Capitulo 32


Buenas a todos losMarvelitos que andáis por estar oscuras tierras del Stony y demásfandom, buscando algo que pueda llenar vuestras ansias de shipps.


Últimamente, me hepuesto a ver la serie de Sobrenatural (o como otros la conoceránSupernatural), ya que, al menos, en España, solo llegaron a ponerhasta la temporada 9 en la televisión y hace poco me dí cuenta quepara descargar estaba hasta la once, anunciando ya que va a haber unadoce que añadir a la lista.


Mira que la trama seestá alejando muchísimo de lo que era al principio, haciendo quecasi todas las ultimas temporadas se me parezcan mucho por el modoque tienen de desarrollarlas, pero aquí hay una cantidad ingente deshipps que pueden salir de esta serie. Y no solo la que muchosconocéis de SamxDean (que personalmente no apoyo) si no la de Deancon Castiel. O Dean con Crowley. O Dean y las Tinieblas (Dean estámuy solicitado). También tenemos por ahí a Sam con Lucifer. Porque,digan lo que digan, estoy convencida de que Lucifer le dio durocontra el muro cuando estuvieron juntos en la jaula.


Pero......¿qué hagosoltando todo este rollo de otra serie? No voy a escribir sobre ellos(o al menos no tengo la impresión de que eso vaya a ocurrir. Laserie misma ya se encarga bastante bien de llevar sus propias shipps)pero hubo un capitulo que trataba de esto de los fandom que me hizomucha gracia. Da igual que apenas sepáis nada de la serie. No hacefalta. Tenéis que ver el 10x05 y tendréis risas garantizadas.


Bien. Y ahora vayamosal tema. Al capitulo, así que disfrutadlo.


CAPITULO 32


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Al día siguiente, Bucky se levantó algo más tarde de lo que élmismo pretendía, pero, al parecer, lo de Sam le había dejado máshecho polvo de lo que él mismo había creído en un principio,necesitando dormir para recuperarse un poco.


Para cuando llegó al salón de aquel enorme apartamento,arrancándose un ojo, aun con sueño, al único que se encontró porallí fue a Jarvis, que ya se encontraba trabajando.


-Buenos días, señor Barnes.


-Buenos días, Jarvis- saludó este de vuelta, echando un ojo porel apartamento.-¿Sabes donde se encuentran los demás?


-El señor Stark y el señor Rogers ya se han marchado estamañana temprano, como suelen hacer. Pero el señor Rogers le hadejado una nota en la cocina.


Dándole las gracias al viejo mayordomo, Bucky entró en aquelcuarto, tomando la nota que Steve parecía haberle dejado, junto a sudesayuno, que Jarvis habría preparado para él.

"Bucky,por motivos del disco, voy a pasar todo el día fuera y con elteléfono apagado. El productor Barton quería que asistiéramos a unprograma de música por la radio y que cantáramos algunos denuestros temas. ¿Te imaginas? Yo ya estoy temblando solo deimaginármelo. Por eso, haz lo que tengas que hacer. Si sales aalguna parte, avisa a Jarvis. Tony también va a estar fuera por unosdías, así que vas a tener todo el apartamento para ti. Veré sipueden grabar nuestra partición en el programa y que la escuchescuando vaya para allá. Mi madre ya me dijo que estaba deseandoescuchar cualquier cosa que hagamos. Creo que me he desviado de loque te estaba diciendo. En fin. Que voy a estar desconectado delmundo y que nos veremos más tarde. Deseame suerte".


Vaya. ¿Por qué no le había contado aquello durante la cena dela noche anterior, donde el tema de conversación parecía haber sidosolo él? Seguramente porque el señor Stark lo tenía demasiadoocupado pidiendo su atención a cada momento.


En cierta forma, sentía algo de envidia al verlos a los dos. Apesar de la pareja dispar que parecían formar, aun así encajaban dealgún extraño modo que nadie parecía comprender. Solo hacia faltaecharles un vistazo para darse cuenta de ello.


