Capitulo 23
Buenas a todas laspersonitas, de nuevo, que estáis siguiendo esta historia. Hoy mismome he llevado un susto al intentar iniciar mi ordenador y ver que noquerÃa encenderse. Me decÃa que habÃa un problema con mi Windows yque tenÃa que seguir los pasos que me daban, pero, cuando trataba dehacerlo, no me dejaba.
Menos mal que he podidoactivar mi ordenador a través de el teléfono gratuito que me hanpodido dar, porque, si no, de cara al fin de semana, me da algo. Yo,sin mi ordenador, a penas soy nada. No hay mucho que hacer donde vivoy mis padres controlan la tele, asà que, sin él, no tengo nada quehacer. Menos mal que ahora tengo un móvil con internet, pero nopodrÃa subir los capÃtulos sin el ordenador.
Asà que todos debemosagradecer y cuidar mucho a nuestros ordenadores, porque, sin ellos,nos quedamos vacÃos. Aguanta un poco, cariño mÃo. Al menos,estropearte en vacaciones, para que pueda llevarte al informático.
Y, después de estemensaje a mi ordenador, con el que llevo muchos años ya, os dejo conel capitulo y disfrutadlo, que nunca se sabe cuando me puede dar elgran susto.
CAPITULO 23
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Después de conseguir recuperar algo de aire, volvió a ascender porel cuerpo de Steve, con esa sonrisa en su cara que le caracterizaba yque habia empezado a hacer que Steve se echara a temblar deanticipación cada vez que la veÃa.
-¿Listo para lo siguiente?- le preguntó Stark.
Pero, en vez de recibir alguna clase de respuesta titubeante porparte de Rogers, que hubiera sido su respuesta normal, el joven rubiocogió el rostro de este entre sus manos y se fusionó con él,obligando a Stark a abrir la boca y dejar que entrara en él, tomandotodo aquello que pudiera abarcar.
Por un segundo, Tony volvió a sentirse devorado, viendo comoSteve tomaba el control de nuevo, de ese modo único que tenÃacuando la pasión le cegaba, pero, en aquella ocasión, no dejó quelas cosas acabaran de la misma manera.
Tomando el control del beso, mantuvo a Rogers pegado contra lapared, oyendo a este jadear cuando su lengua entró en la ardienteboca del rubio, buscándolo, despertando de nuevo aquel cuerpoadormecido para que volviera a sentirlo todo.
QuerÃa tener de nuevo a Steve jadeando, sin apenas respirar, quesaltara ante cualquier pequeña caricia que le regalara a su cuerpo,que buscara su contacto, del mismo modo que su lengua le siguió alinterior de su boca cuando la retiró. Lo querÃa tan perdido que,cuando lo tomara, lo único que tendrÃa que sentir serÃa placer. Elplacer que él le harÃa sentir.
Ascendió las manos por aquel cuerpo firme y resbaladizo por el agua,disfrutando al notar su piel ardiendo, incluso encontrándose bajo elgrifo, e intensificó el beso, notando contra sus propios labios comoSteve dejaba salir un gemido de placer contra él.
Tony le mordió el labio solo para dejar salir algo de la pasión quellevaba dentro. Pero a Rogers no pareció molestarle el gesto. Adecir verdad, pareció recibirlo con gusto, ya que respondióintensificando el beso, hundiendo los dedos entre los mojadosmechones castaños de Tony, como si ambos cuerpo aún estuvierandemasiado alejados para su gusto.
Oh. Si alguna vez, Tony se cansaba de las reacciones de Steve, quealguien le pegara un tiro, porque, en aquellos momentos, mientras,trataban de perderse en la piel del otro y sus labios se negaban asepararse, Tony sentÃa que estaba a punto de tocar el cielo con losdedos.
Se deshizo de su ropa interior como pudo, ahora quedando los dosigual de desnudos, y tomó las nalgas de Steve entre sus manos,notando como este apretaba su cintura contra él cuando hizo eso,como si el joven Rogers también quisiera que llevaran aquello másallá.
-Te noto ansioso- le dijo el multimillonario, tras apartarse unoscentÃmetros de él como para poder mirarlo.
-¿Ah, sÃ?- le dijo Steve, a su vez, jadeando.-Pues yo iba a.....decir lo mismo de tÃ.
