Estaba sentado en su cama, la cual era un delgado colchón en el suelo de madera mohosa por las fugas de las tuberías. Miraba a sus compañeros, siempre eran compañeros nuevos, la mayoría de los niños que llegaban a aquél lugar lograban ser adoptados al poco tiempo, sin embargo, ese no fue su caso, no entendía porque, ninguna pareja quería llevarlo, las monjas que cuidaban de él siempre le explicaban que tal vez Dios tenga otros planes para él, que sólo debía ser paciente, sin embargo, no podía evitar sentirse peor con cada día que pasaba. 

Con esfuerzo logró tener las mejores calificaciones de su salón, entró a una preparatoria común, no había logrado la beca estudiantil que quería, sin embargo, seguía esforzándose con la esperanza de poder ganarla. Había conseguido un trabajo que le permitía estudiar y vivir solo, aunque eso era algo que le costaba demasiado. No tenía demasiado tiempo libre, por lo que siempre era muy callado y alejado, siendo todo el tiempo el saco de boxeo de sus compañeros de clase. Lo golpeaban, lo humillaban y, en cuanto tenían la oportunidad, le robaban, creía que toda su preparatoria sería así, sin embargo, fue cuando el par de amigos lo salvó que se dio cuenta de cuan equivocado estaba.

El par de amigos era castaño, ambos muy simpáticos, sin embargo, uno de esos dos había logrado flecharlo totalmente. Bill no podía dejar de sentirse un idiota cuando estaba junto Dipper. El sentimiento fue correspondido, y por primera vez, se sentía feliz, como si fuera alguien normal, como si fuera querido por alguien. El castaño le transmitía un sentimiento de importancia, le encantaba sentirse importante para él.

Se llevaban muy bien, incluso cuando salían con su amigo y su novio, era divertido, sin embargo, todo comenzó a ir en picada después del primer año y medio. Dipper empezaba a ser más vistoso, con el trabajo que Phill le había conseguido pudo cambiar los harapos que quedaban en su armario, incluso podía permitirse una visita mensual a la peluquería, por muy pequeños que fuesen los cambios externos, fue su actitud lo que lo volvió el centro de atención de la gente. Ya no era el Dipper tímidio, con miedo de ser rechazado y dependiente sentimentalmente, no, era un Dipper abierto, confiado, aunque seguía siendo su chico, jamás le había dado alguna señal de ya no quererlo. Lo amaba con locura, sin embargo, en la cabeza del rubio sólo pasaba la idea de que alguien mejor que él aparecería pronto, lo desplazarían. 

No podía dejar que eso pase, Dipper era suyo, él lo amaba más de lo que cualquier persona podría amarlo en su vida, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de que eso no cambie. Fue así que comenzó a rastrear el teléfono de su novio, cada vez que tenía oportunidad revisaba con detalle sus conversaciones, sus movimientos, en busca de algo que delatara quien era el bastardo que se lo quería robar, se iba a deshacer de él antes de que el castaño tuviera oportunidad de dejarlo.

Bill estaba fuera de control, acompañaba a Dipper a donde fuera que vaya, había logrado que varios amigos se alejaran por miedo a lo que podía pasarles si seguían siendo tan cercanos al menor.

No iba a permitirlo más, no quería quedarse sólo por causa de un maniático que lo manipulaba y lo controlaba. Por mucho que lo amara. 

Finalmente, Dipper terminó con él cuando terminaron la preparatoria.