Pero, ¿qué iba a hacer en aquel piso durante todo el día? ¿Verla televisión sin más?


Se comió su desayuno mientras releía la nota que Steve le habíadejado para él, pensando en qué hacer durante todo aquel día,solo.


-Si necesita ir a algún lado, tome esta tarjeta. Le permitiráusar el ascensor- le dijo Jarvis, tendiéndole una pequeña tarjetaverde y dorada, cuando entró para retirar lo que quedaba de sudesayuno.-Así no tendrá que preocuparse.


-Gracias- le dijo Bucky, pero tampoco era como si tuviera algoque hacer fuera.


Y, si salía, dependiendo de a donde fuera, siempre podía caberla posibilidad de encontrarse con Sam.


No. Era mejor no salir.


-¿Hay algún lugar en este edificio donde haya maquinas deentrenamiento?- preguntó, viendo como el hombre limpiaba lo poco quehabía usado en menos de un parpadeo, demasiado acostumbrado ya alimpiar detrás de alguien como para que eso le llevara mucho tiempo.


-Bueno.....está la sala de recuperación, tres pisos más abajo.Esta pensado para tratar heridas y ese tipo de cosas, pero haymaquinas de correr y pesas para las rehabilitaciones. El señor Starkva normalmente a uno de los gimnasios de su interés y no entra enaquel lugar.


-Creo que eso sera bastante para mi. Gracias.


Tenía que hacer sus entrenamientos. No podía dejarse de aquelmodo solo porque Sam quería apartarlo de su vida. Tenía un trabajoque mantener, misiones que cumplir cuando por fin volvieran aasignarle alguna.... Tenía que estar en forma por lo que pudierapasar.


¿Qué más daba que el halcón gruñón no hubiera tratado deponerse en contacto con él? ¿Qué importaba que pareciera haberleimportado más bien poco que hubiera desaparecido sin más?Bueno.....que excepto que le importaba. Y dolía. Seguramente, enpartes iguales.


Negando con la cabeza, se dijo que solo debía de concentrarseúnicamente en una cosa; el trabajo físico.


Iba a estar solo todo el día, con Steve ocupado labrándose unfuturo y con Stark en algún viaje de negocios. Tenía que concentrarsu mente en cualquier otra cosa, en lo que fuera con tal de que noretomara de nuevo el mismo camino que su mente había tomado desdeque se había ido de casa de los Wilson.


El lugar estaba vacío. Había visto algo así como una sala deenfermería propiamente dicha, así como algo parecido a médicos iry venir por los pasillos de aquella planta, pero la sala derehabilitación, que encontró fácilmente gracias a la placa quehabía en la puerta de la sala, estaba desierta y a su enteradisposición.


Agradecido por ello, ya que no se sentía de ánimos como paraestar rodeado de más desconocidos en aquellos momentos, trató decentrarse en la maquina de correr, en colocar un pie por delante delotro, con la mente en blanco y escuchando su música através de losauriculares de su móvil.


Si había algún modo de olvidar realmente todo aquello que leatormentaba y que no dejaba de pasar por su mente, eraaquel.

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Por su parte, SamWilson estaba a punto de ebullición después de la noche que habíapasado a manos de su familia.


El único que no había puesto demasiadas pegas a la marcha deBucky había sido su padre, alegando que tendría algún trabajoentre manos, pero, el resto de su familia, incluyendo su hermanoGideon, le dedicaron una mirada bastante significativa, como si laculpa de que este se hubiera marchado fuera suya.


Bueno......era posible que sí, que parte de la culpa de sumarcha la tuviera él. Pero, ¿hacia falta que lo miraran de esemodo? ¿Qué esperaban que él hiciera al respecto? ¿Qué fuera abuscarlo?


Eso estaba totalmente fuera de lugar. ¿Por qué él,precisamente, que había insistido en que Bucky no pintaba nada en sucasa, iba a ir a buscarlo?