El joven lucÃa una rojez en los labios que nada tenÃa que ver conlos besos, haciéndole recordar al moreno que le habÃa mordido.Pero, si a este le dolÃa, no dio muestras de ello.
-No podré aguantar mucho más- le dijo Stark, inclinándose hacÃaRogers y regalándole una serie de besos por su pecho.
-¿Entonces....por qué esperas?
Pero, lo más significativo de ello no fueron sus palabras, si nocomo las manos de Steve se apretaron contra Tony, en como la mano,que tenÃa en la nuca, se aferró a sus mechones y en como la quetenÃa sobre su hombro se clavó en su piel, casi como si quisieraentrar en su interior.
Tony no necesitó más alicientes. Con aquellas señales, más queclaras, se colocó entre las piernas de Steve, besando de nuevo aeste, y comenzó a entrar en él tan lentamente como se vio capaz.
En aquellos momentos, con el deseo corriéndole por las venas, serÃacapaz de tomar a este sin ninguna clase de miramiento. Pero, a pesarde lo grande que era Steve, no tenÃa ninguna clase de experiencia deeste tipo, siendo él el que tuviera que recibir a alguien en suinterior.
Mordisqueando su piel, atento a cada quejido o gemido que emergierade los labios de Rogers, Tony se aseguró de que este sintiera elmÃnimo de dolor posible, al mismo tiempo que trataba de no perder lacabeza cuando el calor de este empezó a rodearlo, oyéndose a sÃmismo gruñir por lo bajo cuando casi estuvo dentro de él.
Si antes habÃa pensado que estaba a punto de tocar el cielo con losdedos, en aquellos momentos estaba volando entre las nubes, sintiendocomo su cabeza se volvÃa ligera.
-Tony- jadeó Steve, apoyando la cabeza contra la pared del baño.
Por como estaba dejando su cuerpo a su completa merced, no parecÃaestar sufriendo. Era más, casi parecÃa como si le estuvierapidiendo que fuera más rápido, que se adentrara aún más.
Stark volvió a oÃrse gruñir, aquel chico lo estaba matando, y,tras hundirse en él, no perdió el tiempo y empezó a moverse,aferrándose a sus caderas, sintiendo como todo su cuerpo parecÃacantar ante aquello, sintiendo como, poco a poco, este cedÃa a supaso y se adaptaba a él.
Los dedos de Steve sobre su piel le dejarÃan marcas, pero, si enaquellos momentos dolÃa, Tony no fue consciente de ello.
Lo único que pudo afirmar y que no llegó a decir en voz alta fueque jamás se habÃa sentido tan completo mientras se hundÃa en elcuerpo de otra persona.
Daba igual quién fuera quién diera y quién recibiera. HabÃa unaextraña comunión entre sus cuerpos, como si ambos hubieran sidohechos para adaptarse a su compañero, como si solo pudieran sentiraquella clase de placer cuando se entregaban el uno al otro.
Steve se abrazó a él, apretándolo contra su cuerpo, mientras Tonyno dejaba de bombear dentro de él, oyendo los gemidos del rubiocontra su oÃdo, solo consiguiendo encenderlo aún más de lo que yaestaba, haciéndole aumentar el ritmo de sus embestidas.
QuerÃa estar tan dentro de él que aún le recordara incluso cuandono estuviera a su lado, que sintiera su tacto incluso cuando noestuviera tocandolo.
Jamás habÃa sentido aquella clase de posesividad. Sobretodo cuandoel gran Tony Stark jamás habÃa creÃdo en la fidelidad.
Ãl siempre habÃa sido un firme defensor del amor libre. Si dospersonas podÃan pasárselo bien juntas, aunque fuera por un cortotiempo, ¿para qué comprometerse? ¿Para qué obligarse a ser solofieles el uno al otro, si en cualquier momento podÃan encontrar aalguien con el que se lo pasarÃan mejor?
Pero, en aquellos momentos, mientras tenÃa a Steve entre sus brazos,con sus gemidos resonando en sus oÃdos, sonando por encima del ruidodel agua, perdido en su cuerpo, sentÃa como si fuera capaz de matara cualquiera que tratara de arrebatárselo. Y él mismo se asustó dehaber tenido semejante idea.
