Capítulo 15
El de cabello rosa se apresuró a la casa de Marco. No tardó mucho en darle a Dipper un calmante, dejándolo prácticamente dormido, aunque todavía con la suficiente consciencia como para ver las miradas que su medico y su mejor amigo se estaban lanzando. Decidió dormir para no interrumpir, aunque eso no quitaba que seguía preocupado por la que podría ser la siguiente acción de Bill, la noche anterior le había demostrado de que era capaz, temía por Mason, temía que él pudiera salir herido por la locura del rubio. Estaba molesto todavía, dolido, sin embargo, el todavía lo amaba.
Después de aquella cita, Dipper volvió a su rutina diaria, ésta vez siempre precavido, observando detalladamente a su alrededor, si encontraba un sólo rastro del rubio, llamaría a la policía para asegurarse de que podría sacárselo de encima para seguir con una vida que podría entrar en el parámetro de lo normal, al menos para alguien que probablemente siga un tratamiento psicológico por el resto de sus días por una profunda depresión, causada por una completa falta de autoestima.
Ciertamente, su vida no había sido una de en sueño, había crecido como el hijo bastardo de una infidelidad de un hombre de treintaicinco años con una joven universitaria de apenas veinte años. Siempre rechazado por la mujer que le dio la vida, criado por una abuela que fue su mundo hasta sus seis años, cuando la pobre mujer falleció por la edad, cada día escuchando las historias de su madre, acerca de como iba a deshacerse de ese bebé, pero que no pudo por la anciana que era su abuela.
Escuchar que era una mierda sin ningún valor, siempre recibiendo insultos o palabras de desaliento en cuanto lograba algo. Su primaria fue, tal vez, la peor época, siempre recibía las mejores calificaciones, sin embargo, no tenía amigos, no tenía una familia, lo único en lo que pudo refugiarse eran en aquellos libros que podía pedir prestados en la biblioteca de la escuela. Le gustaba leer historias donde las madres siempre alentaban a sus hijos a cumplir sus sueños, donde las madres eran amorosas con sus hijos, le gustaba imaginarse siendo ese niño.
Dipper jamás había logrado forjar una autoestima que este por encima del nivel del suelo, por lo que al encontrar una persona que hablaba con él, como si fueran amigos, rápidamente se aferró a él, y ese día había nacido la mejor amistad de toda su vida. En su ante último año llegó él, un rubio marginado, al que todos trataban como un saco de boxeo por el simple hecho de que era un "nerd", como los de su clase lo llamaban. Marco y él fueron en su rescate, alejando a los idiotas que lo golpeaban.
Desde ese momento, ambos parecían hipnotizados con la mirada del otro. Dipper no podía dejar de sentirse como un niño enamorado con los dulces detalles que Bill le hacía para llamar su atención. Incluso después de que ambos se hicieran pareja, el rubio no dejaba de hacerle hermosos detalles, ropa, libros, cuadernos, dulces, absolutamente todo. Apenas Dipper suspiraba, diciendo, aunque sea a modo de juego, que quería algo, Bill lo cumplía como si le hubiesen dado una orden directa.
Estaban siempre juntos, hasta que Dipper comenzó a hacer nuevos amigos, cada vez abriéndose un poco más a la gente, más desde que su mejor amigo había conseguido pareja, quien siempre los invitaba a parques y salidas con sus amigos. Se sentía cada vez más aceptado, tenía un novio que lo adoraba, el mejor amigo que pudiese pedir, incluso había podido irse de la casa de su madre gracias a un trabajo que Phillip le había conseguido.
Fue cuando Bill comenzó a ponerse más posesivo, más celoso, monitoreaba cada uno de sus movimientos...
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