No sabía lo que su madre sabía al respecto, ya que, a pesar deculparle como todos los demás, no hizo mención alguna a lo quehabía ocurrido entre ellos en aquella casa y que algunos de ellossabían. O, más bien, lo que Bucky había hecho delante de sushermanos.


¿Sarah se había portado bien por una vez y había mantenido laboquita cerrada? Parecía eso demasiado raro para ser cierto, perocon su hermana nunca se sabía por donde podía salir. Era una cajade sorpresas.


Llamó a Steve aquella mañana, solo para preguntar como iban lascosas y ese tipo de conversación banal entre tíos, cuando echó unnuevo vistazo al cuarto, dándose cuenta que este lucía como si alcuarto mismo, de repente, le faltara algo. No era en absoluto con laintención de hablar de Bucky, pero el rubio tenía el teléfonoapagado.


¿Lo estaban ignorando?


Eso fue lo primero que pensó, hasta que echó un vistazo a susmensajes y vio uno de Steve de hacia una hora, informándole de queiba a estar ocupado con asuntos del disco y que iba a tener elteléfono apagado.


Bien. Eso aclaraba una duda, pero soltó un chasquido con lalengua al darse cuenta de que no iba a poder hablar con él.


No era que quisiera saber de Bucky, pero, ya que hablaban, podíacomentarle donde se había aquel estupido mapache, ya que quedóclaro la noche anterior que no estaba en casa de los Rogers.


Pero......¿y si era posible que Steve no tuviera ni idea delpanadero de Bucky, pensando que este aún se encontraba en su casa?


Este se había largado del piso con muchas prisas y ya habíacomprobado que no había pisado la casa de Steve.


¿Y si se había ido a otro lado? Pero, ¿a dónde? Este no tenianingún otro sitio al que ir. No conocía a nadie allí. Estabaseguro de eso. ¿Y si se había puesto en manos de sus jefes,aquellos que se refugiaban en aquel edificio del centro?


¡No! ¡No tenía que preocuparse por él! ¡No era ningúncrío!, se dijo.


Pero, aun a pesar de lo que se decía una y otra vez, acabócogiendo el móvil y buscando el número de Bucky.


¡¿Se pensaba que podia irse así como así, sin que hubieraninguna consecuencia?! ¡No! Se iba a enterar lo que valía un Wilsoncuando se le hacía enfadar.


Repitiéndose esas palabras en su cabeza, diciéndose que estabahaciendo lo corrector en llamar a Bucky, con Steve fuera de aquello,ya que se encontraba demasiado ocupado, escuchó los tonos, esperandoa que este tuviera valor y le cogiera elteléfono.

.........................

Alprincipio, Bucky no se dio ni cuenta del hecho de que su móvilestaba sonando y no era una más de las canciones que tenía en susalbúmenes de reproducción, así que tardó más de la cuenta ensacarlo de la funda que llevaba al brazo.


Sin embargo, al ver el nombre que aparecía en la pantalla, sequedó paralizado sobre la cinta, apagando la maquina, viendo comoacababa saltando el buzón de voz tras solo mirar la pantalla duranteun buen rato, como si le hubiera caído un rayo encima.


No hubiera podido tomar esa llamada ni aunque en ello hubieradependido su vida.


Sin embargo, tras pensar que Sam ya se habría rendido al ver queno parecía querer hablar con él, el móvil volvió a sonar,haciendo que Bucky mirara a su alrededor, buscando consejo de quiénfuera que lo pudiera ayudar en aquella situación.


Para su desgracia, estaba solo en aquel cuarto, por mucho que lehubiera gustado al principio.


¿Qué hacia? ¿Cogía o no cogía el teléfono? Sam le estaballamando. Había pasado un día desde que se habia ido de su casa. ¿Alo mejor había esperado que reapareciera antes o después? Perotendría que haber visto que, en aquella ocasión, se había llevadotodas sus cosas.


-¿Hola?- dijo cuando la segunda llamada estaba a punto decortarse también.