Nunca habÃa sentido nada igual, esa clase de necesidad de atar aalguien a él. Y, si aún no estuviera dentro de su cuerpo,abandonándose en él mientras los dedos de Steve se hundÃan en suespalda, a lo mejor se hubiera alejado, tratando de comprender dedonde habÃan salido esos sentimientos que lo habÃan albergado porun momento.
El cuerpo de Steve empezó a temblar como el suyo propio cuando ambosempezaron a acercarse a su final.
-Tony. Tony- comenzó a jadear Steve.
Y, desde luego, eso no ayudó en absoluto al poco autocontrol que lequedaba a este en aquellos instantes, aferrándose del mismo modo alcuerpo de Rogers, mientras ambos acaban por dejarse ir por aquellaliberación cegadora que los arrasó.
Fue una sensación intensa, que pareció quemar todas susterminaciones nerviosas con un increÃble placer, para, poco después,devolverlas a su lugar sanas y salvas, pero vacÃas.
Fue como si todo sus cuerpos, hasta la más mÃnima célula, hubieraestado esperando a que aquello ocurriera, a que aquella clase deliberación tuviera lugar. Y, ahora, que habÃa pasado, solo pudierancontar los segundos para que volviera a producirse, sintiéndosevacÃas y sin vida hasta entonces.
Tony besó a Steve en el hombro mientras trataba de recuperaraliento, oyendo como este se rió por el gesto, tal falto de airecomo él mismo.
A pesar de que el agua caliente aún caÃa sobre ellos, el contactode esta sobre sus pieles se les antojo frÃa, como si sus cuerposhubiera alcanzado una temperatura tremenda mientras se entregaban eluno al otro.
-DeberÃamos.....salir de lo ducha- murmuró Steve.
-Buena idea- afirmó Tony.
Pero ninguna de los dos se movió, como si sus cuerpos no quisieranapartarse, a pesar de lo que les ordenara su cerebro a obedecer.
Tony fue el primero en conseguir apartarse unos centÃmetros de él,buscando los ojos de Steve.
Aquellos orbes azules aún parecÃan brillar con el fuego que allÃmismo les habÃa consumido, pero, si seguÃan mirándose de aquelmodo, ninguno de los dos conseguirÃa salir de la ducha.
Tony tuvo que hacer de trizas corazón y ser el primero en salir,cogiendo una toalla y envolviéndose con ella la cintura. Para cuandose aseguró de que estaba bien envuelto, cogió otra y se volvióhacÃa Steve, que estaba cerrando el grifo.
-¿Sales?- le dijo, con la toalla preparada para él.
-¿Vas a envolverme como a un bebé?- le preguntó este, con unasonrisa en los labios.
-Créeme. Lo que aún podrÃa hacerte no es para menores.
Y aquella afirmación solo sirvió para que Rogers saliera riéndosede la ducha, dejándose envolver por Tony, que no pudo evitar desearser, por un momento, una de aquellas gotas de agua que estabancorriendo por el cuerpo del rubio.
-Si me sigues mirando asÃ, no saldremos de aquÃ- le dijo Steve, debroma.
Pero Tony no pareció tomárselo de ese modo, ya que asintió.
-Desde luego- murmuró el moreno, aún sin poder apartar los ojos deél.
-¿Vamos..... a la cama?- preguntó Steve, notando como su cuerpoempezaba a calentarse de nuevo ante aquella mirada.
Tony alzó los ojos hacÃa los suyos en cuanto dijo aquello,pareciendo sorprendido.
-¿TodavÃa quieres más?- le dijo el moreno.
-Me referÃa a dormir- le respondió este, notando como las mejillasempezaban a arderle al ver por el camino que habÃa ido la mente deStark.-Ya debe de ser tarde y.....sé que debes de levantartetemprano para ir a trabajar.
-La ventaja es que tengo el trabajo un par de pisos más abajo-comentó este, tomando otra toalla.
Antes de que Steve se diera cuenta de sus intenciones, Tony ya leestaba secando el cabello.
-¿Qué haces?- le soltó, viendo como le obligaba a agacharse parasecarle el pelo.
-Si quieres entrar a mi cama, no será empapado en agua. Como meresfrÃe, Pepper me cortara la cabeza. Tengo la agenda llena hastadentro de 3 mese y, según ella, no puedo faltar a nada.
