho que acaricióy preparó. No había llevado nada para un momento así. No se lohabía esperado. Pero, aun así, aunque las cosas no hubieran sidopensadas del mejor modo posible, eran como habían acabado saliendo.


-Sujetate a mí- le dijo Bucky a este cuando se colocó entre suspiernas, mientras Sam solo parecía capaz de jadear en aquellosmomentos, con su cuerpo sobreestimulado por todas partes.-Si teduele, tú apretame con fuerza.


Lo que menos quería Bucky era causarle algún tipo de dolor,pero seria la primera vez de Sam de aquella manera. Era inevitableque sintiera aunque fuera un mínimo indicio de daño.


Este lo miró un momento, con los ojos entrecerrados, como si nohubiera logrado escucharle bien del todo, pero envolvió sus brazosalrededor del cuello del castaño y, cuando este trató de unirse aél, aquel abrazo se hizo más fuerte.


Le regaló besos, tratando de que se centrara en cualquier otracosa que no fuera el dolor, acariciando el rostro de Sam ydirigiéndole palabras suaves. Al menos, hasta que notó como estabadentro de él.


En esos instantes, se le atascó el aliento dentro de lagarganta, incapaz de decir una palabra más, tratando de contenerse así mismo y no empezar a moverse dentro de él como estaba deseandohacer en aquellos momentos.


-¿Estás bien?- logró murmurar entre dientes, sintiendo como unsudor frío bañaba su cuerpo debido al esfuerzo.


Sam no parecía capaz de hablar, pero asintió con la cabeza, auncon sus brazos rodeándole con fuerza.


Bucky se inclinó sobre él y, con un último beso, trató demoverse, notando como todo el cuerpo del halcón se agitaba alhacerlo.


Al principio, pensó que era por el dolor que le supuso que semoviera dentro de él, pero entonces oyó a Sam soltar un gemidolastimero y supo que el dolor no tenía nada que ver.


Fuera donde fuera a donde había llegado, la sensación no eradolorosa.


-¿Estás bien?- volvió a preguntarle Bucky, aún así,queriendo asegurarse.


Y Sam volvió a asentir.


Sabiendo que no podía seguir conteniéndose de esa manera muchomás, entró y salió de él varias veces, llevando cuidado,estudiando su reacción.


Pero, cuando se percató que este no parecía quejarse, acariciósu rostro una vez más y se dejó llevar.


La sensación de estar unido a Sam, de tener a este entre susbrazos, casi hizo volar a Bucky. Y ver aquel rostro bajo él, sinembargo, le mantenía clavado en la tierra, sintiendo cada pequeñotoque y roce sobre su cuerpo, siendo bien consciente del momento, encomo los dos estaba conectados, en como los dos estaban sintiéndolotodo.....


Tomó y dio a partes iguales mientras los jadeos de ambosllenaban el cuarto. Y, cuando ambos se dejaron ir en aquel torbellinode sensaciones, de emociones y sentimientos que los agitó, Buckysabía que no le volvería a dejar marchar nunca más.


Findel capitulo 34


¿Alguienrecuerda que, en el capitulo 33, Sam dijo claramente que no queríaque le quitaran los pantalones ni tocamientos? Porque creo que se noshabía olvidado a todos en estos momentos. Concretamente a mí, queera la que estaba escribiendo.


Pero,claro. Dejándose en manos de Bucky, no sé como Sam realmente hallegado a pensar que no acabarían en una cama. Y no precisamentedurmiendo, como la vez anterior.


Queríareflejar los sentimientos que este acto significaban para ambos másque el hecho de que fuera otra escena de cama entre otra de lasparejas (la ultima que quedaba ya por pasar por una cama), y esperoque haya sabido trasmitiros eso. Ya me lo diréis si lo he logrado enlos comentarios o no. Vosotros no me engañáis y decís siempre loque pensáis.


Sitengo que ser sincera, este capitulo ha supuesto un gran alivio paramí, ya que por fin he conseguido resolver lo más gordo delconflicto que tenían estos dos. ¿Qué seguirán peleándose comocríos? Por supuesto. No tengo ni la más mínima duda al respecto.Pero, ¿qué se quieren aún así y que ahora Bucky siempre le mirarácon una sonrisilla en los labios cuando Sam trate de gritarle omostrarse duro con él? Tampoco tengo duda alguna.


Deverdad, es como si me hubiera quitado una losa de los hombros. Estosdos me tenían sufriendo ya demasiado, como seguramente habíais idosufriendo vosotros también por ellos. Pero algunos también mehabíais pedido que Sam sufriera un poco después del daño que habíahecho pasar a Bucky, así que estos capítulos, antes de llegar aeste punto, han sido sus momentos de dolor, ¿no os parece? A mi melo parece.


Noos voy a soltar más rollo por ahora. Me voy a poner a escribir elsiguiente capitulo mientras descargo el ultimo capitulo de Vikingos.Algunos sabéis que es una serie que me tiene loca y de la que tengouna historia aquí también. Y en esta ultima temporada sí que metiene loca del todo. Pero lo hablaré en el capitulo 35. Vosotrosmanteneos sanos y nos seguimos leyendo. Bye.

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