-¡Menos mal!- le soltó Sam por la otra línea.-¡¿Se puedesaber porqué no cogías el teléfono?!


-Estaba ocupado.


Bucky no pensaba darle explicaciones de nada. Después de todo,el halcón gruñón ya había dejado claro que no iba a haber nadaentre ellos. Pero, a pesar de que eso fue lo que se dijo el castaño,notó como su corazón empezó a latirle como un tambor en elinterior del pecho al escuchar la voz de este.


-Oh.¿Tan ocupado que no has podido decirle claramente a mifamilia que te marchabas?- le reprendió este.-Te marchaste dejandouna triste nota.


-Tú querías que me fuera- le recordó este.-Llevabasdiciéndomelo desde que llegue a tu casa.¿A qué vienen ahora estosreproches?


Sam se mordió los labios por un momento al otro lado delteléfono.


Era cierto.¿A qué venían aquellos reproches? Sonaba como si loque realmente le hubiera afectado fuera que se hubiera marchado y noel modo en el que lo había hecho.


-Mis padres me echan la culpa de que te hayas ido.


-Es que me ido por tu culpa- le soltó Bucky a su vez.-No mequerías allí y, al parecer, solo estaba haciendo el ridículo alintentar obtener algo de ti que no querías darme.


Aquellas palabras hicieron que Sam no supiera bien qué decir.


Era cierto también que había dejado claro al castaño que noquería besos ni acercamientos de ningún tipo por su parte, que nose enamoraría de él ni que tenía interés alguno en los hombres.Se había hartado de decírselo.


-Pero también decías que eramos amigos. Y los amigos no selargan de ese modo- fue lo único que se le ocurrió decirle,sabiendo que su tono acusatorio estaba tambaleándose en aquellaparte de la conversación.


-Vamos, Sam. Sabes tan bien como yo que nunca te he visto solocomo a un amigo.


Este volvió a morderse el labio inferior.


Si decía aquellas cosas, él no podría tratar de solucionar loque estaba pasando.


-¿Dónde te has metido?- preguntó, decidiéndose por cambiar detema.-No estabas en casa de Steve cuando fui anoche.


-¿Fuiste a buscarme a casa de Steve?


La emoción fue mucho más que notable en la voz de Bucky cuandola pregunta escapó de sus labios.


Sam estuvo a punto de sonreír cuando escuchó aquel tono.


-Pues sí. Me merecía una explicación por el modo en el quehabías huido de mi casa. Y me encontré con que nadie te habia vistopor allí desde que fuimos juntos a ver a Steve.


-Eso es porque no me estoy quedando en su casa- fue todo lo queBucky le soltó al respecto.


-Ya. Eso ya lo he supuesto yo. ¿Dónde te has metido?


-¿Para qué quieres saberlo?- le replicó el castaño a suvez.-Ya me he ido de tu casa. Ya no tienes que preocuparte por mi.


-Oh. ¿En serio? ¿Con que esas tenemos?- le soltó Sam, sonandomolesto con aquella respuesta.


-Al parecer, sí.


-Así que, te apareces en mi casa un buen día, sin avisar, tequedas en mi cuarto sin mi permiso, me robas mi cama, al parecer elcariño de mi familia también, te atreves a besarme y a confesarmetu supuesto amor incluso delante de mis hermanos y, ahora, ¿teatreves a salirme con esas? ¡¿Quien te crees que soy?! ¡¿Una deesas tipas que tenias pululando a tu alrededor en el ejercito?!


Bucky se sorprendió con la reacción tan explosiva de Sam, nohabiéndose esperado en absoluto una respuesta como esa.


-Es cierto que hice todo eso. Pero también es cierto que nodejaste de repetirme que no me querías en tu casa, que dejara dehacer lo que me había llevado allí y creo que el mensaje de que mequerías fuera de tu vida era bastante claro. No sé para que quieressaber donde estoy. Eras tú el que decía que nunca habíamos sidoamigos.