-Ah. Entonces, yo también tendré que secarte a tÃ.
-Te ha gustado esa idea, ¿eh?
-¿Cómo no me iba a gustar?
Y ambos hombres se rieron, sin necesidad de añadir nada más. Enaquellos momentos, solos en el apartamento, era como si realmente elresto del mundo no existiera y no necesitaran hablar paracomunicarse.
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DÃas después, mientras la banda se centraba en hacer losgrabaciones de su primer disco, que se pondrÃa a la venta en cuantoestuviera terminado, y con Tony hasta las cejas de trabajo, deseandoque llegaran las noches, en las que se encontraba en la ciudad, parapoder reunirse con Steve, Sam y Bucky aún mantenÃan una relacióntirante, donde el halcón gruñón trataba de mantenerse tan apartadofÃsicamente del mapache como le fuera posible.
El muy descerebrado habÃa admitido delante de su familia que legustaba y, ahora, Sam tenÃa que soportar las risillas de Sarah cadavez que los veÃa juntos o como Gideon fingÃa que no habÃa oÃdonada de la conversación que habÃan tenido aquella fatÃdica mañana,desapareciendo de el apartamento en cuanto le era posible, concualquier excusa.
Seguramente, deberÃa de dar gracias de que sus padres aún nosupieran nada de aquello, teniendo en cuenta que sus hermanos eranlos peores ocultando secretos.
-¿Cómo se te ocurrió decirles aquello?- le soltó Sam una mañana,dÃas después, viendo como Bucky se cambiaba.
En realidad, tal vez no deberÃa estar allà en aquellos momentos,viendo como este se quitaba la ropa, observando aquel cuerpotrabajado.
Se dijo que no podÃa apartar los ojos porque, a pesar de todo suentrenamiento, aún no habÃa llegado al mismo nivel que este, perouna lejana voz de su cabeza le dijo que dejara de mentirse de aquelmodo.
Sin duda, tendrÃa que encontrarse bien lejos de allÃ.
Bucky, aún sin camiseta, se volvió hacÃa él, observándole conatención.
-¿A qué te refieres?- le soltó el castaño, completamente calmado.
-¿Cómo qué a qué me refiero? ¡Sabes perfectamente a qué merefiero! ¡A las gilipolleces que soltaste, tan tranquilo, a mishermanos! Sarah no puedo mirarme sin reÃrse y Gideon, no sé porqué,no deja de intentar dejarnos a solar el mayor tiempo posible, como sise sintiera en la obligación.
-Eso será porque les habrá quedado claro lo que pasa.
-¿Les ha quedado claro? ¿El que les ha quedado claro?
-Lo que siento por tÃ- le dijo Bucky sin más.
Después de eso, mientras Sam trataba de recuperar la voz parareplicar a aquello, Bucky se volvió para acabar de vestirse.
-¡¿Cómo puedes soltar esas cosas con esa calma?!- le gritó Sam,haciendo que el castaño volviera a girarse hacÃa él.
-¿Por qué es la verdad? Vine aquà solo con la idea de pasar mástiempo contigo.
-¡¿Y se puede saber desde cuando se supone que sientes eso por m�!¡Porque yo no recuerdo nada que me indicara que eso estaba pasando!
-No lo sé exactamente. Creo que pasó poco a poco, conforme más teconocÃa. Creo que, en realidad, Steve se dio cuenta antes que yo delo que me pasaba.
-¡¿Me estás diciendo que Steve lo sabe?!- exclamó Sam.
Genial. No solo era el hecho de que su familia pareciera confabuladacon Bucky para dejarles a solas el mayor tiempo posible, como sirealmente estuvieran en una relación, si no que, además, Stevetambién sabÃa aquello y el gran rubio ni siquiera se habÃa tomadola molestia de decirle nada al respecto.
-Estabais todos confabulados contra mÃ- murmuró.
-No lo veas asÃ- le pidió Bucky, dando unos pasos hacÃa él.-Lehice prometer a Steve que serÃa yo el que te lo dirÃa todo. ¿Tepareciera bien que alguien más le dijera a la persona que te gustalo que sientes por ella?
Pero Sam alzó la mano, haciendo que este se detuviera, mientras éldaba unos pasos atrás.