-¡Serás bastardo!- le gritó Sam, perdiendo por completo lospapeles.-¡¿Crees que puedes entrar y salir de la vida de alguiencuando a ti te dé la gana?! ¡¿Crees que las cosas son así desencillas?!


-¿Crees que para mí fue sencillo darme cuenta de que, por muchoque te tensase, jamás ibas a ceder? ¿Crees que no me dolió cogertodas mis cosas y marcharme de allí, cuando todos me trataron tanbien? Tu hermana hasta se puso a llorar cuando vio que me iba.¿Creesque eso no me afectaba? ¿Te piensas que no tengo sentimientos porquete ponía una sonrisa cada vez que tirabas a un lado lo que te decía?


Aquello dejó congelado a Sam al otro lado de la línea, haciendoque un aguijonazo de culpa saltara en su interior.


La verdad era que siempre se había extrañado de que este nohubiera reaccionado a nada de lo que le había dicho. Y le habíaextrañado aun más ver que, al no decirle nada precisamente, este sehabía ido.


Solía decirse que lo contrario al amor no era el odio, si no laindiferencia. Y, al no obtener ni un grito por su parte, así eracomo lo habia visto Bucky. Que estaba siendo indiferente con él, queya ni siquiera le importaba lo que hiciera, que no se iba a tomar lamolestia de gritarle siquiera cuando hiciera alguna de sus locuras.


-Creí que ya estabas acostumbrado a como era, que sabías lo quepensaba.


-Que lo sepa y que no me duela son cosas diferentes.


Sam no quería que las cosas fueran de aquel modo. Habíaesperado darle unos cuantos gritos a Bucky, que este le dijera dondeestaban y que ambos acabaran hablando cara a cara, saliendo como elvencedor de aquella conversación.


Ahora, sin embargo, tenía la impresión de que perderíairreversiblemente.


-¿Dónde estás?- le preguntó de nuevo, moderando su tono.


-¿Para qué quieres saberlo?- le soltó Bucky de nuevo.-No creoque tengamos mucho más de lo que hablar.


Sonó triste al decir eso y el aguijón volvió a clavarse en elpecho de Sam, haciendo que este se llevara una mano al pecho condisgusto.


-Quiero que nos veamos en persona- le dijo.


Aquello hizo que Bucky abriera los ojos como platos, notando comoel corazón redoblaba sus latidos en el interior de su pecho.


Incluso aunque solo fuera para discutir aun más, Sam queríaencontrarse cara a cara con él. Era algo que no podia evitar hacerque se emocionara.


Por otro lado.....¿No se fue de casa de este y estaba en eledificio Stark porque había querido ir a un lugar donde supiera queno se encontraría con él, poniendo tanta tierra de por medio comopudo?


Pero Sam decía que quería hablar con él cara a cara, quequería verlo.


Se pasó una mano por el pelo, dudando, sin saber bien quéhacer.


-¿Dónde te parecería bien?-acabó diciéndole.


Se arrepintió de haber hablado, sabiendo que todo su esfuerzohabia sido en vano. Pero no parecía tener fuerza de voluntad cuandose trataba del halcón gruñón. Y menos si su petición era quefuera a verlo.


-¿Qué tal en mi casa?- le dijo Sam.-Ahora mismo no hay nadieaquí y hace demasiado frío para que estemos charlando en la calle.


Bucky estuvo a punto de decir que existían las cafeterías ocualquier lugar similar donde podrían reunirse, estando a cubierto.Pero prefirió callarse. Después de todo, lo que menos quería eratener que preocuparse de lo que dijera o que Sam temiera lo que otrosescucharan de su conversación.


-Podré estar allí en una hora- le dijo Bucky, contemplando elreloj que había en el cuarto y haciendo unos cálculos rápidos ensu cabeza.


-¿Por qué tanto?- le preguntó Sam a su vez.-¿Tan lejos estásque vas a tardar eso en llegar?


-No te voy a decir donde estoy, Sam. Eso es un secreto.


Bucky no pudo evitar sonreír al decir aquello, como si fuera uncrío, mientras Sam fruncía el ceño al otro lado de la línea,preguntándose donde se estaría refugiándose este para que noquisiera decírselo.


-¿Estas en casa de alguna mujer?-le soltó.


-¿Cómo?- preguntó el castaño a su vez, sorprendido porquehubiera llegado a esa conclusión.


-Si no me lo quieres decir, es que a lo mejor estás en algúnlugar que te avergüenza contarme.


-Nos vemos en una hora, Sam- le dijo este, colgándole elteléfono.


Se sintió un poco bien dejar a Sam con la palabra en la boca,algo así como una venganza poética.


Pero no se detuvo en pensar más tonterías, mientras el tiempoapremiaba. Tenía que pasar por la ducha antes de ir a casa de Sam.No podía llegar al apartamento vestido con sus ropas de deporte ysudando.


Saliendo de aquel cuarto, volvió al apartamento.


-¿Tiene prisa por ir a algún lado, señor Barnes?- le dijoJarvis al verlo entrar con tanta prisa.


-Sí. Me están esperando- afirmó el castaño, dirigiéndole unasonrisa al viejo mayordomo, antes de entrar en su cuarto a buscaralgo que ponerse.


Findel capitulo 32

Losé, lo sé. ''Estás siendo demasiado blanda. Bucky ha cedidodemasiado fácil ante Sam. ¿Por qué no le has hecho sufrir un pocomás?'', estaréis pensando la mayoría que habéis llegado a estaparte de la historia, molestos porque Sam no aprovechaba lo que teníacon Bucky y lo había dejado ir de un modo tan simple.


Perotampoco me gusta estar viendo sufrir mucho a los personajes, pormucho que lo esté escribiendo yo misma. Y Bucky estaba sufriendo. Larelación de Steve y Tony va viento en popa, la de Thor y Loki sesostiene, siempre que al rubio le quede claro lo que tiene que hacerpara que la diva Loki no se enfade con él. ¿No iba siendo hora deque estos dos arreglaran esa atracción sexual no resuelta que setienen?


Enello estoy, amigos, tratando de arreglar el lío que yo misma hecreado así, de repente, por la cara. De gratis. Aún ni siquieratengo claro como la pude liar tanto. Esperemos que esto no me llevedemasiado. Soy una de las fans del WinterFalcon y creedme cuando digoque yo quiero que estos dos acaben juntos más que nadie. Es lo quellevo intentando desde que empecé a escribir su parte en estefanfic.


Algunospensáis que la relación de Steve y Tony está resultando demasiadaperfecta. Tal vez, demasiado. Pero Steve sabía como era Tony ymejoró muchísimo a sus ojos después de conocerlo. Y Steve es larepresentación de la familia cálida que Tony siempre habíaquerido, pero que ni siquiera había sido consciente de ello hastaque lo había conocido. No digo que no haga ningún conflicto. Solodigo esto porque parece que hay algunas personas que esperan que selíe una gorda entre estos dos y no entiendo porqué. Es verdad quelas parejas no viven felices para siempre. Pero tampoco tienen porquetirarse de los pelos. Mientras que se tengan amor, cariño y respeto,se pueden solucionar las cosas de otro modo.


¿Quétendrán días que se metan cuatro gritos y se queden a gusto? Sí,pero esa no es la dinámica general que tiene que tener cualquierrelación sana. Lo sé porque conozco a parejas que son así y osaseguro que no son nada felices, por mucho que finjan lo contrario.


Enfin...... Después de esta charla de parejas, me despido ya.Manteneos sanos y nos seguimos leyendo, Marvelitos. Besos.

(Estas imagenes que he puesto abajo no tienen nada que ver con la historia, pero las he hecho hoy y me he pasado 2 horas dibujando a ese Doctor Strange y ese Dormammu-Marvel, que está sacado del Dormammu de los cómics y lo he querido compartir con vosotros)

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