-Voy a salir a correr y vamos a olvidar esto.
-Sam- le dijo Bucky, con aquel tono que parecÃa decirle ''no tecomportes como un crÃo''.
-No. Ahora mismo, necesito despejarme, salir de aquÃ. Dejametranquilo un rato, ¿vale? Solo por un par de horas.
Y antes de que Bucky pudiera añadir algo más, Sam se apresuró ensalir del apartamento, pasando junto a Sarah, que estaba sentada enel salón, a todo correr.
Aquello era lo que necesitaba; poner distancia, sentir el aire frÃoen la cara, obligar a todo su cuerpo en concentrarse en otra cosa queno fueran en las continuas confesiones que Bucky le arrojaba una trasotra, con esa total calma suya que tanto le ponÃa de los nervios.
Cuando se internó en el parque, tratando de evadirse de todo, nisiquiera prestó atención a aquellas mujeres que parecieroninteresarse en él, centrándose solamente en olvidar lo que acababade ocurrir en su casa de nuevo, solo oyendo el ruido de su propiarespiración en los oÃdos y en como su cuerpo trabajaba.
¿Por qué tenÃa que ser Bucky de aquella manera? ¿Por qué tenÃaque soltarle una y otra vez que estaba enamorado de él, ignorandosus desplantes? Si a él le hicieran lo mismo después de confesarsetantas veces, ya estarÃa en el fondo de una cueva, llorandoamargamente.
Y, sin embargo, allà seguÃa Bucky, tan calmado como si susdesplantes no le dolieran lo más mÃnimo.
O se habÃa acostumbrado a lo largo de los años a que le soltaratodo a la cara, fuera hiriente o no para él, o era el tÃo más duroque habÃa conocido en su vida.
Se detuvo en mitad de parque, frustrado y cabreado consigo mismo alver que no se lo sacaba de la cabeza, tomando aliento.
No sabÃa cómo diablos habÃa logrado conseguirlo, pero, de algúnmágico modo, Bucky habÃa conseguido invadir su mente del mismo modoque habÃa invadido su casa.
Echó un vistazo a su alrededor, preguntándose a sà mismo si debÃatratar de seguir corriendo, esperando obtener el resultado que habÃaido a buscar, o si debÃa de volver a casa y dejar de hacer elridÃculo de aquella manera.
A casa, se dijo a sà mismo, sabiendo que no habÃa de otra,sintiendo la frustración aumentando dentro de él.
Dándose media vuelta, aún ignorando a las mujeres que trataban dellamar su atención, se puso a trotar de camino a casa, como hacÃanotras muchas personas en aquella ciudad, tratando de alejar el frÃoque estaba haciendo aquel dÃa.
Para cuando llegó a casa, se dio cuenta de que no llevaba las llavesencima. Pero Bucky o Sarah debÃan de estar aún dentro.
Estaba convencido al cien por cien de que la pequeña Sarah habrÃaaprovechado el momento en el que le habÃa visto salir por la puertapara ir junto a Bucky y hacerle un nuevo interrogatorio de los suyos,sin saber lo que el mapache podrÃa soltar por su boca.
Seguramente por eso, por haber imaginado una cosa asÃ, se extrañode que su hermana le abriera la puerta en cuento llamó, como si notuviera otra cosa que hacer.
-¿Se te han olvidado las llaves con las prisas?- le preguntó esta,corriendo para ocupar su asiento en el sofá, como si temiera que Samse lo robara.
-Algo asÃ- comentó este.
Pero, echando un vistazo a la cocina y al salón, vio que allà nohabÃa señal alguna de la presencia de su admirador particular. ¿Eraposible que este no hubiera salido de su habitación desde que él sehabÃa marchado? ¿Acaso era un niño?
-¿Dónde está Bucky? ¿Sigue en mi cuarto?- le preguntó a suhermana, preguntándose se serÃa buena idea ir a sacarlo o no.
Después de todo, a lo mejor estaba haciendo algo que era mejor queél no viera, recordando lo que ya habÃa pasado aquella mañana quehabÃa conseguido que durmiera con él, sin querer pensar en lo quehabÃa habido debajo de las sábanas.
-No. Bucky ha salido- le informó esta, concentrándose en la tele.
-¿Cómo que ha salido? ¿A dónde?- le preguntó Sam, volviendo lavista hacÃa ella.
-No sé. Recibió una llamada y dijo que tenÃa que marcharse.
Aquello hizo que Sam sintiera una opresión creciente en el pecho,recordando las palabras que el castaño le habÃa dedicado.
En el momento en el que le llamaran para la misión, tendrÃa quemarcharse, sin más, sin despedirse de nadie.
Y sin que nadie supiera si volverÃan a verlo o no.
-¿A dónde?- le preguntó Sam a su hermana, colocándose delante deella y tapándole la televisión para que le prestara atención.-¡¿Adónde te ha dicho que iba?!
-¡Eh!- le gritó Sarah, lanzándole un cojÃn con rabia, que esteesquivó de un manotazo.-¡No me tapes la tele!
-¡Sarah!- le gritó este, acercándose a ella, de modo que la menorse diera cuenta de que aquello no era ningún juego y que necesitabaque hablara.-¡¿A dónde ha ido?!
-No.....no lo sé. Creo que mencionó ese edificio del centro, eseque es de los militares. Pero no estoy muy segura. Tuvo que irse conmucha prisa.
Casi antes de que su hermana terminara de hablar, Sam ya habÃasalido por la puerta en esa misma dirección, con aquella voz quesonaba de vez en cuando en su cabeza, preguntándole qué era lo queiba a hacer ahora.
HabÃa ignorado a Bucky todo lo posible durante el tiempo que habÃapermanecido en su casa, tratando de ignorar lo que le decÃa y solotratándolo como una especie de amigo pesado. Pero, ahora, cuando yaera demasiado tarde, cuando este estarÃa de camino a Dios solosabrÃa donde, ¿ahora era cuando por fin se ponÃa en marcha? ¿Paradecirle el qué?
Ni él mismo lo sabÃa. Cuando consiguiera colocarse ante él, laspalabras manarÃan, o eso creÃa. Y, con suerte, aquella opresión enel pecho, esa misma que le estaba impidiendo respirar, tambiénacabarÃa desapareciendo.
Findel capitulo 23
Pareceque os doy una de cal y otra de arena. A pesar de que, en la primeraparte del capitulo, os regalo ese momento Stony en la ducha, siendola continuación del capitulo anterior, cuando ya estáis de azúcarhasta las orejas después de haber visto a Tony y a Steve juntos denuevo, voy yo y lÃo las cosas con Sam y Bucky.
Aaquellos que no les den mucha importancia a esta pareja, seguramenteles dará igual lo que ocurra con ellos, pero, los que no,seguramente ahora mismo volveréis a odiarme. Creo que es elsentimiento que más despierto en vosotros hacÃa mÃ. Lo sé. Pareceque me estoy convirtiendo en una experta en ese sentido. Pero, si osdigo la verdad, no fue mi intención esta cuando empecé a escribirsu parte.
Enrealidad, no tenÃa ni la más mÃnima idea sobre lo que hacer conestos dos, ya que Sam se resiste tanto en aceptar lo que sea queBucky le haga sentir. Y, mientras escribÃa esa mañana en el cuartode estos, dÃas después de lo de Tony y Steve, me pregunté ''¿cómopuedo hacer que Sam sienta la necesidad de ser sincero?''.
Alpensar eso, hice que este saliera a correr y que, al volver, se dieracuenta que este se habÃa ido del piso, tal vez para no volver,cuando él se habÃa comportado tan mal con este. El sentimiento deculpabilidad da alas cuando ves que la puedes cagar para toda lavida. Y perdonad las palabras, pero es una verdad como un templo.
¿Cuantaspersonas no se habrán arrepentido de no decirle algo a alguien enalgún momento de sus vidas, solo para descubrir más tarde quehabÃan perdido esa oportunidad? Asà que, hay os lanzo otroavengers-consejito. Si tenéis algo que decir, decÃdlo. No os loguardéis dentro, sea lo que sea. Hay un refrán en España que diceque el que no llora, no mamá. Y es verdad. No puedes ganar sinarriesgar, asà que......arriesgaros.
Ydespués de esta sesión tan de psicólogo, me despido de vosotros.Manteneos sanos y nos leemos en el siguiente capitulo, esperando aque haya conseguido arreglar las cosas. Bye.
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